POR: GERARDO BLYDE.
Un Grammy para el muchacho de Barbacoas quien no ha perdido su alma de muchachón.
Como corresponde, un caballero debe siempre defender el honor de una dama. Pero, ¿y si la dama en cuestión no tiene una conducta intachable? Mercedes se bañaba en las orillas de un río, un compadre fisgón la miraba escondido, y mientras la miraba, un caimán que medía más de dos cuadras se presentó y atacó a Mercedes. El fisgón corrió a avisarle a su compadre de la "desventura" de Mercedes y no reaccionó de inmediato, como ha debido, tratando de liberarla de la mordida del caimán.
Siempre me he negado a pensar que Mercedes se haya ido con el caimán por voluntad propia, y a través de los años he venido pensando que el compadre fisgón es lo que en criollo llamamos un buzo, pero, además, que es un tremendo cobarde que permitió que la pobre Mercedes desapareciera sin defenderla. El tipo prefirió ir a contarle a su compadre, esposo de Mercedes, e imagina uno que, abriendo una botella de cualquier cosa, lo consolaba diciendo que fue culpa de Mercedes, que se lanzó al agua y no se percató del caimán, que son cosas del destino, pues.
Se preguntaba uno si el marido de Mercedes sería tan tonto como para en primer lugar no reclamarle al compadre por haberle buceado a su mujer y en segundo lugar, habiendo estado en esa actividad, haberse inhibido de tratar de rescatar a Mercedes.
Rigoberto, un amigo de trabajo, me rompió la ilusión y el enamoramiento idílico que sentía por una Mercedes pura y salvaje bañándose en las orillas del río, que se parece a una esmeralda con flores de chupachupa. Hizo también que dejara de sentir indignación por el compadre fisgón que no había hecho nada para detener al caimán cebado. Al fin y al cabo, el compadre sólo había estado fisgoneando el escultural cuerpo de Mercedes, su frescura y belleza, tal como muchos lo habíamos hecho sólo en la imaginación al escuchar la historia.
Rigoberto me dijo un día que el famoso caimán era un "tipo", es decir, la hermosa Mercedes no había sido devorada por un caimán lleno de dientes y colmillos que se le acercó sigiloso mientras ella se bañaba inocente en el río. Mercedes se había ido con un "tipo", y el compadre había sido testigo de la huida.
Entonces cambiaron mis conceptos o percepciones sobre los protagonistas de esta historia. El pobre marido ya no era un viudo digno de lástima que nunca encontraría de nuevo una mujer como Mercedes, ahora era un cornudo a quien Mercedes había dejado por otro.
El compadre ya no era un cobarde fisgón, era el testigo necesario para que el marido y nosotros los espectadores de la historia nos enteráramos de la huida de Mercedes. Sin el compadre fisgón, tanto el marido como nosotros, hubiéramos pensado que la bella Mercedes se había desaparecido en el monte, que alguna tragedia le habría ocurrido, pero nunca habríamos tenido certeza de lo ocurrido en la vida de Mercedes. Habría seguro engrosado la lista de personas desaparecidas. Como abogado no puedo dejar de pensar, además, en los problemas sucesorales que las desapariciones ocasionan; el marido debería esperar diez años para que declararan a Mercedes muerta y poder realizar la partición sucesoral. Pero el compadre fisgón nos aclaró con lujo de detalles qué hizo Mercedes.
Hubiera sido muy cruel llegarle al marido con el chisme de que Mercedes se fue con un "tipo" fornido. En cambio, decirle que se la llevó un "caimán cebado" resultó la mejor manera de informar a su compadre.
¿Y la bella Mercedes? Pues como siempre debe serse un caballero, sin duda la inocente Mercedes se había casado demasiado joven, la había obligado su padre a contraer nupcias con el compadre que seguro bebía mucho, la maltrataba y no la apreciaba. Nadie puede obligarnos a pensar mal de una dama, mucho menos de la hermosa Mercedes. Pero Simón nos debe la segunda parte, la justificación de Mercedes; no puede haber quedado su reputación manchada para siempre sin que nos diga Simón una razón que la proteja. De lo contrario, prefiero seguir pensando que el caimán era de verdad un caimán y el compadre fisgón un cobarde.
Gracias, Simón, por haber compuesto Mercedes, como tus tonadas de ordeño, como la vaca Mariposa y su terné, como el inmortal Caballo Viejo. Gracias por habernos dado identidad, arraigo, sentido de pertenencia. Sin duda nuestras vidas serían muy distintas sin Simón Díaz, sin sus versos, sus historias cantadas, sus ingeniosas metáforas.
Un Grammy para el muchacho de Barbacoas quien, a pesar de la fama, no ha perdido su alma de muchachón del llano. Inteligente, porque para componer y echar historias como lo hace Simón, hay que serlo y mucho. Sensible y humano como pocos. Felicitaciones por el reconocimiento que se te hace. Es una buena noticia entre tantas malas que a diario recibimos. Y recuerda, Simón, nos debes aún la honra de Mercedes.
Fuente:http://www.eluniversal.com/2008/10/10/opi_art_simon-diaz_1082914.shtml
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