POR:FREDDY LEPAGE.
Las cartas están echadas. Estamos a escasos nueve días de las elecciones. Luego, es muy poco lo que se puede hacer para impulsar un cambio brusco de las intenciones del electorado. Ambos bandos trabajan afanosamente, febrilmente, de acuerdo con los enfoques, posibilidades y estrategias diseñadas de lado y lado. Algo es evidente: el reiterado ventajismo del oficialismo, tanto en dispendio de recursos económicos, como en la grosera utilización de los bienes del Estado, sin que ninguna institución se atreva a “echarle un parao” a los abusos cometidos. Y esto sin contar el apabullamiento mediático del Gobierno con la imagen de Chávez.Pero, sin embargo, esta vez, la revolución no las tiene todas consigo. Sería redundante mencionar el cúmulo de problemas de toda índole: económicos, sociales, de servicios públicos, de latrocinio de las arcas públicas, financieros, de seguridad ciudadana; en fin, el país está patas arriba: sumergido en un pandemónium aberrante, en una crisis terminal. Postrado por una nefasta gestión administrativa.
Amén de ello, debemos resaltar el mutismo del teniente coronel durante esta última semana. Después de una torrencial catarata de largas cadenas diarias, Chávez ha caído en un mutismo cuyas causas, quizás, no sean muy difíciles de explicar. Por una parte, los reiterados accidentes aéreos militares y el fallecimiento lamentable de conspicuas figuras del proceso que, suponemos, lo obligan a guardar un discreto perfil, al cual, dicho sea de paso, no nos tiene acostumbrados; y, por la otra, el alto impacto de las declaraciones que le dieron la vuelta al mundo del anciano dictador de Cuba, Fidel Castro (a pesar de haberse contradicho después, en lo relativo a que “el régimen cubano no les servía ni a ellos mismos”), que no le ayudan en nada en su propósito de llevarnos a un comunismo a la cubana, mucho menos en la proximidad de la conclusión de la contienda parlamentaria.Pero la tregua duró poco, ya volvió a las andadas…
De otra parte, la oposición a pesar de los pesares ha logrado con éxito compactar a la gente alrededor de las fórmulas unitarias en los estados, el Distrito Capital y los 87 circuitos electorales. Esto, sin duda, ha catapultado las probabilidades de obtener una importante representación parlamentaria que, dependiendo de las circunstancias y enviones de última hora, podrá morder la tan ansiada y necesaria mayoría, a objeto de iniciar el duro camino de la reconstrucción democrática.
Dicho sea de paso, las complejidades y características intrínsecas de estos comicios dificultan cualquier predicción confiable (ajustada a la realidad) sobre posibles resultados. Aparte de los llamados circuitos “papayas”, en los cuales hay un evidente apoyo de algún sector en particular, tal como el circuito 2 de Miranda (El Hatillo, Baruta, Chacao y Los Dos Caminos). Los vaticinios se basan en cifras nacionales o extrapolaciones del comportamiento histórico de otras votaciones, que en pocos casos podrán arrojar alguna luz.Lo que sí está a la vista de tirios y troyanos es que nunca la alternativa democrática ha tenido una mejor oportunidad de salir airosa. Con buenos candidatos dando el todo por el todo. Trabajando con ahínco, con empeño para concretar una presencia determinante en la Asamblea Nacional. No hay que prestarle atención a los pavosos de siempre. ¡A votar el 26-S! El candidato Chávez no la tiene fácil…
Twitter: @freddyjlepage
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