Fuente: Lourdes Heredia
El 5 de noviembre Nicaragua va a las urnas. Se presentan 5 candidatos que representan a las distintas fuerzas políticas en el país: el Partido Liberal Constitucionalista (PLC), el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), Alianza Liberal Nicaragüense (ALN), Alternativa por el Cambio (AC) y el Movimiento Renovador Sandinista (MRS).
Estos comicios han llamado la atención del mundo debido a las declaraciones del presidente venezolano Hugo Chávez y de varios funcionarios estadounidenses sobre uno u otro candidato
Pero, según comprobaron los micrófonos de la BBC en innumerables entrevistas y conversaciones, lo que importa en estas elecciones no es lo que digan afuera, ni tampoco de personajes.
No se trata, ni siquiera, de una ideología de izquierda o derecha. Lo que está en juego, más bien, es un cambio en las fuerzas políticas entre los partidos tradicionales como el FSLN (de Daniel Ortega) y el PLC (que lidero Arnoldo Alemán) y las nuevas fuerzas políticas.
Según las encuestas el favorito por el momento es Daniel Ortega, seguido por Eduardo Montealegre del ALN.
Pero la diferencia entre todos los candidatos no es muy grande, por eso es crucial los cambios realizados a la ley electoral.
El modelo electoral
Según las nuevas reglas del juego, los candidatos sólo necesitan los votos de un tercio del electorado para ganar las elecciones en una primera vuelta. Esto quiere decir que para acceder a la presidencia basta con 35% de los votos válidos y una ventaja de cinco puntos porcentuales sobre el rival más cercano.
Este controvertido sistema surgió a partir de una alianza de opositores políticos, como explicó a la BBC Arturo Cruz, profesor del Instituto Centroamericano de Administración de Empresas (INCAE).
"En el viejo esquema, antes de las reformas, sólo se podía ganar en primer vuelta con 50 puntos. La reforma del sistema electoral fue fruto de las negociaciones que condujo el frente sandinista con el PLC", señaló Cruz.
El cambio beneficia fundamentalmente a Ortega, que tiene según las encuestas y las demás elecciones, una base de votantes muy cercanas al 35 por ciento.
Para las nuevas fuerzas políticas, este pacto es un reflejo de la corrupción en la política nicaragüense.
"Los pactos son la esencia de la democracia, pero sólo cuando sirven para fortalecer la institución y volver más transparente la política. En este caso sirvió para repartirse partidariamente el poder. El pacto no era necesario, sino el resultado de que Alemán cediera al chantaje de Ortega. Éste decía "si no pactas conmigo, si no me das ésta u otra cuota de poder, yo paralizo el país, yo te hago una huelga". Ese no es un pacto democrático", enfatizó a la BBC Edmundo Jarquín, líder del MSR (Movimiento Renovador Sandinista) un partido de izquierdas que se escindió del Frente.
El aludido, el sandinista Daniel Ortega, defiende sin embargo que el pacto fue necesario: "Sencillamente, lo que hemos hecho es actuar en correspondencia con las reglas del juego de la democracia", declaró a la BBC.
Por su parte Montealegre opina que esas son las reglas con las que se va a jugar y cree que el pacto puede salirle contraproducente al líder Sandinista.
"En 1999, Alemán decidió repartirse el poder con Ortega. A pesar de ese pacto, le va a salir el tiro por la culata porque nosotros vamos a ganar con ese 35 por ciento", dijo Montealegre en un conversación con la BBC.
Así es que, aunque las reglas causen alguna polémica, lo cierto es que son iguales para todos los partidos y la contienda el 5 de noviembre será dura.
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