martes, diciembre 05, 2006

GRANDES DESAFIOS DE HISPANOAMERICA

Según algunos expertos, lo que América Latina requiere en la hora actual es la definición de un nuevo patrón de acumulación que permita incorporar las nuevas tecnologías como un ingrediente fundamental del despliegue de sus capacidades productivas. En el contexto de las discusiones sobre el ajuste. América Latina ha quedado rezagada al no incorporarse a la dinámica de la transformación tecnológica. De allí que es necesario que la región en su conjunto disponga de capacidades tecnológicas propias. Se requiere implementar políticas industriales y tecnológicas adecuadas, como lo demuestran las experiencias de Europa y de los países del sudeste asiático.

Hoy en día, no existe en América Latina una visión susceptible de ser convertida en estrategia, de cómo lograr la especialización industrial e incluso acortar distancias en materia tecnológica-organizativa y, al mismo tiempo, hacer la economía de mercado social y ecológica, luego de culminar la fase de transición y más allá de la exportación de materias y productos primarios.

Actualmente vivimos bajo una marcada e irrefrenable tendencia de algunos países de América Latina, dejando a un lado sus restricciones ideológicas, y sus pretextos de signo político, para alinearse junto a una política económica de abierta apertura de sus mercados; es evidente que en el mundo se están produciendo aceleradamente sucesivos cambios de las políticas económicas de las súper potencias, que no dejan ni un ápice de terreno para la especulación, sino que más bien parecieran estar siguiendo al pie de la letra una estrategia coherente. Los cambios económicos inimaginables que vienen produciéndose están apenas conformándose, pero sin duda alguna, los grandes cambios que hoy afloran y de los cuales ya se advierten sus evidentes signos en el panorama económico universal, palidecerán ante los nuevos cambios inverosímiles que anunciamos habrán de producirse en el futuro, y en forma casi imperceptible.

Los países que se mantengan rígidos, inmutables, imperturbables y renuentes ante el avance incontenible de estos cambios económicos, correrán a nuestro entender, con el grave riesgo de quedarse rezagados frente al desafío que imponen las nuevas tendencias tecnológicas, científicas, económicas y culturales; por eso es que alertamos; de allí que sugerimos auspiciar y aplicar las necesarias y adecuadas políticas económicas y gubernamentales oportunas para ponerse en sintonía con las nuevas tendencias económicas mundiales, de integración, apertura económica y globalización. Por eso es que afirmamos, que la profundidad y cantidad de cambios en el sistema económico global, hacen perder de vista las importantes mutaciones que están en proceso en la región hispanoamericana.


Por otra parte, las inversiones que se están produciendo en el comercio internacional, son por montos incalculables, tal volumen de recursos suponen una estrategia coherente de inversión para el desarrollo, esto no puede dejarse al azar, la casualidad; se requiere una ambiciosa y verdadera política económica, dirigida y orientada a obtener mayores y mejores niveles de desarrollo, que se traduzca en bienestar general para las grandes mayorías de habitantes que viven en estado de miseria. Si no se ejecuta un ambicioso plan de recuperación económica, que cristalice el logro de estos objetivos, las cada día más paupérrimas condiciones sociales de los pueblos llamados del tercer mundo, podrían desencadenar en grandes conflictos de inestabilidad política, de los países que no obtengan una vía de salida en tal sentido.

Por eso, es indispensable invertir grandes dosis de recursos económicos en la industria, en la obtención de nuevas tecnologías, en la investigación científica; en el perfeccionamiento de las legislaciones nacionales; pero fundamentalmente en la formación, capacitación y educación de grandes contingentes de la población, para incrementar sus capacidades a objeto de aumentar paralelamente sus niveles de vida. Invertir en educación, en tecnología, en ciencia, en el cambio de los viejos paradigmas educativos; esa a nuestro juicio debe ser la nueva orientación de una política educativa de capacitación integral del ciudadano, para lograr eficazmente implementar una nueva visión de la integración latinoamericana, porque pensamos firmemente que no hay posible desarrollo económico, sin el desarrollo integral interno del individuo, del ser humano, del ciudadano.

Una política económica que no contemple, que no persiga, el desarrollo interno e integral del hombre, del ser humano, no podrá jamás ser exitosa; si no cambiamos los antiguos paradigmas del desarrollo seguramente que podremos acumular más dinero en pocas manos, pero jamás alcanzaremos un desarrollo armonioso, nunca tendremos una justa distribución de la riqueza; por el contrario, viviremos siempre amenazados por la inestabilidad política; nuestras estructuras económicas y políticas, entonces habrán sido edificadas sobre la base de un gran detonante social de miseria. Estaremos propensos siempre a vivir permanentemente en estado de zozobra, aguardando nuevos estallidos sociales; las elites dirigentes privilegiadas poseedoras del monopolio del conocimiento, los recursos y la fuerza, estarán permanentemente bajo la lupa de la mirada acusadora, de las grandes masas indignadas por la pobreza, que los habrá envilecido, rebelado frente al orden estructuralmente injusto, y que serán constante caldo de cultivo para la inestabilidad, el conflicto, la guerra fraticida, la muerte y la frecuente e inevitable aparición, cada vez más recurrente de gendarmes y caudillos populistas, demagógicos, engolosinados por sus ambiciones desmedidas de poder y sueños megalómanos, que sabrán convertir fácilmente las legítimas aspiraciones de las mayorías empobrecidas en perfecto pretexto, en excusa como anillo al dedo, para la configuración de estados totalitarios de corte comunistas y militaristas, que irán progresivamente amputando los derechos ciudadanos, y ganando terreno hasta el establecimiento del caos y la supresión definitiva de la democracia como sistema político económico en América Latina, que hoy pareciera estar transitando por ese peligroso camino de inestabilidad y el cual no conduce a nada bueno.

¿Podremos en el futuro como integrantes de un colectivo mundial tan diverso y cambiable, disipar las dudas, vencer nuestras propias limitaciones y conflictos, para encaminarnos hacia la ejecución de una moderna y nueva visión de integración, apertura económica y globalización? Seguramente que seríamos capaces, pero se requiere precisamente de diseñar, materializar y ejecutar una nueva estrategia que auspicie, promueva y alcance una nueva visión de integración económica, desprendida de los viejos paradigmas que hasta ahora han inspirado al antiguo modelo de integración económica, política y cultural, en muchos aspectos fracasados.

América Latina debe sin embargo mostrar natural cautela, frente al auge inusitado del fenómeno de la globalización. Nos han pregonado hábilmente la imagen de que la globalización, es una política generadora de mayor bienestar económico a mediano y largo plazo; pero no podemos jamás olvidar que la historia está repleta de ejemplos de colonialismos ancestrales y de neocolonialismos de nuevo tiempo, de imperialismos opresores, de atropellos de los derechos de los más débiles, de amenazas militares, de invasiones, de intervencionismos, de explosiones nucleares, de crímenes y muertes ejecutados en nombre de “la libertad”. Lo advertimos sin ningún tipo de rebeldías injustificadas, desprovistos de nacionalismos patrioteros irracionales; los hechos históricos están allí a la vista de quienes quieran verlos; los hechos quedaron como testigos inmutables en el tiempo señalando con su dedo acusador, a los culpables de tanto agravio proferido casi siempre injustificadamente, contra los más débiles; ignorarlos sería ceguera colectiva, no reconocer esa realidad tangible, sería mezquino.

América Latina tiene derecho a preguntarse ¿si estas nuevas tendencias de Globalización mundial no serán realmente una elaborada estrategia neocolonialista de las grandes regiones industrializadas, para imponerles o aplicarles a los países más débiles un nuevo orden económico injusto y avasallante, que sustente el dominio de una nueva oligarquía universal. Pero todas estas actitudes de lógica cautela no deben servir como excusa para quedarse al margen, o deliberadamente aislados, facilitando así que América Latina quede rezagada frente a los abrumadores acontecimientos y nuevas realidades que la rebasarían sin esperar por ella.

Es indispensable entonces, frente a estos fenómenos socioeconómicos, estar dispuestos como colectivo, a participar activamente de la discusión y probable implementación de políticas económicas que faciliten e implementen la apertura económica en países vinculados con los fuertes bloques económicos mundiales desde sus parcelas, o sub regiones, pero con mucha cautela y tomando las lógicas previsiones, al menos desde la perspectiva discreta, que aún parecen mantener países muy reticentes a abrir sus mercados internos, ante los nuevos desafíos que implicaría abrir sus mercados al libre comercio universal, que les proponen las potencias mundiales.

Frente a estos fenómenos mundiales de integración, apertura económica y globalización, que no se detendrán bajo ninguna circunstancia, sino que avanzarán cada vez con mayor fuerza, produciendo un importante impacto positivo o negativo, dependiendo de la actitud pasiva o activa que asuman los países, en el comercio internacional y en la economía mundial, e inevitablemente repercutirán también en las economías internas de la región Hispano Americana, frente a esta inocultable realidad, debemos tener como protagonistas del acontecer económico mundial, una participación mucho más activa y realista, que nos permita beneficiarnos lo mejor posible del auge que tienen, han tenido y seguirán teniendo, estos fenómenos económicos mundiales, sin que podamos impedir su influencia e impacto directo sobre la situación de nuestras economías.

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