Aquel 02 de febrero de 1999,
el presidente entrante Hugo Chávez Frías inauguraba su período
decretando la convocatoria a un referéndum para impulsar una Asamblea
Nacional Constituyente, obviando lo establecido en el artículo 250 de la
Constitución vigente para la época, lo cual fue lamentablemente avalado
por la entonces Corte Suprema de Justicia, integrada en su mayoría –sea
dicho- por magistrados respetables. Con ese hecho (sin dejar de
reconocer que la actual es una buena Carta Magna en general), se dio
inicio a lo que vendría a ser la base del asentamiento de esta
neodictadura en lo sucesivo: violar la Constitución y las leyes a
discreción, con el aval de las instituciones del Poder Público, mientras
se construía una nueva legalidad revolucionaria. Allí identifico, en mi
modesta opinión, el punto de partida de esta tortuosa experiencia que
hemos recorrido estos años y que hoy es ya una tragedia nacional.
Acto seguido, por ejemplo, se dio la orden de no desalojar invasores, con lo cual comenzó la destrucción sistemática de la productividad agropecuaria ante la inacción de los organismos que debían velar por la protección de la propiedad privada, luego reforzada con las intervenciones arbitrarias del INTI, las confiscaciones de tierras disfrazadas de "rescates", etc. Todo ello nos trajo de una Venezuela autosuficiente en carne y varios rubros agrícolas para 1998, a una que importa más del 60% de los alimentos que consumimos hoy en día.
Igual pasó con la empresa privada. Primero se expropió una que otra, hasta que, ya con el control total del TSJ y el resto del Poder Judicial, el Gobierno pasó a arrebatarle a sus dueños cuanta tienda, bodega, cadena o industria se le antojara sin ningún freno, haciendo lo que se ha llamado "expropiaciones express", hasta llegar a la increíble cifra de 1300 empresas que han pasado al Estado. Vale decir que todas eran productivas en manos privadas, pero que ahora en su inmensa mayoría están quebradas y/o prestan servicios de pésima calidad.
Por otro lado, en los últimos años han cerrado más de 300 mil pequeñas y medianas empresas, asfixiadas en medio de un enjambre de controles, amenazas gubernamentales y sin seguridad jurídica. Lo mismo ha ocurrido con unas 8 mil industrias, todo lo cual se traduce en una caída brutal de la inversión privada en el país, que a su vez se traduce en menos empleo y más pobreza.
Pero aquí no acaba esta tragedia. Bajo el Gobierno ilegítimo, corrupto y torpe de Nicolás Maduro, Venezuela no sólo ha alcanzado la inflación más alta del mundo y el mayor nivel de escasez de la historia como consecuencia de todo lo descrito, sino que además exhibimos la segunda tasa de homicidios más alta del planeta, lo cual se expresó el año pasado con 25 mil fallecidos a manos del hampa. A todo esto se le suma además la crisis de los servicios públicos, la destrucción de las instituciones y el cercenamiento sistemático de las libertades y derechos fundamentales.
Todo lo descrito constituye la razón fundamental que alimenta el espíritu de protesta que se ha extendido a todo el país. Venezuela es hoy una nación en ruinas, y quienes vivimos aquí sufrimos día a día todo tipo de calamidades, limitaciones, agresiones y peligros. Eso no se puede ocultar cerrando canales de TV, suprimiendo el papel periódico o bloqueando el Twitter, así como tampoco se puede ocultar la sangrienta represión que ha desatado el Gobierno en la calle contra los manifestantes, usando los organismos de seguridad y los grupos civiles armados que ha creado, a quienes les ha dado además licencia para matar impunemente.
Desde esta tribuna ratificamos que el llamado sigue siendo a protestar pacíficamente, y que toda nuestra lucha se enmarca dentro de la Constitución. Que nadie se deje intimidar, manipular o arrinconar con discursos habilidosos o maniobras sedantes. Venezuela está hundiéndose en el abismo por culpa de este Gobierno y es legítimo y válido manifestar. El desastre económico y social es la principal causa de la protesta, y la violencia ha sido creada y ejecutada desde el Gobierno.
Diputado al Consejo Legislativo de Miranda y Subsec. Gral. de ABP
cipriano.heredia@gmail.com
@CiprianoHeredia
Acto seguido, por ejemplo, se dio la orden de no desalojar invasores, con lo cual comenzó la destrucción sistemática de la productividad agropecuaria ante la inacción de los organismos que debían velar por la protección de la propiedad privada, luego reforzada con las intervenciones arbitrarias del INTI, las confiscaciones de tierras disfrazadas de "rescates", etc. Todo ello nos trajo de una Venezuela autosuficiente en carne y varios rubros agrícolas para 1998, a una que importa más del 60% de los alimentos que consumimos hoy en día.
Igual pasó con la empresa privada. Primero se expropió una que otra, hasta que, ya con el control total del TSJ y el resto del Poder Judicial, el Gobierno pasó a arrebatarle a sus dueños cuanta tienda, bodega, cadena o industria se le antojara sin ningún freno, haciendo lo que se ha llamado "expropiaciones express", hasta llegar a la increíble cifra de 1300 empresas que han pasado al Estado. Vale decir que todas eran productivas en manos privadas, pero que ahora en su inmensa mayoría están quebradas y/o prestan servicios de pésima calidad.
Por otro lado, en los últimos años han cerrado más de 300 mil pequeñas y medianas empresas, asfixiadas en medio de un enjambre de controles, amenazas gubernamentales y sin seguridad jurídica. Lo mismo ha ocurrido con unas 8 mil industrias, todo lo cual se traduce en una caída brutal de la inversión privada en el país, que a su vez se traduce en menos empleo y más pobreza.
Pero aquí no acaba esta tragedia. Bajo el Gobierno ilegítimo, corrupto y torpe de Nicolás Maduro, Venezuela no sólo ha alcanzado la inflación más alta del mundo y el mayor nivel de escasez de la historia como consecuencia de todo lo descrito, sino que además exhibimos la segunda tasa de homicidios más alta del planeta, lo cual se expresó el año pasado con 25 mil fallecidos a manos del hampa. A todo esto se le suma además la crisis de los servicios públicos, la destrucción de las instituciones y el cercenamiento sistemático de las libertades y derechos fundamentales.
Todo lo descrito constituye la razón fundamental que alimenta el espíritu de protesta que se ha extendido a todo el país. Venezuela es hoy una nación en ruinas, y quienes vivimos aquí sufrimos día a día todo tipo de calamidades, limitaciones, agresiones y peligros. Eso no se puede ocultar cerrando canales de TV, suprimiendo el papel periódico o bloqueando el Twitter, así como tampoco se puede ocultar la sangrienta represión que ha desatado el Gobierno en la calle contra los manifestantes, usando los organismos de seguridad y los grupos civiles armados que ha creado, a quienes les ha dado además licencia para matar impunemente.
Desde esta tribuna ratificamos que el llamado sigue siendo a protestar pacíficamente, y que toda nuestra lucha se enmarca dentro de la Constitución. Que nadie se deje intimidar, manipular o arrinconar con discursos habilidosos o maniobras sedantes. Venezuela está hundiéndose en el abismo por culpa de este Gobierno y es legítimo y válido manifestar. El desastre económico y social es la principal causa de la protesta, y la violencia ha sido creada y ejecutada desde el Gobierno.
Diputado al Consejo Legislativo de Miranda y Subsec. Gral. de ABP
cipriano.heredia@gmail.com
@CiprianoHeredia
Fuente:http://www.eluniversal.com/opinion/140225/asi-llegamos-a-este-abismo
3 comentarios:
La garganta bolivariana
En el país hay violencia paramilitar y de Estado. Y no hay bienestar por ausencia de república
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ASDRÚBAL AGUIAR
La garganta del régimen -diría San Pablo en su Carta a los Romanos- es un sepulcro abierto. A lo largo de 15 años, bajo la consigna de una revolución pacífica pero armada, fue organizando su aparato paramilitar, ahora llamado "colectivos populares".
El mismo régimen, a la par, ha relajado la disciplina dentro de las instituciones tanto militares como policiales, para darle cabida a sus milicias y hacer ineficaz a las primeras, anarquizándolas, despojándolas de referentes morales. Y he aquí las consecuencias ominosas, las de ahora, que están a la vista y no ocultan la propaganda oficial ni las cadenas de Nicolás Maduro. El país vive su anomia más extrema, y el Estado nominal que resta no resuelve y exacerba su violencia contra los opositores.
Venezuela no está dividida en dos partes como dicen, es un rompecabezas. Pero el todo, eso sí, sufre a la cultura de la muerte instalada. No nos engañemos.
Todo comienza con los inocuos Círculos Bolivarianos, entrenados ideológicamente en la embajada Libia de Caracas, en cuentros que organiza el alcalde caraqueño de entonces, Freddy Bernal, a partir de 1999, quien por cierto no viene de un convento de franciscanos. Luego, siendo Diosdado Cabello ministro de la Presidencia, por órdenes de Hugo Chávez los financia y multiplica, adscribiéndolos al Palacio de Miraflores. Hasta osan crear sus "tribunales populares", que alguna juez tiene la audacia de prohibirlos mediante un amparo constitucional.
Ejercitan sus primeras tropelías como cabilleros -camisas rojas que emulan a las camisas pardas o negras del nazi-fascismo europeo - cuando el mismo Cabello, luego ministro del Interior, les invita a causar destrozos y dejar siembra de terror en medios de comunicación; como para que el país tome conciencia de que la revolución o avanza sin resistencias o la resistencia será destruida por las armas.
Entre tanto, desde agosto de su primer año, Chávez pacta con las FARC el uso de nuestro territorio como aliviadero para las FARC, sus acciones terroristas y la expansión del narcotráfico. Y sobre la citada indisciplina de las FF.AA. -viste de teniente coronel para mandar a generales y asciende a los últimos de las listas de mérito- favorece su penetración criminal y colonización. Surgen así los "narco-soles" y mandan oficiales cubanos en los cuarteles y órganos de inteligencia.
Pues bien, en cuanto a los círculos, ellos mudan en colectivos populares a partir del 2004. Se nutren con delincuentes de nuestras ciudades, quienes actúan con total impunidad, armados y montados sobre motocicletas de alta cilindrada que les provee el régimen. Juan Barreto, alcalde mayor revolucionario, les da autoridad sobre la Policía Metropolitana que antes los persigue.
De modo que, mientras avanza lo anterior, Venezuela medra anestesiada por el torrente de petrodólares que ingresan y se dilapidan -1.500 billones de dólares- sin planificación ni controles, como lo reconoce su responsable, el ministro Rafael Ramírez. Y los efectos de la violencia, que sube como mar de leva, apenas preocupan a sus víctimas o los periódicos. Mueren a manos del paramilitarismo criminal y del negocio del narcotráfico unos 200.000 venezolanos durante 3 lustros, y en 2013 unos 23.000. Pero no hay ruido. Ahora sí, a pesar del frenazo que quieren imponerle algunos opositores reblandecidos.
El tesoro público está vacío. El orden de las ciudades permanece en manos de los "colectivos" paramilitares, mientras que el de las cárceles resta en las de sus socios, los "pranes". El gobierno formal del binomio Maduro-Cabello, para sobrevivir -así lo creen- acelera la violencia pero la disimula con propaganda de amor y cuitas.
La garganta bolivariana
ASDRÚBAL AGUIAR | EL UNIVERSAL
Pero los jóvenes estudiantes en actual protesta entienden que se les ha comprometido gravemente su futuro. Manifiestan con total legitimidad. Lo hacen pacíficamente, a pesar del intento de la canalla para desfigurarlos. Tienen un claro objetivo social, que la mezquindad les niega: Demandan seguridad, acceso de sus familias a los alimentos y medicinas, a educación de calidad y hospitales equipados, en un país petrolero inexplicablemente carenciado, que importa gasolina desde Brasil.
El deber de toda oposición democrática es oponerse, para que los responsables reaccionen y hagan su tarea. No les corresponde allanarles el camino, por miedo a que se la engulla su represión, menos negociando a la democracia o el arbitrario carcelazo de Leopoldo López.
En Venezuela hay violencia paramilitar y de Estado. Y no hay bienestar por ausencia de república. No se trata de un problema de eficacia gerencial. Eso deben entenderlo los políticos curtidos, sino quieren que el ferrocarril de la historia les pase por encima.
correoaustral@yahoo.es
Por qué el pobre saldrá a protestar
ANGEL GARCÍA BANCHS
A juzgar por los problemas de distribución de alimentos de las últimas semanas, debe ser cuestión de muy poco tiempo para que los sectores populares salgan a protestar; lo anterior, a pesar del régimen y los colectivos del terror que, de la mano de la escasez, han conducido a Venezuela al caos y la anarquía (al Leviatán).
Los colectivos del terror han sido razón fundamental por la cual las preferencias políticas de los sectores populares no han podido expresarse fielmente en las urnas electorales, al imposibilitar la presencia de testigos opositores (increíblemente, a pesar del sistema electoral fraudulento, aún existe gente que cree que el régimen tiene un apoyo mayoritario - lógico, toda una red de cómplices existe para hacerlo creer: desde el CNE hasta el Plan República, los sectores colaboracionistas de la oposición y algunas encuestadoras que por dinero esconden la realidad). Pero, más importante aún, los colectivos del terror son hoy la razón por la cual los sectores populares no han podido salir a protestar a favor de la libertad, los principios, los valores, y el cambio político en general, al no poder siquiera ponerse a cacelorear (si lo hacen, ha quedado demostrado en video hace unos días, les caen a tiros - los colectivos son, por tanto, un medio de control político y social).
Pero, cuando se intenta deshumanizar al ser humano, y en particular cuando se desborda la escasez, los colectivos no son suficiente fuerza para contener al oprimido, que tendrá que salir en defensa de la libertad, dada su necesidad de supervivencia.
A diferencia de los hogares de ingresos medios y altos, que tienen acceso a supermercados y cuentan con mayores existencias, los hogares más pobres de los sectores populares no tienen acceso, sino a inventarios que no exceden las 2 semanas entre lo que se encuentra en casa y en los abastos vecinos. De allí que, debido a la restricción actual que enfrenta la distribución, podamos afirmar que es cuestión de poco tiempo para que los sectores populares se sumen a la protesta. En palabras llanas, el hambre podrá más que los colectivos del terror, que ya no podrán contener la expresión popular.
Y ya a este punto, el régimen no podrá reducir la escasez, ni por la vía de la oferta, ni de la demanda. Por la vía de la oferta, porque en las actuales condiciones políticas, jurídicas y cambiarias, le será imposible ingeniar o inducir un aumento de la producción, las importaciones o la liberación de inventarios en el corto plazo. Y, por la vía de la demanda, simplemente, porque la protesta imposibilita ejecutar una devaluación del tamaño suficiente (100% o más) como para reducir en el corto plazo el consumo al mínimo necesario para contener la escasez.
Así, finalmente, como imponer la libreta de racionamiento exigiría una violencia descomunal (intolerable o mayor a la que podamos imaginar), les adelanto: los totalitarios serán vencidos; lo que viene es la recuperación de la República y la institucionalidad.
@garciabanchs
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