POR:PEDRO LASTRA.
De allí la inmensa y aún no desvelada preocupación nacional por el desastre de Maracay. ¿Tomará alguna acción el Comité de Defensa de la Asamblea Nacional? ¿Irá a discusión de una plenaria la situación suscitada en CAVIM? ¿Será interpelado el Ministro de la Defensa? ¿O ya no hay nadie en nuestro país que vele por nuestros valores esenciales, como los de nuestras Fuerzas Armadas? Esperamos alguna respuesta del Señor Presidente y Comandante en Jefe. Y si la Coordinación de la MUD se encuentra en Venezuela, que comience por exigir en nombre de la oposición las respectivas responsabilidades.
¿Qué puede esperarse de unos ejércitos cuyos depósitos de armas y municiones explotan con estruendo de Hiroshima y Nagasaki en plena madrugada, sacudiendo los cimientos de una ciudad pacífica en la que el músculo duerme y la ambición descansa? Una sola constatación que avergonzaría a Clausewitz, a Tsun Tzu y a todos los grandes estrategas de todas las guerras y todas las batallas, sin hablar de los voraces vecinos dispuestos a comerse nuestro territorio a dentelladas: que los depósitos de custodia estratégica de nuestros armamentos y municiones, explosivos y otras yerbas de alto valor bélico están bajo formal custodia de muy malas manos. Y que muestran un grado de deterioro capaz de hacer inviable nuestra defensa, para qué hablar de nuestro ataque.
El presidente de la república y jefe supremo de nuestros ejércitos ha dejado pasar un desliz que escandalizaría a cualquier alto mando responsable de sus deberes y funciones: que mal se explica un incendio en un “polvorín” – y de eso se trata – bajo el frío de una madrugada. Como si bajo el inclemente sol de un mediodía maracayero fuera sostenible la disculpa por un incendio semejante. A estas alturas, tras toda una carrera en las FAN, por frustrada que haya sido por sus aprestos golpistas, el comandante supremo de los ejércitos bolivarianos debiera saber que depósitos de tal potencia explosiva se encuentran permanentemente climatizados, bajo una temperatura estable y a salvo de cualquier contingencia climática. ¿O deben dejarse cañones, pistolas, ametralladoras y subametralladoras, bazukas, granadas, munición de alto, medio y bajo calibre y de un cuanto hay para hacer papilla a los ejércitos enemigos al arbitrio del abandono, del calor, de la impericia, el descuido, las chispas y los recalentamientos eventuales capaces de hacer saltar por los aires una ciudad de cuatrocientos mil habitantes?
¿Quiénes estaban de guardia la madrugada de este domingo en los depósitos de CAVIM? ¿Qué altos funcionarios uniformados tienen la responsabilidad por la seguridad y defensa de nuestro parque? ¿A quién le compete velar por el estricto cumplimiento de las medidas de seguridad indispensables para que el vecindario pueda dormir en paz, el país mantener su tranquilidad porque los dineros invertidos en armas y municiones están resguardados de cualquier tipo de accidentes ominosos como los que al parecer acontecieron en Cavim Maracay?
No son preguntas banales, sobre todo cuando la ciudadanía está en manos de un gobierno militar y la soberanía de la Patria se encuentra bajo la custodia de un comandante de ejército. No son fútiles preguntas cuando se han dispendiado miles y miles de millones de dólares en compra de armamento ruso. ¿Cuál es el monto en vidas, heridos, pérdidas materiales y destrucción de municiones y armamentos por los que alguien debe asumir la responsabilidad? ¿Quién responde por esas horas de horror a una población sacudido por el estruendo de un bombardeo ciego y estúpido, efectuado por nuestras armas contra nuestro propio pueblo?
La palabra clave – me explica un general, en retiro por causas obvias y, como es evidente, de la más alta calificación como para subordinarse al capricho de un teniente coronel – es MANTENIMIENTO. Ante una crisis del flujo financiero, la empresa privada despide personal. Ante esa misma falta de recursos, las FAN bajan y suprimen los costos de mantenimiento. ¿Quién paga los platos rotos? La Nación.
De allí la inmensa y aún no desvelada preocupación nacional por el desastre de Maracay. ¿Tomará alguna acción el Comité de Defensa de la Asamblea Nacional? ¿Irá a discusión de una plenaria la situación suscitada en CAVIM? ¿Será interpelado el Ministro de la Defensa? ¿O ya no hay nadie en nuestro país que vele por nuestros valores esenciales, como los de nuestras Fuerzas Armadas? Esperamos alguna respuesta del Señor Presidente y Comandante en Jefe. Y si la Coordinación de la MUD se encuentra en Venezuela, que comience por exigir en nombre de la oposición las respectivas respuestas.
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