POR:ARGELIA RÍOS.
La nacionalización de la banca traería consecuencias gravísimas en todos los terrenos.
Su reacción lo delata. Chávez no soporta que su gobierno sea percibido como el más corrupto de la historia del país. En su cadena del miércoles quedó bien clara su indignación. El elenco socialista está siendo percibido, cada vez más, como una banda de pillos, cuyos delitos ya resultan inocultables. Es evidente, sin embargo, que sus acciones defensivas siempre poseen un componente ofensivo: ese arte lo domina con destreza, aunque es temprano para saber si, en esta oportunidad, logrará salir ileso reeditando la fórmula del “pito”, empleada durante el paro petrolero.De cualquier forma, la verdad terca y tangible es que la revolución ha perdido su cacareada superioridad moral: sin ella “el proceso” no tiene destino, salvo el que Chávez le fabrique a punta de violencia y arbitrariedad. La fiera está herida y dispuesta a atacar salvajemente. Las palabras de Henry Ramos Allup aceraron la cólera del comandante: nada le duele más que haber quedado expuesto como el jefe de una pandilla de asaltantes. Por eso, con su “estilo personal”, trata de controlar los daños ocasionados por sus omisiones cómplices. El Presidente procura rendirle cuentas a su público cautivo, caminando sobre las ramas y eludiendo, como siempre, su responsabilidad.
La amenaza de la nacionalización de la banca es real, pero no quiere pagar el inmenso costo que eso le significaría: prefiere que los ciudadanos -temerosos ante su amenaza- le faciliten el trabajo de debilitar a las instituciones financieras serias de Venezuela, para que su idea prospere como una “necesidad”… Estamos ante una puja ideológica: si Chávez logra que los depositantes y ahorristas le hagan el trabajo, todo le será fácil. El hiperlíder es un comunista confeso enfrentado a una sociedad que se niega a transitar ese camino. Es hora de resistirle con firmeza porque una nacionalización de la banca terminaría de arruinar la economía nacional. Los venezolanos se convertirían en esclavos de un régimen moralmente insolvente. Sólo los tontos pueden creer que un gobierno corrompido custodiaría correctamente los ahorros de los ciudadanos. Es imprescindible la serenidad de los ahorristas. Por su propio bien y por el de miles de trabajadores.Nadie en su sano juicio debe contribuir a que el presidente se salga con la suya. Chávez se quiere quitar la raya de los bancos rojos-rojitos estimulando la quiebra de los bancos serios. Quiere emparejar el juego y abonar el terreno para una nacionalización que traería consecuencias gravísimas en todos los terrenos: incluso, la postergación indefinida (o la eliminación) de las elecciones parlamentarias y presidenciales, a las que busca sacarle el cuerpo porque sus condiciones se han desmejorado seriamente: mucho más ahora que los venezolanos saben a dónde fueron a parar los dineros de la renta petrolera& Podemos estar en el camino de un palo a la lámpara. Pero hay que resistir obstaculizando sus planes.
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