domingo, abril 12, 2009

¿Por qué tanto odio? ("...hay una operación de exterminio político y moral...está en marcha y es implacable.Hay que pararla")



POR:CARLOS BLANCO/TIEMPO DE PALABRA.

Ahora se ve un ansia de represión que desfigura los rostros de quienes la proclaman.

¿Por qué tanto odio?

Se puede preguntar a estas alturas de dónde emerge tanto odio como el que expresan los jefes de la cosiata bolivariana. No sólo parece que quieren conservar su bizcocho salpicado de virutas marxistas sino que van hasta la desmesura de querer aniquilar a los que consideran sus enemigos.
Es posible que haya habido otros episodios similares en la Historia de Venezuela, pero no así en la historia democrática a pesar de que hubo violaciones de derechos humanos en diversos momentos, más como acción de la sargentería que como diseño de las alturas.
Ahora lo que vive Venezuela es la saña convertida en política. No fue así en la Venezuela de las décadas recientes; muchas veces era posible conseguir un gesto humanitario, una licencia por retaguardia, un guiño con el desprotegido. Sin embargo, los próceres de hoy se alimentan con ese carburante helado y viscoso del odio.
HACE AÑOS… En el gobierno de Pérez Jiménez hubo represión intensa concentrada en figuras políticas. La Seguridad Nacional protagonizó, con su pandilla de asesinos y torturadores, la vesania represiva. Aun así, siempre hubo el pequeño margen de las liberalidades que la amistad y el compadrazgo permiten, o la venezolanísima costumbre de “arreglar” contenciones bajo la excusa de un par de lamparazos en un bar de mala muerte. El familiar de un preso que era amigo de Llovera Páez podía lograr que éste intercediera para cambiar la cárcel por la expulsión del país; aquella mujer que estaba bajo tortura era amiga del coronel Pulido Barreto, jefe de Armamento de las Fuerzas Armadas, quien podía interceder para una liberación temprana o para que cesara el maltrato. No siempre era así. Hubo quienes no conocieron clemencia de los esbirros, pero había casos en los que alguna palanca funcionaba.
En la democracia pasó otro tanto. Hubo represión para instaurar la democracia y derrotar a los insurrectos, pero también hubo oportunidades. El adeco en el poder podía hacer algo por la mamá adeca cuyo hijo ex adeco andaba alzado. La red que conectaba a gente de izquierda y derecha, de arriba y de abajo, podía funcionar en algunos casos. Debe notarse que en muchas violaciones a los derechos humanos ocurridas durante la democracia, con frecuencia la mano que los ejecutaba provenía de antiguos camaradas convertidos en sapos, junto a mandos medios policiales que eran capaces de todo. Sin embargo, había dónde ir, aunque a veces ya era tarde.
Hubo quienes desde la clandestinidad salieron al exterior con gobiernos haciéndose de la vista gorda; hubo quienes fueron liberados como una manera de zanjar situaciones insolubles. La Pacificación fue el proceso realizado por una democracia en desarrollo, que le correspondió a Rafael Caldera ejecutar con destreza. Fue un acto de altura democrática, sin que el Gobierno y los partidos dominantes pidieran a los insurrectos pacificados renegar de sus convicciones. Los más radicales, los más alzados, enviaban y recibían mensajes cruzados con el Gobierno para buscar los caminos de la paz. “Paz Democrática” la llamaron los comunistas entonces. Más tarde llegaron los reacios del MIR y mucho más tarde los levantiscos de Douglas Bravo y Alí Rodríguez.
PERO, AHORA… Lo que se observa hoy no tiene nada que ver con las tradiciones democráticas venezolanas ni con el espíritu libertario de la izquierda moderna. Ahora se ve un ansia de represión que desfigura los rostros de quienes la proclaman. Una periodista llama a Rosales “rata de albañal”; un diputado se solaza con lo que aspira sea la próxima prisión del alcalde; mientras otro, que ya montó la acción contra Rosales, se apresta a perseguir a Capriles; Chávez, más allá, se regocija con la sentencia miserable contra los comisarios y los policías, mientras los familiares y amigos de éstos lloran.
No hay nadie a quien recurrir. Hace algún tiempo, este narrador se encontró con un antiguo amigo, chavista, a quien le comentó que otro amigo común, de muchas luchas y muchas lunas, expulsado de Pdvsa, estaba pasando demasiado trabajo por la persecución policial, lo cual lo llevó a correr riesgos inmensos para ponerse a salvo. El caso es que el comentario sobre las penas del amigo común sólo alcanzó a arrancar una justificación del chavista, quien manifestó que estaba totalmente de acuerdo con el despido del petrolero. Esto no es más que un pequeñísimo ejemplo de la lógica implacable que ha comenzado a operar, como una máquina ciega y brutal. No debe concluirse el párrafo sin anotar que el chavista antedicho ahora anda en las vecindades de la oposición, aunque con la hoja de parra puesta, para no caer de chupulún en el campo disidente.
¿ALGUNA EXPLICACIÓN? Hay quienes dicen que es la influencia cubana, según la cual el único enemigo bueno es el enemigo muerto. La Revolución Cubana se ha caracterizado por liquidar sin contemplaciones todo lo que amenace el poder personal de Fidel, lo cual ha llevado al paredón a más de un amigo y a la cárcel a millares de otros. Sin embargo, esto puede explicar una política pero no lograr dar cuenta de la saña, del espectáculo del poder que goza en encarcelar, perseguir, enjuiciar, reprimir& Ver a antiguos dirigentes y militantes de izquierda en la facha de los fachas, clamando por cárcel, es verdad que tiene antecedentes en el estalinismo, pero no parecía posible que se incubara en estas tierras de la amiguería y el afecto fácil.
Hay una experiencia emblemática de cómo el mal se transformó en algo banal, que fue la de los nazis en relación con los judíos. No sólo detestaban a éstos dentro de un proyecto geopolítico, sino que el rechazo lo hicieron perfil del Estado, a través de la destrucción del tejido social alemán, para luego reconstruirlo a imagen y semejanza de la barbarie. Primero, los judíos eran señalados como culpables genéricos de la corrupción de la raza y del pueblo; más adelante se les impusieron restricciones de oficios y niveles; luego, convirtieron a muchos “arios” en autores de la segregación de sus propios amigos, clientes, patronos, empleados; no tardaron en convertir la segregación en un hecho territorial (ustedes aquí, nosotros allá). Ya los amigos “arios” y los judíos no pudieron compartir; ya sus hijos no eran compañeros; no fueron más juntos a la montaña; ya eran los nuestros, nosotros, y los otros, ellos. Una vez que todo lo que los unía fue destruido vino la matanza de los que ya habían dejado de ser “nuestros”. Su aniquilación física sólo era el momento terminal de aquella historia que había comenzado con la segregación.
En Venezuela la línea trazada por el régimen es similar, la de los revolucionarios de un lado y los apátridas, del otro.
La operación de exterminio es física cuando salen los pistoleros a hacer la revolución estilo Glock.40; sin embargo, hay una operación de exterminio político y moral de quienes ya ni siquiera son considerados compatriotas. Ésta es la que está en marcha, y es implacable. Hay que pararla.


1 comentario:

Inés de Cuevas dijo...

Hola, Arcángel:

Muchas gracias por visitar mi blog y dejar e él sus valiosos razonamientos.

Comencé en marzo por lo que digo que es un pichón entre tantos tan buenos en calidad y presetación.

Gracias por permitirme recibir de sus manos el PREMIO 31 DE MARZO otorgado, también, por Martha Colmenares.

En mi espacio tienen ustedes un lugar para albergar textos, fotos, videos, diapositivas... Este blog siempre estará a la orden de todos los que juntos recorremos el mismo camino de la libertad y la democracia.

Aprecio grandemente su estímulo.

Un buen abrazo

Inés de Cuevas

http://inesdecuevas.blogspot.com