POR:ANTONIO SÁNCHEZ GARCÍA.
1
Que los cabecillas de las FARC se pasean por nuestro territorio como Pedro por su casa, no es noticia que sorprenda a los venezolanos. Lo sabemos desde tiempos inmemoriales, precisamente desde comienzos de esta pesadilla que ya se nos está haciendo eterna. Que en la estrategia de desestabilización continental implementada por la diplomacia y la política bolivarianas las FARC juegan un papel de primerísima importancia, es un misterio a voces. Son tantos los casos revelados voluntaria e involuntariamente por los organismos de seguridad, tantas las declaraciones de amor entre el teniente coronel y el dueto Marulanda Reyes, tantos los datos revelados por las computadoras del principal cabecilla de las narcoguerrillas colombianas descubiertas luego del bombardeo al principal campamento de las FARC que terminara con su vida que muy poco de lo dicho este jueves en el foro de la OEA en Washington nos causara la menor sorpresa. Para nosotros, los venezolanos, se trató de un refrito.
Ciertamente: según el embajador Luis Alfonso Hoyos se trataba de datos muy recientes. Todos obtenidos de primera mano a mediados de junio. Que si destapan la caja de Pandora de las laptops de Luis Edgar Devia Silva alias Raúl Reyes hubiera necesitado una semana y hasta un mes de sesiones continuas. Sin quitarle ni agregarle nada a los señalamientos de la Audiencia Nacional madrileña en el mismo sentido, que reiteradas ante las cámaras de Globovisión por Oswaldo Álvarez Paz dieran con su vida en las mazmorras de la DISIP.
Que los cabecillas de las FARC se pasean por nuestro territorio como Pedro por su casa, no es noticia que sorprenda a los venezolanos. Lo sabemos desde tiempos inmemoriales, precisamente desde comienzos de esta pesadilla que ya se nos está haciendo eterna. Que en la estrategia de desestabilización continental implementada por la diplomacia y la política bolivarianas las FARC juegan un papel de primerísima importancia, es un misterio a voces. Son tantos los casos revelados voluntaria e involuntariamente por los organismos de seguridad, tantas las declaraciones de amor entre el teniente coronel y el dueto Marulanda Reyes, tantos los datos revelados por las computadoras del principal cabecilla de las narcoguerrillas colombianas descubiertas luego del bombardeo al principal campamento de las FARC que terminara con su vida que muy poco de lo dicho este jueves en el foro de la OEA en Washington nos causara la menor sorpresa. Para nosotros, los venezolanos, se trató de un refrito.
Ciertamente: según el embajador Luis Alfonso Hoyos se trataba de datos muy recientes. Todos obtenidos de primera mano a mediados de junio. Que si destapan la caja de Pandora de las laptops de Luis Edgar Devia Silva alias Raúl Reyes hubiera necesitado una semana y hasta un mes de sesiones continuas. Sin quitarle ni agregarle nada a los señalamientos de la Audiencia Nacional madrileña en el mismo sentido, que reiteradas ante las cámaras de Globovisión por Oswaldo Álvarez Paz dieran con su vida en las mazmorras de la DISIP.
Tales acusaciones no revistieron mayor novedad para los venezolanos, pero puestas sobre el tapete de la OEA y transmitidas en vivo y en directo por CNN ante más de trescientos millones de potenciales televidentes y todas las cancillerías de la región, el efecto es todavía incalculable. No se lo borra de una plumada con un gesto de malacrianza diplomática.
Aprovechar la presencia de uno de los argentinos más aborrecidos por Venezuela y más despreciados por muchísimos amantes del balompié – que no le perdonan sus intemperancias, su culo al aire, su drogadicción y su infinita y muy injustificada prepotencia – en América Latina y el mundo, no ha sido la ocasión apropiada para transmitir la imagen de un estadista ante un momento estelar de su vida.Así, el rompimiento de relaciones, decidido seguramente mucho antes de conocerse el desenlace de esta cita “a la hora señalada”, título del maravilloso filme de Gary Cooper que esa quisicosa que hace de embajador en la OEA se vio en la obligación de mencionar en su estilo de afectada bipolaridad farandulera, culmina el gobierno de Uribe y deja un pesado fardo sobre la mesa del entrante gobierno de Juan Manuel Santos.
¿Se irá a mayores? Es una buena pregunta.
2
Independientemente de los motivos que tuviera el gobierno de Álvaro Uribe para depositar esa bomba de tiempo sobre el escritorio de José Miguel Insulza, Hugo Chávez se ha aferrado a ella como a un clavo ardiendo. Quien ha buscado desesperadamente un motivo para desviar la atención ante los graves problemas de credibilidad que enfrentan él y sus aliados frente a un proceso electoral que se les anuncia extremadamente tormentoso, lo ha encontrado sin siquiera provocarlo. Cree, y debe pensarlo seriamente, que la alharaca ante el agresivo ataque de Álvaro Uribe permitirá que desaparezcan de la cabeza de los electores los terribles problemas que los acongojan: alimentos y medicinas podridas, crisis severa de los servicios públicos, aumento exponencial del costo de la vida, inseguridad galopante y derrumbe de las ilusiones que hace once años depositaran en la figura de quien creían llegaría a resolver todos los problemas. Con el saldo de un desengaño feroz: Venezuela está más insegura, más pobre, más abandonada y más miserable que nunca antes.
De allí que la reacción destemplada y los presuntuosos anuncios de guerra no sólo no conmuevan, sino que fastidien a los electores. La gente está ansiosa de paz, de seguridad, de confianza, de reconciliación, de soluciones. Hay centenas de miles de colombianos – con su respectiva descendencia suben del millón y dele – que no apuestan un centavo a los conflictos entre ambos países y el belicismo venezolano será muy estentóreo, pero como bien escribiera Mariano Picón Salas y mucho antes que él nuestro Rómulo Gallegos, no es guerrerista. Los venezolanos, antes se matan entre ellos que se prestan a salir a matar extraños. Desde su apuesta a la Independencia tras el llamado de Bolívar, que la dejó exhausta, enferma, despoblada y miserable, Venezuela no ha conocido de guerras. Ni conocerá. El sainete de hace unos cuantos meses con la orden de abrir las operaciones bélicas con Colombia, terminó en un fiasco lamentable.
Independientemente de los motivos que tuviera el gobierno de Álvaro Uribe para depositar esa bomba de tiempo sobre el escritorio de José Miguel Insulza, Hugo Chávez se ha aferrado a ella como a un clavo ardiendo. Quien ha buscado desesperadamente un motivo para desviar la atención ante los graves problemas de credibilidad que enfrentan él y sus aliados frente a un proceso electoral que se les anuncia extremadamente tormentoso, lo ha encontrado sin siquiera provocarlo. Cree, y debe pensarlo seriamente, que la alharaca ante el agresivo ataque de Álvaro Uribe permitirá que desaparezcan de la cabeza de los electores los terribles problemas que los acongojan: alimentos y medicinas podridas, crisis severa de los servicios públicos, aumento exponencial del costo de la vida, inseguridad galopante y derrumbe de las ilusiones que hace once años depositaran en la figura de quien creían llegaría a resolver todos los problemas. Con el saldo de un desengaño feroz: Venezuela está más insegura, más pobre, más abandonada y más miserable que nunca antes.
De allí que la reacción destemplada y los presuntuosos anuncios de guerra no sólo no conmuevan, sino que fastidien a los electores. La gente está ansiosa de paz, de seguridad, de confianza, de reconciliación, de soluciones. Hay centenas de miles de colombianos – con su respectiva descendencia suben del millón y dele – que no apuestan un centavo a los conflictos entre ambos países y el belicismo venezolano será muy estentóreo, pero como bien escribiera Mariano Picón Salas y mucho antes que él nuestro Rómulo Gallegos, no es guerrerista. Los venezolanos, antes se matan entre ellos que se prestan a salir a matar extraños. Desde su apuesta a la Independencia tras el llamado de Bolívar, que la dejó exhausta, enferma, despoblada y miserable, Venezuela no ha conocido de guerras. Ni conocerá. El sainete de hace unos cuantos meses con la orden de abrir las operaciones bélicas con Colombia, terminó en un fiasco lamentable.
Lo cual no significa que en el caletre del teniente coronel, pésimo soldado y peor estadista, no subyazcan diabólicas tentaciones de echar a andar la siniestra maquinaria de guerra para terminar sorbiendo el amargo y fascinante trago de una derrota militar aplastante. Que hoy por hoy un niño de pecho se imagina. ¿Cómo es que a horas de esta ruptura se cae un avión militar chino – imaginamos que de ataque y no sólo de instrucción, naturalmente, el K8 – sobre una carretera larense?
De manera que la ruptura de relaciones no puede haber surgido como mera ocurrencia, espontánea e inmediata, de quien no tiene otro universo que la guerra ni otra cultura que la militar. Y a quien tienen que rondarle las mismas tentaciones que llevaron a los generales argentinos a jugar la estúpida carta de la invasión a las Malvinas, de las que saldrían tan trasquilados, que a poco tiempo se verían expelidos de sus cabinas de mando como los dos tristes pilotos que debieron eyectarse del K8 para no terminar en la parrilla de un avión a chorro en llamas.
3
Montado sobre las pirámides de ciento sesenta millones de pollos podridos, un auténtico record Guiness, Hugo Chávez ya se imagina planificando y dirigiendo la guerra con Colombia. Si no ha preparado a sus tropas, por lo menos se ha armado tanto como le ha dado el cuero. Son miles y miles de millones de dólares en helicópteros y aviones rusos y chinos, armamento, bombas, cohetes, fusiles, ametralladoras, etc., etc., etc. Nadie creerá que todas esas compras sirven exclusivamente a la satisfacción de la juguetería bélica, tan cara a quienes viven pensando en una guerra y mueren sin haber combatido un mosquito. Y quienes, por lo demás, no tienen otra experiencia bélica que dos golpes de Estado, de los que salieran tan derrotados como los Videla boys de Las Malvinas.
Montado sobre las pirámides de ciento sesenta millones de pollos podridos, un auténtico record Guiness, Hugo Chávez ya se imagina planificando y dirigiendo la guerra con Colombia. Si no ha preparado a sus tropas, por lo menos se ha armado tanto como le ha dado el cuero. Son miles y miles de millones de dólares en helicópteros y aviones rusos y chinos, armamento, bombas, cohetes, fusiles, ametralladoras, etc., etc., etc. Nadie creerá que todas esas compras sirven exclusivamente a la satisfacción de la juguetería bélica, tan cara a quienes viven pensando en una guerra y mueren sin haber combatido un mosquito. Y quienes, por lo demás, no tienen otra experiencia bélica que dos golpes de Estado, de los que salieran tan derrotados como los Videla boys de Las Malvinas.
Plausible y altamente loable la respuesta inmediata de la Mesa de Unidad Democrática, que ha rechazado sin ninguna duda darle cobertura y aplauso a una decisión inconsulta, atrabiliaria, personalista y de propósitos absolutamente ignorados. Loable asimismo su crítica a la patética respuesta del embajador ante la OEA, más digna de un Miss Venezuela que de un foro de esa estatura intelectual. Definitivamente, la diplomacia bolivariana peca por una aterradora mediocridad. Loable, en fin, la apuesta por la paz y el entendimiento entre ambos países. En bien de sus relaciones humanas, políticas, culturales y económicas.Plausible, asimismo, la exigencia por una respuesta inequívoca, clara y categórica del presidente de la república a los duros y extremos señalamientos del embajador Luis Alfonso Hoyos. Cerrarse arbitraria y tozudamente al tratamiento multilateral del tema y a la exigencia de conformar una comisión multinacional capaz de verificar los graves señalamientos colombianos, para darle una respuesta definitiva y sin subterfugios al grave problema puesto sobre el tapete de la OEA por el embajador de Colombia, daría pábulo a lamentables conjeturas. Quien nada debe, nada teme.
De allí la necesidad de resolver a la mayor brevedad este impasse y retornar al cauce de la diplomacia de altura y lejos de toda microfonía y estridencias para restablecer la normalidad de unas relaciones que nadie quiere alteradas. Pues esa alteración afecta y de manera dramática a los habitantes de ese auténtico universo de entendimiento que es la zona fronteriza colombo-venezolana.
Es el deseo de la oposición democrática. Es el deseo del país.
4 comentarios:
Agustín Blanco Muñoz
¡Vi mis propios huesos y lloré!
Julio 23, 2010
La gran noticia, por no decir la única, que tenemos hoy en nuestra gran Venezuela tiene que ver con una exhumación que nos pone ante un caso único en el mundo.
Nadie pudo ver su esqueleto como lo acabo de ver yo. Aún no salgo de mi asombro. Me conmovió como nada lo hizo nunca.
Fue algo exultante que me hizo llorar y llorar, como si anduviéramos él y yo entre los cielos, disfrutando de todas las magias que nos traen la palería, el babalao, la santería y el resto de los credos que mueven nuestros astros.
Los contrarrevolucionarios andan diciendo por ahí que le meto de frente a la cursilería, que estoy enfermo, que soy un sicótico y que debo ir directo para al manicomio. Pero eso a mi no me importa. Lo mío es identificarme y rendirle culto al Padre Eterno.
En ese momento cuando me situé frente a él, además de verme a mí mismo, me di cuenta de que era un niño, lleno de dulzura, gracioso y adorable.
Y lo único que me provocaba era cargarlo, abrazarlo, sisearlo y cantarle arrurrú mi niño.
Y en medio de todo se siente la alegría de quien ha hecho una obra suprema. Es algo en que yo tenía mucho tiempo pensando pero no me había atrevido.
Alguna gente me decía: no lo hagas, no toques esos restos. Te van a acusar de profanador. Dirán que violaste el descanso del muerto de mayor estatura de toda nuestra historia.
Sin embargo, llegó el día en que lo hice y no me arrepiento. Lo celebro.
Sus ojos parece que miraran en profundidad y su boca que pronunciara la palabra libertad.
Sus manos ya hacían pensar que llegarían a empuñar la espada redentora, justiciera, libertaria y revolucionaria.
De allí salió Carabobo y saldrá la superrevolución bolivariana, zamorana y robinsoniana.
Por eso no hay ni habrá en el mundo quien nos pueda igualar. ¡Nacimos para libertadores!
De modo que yo no soy un simple heredero sino el continuador de su obra.
El grito es indispensable: ¡Bolívar y yo vivimos y somos el mismo Libertador y estaremos aquí para siempre, ya no impulsando la independencia de cinco países sino impulsando el socialismo del siglo XXI!
Por esto es tan importante la palabra y petición de Andrés Eloy Blanco que en 1947 pedía que se sacara al Padre de la Patria del sarcófago de plomo y se pusiera a descansar en una urna de cristal y de oro de Guayana.
Que atrás quede la urna impropia y en estado de abolladura y flexibilidad donde habían estado los huesos sagrados del Libertador
Y menos mal que hemos tomado a tiempo la decisión, porque se corría el riesgo que el cráneo y el esqueleto se hubieran pulverizado. Ahora, gracias a Dios, tenemos los huesos heroicos conservados para siempre.
Y en nada de esto hay profanación sino glorificación Y de generación en generación se venerará al Padre y al Hijo de la Patria.
Todo el que lo desee podrá acudir al esqueleto y disfrutar del niño que tuvimos el acierto de restablecer, al igual que Guzmán Blanco y López Contreras, para que regresara y se metiera de nuevo en el alma de los venezolanos.
Y para garantizar la vida eterna ya estamos en el camino de establecer la verdad definitiva sobre las causas de la muerte, aunque de antemano sabemos que a él nadie lo puede ni podrá envenenar o fusilar
No olvidemos además que en él opera, como en mí, el efecto Lázaro, se levanta, camina y seguirá caminando por los siglos de los siglos en todas las dimensiones de los despertares.
Yo estoy muy contento con el discurso de los camaradas del partido. Carlos Escarrá es muy claro cuando dice que si somos bolivarianos, asegurar la vida por siempre de los huesos de Bolívar es el tema más importante de la actualidad nacional.
Y el mismo Héctor Navarro ha dicho que la exhumación tiene más trascendencia que la olla podrida de los alimentos descompuestos (UN, 20/07, p.1.
Claro, a los escuálidos no les importa Bolívar. Lo de ellos es la obsesión de acusar nuestra revolución como un pudreval. Y esto no lo vamos a permitir.
Agustín Blanco Muñoz
¡Vi mis propios huesos y lloré!
Julio 23, 2010
La gran noticia, por no decir la única, que tenemos hoy en nuestra gran Venezuela tiene que ver con una exhumación que nos pone ante un caso único en el mundo.
Nadie pudo ver su esqueleto como lo acabo de ver yo. Aún no salgo de mi asombro. Me conmovió como nada lo hizo nunca.
Fue algo exultante que me hizo llorar y llorar, como si anduviéramos él y yo entre los cielos, disfrutando de todas las magias que nos traen la palería, el babalao, la santería y el resto de los credos que mueven nuestros astros.
Los contrarrevolucionarios andan diciendo por ahí que le meto de frente a la cursilería, que estoy enfermo, que soy un sicótico y que debo ir directo para al manicomio. Pero eso a mi no me importa. Lo mío es identificarme y rendirle culto al Padre Eterno.
En ese momento cuando me situé frente a él, además de verme a mí mismo, me di cuenta de que era un niño, lleno de dulzura, gracioso y adorable.
Y lo único que me provocaba era cargarlo, abrazarlo, sisearlo y cantarle arrurrú mi niño.
Y en medio de todo se siente la alegría de quien ha hecho una obra suprema. Es algo en que yo tenía mucho tiempo pensando pero no me había atrevido.
Alguna gente me decía: no lo hagas, no toques esos restos. Te van a acusar de profanador. Dirán que violaste el descanso del muerto de mayor estatura de toda nuestra historia.
Sin embargo, llegó el día en que lo hice y no me arrepiento. Lo celebro.
Sus ojos parece que miraran en profundidad y su boca que pronunciara la palabra libertad.
Sus manos ya hacían pensar que llegarían a empuñar la espada redentora, justiciera, libertaria y revolucionaria.
De allí salió Carabobo y saldrá la superrevolución bolivariana, zamorana y robinsoniana.
Por eso no hay ni habrá en el mundo quien nos pueda igualar. ¡Nacimos para libertadores!
De modo que yo no soy un simple heredero sino el continuador de su obra.
El grito es indispensable: ¡Bolívar y yo vivimos y somos el mismo Libertador y estaremos aquí para siempre, ya no impulsando la independencia de cinco países sino impulsando el socialismo del siglo XXI!
Por esto es tan importante la palabra y petición de Andrés Eloy Blanco que en 1947 pedía que se sacara al Padre de la Patria del sarcófago de plomo y se pusiera a descansar en una urna de cristal y de oro de Guayana.
Que atrás quede la urna impropia y en estado de abolladura y flexibilidad donde habían estado los huesos sagrados del Libertador
Y menos mal que hemos tomado a tiempo la decisión, porque se corría el riesgo que el cráneo y el esqueleto se hubieran pulverizado. Ahora, gracias a Dios, tenemos los huesos heroicos conservados para siempre.
Y en nada de esto hay profanación sino glorificación Y de generación en generación se venerará al Padre y al Hijo de la Patria.
Todo el que lo desee podrá acudir al esqueleto y disfrutar del niño que tuvimos el acierto de restablecer, al igual que Guzmán Blanco y López Contreras, para que regresara y se metiera de nuevo en el alma de los venezolanos.
Y para garantizar la vida eterna ya estamos en el camino de establecer la verdad definitiva sobre las causas de la muerte, aunque de antemano sabemos que a él nadie lo puede ni podrá envenenar o fusilar
No olvidemos además que en él opera, como en mí, el efecto Lázaro, se levanta, camina y seguirá caminando por los siglos de los siglos en todas las dimensiones de los despertares.
Yo estoy muy contento con el discurso de los camaradas del partido. Carlos Escarrá es muy claro cuando dice que si somos bolivarianos, asegurar la vida por siempre de los huesos de Bolívar es el tema más importante de la actualidad nacional.
Y el mismo Héctor Navarro ha dicho que la exhumación tiene más trascendencia que la olla podrida de los alimentos descompuestos (UN, 20/07, p.1.
Claro, a los escuálidos no les importa Bolívar. Lo de ellos es la obsesión de acusar nuestra revolución como un pudreval. Y esto no lo vamos a permitir.
Agustín Blanco Muñoz
¡Vi mis propios huesos y lloré!
Julio 23, 2010
La gran noticia, por no decir la única, que tenemos hoy en nuestra gran Venezuela tiene que ver con una exhumación que nos pone ante un caso único en el mundo.
Nadie pudo ver su esqueleto como lo acabo de ver yo. Aún no salgo de mi asombro. Me conmovió como nada lo hizo nunca.
Fue algo exultante que me hizo llorar y llorar, como si anduviéramos él y yo entre los cielos, disfrutando de todas las magias que nos traen la palería, el babalao, la santería y el resto de los credos que mueven nuestros astros.
Los contrarrevolucionarios andan diciendo por ahí que le meto de frente a la cursilería, que estoy enfermo, que soy un sicótico y que debo ir directo para al manicomio. Pero eso a mi no me importa. Lo mío es identificarme y rendirle culto al Padre Eterno.
En ese momento cuando me situé frente a él, además de verme a mí mismo, me di cuenta de que era un niño, lleno de dulzura, gracioso y adorable.
Y lo único que me provocaba era cargarlo, abrazarlo, sisearlo y cantarle arrurrú mi niño.
Y en medio de todo se siente la alegría de quien ha hecho una obra suprema. Es algo en que yo tenía mucho tiempo pensando pero no me había atrevido.
Alguna gente me decía: no lo hagas, no toques esos restos. Te van a acusar de profanador. Dirán que violaste el descanso del muerto de mayor estatura de toda nuestra historia.
Sin embargo, llegó el día en que lo hice y no me arrepiento. Lo celebro.
Sus ojos parece que miraran en profundidad y su boca que pronunciara la palabra libertad.
Sus manos ya hacían pensar que llegarían a empuñar la espada redentora, justiciera, libertaria y revolucionaria.
De allí salió Carabobo y saldrá la superrevolución bolivariana, zamorana y robinsoniana.
Por eso no hay ni habrá en el mundo quien nos pueda igualar. ¡Nacimos para libertadores!
De modo que yo no soy un simple heredero sino el continuador de su obra.
El grito es indispensable: ¡Bolívar y yo vivimos y somos el mismo Libertador y estaremos aquí para siempre, ya no impulsando la independencia de cinco países sino impulsando el socialismo del siglo XXI!
Por esto es tan importante la palabra y petición de Andrés Eloy Blanco que en 1947 pedía que se sacara al Padre de la Patria del sarcófago de plomo y se pusiera a descansar en una urna de cristal y de oro de Guayana.
Que atrás quede la urna impropia y en estado de abolladura y flexibilidad donde habían estado los huesos sagrados del Libertador
Y menos mal que hemos tomado a tiempo la decisión, porque se corría el riesgo que el cráneo y el esqueleto se hubieran pulverizado. Ahora, gracias a Dios, tenemos los huesos heroicos conservados para siempre.
Y en nada de esto hay profanación sino glorificación Y de generación en generación se venerará al Padre y al Hijo de la Patria.
Todo el que lo desee podrá acudir al esqueleto y disfrutar del niño que tuvimos el acierto de restablecer, al igual que Guzmán Blanco y López Contreras, para que regresara y se metiera de nuevo en el alma de los venezolanos.
Y para garantizar la vida eterna ya estamos en el camino de establecer la verdad definitiva sobre las causas de la muerte, aunque de antemano sabemos que a él nadie lo puede ni podrá envenenar o fusilar
No olvidemos además que en él opera, como en mí, el efecto Lázaro, se levanta, camina y seguirá caminando por los siglos de los siglos en todas las dimensiones de los despertares.
Yo estoy muy contento con el discurso de los camaradas del partido. Carlos Escarrá es muy claro cuando dice que si somos bolivarianos, asegurar la vida por siempre de los huesos de Bolívar es el tema más importante de la actualidad nacional.
Y el mismo Héctor Navarro ha dicho que la exhumación tiene más trascendencia que la olla podrida de los alimentos descompuestos (UN, 20/07, p.1.
Claro, a los escuálidos no les importa Bolívar. Lo de ellos es la obsesión de acusar nuestra revolución como un pudreval. Y esto no lo vamos a permitir.
Agustín Blanco Muñoz
No aceptaremos, además, que quede establecida esa posición en nuestra memoria ni en el registro histórico de esta revolución.
Porque la guachafita y el desmadre histórico-historiográfico no tienen nada que buscar en nuestro proceso.
Para este redactor queda claro que aquí hoy el oficio de historiador lo ejerce la “revolución” y, en particular, quien ha sido capaz de llevar su acción golpista hasta los propios huesos de Simón Bolívar.
abm333@gmail.com
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