
POR:LAUREANO MÁRQUEZ.
El único debate que este gobierno acepta es el debate “yo con yo”. Cuando insta a debatir, lo hace, como todo, de madrugada, con nocturnidad y alevosía, creando las condiciones para que el otro no acuda y si acude no hable y si hable no se le escuche y si se le escucha se le coñaceé a la salida. Es el gobierno del diálogo que cambia el reglamento del parlamento para que no se parlamente. Este gobierno cree que dialogar es como monologar, que si uno lo escucha a él, durante 7 horas continuas, estamos dando un debate. Este es el gobierno que más palabras ha tenido de Diego de Losada hasta hoy, sumando el resto. Pero es sólo palabra huérfana, “palabreo” que llamaba Andrés Eloy Blanco, como en aquella canción que cantaba Silvana Di Lorenzo “palabras, palabras palabras, palabras, palabras, palabras, palabras, tan sólo palabras hay entre los dos”. El que te conté se siente ya Dios, y como el Dios del Génesis actúa: cree que al decir “hágase la luz” ya la luz se hizo, independientemente de que los hechos digan lo contrario. Los problemas se resuelven en el verbo, pero el verbo no se hace carne en el mercado de la existencia cotidiana.

Una de las cosas que nos enseñó el maracucho ateniense Aristocles, mejor conocido como Platón, es que dialogar es argumentar, que la verdad no está de un solo lado, sino que es el resultado de la contraposición de las ideas, si acaso. Esta semana, vimos un debate espectacular, un debate “yo con yo” y naturalmente, como era de esperarse ganó yo. Un debate de sillas vacías: “Tiene la palabra la tercera silla de la cuarta fila… ¿lo ven?… No tiene nada que decir, la silla insiste en permanecer callada, es que estos opositores son unas bestias, de hecho, como puede verse claramente, tienen cuatro patas”. Así cualquiera.
Se escogió un “territorio neutral”, si no fuese tan trágico el asunto este cinismo daría risa.
¿Es que hay en Venezuela territorios neutrales? Qué debate puede hacerse desde la premisa: “para que vean que somos generosos, vamos a escuchar a estos carajos, que no tienen nada que decir”. Fue un diálogo planteado para no dialogar, para propiciar la ausencia.
Cuando el otro no existe, para qué dialogar.
La Asamblea Nacional permanece repleta de barras que apabullan, no hay dos ideas en conflicto, hay un grupo de personas equivocadas a las que hay que someter. Es el “te la calas” como forma de gobierno. Discuto contigo si aceptas mis premisas, debato si me das la razón, hablo si te callas, consulto si estás de acuerdo, pregunto si respondes lo que quiero, delibero si gano y en definitiva razono si me das la razón.

Ahora lo entiendo todo, detrás de todo esto tiene que estar la CIA.
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