Los candidatos a la Asamblea Nacional, el país y sus expectativas

POR: ARCANGEL VULCANO.

La dirigencia opositora venezolana, no debería incurrir en el exceso, de crearles falsas expectativas a la población sobre la probable victoria electoral que podrían conquistar en las próximas elecciones del 26 de septiembre, oportunidad en que se elegirá la nueva Asamblea Nacional, porque pudiera ocurrir, que aún ganando una mayoría de diputados, ello no supondría necesariamente, lograr de inmediato, ni automáticamente los ansiados y necesarios cambios políticos, que la población aspira y anhela, y que se le están anunciando y ofreciendo como posibles, a corto y mediano plazo, en caso de conquistar una muy probable victoria. Pensamos que los cambios anhelados por la mayoría, se podrán alcanzar pero a mediano y largo plazo; porque esta dura lucha política que ha emprendido decisivamente la sociedad democrática venezolana, será de largo aliento y tendrá sus frutos.

Por eso, pensamos que en primer lugar, hay que decir, que una cosa es ser optimistas realistas y otra muy distinta es ser ilusionistas. El liderazgo opositor, debería comenzar por hablarle muy transparentemente a la población venezolana a la que aspira persuadir de votar en su favor. Exponerle en primer término, que alcanzar una victoria electoral, no supondría sacar de inmediato al presidente Chávez del poder, porque obviamente no está en disputa el cargo presidencial y él podría terminar su período en el año 2.012, a menos que renunciara, fuera destituido o derrocado; pero además, porque esta elección no es en absoluto un plebiscito para evaluar la gestión gubernamental, que es en lo que algunos muy convenientemente han pretendido en vano convertirlo, persiguiendo alcanzar provecho político buscando polarizar, sino que es para escoger a los nuevos integrantes del Poder legislativo nacional, una nueva Asamblea Nacional. Aunque es obvio, que políticamente el régimen sería parado en seco en sus ansias socialistas y reeleccionistas si sufre un descalabro electoral. Igualmente, deberían tener extremada cautela en el sentido de definir y determinar con precisión los auténticos objetivos políticos que se persiguen, de alcanzar una victoria electoral.

Algunos aspirantes a diputados muy entusiastas, le han asegurado eufóricamente a la población venezolana, que “una nueva mayoría de diputados opositores en La Asamblea Nacional, podría significar poder cambiar drásticamente en su favor la actual realidad política nacional, así como, reformar o derogar cuanta ley orgánica haya aprobado el oficialismo” (depende del tipo de mayoría); pero no se le aclara, que tal situación excepcional podría ser verdad, pero siempre que se lograrán conquistar al menos las dos terceras partes de los curules, lo cual es posible, pero en las presentes circunstancias políticas pareciera ser poco realista e improbable, por decir lo menos.

Deberían entonces los aspirantes a ser elegidos diputados de la nueva Asamblea Nacional, para evitar desastrosos desencantos futuros de la población, expresarles sinceramente a los electores, que para que la oposición venezolana pueda reformar una ley orgánica, tendría al menos que contar con las dos terceras partes de diputados en la Asamblea Nacional, y que para derogar algunas leyes se precisa en ciertos casos especiales de realizar referéndums abrogatorios, o consultas electorales al pueblo soberano para alcanzar su derogación definitiva; pero además, tendría también que contar con el visto bueno de la persona facultada constitucionalmente para refrendar las leyes aprobadas por la nueva Asamblea Nacional, que es el presidente de la república, ¡que mantequilla! Pero como si esto fuera poco, habría que enfrentar aún más la dura realidad adversa, y es que el máximo Tribunal de la Republica, El Tribunal Supremo de Justicia, seguiría aún en pleno ejercicio de sus funciones, integrado por los mismos magistrados que hoy ejercen sus funciones (En su mayoría jubilados y en funciones). Pero además, con la oposición evidente de todos los integrantes del resto de los poderes públicos, tanto el Poder Moral, conformado por la actual Fiscal General, El Contralor General de la República y la Defensora del Pueblo; así como también, por la actual Junta directiva del Poder Electoral (CNE). A esa difícil y dura realidad deberán enfrentarse los nuevos disputados opositores, integrantes de la nueva Asamblea Nacional, no parece ser una tarea nada fácil ¿verdad?...

Muchos aspirantes opositores a la nueva Asamblea Nacional (Salvo probadas excepciones), nos parece que incurren en la ligereza y temeridad, de andar creándoles falsas expectativas a la desconcertada y desesperada población venezolana, que anda viendo a ver como sobrevive a la despiadada arremetida mortal del hampa desbordada y de los efectos nocivos de las desquiciantes acciones de la inflación, la escasez de productos de primera necesidad, el alto costo de la vida, el desempleo, el racionamiento de luz y de agua, así como, de la carencia y desmejoramiento de los servicios públicos en general, principalmente los de salud y educación. Por lo cual a veces nos causa asombro y estupor, observar a algunos ilusos descomedidos ofrecer y presentar desde ya proyectos de leyes, unos para crear nuevas leyes y otros para reformarlas ¡por favor!, se requiere de un mayor sentido común y del ridículo. Porque más que un exceso constituye de por si una ingenuidad política de marca mayor. Otros más ambiciosos, en cambio, parecen prometer lo indecible en su penoso y desvergonzado afán, por figurar y ganar adeptos, para merecerse un ansiado curul en La Asamblea Nacional, parecieran estar más interesados en resolverse su quince y último, que en lograr una plataforma unitaria que garantice el triunfo del ya mayoritario país opositor.Sinceramente pensamos, que a la gran mayoría de los venezolanos en general, hoy en día nos importa muy poco escuchar y atender ofertas electorales dirigidas a ofrecernos conquistar juntos el cielo, villas y castillos. Ya los venezolanos como quien dice, no nos andamos chupando el dedo ni creemos en pajaritos preñados. Así que cuando oímos las vacías y huecas ofertas y promesas electorales de algunos personajillos descoloridos y opacos aspirantes a diputados, sentimos ganas de bostezar, de reír y en ocasiones de llorar. Cuando vemos y escuchamos, desafortunadas e infelices expresiones como por ejemplo: “Lograremos con tu voto una nueva mayoría para conquistar juntos los cambios” (¿¡cuales por Dios!? explícanoslos, defínenoslos, determínanoslos, ¡por favor!; “Ofrezco desde La AN trabajar sin descanso por solucionar los problemas socioeconómicos de las comunidades (¿Cómo lo harás Mandrake? Se realista); “Me propongo como diputado, llevar adelante gestiones para resolver el problema eléctrico de mi estado” (¿Cuáles y ante quienes?); “Me doblaré el lomo de día y de noche para lograr resolver el gravísimo problema de inseguridad que sufren y padecen mis vecinos” (¿Eres Superman reencarnado para prometer semejante proeza?) “Seré diputado para luchar por la defensa de la democracia, la libertad y nuestros derechos humanos violentados por el régimen” (¿Con qué se come eso?), en fin, cualquier cantidad, de promesas sin sustentación en la realidad, son puros discursos edulcorados, que a estas alturas, nos resultan muy electoreros y ineficaces para atraer y ganar el favor popular. Los venezolanos nos hemos vuelto muy exigentes, queremos muchísima calidad en las propuestas; pero también verosimilitud, que estas propuestas sean creíbles, posibles y viables, ¿es mucho pedir?...

Responsablemente les exigimos a todos los aspirantes a ocupar un curul en la nueva Asamblea Nacional, demostrar sus mejores credenciales de vida, pero también, muchísimo sentido común y del ridículo, porque los venezolanos estamos cansados de politiqueros de oficio. Hastiados de gente que cuestiona el autoritarismo y se muestran autoritarios; que critican los excesos y son excesivos; que alardean de amplios y democráticos; pero resultan ser sectarios y excluyentes. Del tipo de aspirante, que grita a los cuatro vientos que "no se calan las macollas de nadie", pero pretenden imponer la suya como advenedizos recién llegados a un partido, lamentablemente nos desencantan por impulsivos y torpes (Hay reglas de sana convivencia política que deben acatarse, deben haberlas). Se requiere entonces con urgencia, demostrar muchísima coherencia en el mensaje y precisión en la determinación de los objetivos nacionales esenciales. Hace falta para aspirar a ser electos diputados, demostrar ante el país, una probada gestión pública, de obras y de vida, una intachable trayectoria política exitosa y eficaz, y ofrecer mucho más que eslogan vacíos, sin contenido ni profundidad conceptual, para aspirar legítimamente a ocupar un curul en la Asamblea Nacional representándonos dignamente a todos los conciudadanos. Exigimos y esperamos muchísimo más de los aspirantes que hasta ahora se han mostrado. Precisamente, ese es el principal desafío de los aspirantes a diputados a la nueva Asamblea Nacional frente al país, mostrar de qué están hechos, exhibir lo que tienen por dentro materializado en acciones y obras de vida, no sólo se trata de expresar lo que piensan…