POR:CARLOS BLANCO// TIEMPO DE PALABRA.
"Nuestra economía es parte de la planetaria, salvo los inciertos gallineros verticales"
Bondades de la ignorancia. Hay una crisis financiera mundial y a los sabios del gobierno no se les ocurre nada mejor que decir que acá no pasará nada o, en el peor de los casos, no pasará mucho. En realidad, esa actitud podría deberse a que consideran que colocar en la discusión las vulnerabilidades de Venezuela es parte de una campaña mediática de los golpistas, enderezada a poner nerviosos a los venezolanos y aderezada con los avances de Globovisión para producirles surmenages a los jerarcas bolivarianos. La mano del imperio, pues.
La otra explicación es la acción beatífica de la ignorancia. Que no entienden que el sistema económico del país está interconectado radicalmente al mundial; que está globalizado. Que la economía venezolana es parte de la planetaria, salvo los inciertos gallineros verticales y la empedrada ruta de la empanada. Que la interconexión global incluye lo que se come en las taguaras, comprende cualquier instrumento de locomoción (salvo las carretillas rurales), abarca todo aquello con lo cual se habla (salvo los vasos de cartón perforados y conectados por un pabilo, de boca a oreja), y, especialmente, el dispositivo que traga a cada segundo palanganas de petróleo que van desde Venezuela a EEUU y a otras comarcas.
¿SE HUNDE? Allá en Miraflores, a golpe de 3 de la madrugada, alguien se ha frotado las manos de contento porque el imperialismo, la fase superiorísima del capitalismo, hace glu-glu-glu. Semeja el líder al Conejo de la Suerte (Bugs Bunny, para los imperialistas) que con inmensa sabiduría dispara la escopeta sin darse cuenta que el cañón está doblado hacia él y que su sabio disparo no hace sino chamuscarlo. Si el transatlántico capitalista se hundiera, el hombre no advierte que está encerrado, allá abajo, en la sala de máquinas, echando petróleo en los tanques; y si ocurriera el naufragio, la primera sección anegada sería aquella en la cual precisamente está, como el ratón Pérez, el perspicaz comandante.
La ignorancia también protege de la historia. Es posible que este sea el capítulo final del capitalismo, pero, no es lo más probable. Muchos pensadores, entre los que destaca Marx, describieron en forma brillante la forma en la que funciona el sistema y cómo su propia dinámica interna, la que produce expansiones, crecimiento, milagros en el consumo y la inversión, ilimitadas expansiones de la riqueza, es la que lo contrae, ajusta sus variables y produce desempleo, restringe el crecimiento, y genera caídas aparatosas del consumo y la inversión. Es una dinámica que tiene que ver con grandes ciclos de desarrollo científico y tecnológico, dentro de lo cual juegan un papel invenciones o descubrimientos decisivos (el motor de combustión interna, la electricidad, la energía nuclear, las computadoras, Internet), y los grandes ciclos de inversión.Hay que explicarle a los prestidigitadores oficiales que las crisis no son un paréntesis del capitalismo sino una forma en la cual éste experimenta adaptaciones. Tanta fuerza tiene la lógica del sistema que después de todas las experiencias socialistas, una vez que colapsan -todavía faltan unas tres o cuatro-, lo que producen es capitalismo. En unos casos, ordenado; en otros, autoritario; en muchos, de carácter salvaje. Tanto es así que uno de los capítulos de la economía política que solía ser el de las transiciones del capitalismo al socialismo, ahora ha tenido que ocuparse de las transiciones inversas, del socialismo al capitalismo.
¿O SE ADAPTA? No se contraría en estas líneas que a lo mejor, tal vez, quién sabe, el sistema se acaba y la tierra completa se vuelve bolivariana; pero, lo más probable es que la inmensa crujida de estos días sea una mutación que el sistema capitalista requería desde que se derrumbó la URSS y aquél comenzó a imperar incontestado, salvo por los aullidos revolucionarios socialistas expelidos en algunas zonas de la selva humana. El mundo que emergió después de la II Guerra estaba basado en dos pilares -EEUU y URSS- que, en el marco de la Guerra Fría, crearon la arquitectura mundial prevaleciente. La evaporación del mundo socialista dejó al territorio de los humanos con un solo e inmenso poder. Dejado a su arbitrio, puede haber llegado hasta sus límites.
No es verdad que hasta el presente ha imperado el neoliberalismo radical que quería expulsar al Estado del paisaje humano. Eso no es cierto ni en América Latina ni en el mundo. La idea de que el Estado debía ser diminuto, sin poder, ocupado apenas de la conserjería de las naciones, tuvo un momento históricamente breve (entre los 80 y los 90), que se evaporó desde hace una década. La idea de que el Estado tiene que intervenir en la orientación estratégica de la sociedad es parte del nuevo consenso creado a partir de los fracasos tanto del populismo como de los radicalismos neoliberales.
Sin embargo, el cataclismo financiero y eventualmente económico que recorre al mundo global requiere formas más articuladas de intervención, ya no de cada Estado, sino de su conjunto, lo cual podría ser uno de los saltos hacia el futuro que resulte de esta crisis. El otro aspecto que se ve, en vivo y directo, es cómo surgen, desaparecen, se fusionan y se fisionan empresas de distinto tamaño, ramos productivos y capitales. Y, como siempre, hay perdedores y hay ganadores. En este aspecto, el desafío central que debían tener una sociedad y un gobierno es el de desarrollar las estrategias para no quedar entre los fracasados sino entre los triunfadores. Desde luego que este tópico no se lo plantean quienes piensan que están redimiendo a la humanidad con su espada salvadora, e infortunadamente tampoco muchos de los que se le oponen.
LA RESPUESTA. Lo que se le ha oído al Gobierno después de que ha comenzado a ceder la perplejidad que lo sobrecogió, es que van a restringir el uso de celulares y van a bajar algunos sueldos. Han decidido proteger al país de la madre de los huracanes con una sombrilla de papel crepé, confeccionada por los penitentes del PSUV. Todavía no saben que quienes mandan en el planeta tienen entre sus objetivos el de cortar o disminuir la dependencia del petróleo, y con ese objetivo dirigen los esfuerzos científicos, políticos e institucionales de sus países. Eso puede que tarde, pero la máquina del mundo ha echado a andar hacia allá.
Una respuesta seria pero imposible de estos patéticos personajes que creen que Venezuela está tan blindada como los automóviles en los que andan, sería convocar a todos los sectores nacionales para construir una agenda común, que se plantee los temas del petróleo, la reforma del Estado, y la nueva inserción de Venezuela en el reacomodo mundial.
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