POR:ALBERTO QUIRÓS CORRADI.
De la magnífica ponencia de María Corina Machado en Cedice (29/05/09) se deben derivar algunas recomendaciones y las siguientes conclusiones: La oposición a Chávez: 1. Es mayoría en el país. 2. Debe ir unida a los actos electorales. 3. Ha actuado y ha obtenido logros importantes.
Somos mayoría. La última elección (15/02/09) se perdió por algo más de un millón de votos pero, de no ser mayoría, hubiésemos perdido por bastante más. Conocidas son las presiones que ejerce el régimen sobre los ciudadanos a los cuales tiene acceso directo. Veamos: Empleados públicos: más de 2 millones. Jubilados del Estado: más de un millón.
Somos mayoría. La última elección (15/02/09) se perdió por algo más de un millón de votos pero, de no ser mayoría, hubiésemos perdido por bastante más. Conocidas son las presiones que ejerce el régimen sobre los ciudadanos a los cuales tiene acceso directo. Veamos: Empleados públicos: más de 2 millones. Jubilados del Estado: más de un millón.
Beneficiarios pagados de las misiones: más de un 1,4 millones. Todo esto da un total aproximado de 4,7 millones o 28% del REP. Agréguense los votos de personas asistidas y familiares. Migraciones no autorizadas. Vicios de cedulación y aquellos presionados que no están en ninguna de las categorías anteriores pero que tienen alguna dependencia del Gobierno como suplidores, contratistas, etcétera. Es importante recordar que 39% de los electores piensa que el régimen puede conocer su voto.
En todo caso el total de ciudadanos expuestos a todas las presiones mencionadas pasa cómodamente de 5 millones. Esta es una cifra imponente cuando se contrasta con los 6 millones y algo de votos que obtuvo el oficialismo en la última elección.
La unidad. Somos mayoría sólo si votamos en bloque por los mismos candidatos o por la misma causa.
Ya triunfamos en Táchira, Miranda, Carabobo, Nueva Esparta y la zona metropolitana. En numerosas alcaldías (Valencia) y algunos estados (Bolívar), aun siendo mayoría, la oposición perdió por ir dividida. Es importante entender el peso de la base emocional que sostiene al oficialismo que no nos permite dividirnos por diferencias de estilo, de enfoque o de ambiciones. El problema hay que enfocarlo con la implacable convicción de que no podemos permitir que por la presión del miedo nos escamoteen la dirección del país mediante resultados electorales que no reflejan la verdadera intención y simpatía de todos los electores.
La oposición sí ha actuado.
Se han cometido errores y se ha podido hacer más. Pero no es justo acusar a la oposición de inacción. Desde 2000 hasta la fecha no son pocos los esfuerzos hechos: las marchas, las demandas ante los tribunales, la recuperación de los partidos políticos, las ONG, las asambleas de ciudadanos, las mesas de reflexión, la Coordinadora Democrática, el éxito del referéndum constitucional, las luchas ciudadanas contra la reforma educativa y la reciente creación de la Mesa Unitaria, entre otros, constituyen un inventario del cual nadie debe avergonzarse.
Lo fundamental ahora es decidir qué hacer. Sugiero tres acciones. Primero, convencernos de que hay que atacar coherentemente al concepto global del cambio que pretende imponer el régimen y no actuar parceladamente de manera dispersa. Ningún sector en su forma actual es compatible con el nuevo modelo político y tarde o temprano se verá afectado. Segundo, hay que conquistar el miedo. Cuando la preocupación sea más fuerte que el temor estaremos libres para actuar de acuerdo a nuestra conciencia. Tercero, tenemos que cooperar financieramente con el esfuerzo opositor. Crear fondos populares para depositar nuestra contribución por pequeña que sea.
El régimen tiene enormes recursos que no podemos combatir sólo con la voluntad.
Hay que luchar convencidos de que la alternativa es la represión y la violencia.
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