POR:RICARDO ESCALANTE.
El fallo contra María Corina Machado contribuye a cavar la
fosa de Maduro, que terminará por caer porque está pegado con alfileres.
La justicia no está de adorno y no podría estarlo en cualquier
sistema que se precie de ser democrático. La razón de ese principio está
en que sin el funcionamiento pleno de independencia del poder judicial
no hay democracia y, en consecuencia, la sociedad vive a voluntad de
gobiernos corruptos, autoritarios.
En el caso venezolano es dramático porque el sistema judicial es
atroz y funciona según los dictados del mandamás de turno. Ahora bien
-es obligatorio reconocerlo-, las perversiones judiciales no comenzaron
con Hugo Chávez y continuaron con su sucesor, el primitivo Nicolás
Maduro. ¡No! No es así porque, por ejemplo, aquel inefable presidente
Rafael Caldera incurrió en graves decisiones y equivocaciones y, por
supuesto, también hubo otros protuberantes antecedentes.
Surgen hoy estas consideraciones a propósito de las escabrosas
declaraciones en las cuales la presidenta del Tribunal Supremo de
Justicia, Gladys Gutiérrez, se cobraba y se daba el vuelto sin siquiera
estornudar. Ella no solo adelantó criterio sobre un delicado asunto
sobre el cual se aprestaba a emitir fallo, sino que reiteró su impúdico
compromiso con los intereses del dictador y sus intolerables abusos.
No se requiere ser letrado o siquiera estudiante de primer año de
Derecho para saber que todo magistrado se supone neutral ante cualquier
posible asunto de su consideración, porque al hacerlo se parcializa y,
por tanto, debe inhibirse por razones morales y de justicia o, de lo
contrario, es sujeto de recusación. Ahora bien, la decisión tomada por
el TSJ contra María Corina Machado pone en evidencia que el sistema
judicial venezolano está de rodillas: Corrompido y humillado. ¿Qué se
puede esperar de él?
Gladys Gutiérrez lo dijo todo: Que al denunciar en la OEA al gobierno
del estólido Maduro, María Corina Machado se comprometió con los
intereses de otro país y, en consecuencia, eso acarrea consecuencias
jurídicas. ¡Habrase visto mayor exabrupto! Al escucharla inmediatamente
pensé que la “magistrada” hablaba así con ulteriores intenciones, es
decir, para apartarse de la posibilidad de ser juez y parte contra quien
se suponía investida de inmunidad parlamentaria y ha sido atropellada
por Diosdado Cabello.
A pesar de los pronunciamientos del Secretario General de la OEA,
José Miguel Insulza, y de los representantes de varias delegaciones
-según los cuales Machado habló en el foro internacional en su condición
de diputada venezolana-, la presidenta del TSJ insistió en la tesis
contra natura de que la parlamentaria había aceptado un cargo
diplomático de otro país. ¡Descomunal estupidez! Ella, ignorante al fin,
desconoce que en la OEA y en otras organizaciones internacionales ha
habido infinidad de precedentes de ese tipo.
En sus alucinaciones, Maduro y sus obsecuentes magistrados del TSJ
ignoran que al actuar de manera brutal cada día cavan un poco más sus
propias fosas. Un régimen así, pegado apenas con alfileres, no puede
sostenerse. Va a caer y tendrá que caer porque sus peores enemigos son
ellos mismos con sus muertos, torturas, presos políticos, violaciones de
todo tipo a la ley, robos y mucho más. El de Maduro es un régimen
forajido.
Ahora bien, el fallo contra María Corina fue suscrito también por
Luisa Estela Morales, la magistrada dos veces destituida por hechos de
corrupción. La misma autora de la doctrina conforme a la cual “la
división de poderes es un principio que debilita al Estado” y, en
adición a eso, la maromera constitucional que pavimentó el terreno para
que Maduro ascendiera a Miraflores.
Ahh, cómo olvidarlo, y no estuvo ausente el magistrado “tramparente”
Francisco Carrasquero. Aquel que se enredaba en sus estratagemas para
complacer a Chávez en el Consejo Nacional Electoral. ¡Chapuceros del
Derecho!
@opinionricardo
Fuente: http://www.noticierodigital.com/2014/04/tsj-tribunal-sin-justicia/
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