Narra una leyenda que en el inicio del emblemático imperio Inca, irrumpió en algún lugar de las regiones de Qosqo una hermosa dama. De bellísima figura, que llamaba la atención de todos los varones. Esta maravillosa dama de bonita estampa atraía las miradas masculinas por el matiz de su tez verde y su pelo, de un verde más oscuro. Con ojos color almendra y llamativos,de comisura distante y oblicuos, que podían seducir y fascinar a quienes la vieran fijamente.
La doncella se desplazaba por los parajes y poblaciones, prodigando sus favores, practicando el amor con los caballeros que se le cruzaban por sus andanzas, en la orilla de los ríos, a la sombra de los tupidos árboles. Cualquiera que la mirase o disfrutara la seda de su piel, de inmediato se prendaba de fascinación amorosa de aquella hermosura femenina. La apetecible dama jamás volvía al idéntico sitio y los caballeros quedaban embelezados presos de un sentimiento amoroso muy profundo, debían iniciar la peregrinación de perseguirla y reencontrarla para intentar disfrutar de sus artes amatorias. Tal fue el arraigo que logró despertar esta emblemática mujer que se hicieron entonces auténticas procesiones para hallarla. Muchos le suplicaban que no se fuera, también algunos le pedían matrimonio,le ofrecían joyas, dinero, poder. Más sin embargo era indoblegable, carente de sentimientos, incapaz de amar, dura como una roca, y seguía su ruta tratando de encontrar más vivencias y novedosas experiencias.
La sensualidad de la mujer era tan grande, que inspiraba hondas pasiones. Al punto, que estaban ya muchas regiones conmocionadas y subvertidas; los hombres obsesionados por aquella hermosa hembra empezaron incluso a apelar al remedio cobarde del suicidio, varios se ahorcaron, muchos se arrojaron al vacío desde los elevados riscos andinos.
Con el paso de algún tiempo, el prestigio y reputación de esta hermosa, seductora y libertina dama se expandió como la pólvora por todo el territorio del imperio inca, llegando incluso al conocimiento del asunto de los curacas de la zona. Ellos, asombrados y conmocionados en virtud de que se llegaron a alterar las labores normales y habituales de las comunidades, ya que la mano de obra provista por los varones, comenzó como es lógico a escasear, y como consecuencia a fallar todas las actividades de trabajo, de allí que estos habrían tomado la decisión de perseguir y hallar la hermosa mujer, causante de tales desbarajustes y conmociones, para ajusticiarla de ser necesario, para frenar toda la desorganización por ella provocada. Pero fue inútil, porque casi de forma sobrenatural, al instante de encontrarse con ella y al verla a los ojos, los curacas también fueron objeto de la seducción automática de aquella enigmática mujer, que los dejó prendados ante el deseo y la pasión inconmensurable que les infundía e inspiraba también, como al resto de los hombres, víctimas de sus insoportables encantos, quedando embelezados y sometidos a su voluntad.
Tales eventos llegaron a oídos del Inca, quien progresivamente se persuadió con las historias que le contaban sus dependientes de confianza. De inmediato solicitó a los sacerdotes que indagarán sobre esta enigmática dama.
Traída a la corte, el mismísimo Inca al verla, al instante se enamoró de la bella hembra. Sin embargo mantuvo una actitud rigurosa disimulando ante sus súbditos. Los sacerdotes de inmediato se dieron cuenta de la reacción natural de enamoramiento del Inca, pero le advirtieron que era inevitable matarla, que tenía que ser fuerte e indoblegable, y consumar su ejecución sacrificándola públicamente. El Inca, sin mayor remedio ni alternativa posible ante las calamidades producidas por la bellísima y provocadora mujer, que había traído y causado tantas muertes, debió acceder a cumplir su ejecución, no obstante amarla silenciosamente.
Posterior a su fallecimiento, los sacerdotes se encargaron de la tétrica tarea de enterrar las distintas partes de su cuerpo, en los diferentes adoratorios imperiales. Cabeza, tronco y extremidades debieron ser sepultados tal y como lo ordenaban los astros.
La doncella se desplazaba por los parajes y poblaciones, prodigando sus favores, practicando el amor con los caballeros que se le cruzaban por sus andanzas, en la orilla de los ríos, a la sombra de los tupidos árboles. Cualquiera que la mirase o disfrutara la seda de su piel, de inmediato se prendaba de fascinación amorosa de aquella hermosura femenina. La apetecible dama jamás volvía al idéntico sitio y los caballeros quedaban embelezados presos de un sentimiento amoroso muy profundo, debían iniciar la peregrinación de perseguirla y reencontrarla para intentar disfrutar de sus artes amatorias. Tal fue el arraigo que logró despertar esta emblemática mujer que se hicieron entonces auténticas procesiones para hallarla. Muchos le suplicaban que no se fuera, también algunos le pedían matrimonio,le ofrecían joyas, dinero, poder. Más sin embargo era indoblegable, carente de sentimientos, incapaz de amar, dura como una roca, y seguía su ruta tratando de encontrar más vivencias y novedosas experiencias.
La sensualidad de la mujer era tan grande, que inspiraba hondas pasiones. Al punto, que estaban ya muchas regiones conmocionadas y subvertidas; los hombres obsesionados por aquella hermosa hembra empezaron incluso a apelar al remedio cobarde del suicidio, varios se ahorcaron, muchos se arrojaron al vacío desde los elevados riscos andinos.
Con el paso de algún tiempo, el prestigio y reputación de esta hermosa, seductora y libertina dama se expandió como la pólvora por todo el territorio del imperio inca, llegando incluso al conocimiento del asunto de los curacas de la zona. Ellos, asombrados y conmocionados en virtud de que se llegaron a alterar las labores normales y habituales de las comunidades, ya que la mano de obra provista por los varones, comenzó como es lógico a escasear, y como consecuencia a fallar todas las actividades de trabajo, de allí que estos habrían tomado la decisión de perseguir y hallar la hermosa mujer, causante de tales desbarajustes y conmociones, para ajusticiarla de ser necesario, para frenar toda la desorganización por ella provocada. Pero fue inútil, porque casi de forma sobrenatural, al instante de encontrarse con ella y al verla a los ojos, los curacas también fueron objeto de la seducción automática de aquella enigmática mujer, que los dejó prendados ante el deseo y la pasión inconmensurable que les infundía e inspiraba también, como al resto de los hombres, víctimas de sus insoportables encantos, quedando embelezados y sometidos a su voluntad.
Tales eventos llegaron a oídos del Inca, quien progresivamente se persuadió con las historias que le contaban sus dependientes de confianza. De inmediato solicitó a los sacerdotes que indagarán sobre esta enigmática dama.
Traída a la corte, el mismísimo Inca al verla, al instante se enamoró de la bella hembra. Sin embargo mantuvo una actitud rigurosa disimulando ante sus súbditos. Los sacerdotes de inmediato se dieron cuenta de la reacción natural de enamoramiento del Inca, pero le advirtieron que era inevitable matarla, que tenía que ser fuerte e indoblegable, y consumar su ejecución sacrificándola públicamente. El Inca, sin mayor remedio ni alternativa posible ante las calamidades producidas por la bellísima y provocadora mujer, que había traído y causado tantas muertes, debió acceder a cumplir su ejecución, no obstante amarla silenciosamente.
Posterior a su fallecimiento, los sacerdotes se encargaron de la tétrica tarea de enterrar las distintas partes de su cuerpo, en los diferentes adoratorios imperiales. Cabeza, tronco y extremidades debieron ser sepultados tal y como lo ordenaban los astros.
Desde ese fatídico día, las regiones volvieron a su habitual calma y los lugareños se reorganizaron sucesivamente, menos el Inca. Así que cierto día éste, quien jamás logró olvidar a la seductora mujer de quien quedó prendado, interrogó sobre su nombre. Se llamaba “KuKa”, le respondieron los sacerdotes. Mucho tiempo pasado después, en los lugares donde se sepultaron sus partes, nació una extraña planta que muy curiosamente ofrecía el idéntica coloración que “Kuka”, y la forma de las hojas asemejaban a sus hermosísimos ojos almendrados y su follaje a sus bellísimos cabellos. En seguida el sumo sacerdote ordenó recolectar estas curiosas hojas y así dárselas al Inca, que padecía de gran pena, añorando a la dama que le había roto el corazón. De inmediato al mirar las raras hojas se apoderó de él un insoportable apetito por masticarlas, y al morderlas progresivamente, lentamente, pero poco a poco, su tristeza, el dolor y la gran pena le fueron desapareciendo. Sobrecogido, al instante participó a la corte su extrañísima vivencia. Fue así entonces, como el resto de los hombres del imperio que jamás habían logrado sosiego, iniciaron el masticado de la hoja, recobrando su equilibrio emocional y cesando su profundo despecho por “kuka” que los había dejado embrujados de amor por ella, en virtud de sus favores amatorios. Fue por lo que se distribuyó y entregó la hoja, principalmente a los adoloridos hombres que añoraban a “kuka”, por todo el territorio del imperio por donde la emblemática Kuka había estado y dejado su estela amorosa, y se logró por fin eficazmente, calmar sus efectos en todos los desconsolados caballeros, quienes fueron sus víctimas afectivas.
Quienes pudieron masticar la hoja y la chacchaban podían sentir resurgir renovadas fuerzas, desapareciéndoles el agotamiento, el hambre y hasta la sed, que se parecía a las sensaciones que les provocaba encontrarse frente a las caricias y favores placenteros de la hermosísima Kuka. Así fue como en memoria de tan encantadora, seductora, enamoradiza y libertina dama, tan peculiar, los incas jamás dejaron de venerarla, y es según la leyenda, que en su honor continuaron de generación en generación empleando para siempre la hoja de coca, muy tradicional hasta la actualidad en su cultura, usos y costumbres.
La hoja de coca se conoce desde hace dos o tres mil años antes del arribo de los incas a Qosqo, fue tan esencial en la vida habitual y ordinaria de la sociedad incaica, que se creo el mito de la diosa Kuka, sin duda una de las más hermosas leyendas de los andes.
La hoja de coca es usada como complemento alimenticio y revitalizador, empleándose en la actualidad como estimulante para sobrellevar las fuertes y laboriosas actividades de los labradores. Tiene la hoja de coca muchísimas propiedades en la medicina naturista no tradicional, es usada como anestésico, y hasta para potenciar la virilidad. Aún se conservan las tradicionales ceremonias religiosas y sociales en las que se usa, también suele ofrecérsele en vez de café a los visitantes en las distintas comunidades andinas, se les regala hojas de coca para chacchar, lo cual es más que un rito, es un habito, como fumar o beber.
Con la conquista y la venida de los españoles, la Iglesia católica empezó a desprestigiar la hoja. Los inquisidores, comenzaron a difundir la idea, de que era empleada en rituales religiosos paganos, y por lo tanto debía prohibirse su uso. Armándose toda una leyenda negra sobre la hoja, argumentando que podía ocasionar la degeneración y conducir al embrutecimiento. Prohibiendo en consecuencia el chacchado de la hoja de coca, por el segundo Concilio Ecuménico.
Quienes pudieron masticar la hoja y la chacchaban podían sentir resurgir renovadas fuerzas, desapareciéndoles el agotamiento, el hambre y hasta la sed, que se parecía a las sensaciones que les provocaba encontrarse frente a las caricias y favores placenteros de la hermosísima Kuka. Así fue como en memoria de tan encantadora, seductora, enamoradiza y libertina dama, tan peculiar, los incas jamás dejaron de venerarla, y es según la leyenda, que en su honor continuaron de generación en generación empleando para siempre la hoja de coca, muy tradicional hasta la actualidad en su cultura, usos y costumbres.
La hoja de coca se conoce desde hace dos o tres mil años antes del arribo de los incas a Qosqo, fue tan esencial en la vida habitual y ordinaria de la sociedad incaica, que se creo el mito de la diosa Kuka, sin duda una de las más hermosas leyendas de los andes.
La hoja de coca es usada como complemento alimenticio y revitalizador, empleándose en la actualidad como estimulante para sobrellevar las fuertes y laboriosas actividades de los labradores. Tiene la hoja de coca muchísimas propiedades en la medicina naturista no tradicional, es usada como anestésico, y hasta para potenciar la virilidad. Aún se conservan las tradicionales ceremonias religiosas y sociales en las que se usa, también suele ofrecérsele en vez de café a los visitantes en las distintas comunidades andinas, se les regala hojas de coca para chacchar, lo cual es más que un rito, es un habito, como fumar o beber.
Con la conquista y la venida de los españoles, la Iglesia católica empezó a desprestigiar la hoja. Los inquisidores, comenzaron a difundir la idea, de que era empleada en rituales religiosos paganos, y por lo tanto debía prohibirse su uso. Armándose toda una leyenda negra sobre la hoja, argumentando que podía ocasionar la degeneración y conducir al embrutecimiento. Prohibiendo en consecuencia el chacchado de la hoja de coca, por el segundo Concilio Ecuménico.
En lengua quechua:
Qosqo:Cuzco
Kuka:Coca
Chacchar:Masticar
3 comentarios:
Gracias por tus visitas y comentarios, muy interesante tu blog, te solicito permiso para colocarte un link
saludos
Mary
Hola Mary, ¡bienvenida! gracias por tus palabras de aliento.Es un privilegio para nosotros que coloques tu link.Estamos a tu completa disposición.Haga usted su voluntad en esta su casa.
Mis respetos y saludos.
la hoja de coca se ha encontrado en la civilización americana mas antigua que es CARAL, en Perú Lima nuestros antiguos ancestros ya la comercializaban y era tan venerada por los antiguos sabios del mundo que incluso los contemporaneos a los caralinos que son los faraones egipcios se enterraban con ellos visiten CARAL amigos de de todo el mundo un humilde servidor guia profesional de turismo les invita si estan en lima escribanme ronald_peru@hotmail.com
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