Francamente, luego de haber visto y oido el discurso pronunciado por Nicolas Maduro en el acto de hoy realizado en la Avenida Bolívar, debemos en honor a la verdad, afirmar responsablemente, que el acto no llenó las expectativas que generó, en primer lugar, por la escasa concurrencia de partidarios, considerando que se trataba de un acto con convocatoria nacional. Por otra parte, fue realmente muy contradictorio, que el emblema principal fuera la defensa de la paz; pero el lenguaje del principal convocante fuera muy agresivo, ofensivo, retador, desafiante contra los sectores que protestan por diversas razones por su gestión de gobierno. El Señor Maduro nos lució muy desencajado, violento, amenazante, empleando un lenguaje incendiario, que no auspicia el necesario e indispensable diálogo con sectores de la oposición.
Y para que no nos acusen de manipuladores de imagenes, hemos de advertir, que estas circularon libremente por la red de internet a escasos minutos de iniciarse el acto en cuestión. Nos pareció extraño -por decir lo menos- que las tomas de las cámaras de televisión del acto transmitido en vivo en cadena nacional, jamás mostraron una vista aérea de la avenida pudiéndolo hacer, y la transmisión todo el tiempo fue mediante tomas cerradas y cercanas, lo que evidencia, que el oficialismo no disponía de imagenes que reflejaran la presencia multitudinaria.
En verdad no sólo el discurso dejó mucho que desear, sobre todo por lo insultante; sino que el acto careció de emoción, entusiasmo, alegría, allí se transmitía lo que se respira en el ambiente, desasociego, pena, dolor, preocupación y sobre todo muchísima debilidad del gobierno de Maduro. Vemos muy debilitado al régimen, y encarando torpemente una verdadera crisis económica, política y social, que le ha estallado en la cara.No es con amenazas huecas como un dirigente puede encarar con éxito una crisis tan grave como la que está hoy día desafiándolo. A Maduro hoy le faltó pueblo.
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