El mítico boxeador, personaje de ficción del cine, Rocky Balboa, el denominado “semental italiano”, quien se inmortalizó por sus hazañas heroicas, aunque principalmente por el extraordinario carisma de su protagonista y guionista de la obra cinematográfica, el actor, director y empresario de la Industria del Celuloide, Silvester Stallone, quien se lanzó a la fama con su película Rocky, dirigida por John G Avildsen, considerada en su época como muy taquillera, galardonada con tres premios Oscar; nos ha vuelto hoy a la memoria por estos días de confrontación electoral, en virtud de que el lenguaje característico del deporte boxístico es empleado recurrentemente por el presidente reelecto Hugo Chávez, incluyendo términos usados normalmente en el argot cotidiano del exigente deporte de los puños, en su violento léxico político, cada vez que necesita amenazar a la oposición, ofreciéndole derrotas fulminantes, pulverizaciones y aplastamientos.
De tal manera, que siendo coherentes con esta línea impuesta por el mandatario venezolano; se nos ocurrió hoy asemejar respetuosamente al ex candidato de la oposición Manuel Rosales, con aquel célebre pugilista, que pasó toda clase de difíciles circunstancias personales para lograr resistir de pie en una pelea por el Título de peso pesado durante 15 asaltos, con el Campeón Mundial “Apollo Creed”-interpretado por Carl Weathers- quien lo superaba por sus ventajas comparativas, pero que no pudo liquidar la pelea por la vía rápida, gracias a la fortaleza, tenacidad, arrojo, valor y coraje de su terco oponente Rocky Balboa, abiertamente superado por el campeón, quien disponía de la experiencia, la técnica, la velocidad, la logística, el aparato publicitario, el dinero de sobra, y el poder de sus puños.
Sin embargo, el “semental italiano”, un fogoso fajador, presa de la desorganización, sin disciplina, algo ingenuo, casi inocente, carente de técnica, sin mayores recursos boxísticos en la difícil actividad deportiva, a penas con la discreta asesoría y dirección de su veterano entrenador, Mickey Goldmill - interpretado por Burguess Meredith - más por lo “zorro viejo” que por cualquier otra circunstancia, logró desarrollar junto al púgil grandes cualidades y potenciales, para articular unidos cierta posibilidad de éxito al desentrenado boxeador, sometiéndolo a un corto pero "atrevido" proceso de reentrenamiento, y así enfrentarlo con pocas posibilidades de ganar pero si de resistir los 15 rounds, a un campeón que lo superaba en técnica pero no en valor, en coraje y determinación..
Roky sabía que era lento frente al campeón veloz y letal, falto de recursos, desprovisto de habilidades extraordinarias, pero tenía un corazón gigantesco, una fuerza casi sobrenatural para golpear las reses colgadas de los garfios en la empresa embaladora de carne donde trabajaba, que lo hacían presagiar que si lo intentaba con valentía podría lograr resistir de pie los 15 asaltos del combate. Por eso, a pesar de todas sus limitaciones, sólo le confesó a su esposa, que su única misión sería mantenerse de pie al terminar la pelea, y no ser fulminado ni derrotado por la vía del sueño; que eso le bastaría para sentirse el triunfador; y ya sabemos el final de la película.
El campeón Apollo Creed, no pudo fulminar, ni humillar, ni doblegar a su ponente a pesar de derrotarlo en las tarjetas de los jueces, de golpearlo inmisericordemente con todo lo que tenía, de lanzarlo varias veces a la lona, de inflamarle los ojos, de desfigurarle el rostro; Rocky tuvo la necesaria fortaleza física y de espíritu para terminar el combate de pie. El campeón por el contrario, tuvo que acompañar a su feroz oponente al hospital con las costillas fracturadas, también con la cara hinchada, pidiendo oxígeno, desfallecido por el fragor de la contienda, producto de tantos golpes nobles y francos recibidos casi sorpresivamente en su apaleada humanidad, propinados hábilmente por un rival incansable y tenaz, a quien había torpemente subestimado , al punto de intentar arrogantemente ridiculizarlo ante el público, que luego vio estupefacto como Rocky, puso en serios aprietos al campeón llevándolo contra las cuerdas y golpearlo extremeciéndolo increíblemente en la zona media (al higado) de su cuerpo haciéndolo parecer un jactancioso vulnerable, logrando no sólo no ser noqueado, sino que estando casi a punto de vencer al campeón Apollo Creed, a quien le quedó la amarga sensación de insatisfacción en la boca, a él y a sus asombrados seguidores, al ver como un desentrenado y temerario rival como Rocky en el fondo le había ganado la pelea, al menos en el ánimo del público, por su infinita demostración de gallardía, de amor propio, de ganas de triunfar, dejando en el ambiente y sus emocionados partidarios la inmensa posibilidad latente de revancha futura, porque le había roto el “buche” y las costillas al sobervio campeón; pero lo peor, le había quebrado su vanidoso e insoportable orgullo, su arrogancia, su opulencia, su amor propio, y le hizo tragarse sus poses de aguajero, su irrespeto.
Manuel -Rochy- Rosales, con todo respeto (como lo hemos bautizado sin autorización) no es un boxeador como el célebre personaje descrito, ni le ha caído a golpes a nadie, pero no se por qué se me parecen tanto las adversas circunstancias de notoria desigualdad política que debió enfrentar Manuel Rosales, en la pasada contienda electoral, compitiendo por ganar la presidencia de la República luchando en la calle contra el jactancioso y ventajista Chávez, con la misma precariedad que debió experimentar Rocky Balboa, peleando por el título mundial de peso pesado contra el arrogante y aventajado campeón Apollo Creed. ¿Será porque el Presidente se parece a Apollo en algo, o tal vez porque ofreció romperle el “buche” y salió con el suyo adolorido, a lo mejor es porque quedó en el país una extrañísima sensación de amargura en la boca, parecida a la que debió sentir Apollo, porque prometió noquear a Rocky? Rosales resistió con dignidad igual que Rocky, y quedó más parado que nunca y listo para la revancha. Rocky-Rosales se me parece mucho al mítico personaje. Puso varias veces contra las cuerdas a su rival, le ganó varios asaltos, se fogueó para futuros combates, calibró al oponente, nos señaló sus flancos débiles, lo dejó en evidencia ante el público; nos mostró que hacer para vencerlo la próxima vez; lo mejor de todo, es que la película tiene continuación , y en la parte dos Rocky alcanza el título de campeón mundial. Rosales salió igual que Rocky en el fragor de la disputa presidencial, con la cara morada, es cierto, le dieron duro, no lo noquearon, mostró grandes condiciones para resistir el combate democrático.
Pero en la película, Rocky tuvo que entrenarse muchísimo para lograrlo, superar incluso graves calamidades, hasta las ingratas actitudes de sus amigos quienes corearon su nombre a rabiar en pleno fragor del combate, y después le dieron la espalda negándole hasta el saludo e insinuando su cobardía (que injusticia) , después de haber estado valientemente montado en el cuadrilátero intentándolo todo para ganar, recibiendo el incesante castigo del taimado, e inmisericorde Apollo; eso si, Rocky jamás se dio por vencido, ni desfalleció en su empeño de lucha, ni siquiera porque el médico le prohibió continuar peleando a riesgo de exponer su salud, de perder la visión de su ojo izquierdo, e incluso, a pesar de la deprimente actitud de la ingratitud de “algunos” antiguos cercanos relacionados, y amigos, como su interesado y adulante cuñado “Paul”, interpretado por Burt Young; debió igualmente sobreponerse a las adversidades, superar la desesperanza y recomenzar a entrenar, para volver a combatir hasta triunfar, no le quedaba alternativa, no sabía hacer otra cosa sino boxear, debió también vencer la desaprobación de su propia familia, de su amadísima esposa “Adrian Panina”, interpretada por Thalia Shire; sobreponerse al temor de dejar huérfano a su hijo recién nacido, a quienes deseaba naturalmente proteger.
Rocky debió hacer lo necesario para lograr al final ser campeón, pero antes tuvo que asumir que Apollo lo había superado en los puntos de los jueces, comprender y racionalizar cómo mejorar todas sus condiciones adversas; aumentar sus capacidaes físicas, sus habilidades, desarrollar velocidad y pegada; porque ya había sentido de cerca el sabor de la posibilidad de la victoria cercana; calibró de cerca el cuerpo del campeón, lo vio desfallecer por cada golpe que logró conectarle limpiamente, y cometió la osadía de “Atreverse” a romperle el buche al campeón, y a fracturarle sin ningún complejo, varias costillas en los últimos instantes del pleito, y sentir que le faltaron algunos minutos para haberlo derrotado, fue allí donde Rocky comprendió que habría revancha, que ser campeón dependía de él mismo y de nadie más, por eso comenzó a entrenar de día y de noche hasta que estuvo a punto para enfrentar con éxito a aquel que lo había vencido por ventajismos y no por valor.
Manuel Rosales tal vez no sea el Rocky de la parte dos, eso lo definirán los ciudadanos en su oportunidad; la oposición toda unida, esperanzada, entrenada, consciente debe ser como un inquebrantable y constante Rocky Balboa. Rosales es la evidencia cierta de que en Venezuela habemos millones de ciudadanos con la indoblegable fortaleza moral y espiritual que él simboliza. Aunque no faltarán algunos que me critiquen por sugerir emblematizarlos con un personaje gringo (tamaña osadía), de antemano les digo que no importan las nacionalidades, sino el ejemplo que representa el mítico púgil de ficción, que nació en la mente de Sisvester Stallone, y que logró sobreponerse a todas las adversidades hasta vencer, y ganar el cinturón de campeón mundial ante un campeón que ya se le vieron sus fragilidades.
De tal manera, que siendo coherentes con esta línea impuesta por el mandatario venezolano; se nos ocurrió hoy asemejar respetuosamente al ex candidato de la oposición Manuel Rosales, con aquel célebre pugilista, que pasó toda clase de difíciles circunstancias personales para lograr resistir de pie en una pelea por el Título de peso pesado durante 15 asaltos, con el Campeón Mundial “Apollo Creed”-interpretado por Carl Weathers- quien lo superaba por sus ventajas comparativas, pero que no pudo liquidar la pelea por la vía rápida, gracias a la fortaleza, tenacidad, arrojo, valor y coraje de su terco oponente Rocky Balboa, abiertamente superado por el campeón, quien disponía de la experiencia, la técnica, la velocidad, la logística, el aparato publicitario, el dinero de sobra, y el poder de sus puños.
Sin embargo, el “semental italiano”, un fogoso fajador, presa de la desorganización, sin disciplina, algo ingenuo, casi inocente, carente de técnica, sin mayores recursos boxísticos en la difícil actividad deportiva, a penas con la discreta asesoría y dirección de su veterano entrenador, Mickey Goldmill - interpretado por Burguess Meredith - más por lo “zorro viejo” que por cualquier otra circunstancia, logró desarrollar junto al púgil grandes cualidades y potenciales, para articular unidos cierta posibilidad de éxito al desentrenado boxeador, sometiéndolo a un corto pero "atrevido" proceso de reentrenamiento, y así enfrentarlo con pocas posibilidades de ganar pero si de resistir los 15 rounds, a un campeón que lo superaba en técnica pero no en valor, en coraje y determinación..
Roky sabía que era lento frente al campeón veloz y letal, falto de recursos, desprovisto de habilidades extraordinarias, pero tenía un corazón gigantesco, una fuerza casi sobrenatural para golpear las reses colgadas de los garfios en la empresa embaladora de carne donde trabajaba, que lo hacían presagiar que si lo intentaba con valentía podría lograr resistir de pie los 15 asaltos del combate. Por eso, a pesar de todas sus limitaciones, sólo le confesó a su esposa, que su única misión sería mantenerse de pie al terminar la pelea, y no ser fulminado ni derrotado por la vía del sueño; que eso le bastaría para sentirse el triunfador; y ya sabemos el final de la película.
El campeón Apollo Creed, no pudo fulminar, ni humillar, ni doblegar a su ponente a pesar de derrotarlo en las tarjetas de los jueces, de golpearlo inmisericordemente con todo lo que tenía, de lanzarlo varias veces a la lona, de inflamarle los ojos, de desfigurarle el rostro; Rocky tuvo la necesaria fortaleza física y de espíritu para terminar el combate de pie. El campeón por el contrario, tuvo que acompañar a su feroz oponente al hospital con las costillas fracturadas, también con la cara hinchada, pidiendo oxígeno, desfallecido por el fragor de la contienda, producto de tantos golpes nobles y francos recibidos casi sorpresivamente en su apaleada humanidad, propinados hábilmente por un rival incansable y tenaz, a quien había torpemente subestimado , al punto de intentar arrogantemente ridiculizarlo ante el público, que luego vio estupefacto como Rocky, puso en serios aprietos al campeón llevándolo contra las cuerdas y golpearlo extremeciéndolo increíblemente en la zona media (al higado) de su cuerpo haciéndolo parecer un jactancioso vulnerable, logrando no sólo no ser noqueado, sino que estando casi a punto de vencer al campeón Apollo Creed, a quien le quedó la amarga sensación de insatisfacción en la boca, a él y a sus asombrados seguidores, al ver como un desentrenado y temerario rival como Rocky en el fondo le había ganado la pelea, al menos en el ánimo del público, por su infinita demostración de gallardía, de amor propio, de ganas de triunfar, dejando en el ambiente y sus emocionados partidarios la inmensa posibilidad latente de revancha futura, porque le había roto el “buche” y las costillas al sobervio campeón; pero lo peor, le había quebrado su vanidoso e insoportable orgullo, su arrogancia, su opulencia, su amor propio, y le hizo tragarse sus poses de aguajero, su irrespeto.
Manuel -Rochy- Rosales, con todo respeto (como lo hemos bautizado sin autorización) no es un boxeador como el célebre personaje descrito, ni le ha caído a golpes a nadie, pero no se por qué se me parecen tanto las adversas circunstancias de notoria desigualdad política que debió enfrentar Manuel Rosales, en la pasada contienda electoral, compitiendo por ganar la presidencia de la República luchando en la calle contra el jactancioso y ventajista Chávez, con la misma precariedad que debió experimentar Rocky Balboa, peleando por el título mundial de peso pesado contra el arrogante y aventajado campeón Apollo Creed. ¿Será porque el Presidente se parece a Apollo en algo, o tal vez porque ofreció romperle el “buche” y salió con el suyo adolorido, a lo mejor es porque quedó en el país una extrañísima sensación de amargura en la boca, parecida a la que debió sentir Apollo, porque prometió noquear a Rocky? Rosales resistió con dignidad igual que Rocky, y quedó más parado que nunca y listo para la revancha. Rocky-Rosales se me parece mucho al mítico personaje. Puso varias veces contra las cuerdas a su rival, le ganó varios asaltos, se fogueó para futuros combates, calibró al oponente, nos señaló sus flancos débiles, lo dejó en evidencia ante el público; nos mostró que hacer para vencerlo la próxima vez; lo mejor de todo, es que la película tiene continuación , y en la parte dos Rocky alcanza el título de campeón mundial. Rosales salió igual que Rocky en el fragor de la disputa presidencial, con la cara morada, es cierto, le dieron duro, no lo noquearon, mostró grandes condiciones para resistir el combate democrático.
Pero en la película, Rocky tuvo que entrenarse muchísimo para lograrlo, superar incluso graves calamidades, hasta las ingratas actitudes de sus amigos quienes corearon su nombre a rabiar en pleno fragor del combate, y después le dieron la espalda negándole hasta el saludo e insinuando su cobardía (que injusticia) , después de haber estado valientemente montado en el cuadrilátero intentándolo todo para ganar, recibiendo el incesante castigo del taimado, e inmisericorde Apollo; eso si, Rocky jamás se dio por vencido, ni desfalleció en su empeño de lucha, ni siquiera porque el médico le prohibió continuar peleando a riesgo de exponer su salud, de perder la visión de su ojo izquierdo, e incluso, a pesar de la deprimente actitud de la ingratitud de “algunos” antiguos cercanos relacionados, y amigos, como su interesado y adulante cuñado “Paul”, interpretado por Burt Young; debió igualmente sobreponerse a las adversidades, superar la desesperanza y recomenzar a entrenar, para volver a combatir hasta triunfar, no le quedaba alternativa, no sabía hacer otra cosa sino boxear, debió también vencer la desaprobación de su propia familia, de su amadísima esposa “Adrian Panina”, interpretada por Thalia Shire; sobreponerse al temor de dejar huérfano a su hijo recién nacido, a quienes deseaba naturalmente proteger.
Rocky debió hacer lo necesario para lograr al final ser campeón, pero antes tuvo que asumir que Apollo lo había superado en los puntos de los jueces, comprender y racionalizar cómo mejorar todas sus condiciones adversas; aumentar sus capacidaes físicas, sus habilidades, desarrollar velocidad y pegada; porque ya había sentido de cerca el sabor de la posibilidad de la victoria cercana; calibró de cerca el cuerpo del campeón, lo vio desfallecer por cada golpe que logró conectarle limpiamente, y cometió la osadía de “Atreverse” a romperle el buche al campeón, y a fracturarle sin ningún complejo, varias costillas en los últimos instantes del pleito, y sentir que le faltaron algunos minutos para haberlo derrotado, fue allí donde Rocky comprendió que habría revancha, que ser campeón dependía de él mismo y de nadie más, por eso comenzó a entrenar de día y de noche hasta que estuvo a punto para enfrentar con éxito a aquel que lo había vencido por ventajismos y no por valor.
Manuel Rosales tal vez no sea el Rocky de la parte dos, eso lo definirán los ciudadanos en su oportunidad; la oposición toda unida, esperanzada, entrenada, consciente debe ser como un inquebrantable y constante Rocky Balboa. Rosales es la evidencia cierta de que en Venezuela habemos millones de ciudadanos con la indoblegable fortaleza moral y espiritual que él simboliza. Aunque no faltarán algunos que me critiquen por sugerir emblematizarlos con un personaje gringo (tamaña osadía), de antemano les digo que no importan las nacionalidades, sino el ejemplo que representa el mítico púgil de ficción, que nació en la mente de Sisvester Stallone, y que logró sobreponerse a todas las adversidades hasta vencer, y ganar el cinturón de campeón mundial ante un campeón que ya se le vieron sus fragilidades.
Como diría un antiguo narrador deportivo venezolano, ya fallecido, comentando y describiendo al mismo tiempo alguna pelea:"El tipo" cogió castigo y acusó los golpes, varios ganchos directos al higado, se le vió mal", ¡que barbaro! ¡señores buenas noches!, sentenciaba aquel célebre narrador, "el hombre cogió una derecha, Betulio, pega, oper cort, tremenda izquierda, buena derecha al mentón, recto de derecha;se faja Betulio...¡se cayó Betulio! ...
3 comentarios:
Excelente. Me gusta la pegada de Ángel Vulcano.
Mas que pegada, una extraordinaria sensibilidad para retratar la realidad política venezolana, mediante alegorías. No olvidemos su “Forrest Gump en Caracas” y ahora, esta acertada comparación con el inolvidable “Rocky Balboa”. Enhorabuena Vulcano, guerrero de la pluma.
Respetados Icen y Elijah,Gracias por vuestra generosidad. Un gran saludo.
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