POR:FRANCISCO ALARCÓN.
Todos debemos estar encaminados hacia la candidatura única de la disidencia venezolana. Mientras el candidato oficialista siempre único y en campaña, arrancó desde hace tiempo, el camino de la “la oposición” se ve tortuoso cuando esperan escoger su candidato a través de unas primarias y no sabemos si será este año.
Pensamos, sea cual sea el mecanismo debería ser muy pronto para no seguir dándole ventajas al eterno postulado del PSUV. Los partidos políticos tienen que estar claros en esto, y no estar cavilando en función de particularidades; la Mesa de la Unidad debería de inmediato proceder en consenso a la escogencia de ese representante unitario de la Venezuela democrática. Ésa que en las últimas elecciones marcó distancia con el comunismo sacando una mayoría irrebatible entre los votantes.
Terminantemente, cualquiera sea la escogencia será mejor que el candidato oficialista, y es allí donde no podemos vacilar ni perder tiempo en empresas previas que retardarían la selección. Tarjeta única y un sólo candidato es la aspiración de todos, y auguramos no será un sacrificio para los actores políticos en algunos casos pendientes de figuraciones y de la adversidad estólida del país. Si en el transcurso de doce años a privado la indefinición y los indecisos, ahora deberá haber una sola voluntad colectiva para reconstruir una nación en ruinas y a la cola de Latinoamérica. No son los prejuicios circunstanciales cuales nos ocupan, son verdades indefectibles que nos conducen al foso, y si hoy no nos preparamos desde ya para aprovechar la brecha electoral, tampoco podremos asumir una plataforma de lucha para reconquistar la democracia en Venezuela.La actitud del oficialismo es deprimente, así lo demuestran los primeros escarceos en la Asamblea Nacional, cuando vemos que los funcionarios públicos no rinden cuentas a nadie y sus intervenciones se ventilan como si se tratará de pesquisas policiales, acusando a los opositores de nimiedades para desligarse de su legítima responsabilidad. Toda formalidad y seriedad se disipa y vemos como los organismos públicos se van prostituyendo en función del comunismo. De ese comunismo marchito que nos llega y atropella desde Cuba, y que ahora nos mantendrá más supervisados por los avances tecnológicos mediante un cable de fibra óptica. ¿Eso es lo que queremos los venezolanos? Estar sujetos al espionaje y tutela extranjera, y servilmente regalándoles nuestra soberanía?Por ello, hoy llamamos a la reflexión, a la buena voluntad que pareciera estar soterrada y que no nos permite avanzar en materia de democracia, porque continuamos creyendo que estamos en la Venezuela de otros tiempos, que nos dejaba movernos en libertad. Que cada actividad era autónoma a la otra: la música, la literatura y el deporte eran cuestiones inherentes al sentimiento patrio, fuera quien fuera el presidente de este territorio. De esta manera nos batimos por varias décadas antes que deletéreos golpes de estados acabaran con el libre albedrío.
Actualmente estamos de nuevo en esa encrucijada electoral, que muchas veces hemos mirado en el horizonte como una coyuntura amable para salir del infierno, que nos abre espacio para unirnos y luchar contra el comunismo y no caer por largo tiempo en sus garras. Si esto ocurre seremos esclavos y más dependientes de lo que ahora somos, estaremos en la peor miseria, tendremos mayores carestías de los bienes de consumo y no conseguiremos ni medicinas ni nada que nos sirva para mantenernos vivos. Estaremos excluidos de ese mundo que lucha para su bienestar, ubicados del lado de los haraposos que subsisten de las desgracias. Nos retrotraeremos muchos años como vemos a los cubanos anclados en los iguales escenarios de los años cincuenta como los dejara la dictadura de Baptista. Pareciera que nada hubiese pasado allí y que el tiempo se detuvo en desmedro de una población sin que hubiera unas manos truhanas que sembraran la infelicidad con la llamada “Revolución Cubana”
Así que, si no queremos seguir montados en ese tren que dirige un “Comandante” hacia el precipicio, tendremos que plantarnos como una sociedad unida dispuestas a defender sus derechos y a afrontar las futuras elecciones con un solo candidato y una sola tarjeta, que bien podremos aclamar de la salvación. El llamado es a la Mesa de la Unidad, a los partidos políticos sobre quienes pesa la mayor responsabilidad y les atañe actuar con sindéresis.@falar04
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Alberto Barrera Tyszka
2012
4 comentarios:
Alberto Barrera Tyszka
2012
20 Febrero, 2011
Ni la crisis económica, ni la ineptitud oficial ni la corrupción harán el trabajo político que debe hacer el candidato, el nuevo líder, que represente a los venezolanos
Cada vez que leo o escucho a alguien agitando la certeza de que en 2012 la oposición ya tiene ganadas las elecciones, me asalta de pronto un susto particular. Es un escalofrío casi ontológico, una suerte de estornudo en el ánimo, un frío en la fe. No puedo evitarlo. Soy optimista por naturaleza, sin argumentos, de manera irracional, pero aun así, cualquier triunfalismo siempre me produce desconfianza.
Hay quienes parecen estar empeñados en distribuir la certeza de que el presidente Chávez ya está derrotado. Hablan como si ya tuvieran los resultados en la mano, como si lo único que faltara de aquí a las elecciones de 2012 fuera el tiempo. Como si nuestra principal tarea fuera, simplemente, esperar.
Desde su perspectiva, el trabajo político ya está hecho. O peor: suponen que el trabajo político de la oposición lo debe hacer el Gobierno. Creen que la ineficiencia de la gestión y el desgaste natural de los años en el poder garantizan, desde ya, la derrota oficial en las próximas elecciones.
Es la manera más cómoda de aspirar al poder: aguardando.
La caída de la popularidad de Chávez es su principal agenda política. El país sólo es una sala de espera.
Se trata, nuevamente, de confiar en una solución mágica y veloz de la historia. Ya no es el golpe de la Fuerza Armada Nacional. Ya no la intervención milagrosa de alguna potencia extranjera o de alguna organización internacional. Ahora la salida mesiánica la tiene el propio poder: hay que apostarle a su derrumbe.
Sospecho que esta ilusión se alimenta, además, con la idea de que estos doce años son un espejismo que puede deshacerse con sólo tronar los dedos. Que este tiempo no nos pertenece en realidad. Que es una historia de otros, un fenómeno que nos han impuesto y que podemos desvanecer fácilmente. Respira ahí una versión del país estrecha, que sigue gravitando en 1998, que todavía no ha entendido que esto que pasa es, también, esto que somos.
Una de las grandes ventajas que han favorecido, desde 1992 hasta ahora, la ambición y los planes militaristas de Hugo Chávez es, precisamente, la subestimación que hacia él han cultivado, de manera constante, casi todos sus adversarios. Le conviene. Casi podría pensarse que la promueve. Su estilo parece reforzar, a cada rato, la percepción de que es un simple chapucero con suerte, un Bucaram con canciones de Quilapyun en su repertorio. Un improvisado que siempre puede estar a punto de caer.
Pero la historia parece empeñada en demostrar lo contrario.
Ha tenido un éxito contundente en el control y en el sometimiento de la sociedad venezolana. De manera muy eficaz ha destruido lo que había y está imponiendo su proyecto. Chávez tiene una escandalosa capacidad de reinventarse. Cuenta con mucho poder y pocos escrúpulos. Es una combinación explosiva.
De aquí a 2012 estará en ese permanente estado de combustión. Y ya tiene a su favor el miedo. Actúa sabiendo que está en peligro, que se encuentra obligado a ganar.
Del otro lado, el triunfalismo es una gran tentación. Es mucho más fácil, y más agradable, repartirse la sexta república que dividirse las tareas para derrotar a Chávez. Suele el futuro ser más seductor que el presente. Todavía no está hecho.
Basta con asomarse al debate de las precandidaturas para entender que la democracia es una dinámica exigente, que la pluralidad cuesta trabajo, implica participar en un proceso duro, complicado, incluso doloroso. Es mucho más fácil y simple berrear en coro: “¡Ordene, comandante, ordene!” que intentar un intercambio de ideas con Manuel Rosales, o que sentarse a debatir sobre los tiempos y las edades de la historia con Eduardo Fernández o con Oswaldo Álvarez Paz. Aceptar que cualquiera tiene un legítimo derecho de aspirar y de ejercer el poder es también una ardua faena. La democracia requiere paciencia.
abarrera60@gmail.com
Alberto Barrera Tyszka
2012
Francisco Suniaga, esta semana, ha destacado la importancia de decidir lo antes posible el candidato único que deberá enfrentar al Gobierno en 2012. Más allá de las razones de la MUD, Suniaga señala un elemento crucial: no se trata simplemente de una decisión electoral. Nos enfrentamos, también, a la elección del nuevo líder de la oposición. Es cierto. Y creo que no retrasar ese proceso es una buena manera de fraguarnos desde la dificultad, desde la complejidad que somos. Ni la crisis económica, ni la ineptitud oficial ni la corrupción harán el trabajo político que debe hacer el candidato, el nuevo líder, que represente y sume a los venezolanos que queremos un cambio.
El sueño de 2012 no se ha cumplido. No existe. A esta altura, creerse ganador casi es un camino directo a la derrota. Aquí nadie ha ganado nada. Aquí todavía necesitamos sobrevivir.
abarrera60@gmail.com
Fausto Masó
Primarias, ya
19 Febrero, 2011
Avanza inexorablemente la destrucción de Caracas: la autopista al litoral pende de un hilo que se cortará tan pronto construyan las viviendas prometidas en la zona, la única esperanza reside en la infinita incapacidad y charlatanería oficial, pero si se cumple con una parte siquiera de lo prometido, sin haber planificado autopistas, escuelas, plazas, Caracas será inhabitable. ¿En estos tiempos desastrosos la oposición debe dedicarse a discutir quién será el candidato? Pues sí, claro que sí. Los que rechazan adelantar las primarias dicen que Chávez en año y medio de campaña destrozaría al representante de la MUD. Este argumento derrotista supone al candidato manco y tonto, y de paso considera a Chávez invencible. ¿Y si ocurre lo contrario? ¿Si el candidato de la oposición apabulla a Chávez? Otro argumento más plausible para no celebrar ya las primarias dice así: a los candidatos menos conocidos les faltaría también tiempo para una buena precampaña, el adelanto favorecería a los que están hoy en primer lugar en las encuestas. Es verdad, pero aún así hay que realizarlas, ya.
Necesariamente no ganará las primarias quien cuente con una mejor organización de militantes. Oswaldo Álvarez Paz derrotó a Eduardo Fernández que dominaba a Copei; Álvarez Paz capitalizó la emoción popular, a Fernández lo perjudicó su defensa de la democracia en los días siguientes al golpe del 4 de febrero. En Nicaragua Violeta Chamorro se impuso como la candidata del antisandinismo, algo similar puede ocurrir en Venezuela con alguien que despierte la emoción popular.
Las maquinarias electorales hoy no son las de Copei o AD en sus buenos tiempos.
Hay que adelantar las primarias todo lo humanamente posible, aunque, claro, sea imposible celebrarlas en un plazo de 90 días. La oposición necesita un líder que recorra Venezuela, América Latina y Europa. Si los electores seleccionasen al precandidato equivocado, alguien sin guáramo para enfrentar a un peleador como Chávez, la oposición perderá las elecciones. Ese riesgo siempre existe, escójase el candidato este año o a mediados de 2012, pero hay que asumirlo, confiar en la sabiduría de los electores.
Convendría también celebrar primarias para seleccionar el mayor número posible de postulados a gobernaciones y alcaldías, quizá más tarde.
El candidato de la MUD se comprometería a un gobierno de unidad nacional, a un plan de recuperación económica factible y real, no representaría sólo a la MUD sino a toda la sociedad. De ser derrotado, Chávez intentaría repetir la maniobra que le aplicó a la Alcaldía Metropolitana: le quitaría poder al nuevo Presidente.
Un nuevo gobierno no recibirá una España como la de Franco o el Chile de Pinochet.
Ambos dictadores después de muchos errores no impidieron el progreso económico. Los sucesores de Chávez gobernarán un país caótico, con graves conflictos sociales, sin soluciones fáciles, donde la Asamblea, el Poder Judicial, la Contraloría, seguirán en manos del PSUV.
No hay que hacerse ilusiones, enfrentaremos años difíciles.
Al día siguiente de tomar posesión el nuevo presidente no volverán los ingenieros, empresarios, médicos que se abrieron paso en otros países. ¿Se levantará el control de cambio? ¿Se liberarán los precios? ¿O seguiremos como en el pasado, corriendo la arruga?
fausto.maso@gmail.com
Las primarias
Aunque el tema principal que nos ocupa es la huelga de hambre, no podemos olvidar que el próximo año habrá elecciones presidenciales. Y Chávez está en campaña. De este lado no tenemos candidato para que nos represente. Algunos señalan que por ahora no conviene definir el nombre, que es mejor dejarlo para mediados del año que viene. La razón que arguyen no es otra que no alejarnos de la agenda social, y no distraer al pueblo en asuntos preelectorales, ya que la crisis económica debe ser explotada al máximo para seguir desvaneciendo la popularidad del régimen. Otros, creen que la selección debe ser lo más pronto posible. Por mi parte, creo necesario dar una gran demostración de madurez para anteponer el interés mayoritario de los venezolanos de dar al traste con este proceso que nos conduce al comunismo y a la destrucción de todos los valores. Sea cuando sea, demandamos un acuerdo prístino de donde pueda salir un hombre o mujer con la suficiente templanza y sabiduría para reconducir los destinos del país hacia la integración de todos, sin distinción, y el rescate de la decencia y la libertad.
A todas estas, mientras de este lado nos ocupamos de la huelga de los valerosos jóvenes y de definir nuestro candidato, a Chávez, en sus cortas horas de sueño le sale un fantasma que lo atormenta: Franklin Brito.
pabloaure@hastacuando.com
Twitter: @pabloaure
www.pabloaure.blogspot.com
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