POR:ARCANGEL VULCANO.
Publicado el lunes 18 de agosto del 2008.
"Aprender a ser libre, vivir sin ataduras..."
La parábola de la rana hervida ha sido insinuada por “algunos” analistas políticos para explicar las estrategias, tácticas, ejecutorias y los perversos planes del gobierno del Sr Chávez para someter al pueblo venezolano, esclavizarlo, conculcarle sus derechos y libertades, sistemáticamente, desmantelando y desmontando fría y calculadoramente el estado de derecho, destruyendo el orden democrático para sustituirlo por un sistema confusamente comunista totalitario sustentado en un brutal militarismo; pero haciéndolo deliberadamente capciosamente, premeditadamente, alevosamente, con sobre ventaja, disponiendo cobardemente del obsceno ventajismo, disponiendo inmoralmente, desvergonzadamente, sin ningún recato, ni escrúpulo e impunemente, sin frenos, sin restricciones institucionales que se lo impidan, ni castiguen, de todos los recursos financieros y logísticos del estado, usándolos cínicamente, descaradamente, e ilegalmente en detrimento de los legítimos derechos de toda la sociedad democrática, amparado en el poder de las armas de la república que emplea como suyas intentando amedrentar y mantener a la sociedad atada a sus oprobiosas cadenas.
Los sepultureros de la democracia, sus enterradores, creen que podrán someternos a sus designios impunemente inmovilizándonos; pero para su desgracia ellos son suficientemente conocidos por el indoblegable pueblo venezolano, que sabe ya, que está siendo sometido gradualmente a un plan muy maquiavélico, aplicado calculadamente por etapas, por fases sucesivas. Para comprender sus nocivos efectos y consecuencias nada más ilustrativo y descriptivo que estudiar la parábola de la rana hervida a fuego lento (citada en el artículo anterior). Pero no podemos quedarnos allí, sólo comprendiendo la triste suerte de la rana, que es cocinada hasta morir, sin poder hacer nada en su favor y sin ni siquiera notarlo, en virtud de lo gradual del tratamiento que se le aplica hasta su mortal desenlace, sin apercibirse de su tragedia a tiempo, para al menos haber intentado evitarla simplemente saltando de la olla, ¡no!.El pueblo venezolano a quien le están groseramente arrebatando sigilosamente, taimadamente sus legítimos e irrenunciables derechos humanos, comprometiéndole y poniéndole en riesgo su futuro, y desmantelándole arbitrariamente, abusivamente la democracia, por parte de unos inmorales, agazapados y conjurados, debe saber y poder reaccionar efectivamente a tiempo y adecuadamente.Los venezolanos es verdad que hemos aprendido a ser libres y a vivir sin ataduras, pero pareciera que una vez atados y esclavizados no supiéramos qué hacer para liberarnos, ¿estamos acaso hipnotizados?. Por tales motivos hemos querido hoy recordar la parábola del elefante cautivo, para contraponérsela a la parábola de la rana hervida a fuego lento, pero como ejemplo también ilustrativo, de lo que debería hacerse para liberarse de cualquier yugo opresor de nuestra condición natural de pueblo gloriosamente libertario; porque es muy útil e importante saber las causas de nuestra triste y lamentable esclavitud cuando nos han sometido gradualmente y anestesiados a ella, como en el caso de la rana, que no sólo no supo reaccionar, sino que no pudo, porque se habituó y acostumbró a los aumentos progresivos de la temperatura, que le aplicaron a la olla en la que era cocinada viva hasta morir distraída, acostumbrándose mortalmente a su tétrico destino, sin notarlo, ni poder evitarlo. A continuación, ofrecemos la vieja parábola del elefante esclavo que leímos en http://es.catholic.net/aprendeaorar/32/250/articulo.php?id=10546:La Parábola del Elefante esclavo“La única manera de saber, es intentar de nuevo, poniendo en el intento todo tu corazón”.“Aprender a ser libre, vivir sin ataduras”...
“Cuando yo era chico, me encantaban los circos, y lo que más me gustaba de los circos eran los animales. También a mí como a otros, después me enteré, me llamaba la atención el elefante”.
“Durante la función, la enorme bestia hacia despliegue de peso, tamaño y fuerza descomunal… pero después de su actuación y hasta un rato antes de volver al escenario, el elefante quedaba sujeto solamente por una cadena que aprisionaba una de sus patas a una pequeña estaca clavada en el suelo”.
“Sin embargo, la estaca era sólo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en la tierra. Y aunque la cadena era gruesa y poderosa me parecía obvio que este animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su propia fuerza, podría con facilidad, arrancar la estaca y huir.El misterio es evidente: ¿qué lo mantiene entonces?, ¿por qué no huye?”
“Cuando tenía cinco o seis años, yo todavía confiaba en la sabiduría de los grandes.Pregunté entonces a algún maestro, a algún padre o a algún tío por el misterio del elefante. Alguno de ellos me explicó que el elefante no se escapaba porque estaba amaestrado. Hice entonces la pregunta obvia: si está amaestrado..., ¿por qué lo encadenan?. No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente”.
“Con el tiempo me olvidé del misterio del elefante y la estaca... y sólo lo recordaba cuando me encontraba con otros que también se habían hecho la misma pregunta. Hace algunos años descubrí que por suerte para mí alguien había sido lo bastante sabio como para encontrar la respuesta:”
"El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que era muy pequeño". Cerré los ojos y me imaginé al pequeño recién nacido sujeto a la estaca”.
“Estoy seguro de que aquel momento el elefante empujó, tiró y sudó tratando de soltarse, y a pesar de todo su esfuerzo no pudo. La estaca era ciertamente muy fuerte para él. Juraría que se durmió agotado y que al día siguiente volvió a probar, y también al otro día y el que siguió”.
“Hasta que un día, un terrible día para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino. Este elefante enorme y poderoso no escapa porque CREE QUE NO PUEDE. El tiene registro y recuerdo de su impotencia, de aquella impotencia que se siente poco después de nacer. Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese registro. Jamás, jamás... intentó poner a prueba su fuerza otra vez”.
“Cada uno de nosotros somos un poco como ese elefante: vamos por el mundo atados a cientos de estacas que nos restan libertad. Vivimos creyendo que un montón de cosas "no podemos" simplemente porque alguna vez probamos y no pudimos. Grabamos en nuestro recuerdo: No puedo ... y nunca podré. Crecimos portando ese mensaje que nos impusimos a nosotros mismos y nunca más lo volvimos a intentar. La única manera de saber, es intentar de nuevo, poniendo en el intento todo tu corazón”.El glorioso y libertario pueblo de Simón Bolívar jamás aceptará ser esclavo de nadie, ni atemperarse o adaptarse a patéticas suertes como otros pueblos oprimidos e ignominiosamente sometidos a la esclavitud por voluntad de un frágil tirano inescrupuloso e inmoral, y de ser así, de aceptar soportar las intolerables cadenas de una dictadura inmóviles, impotentes y resignados no seríamos dignos ni merecedores de la gloriosa herencia, ni de la estirpe de nuestro Gran Libertador Simón Bolívar ni de nuestros invencibles e indomables libertadores. El pueblo venezolano es como un poderoso elefante atado a una fragilísima, movediza, inestable y endeble estaca que nos han colocado con los ojos vendados, engañados, escuchando un disco rayado que contiene hipnotizantes y adormecedores cantos de sirena; pero que posee la fuerza, la determinación, las convicciones, los talento,las capacidades y las voluntades, que lo harán reaccionar dignamente en el momento menos esperado pero preciso, estremeciéndose removiéndolo todo a su alrededor, sin que los ilusos que creyeron poder atarlo a la estaca puedan evitarlo que se suelte indómitamente como lo que es en realidad, como un gigantesco y poderoso elefante libre, como le gusta ser y estar siempre, sin ataduras, ni cadenas, ni amarras, ni contenciones ilegítimas, ¡ay de aquellos cirqueros mediocres! que creen en vano poder atarlo para siempre esclavizándolo para usarlo en su grotesco espectáculo; porque siempre vivirán temerosos, porque el fortísimo elefante mantiene siempre su fuerza latente, potencial, y podría si lo decide con determinación, desatarse encabritado y enfurecido algún día, cuando menos lo esperen, y los arroyaría si así lo deseara hacer, la fuerza descomunal del paquidermo venezolano que es el soberano pueblo, no la podría parar ninguna estaca removible a penas con un movimiento coordinado.Las similitudes ente el elefante esclavo y el libertario pueblo venezolano son muy obvias y podríamos sintetizarlas en una sola palabra, que es “fuerza”. Pero la diferencia entre el pueblo venezolano y el elefante, es que el elefante no sabe hablar, ni razonar, ni articular, ni defenderse eficazmente, como si lo sabe hacer el glorioso e indoblegable pueblo venezolano, quien por ahora es como un gigante atado, pero no dormido, ni manso, ni amaestrado, sino potencialmente rebelde y sobre todo muy eficaz a la hora de las chiquitas. Por eso, tenemos la profunda convicción y la infinita fe, de que con este pueblo no puede ni podrá nadie jamás; ni aspirantes a caudillos, ni tiranos, ni pichones de dictadores podrán someterlo impunemente a sus designios y caprichos sin que paguen por su osadía.Los venezolanos no deseamos ser como ranas hervidas en una olla cocinadas a fuego lento; ni tampoco mansos elefantes esclavos atados con cadenas a una fragil estaca en un circo, no debemos serlo jamás, ni permitir que nos obliguen a serlo. Debemos saber y poder hacer lo que hay que hacer, para mantener nuestros derechos, nuestras libertades y garantías constitucionales, para mantener y sostener como corresponde el estado de derecho y la democracia viva. Debemos porfiadamente rehusarnos a todo evento a terminar como la rana cocida en la olla a fuego lento, ni encadenados a una débil estaca de madera podrida como el elefante esclavo en un circo, ¡no!
Debemos si, ser como briosos caballos indomables que cabalgan sin riendas, ni ataduras, sin frenillos, sin silla y sin jinete con espuelas, por la sabana interminable; y a quienes osen querer enlazarnos para montarnos sus botas debemos simplemente dejarlos atrás porque jamás podrán alcanzarnos, porque los caballos siempre corren más veloces que cualquier simple mortal que anda a pie; así que jamás hay que permitir que nos atrapen, ni nos enlacen, ni nos monten, ni nos pongan bozal, ni riendas, ni frenillos, ni tapa ojos, ni que nos claven las espuelas, ni nos den fuete, sino que hay que corcovear y cabalgar sin parar por la amplia y ancha sabana.Soltarse, Zafarse, removiendo la estaca, que en el fondo es muy pero muy débil, más de lo que muchos creen; pero no hacerlo con la fuerza bruta, sino con la fortaleza de nuestras convicciones democráticas; con la infinita entereza que otorga la movilización masiva e incontenible de la voluntad popular soberana de un pueblo determinado a ser siempre democrático y libre.Remover la estaca que nos mantiene impedidos de movernos con libertad amenazando e impidiéndonos el ejercicio pleno de nuestros derechos ciudadanos es la tarea, para ganar la libertad de todos; ser como indomables caballos cabalgando libres, jamás ranas hervidas a fuego lento, ni elefantes esclavos atados a estacas de madera podrida, usados como atracción de circos trasnochados.
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