POR:TRINO MÁRQUEZ.
La confianza que los electores les otorgaron a la MUD y a los partidos políticos conlleva un conjunto de nuevos desafíos.
Hay que preservar la unidad de acción en la Asamblea Nacional. Los partidos de la MUD obtuvieron 65 parlamentarios. Si se suman los dos alcanzados por el PPT, serían 67 los representantes de la disidencia. Esta cantidad quiebra las dos mayorías calificadas contempladas en la Constitución. La primera de ellas es de 110 diputados (dos tercios), necesaria para aprobar leyes orgánicas y designar las autoridades de los poderes públicos, por ejemplo los miembros del Tribunal Supremo de Justicia; la segunda es de 99 parlamentarios (tres quintas partes), requerida, por ejemplo, para darle al Presidente de la República una Ley Habilitante. Una tarea importante consiste en tratar de aliarse con los representantes del PPT para compactar esa bancada de 67 parlamentarios.
Hay que preservar la unidad de acción en la Asamblea Nacional. Los partidos de la MUD obtuvieron 65 parlamentarios. Si se suman los dos alcanzados por el PPT, serían 67 los representantes de la disidencia. Esta cantidad quiebra las dos mayorías calificadas contempladas en la Constitución. La primera de ellas es de 110 diputados (dos tercios), necesaria para aprobar leyes orgánicas y designar las autoridades de los poderes públicos, por ejemplo los miembros del Tribunal Supremo de Justicia; la segunda es de 99 parlamentarios (tres quintas partes), requerida, por ejemplo, para darle al Presidente de la República una Ley Habilitante. Una tarea importante consiste en tratar de aliarse con los representantes del PPT para compactar esa bancada de 67 parlamentarios.
Es necesario desarrollar un programa legislativo y de acción parlamentaria que recupere la capacidad contralora, fiscalizadora y de contrapeso que está obligado a desempeñar el Parlamento. Durante los últimos cinco años, la Asamblea Nacional ha operado como una oficina legislativa del Comandante. Los diputados se han transformado en una especie de focas que complacen y aplauden todas las iniciativas provenientes de Miraflores. Los diputados oficialistas nunca se han permitido ni la menor autonomía o disidencia. El primer mandatario les ordena a la Presidenta de la Asamblea y al resto de sus parlamentarios que redacten o aprueben tal o cual ley, y estos salen presurosos a cumplir el ucase presidencial.
Ahora corresponde adelantar una actividad que rescate la autonomía del Poder Legislativo y su función como contrapeso institucional. Además, hay que evaluar el trabajo de los ministros, presidentes de institutos autónomos y empresas del Estado, quienes durante cinco años no han sido sometidos a escrupulosos exámenes por parte de los parlamentarios. Hay leyes -como la que permitiría detener los ataques a la propiedad privada o una que promueva la inversión pública y privada en infraestructura- que la fracción opositora debe presentar.
Un asunto que debe quedar dilucidado lo más pronto posible es el método de elección que se utilizará para escoger el candidato unitario que enfrentará a Hugo Chávez en las elecciones de 2012. Hablo de candidato unitario y no de candidato único porque es probable que el Gobierno juegue a la fractura de la oposición e, incluso, financie un aspirante paralelo al que se escoja dentro de la MUD. Para este tipo de maniobras arteras hay que prepararse. La experiencia indica que la unidad es un valor esencial y que a partir de ella podría asegurarse el triunfo. Lo que luce más conveniente es que ese candidato unitario se seleccione en unas elecciones primarias abiertas en las que participen todos los venezolanos que quieran hacerlo. Este método ya se probó para elegir algunos candidatos a gobernadores y también varios aspirantes a diputados. Es un mecanismo participativo que cuenta con el aval de los electores.
En la actualidad existen algunos líderes populares que poseen el respaldo popular. Entre ellos hay que destacar a Antonio Ledezma, Pablo Pérez, Henrique Capriles Radonsky, Enrique Salas Feo y César Pérez Vivas, que vienen de dos triunfos seguidos en sus respectivas entidades. Lo más probable es que alguno de ellos sea el candidato seleccionado por los votantes para enfrentar a Chávez, quien sin realizar ningún tipo de consulta de base o popular, como ordena la Constitución, ya se proclamó candidato para los comicios del 2012 y para los que se realicen en el futuro, no importa cuán distante sea.
Para llegar a esa fecha en las mejores condiciones es indispensable que la MUD afine y perfecciones su trabajo en el plano organizativo, programático y propagandístico.
El período que va desde ahora hasta diciembre de 2012 será muy traumático. Chávez, luego de los resultados arrojados por los comicios del 26-S, decidió radicalizar su proyecto hegemónico. Ignora y pisotea la opinión mayoritaria de los venezolanos que se pronunció por la paz, la pluralidad, el entendimiento, la economía abierta y mixta, en la que converjan el capital y el trabajo, los empresarios, los trabajadores y el Gobierno, en un esfuerzo mancomunado por recuperar la maltratada economía nacional. Al igual que después del 2-D, cuando el pueblo derrotó su propuesta comunista de reforma constitucional, Chávez arremete contra la voluntad popular acosando a los empresarios particulares, asfixiando la iniciativa privada y amenazando a la nación con más militarismo y hegemonía.
El proyecto anacrónico del comandante está siendo enfrentado con éxito por todas las fuerzas democráticas de la nación, que actúan de manera concertada. Sin embargo, esta acción unitaria hay que complementarla con el apoyo y la solidaridad activa de la comunidad internacional que debe estar atenta a lo que ocurra en nuestro país. Cubrir este frente también constituye un desafío para la MUD.
Como dice Mario Vargas Llosa en el artículo La derrota de Chávez, “se avecina un período tenso, en el que, una vez más, como hace dos siglos, se decidirá en tierra venezolana el futuro de la libertad en toda América Latina”.
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