POR:FAUSTO MASÓ.
El Método del Discurso. Dos abuelas
Gracias a Dios, poco o nada se habla de Chávez en Washington. Inesperadamente, el resultado de las elecciones generó un gran optimismo en Estados Unidos, a pesar de las pésimas noticias económicas: empresas como General Motors y Ford abiertamente piden ayuda para evitar quebrar. Nadie defiende abiertamente la mano oculta del mercado. Lamentablemente, América Latina interesa muchísimo menos en EE UU que la Bolsa, el ascenso de Asia, o los llamados de Europa para reformar el sistema económico internacional. Chávez no es un Castro de los años sesenta; le prestan atención realmente a las declaraciones de Calderón o Lula. También el exilio histórico cubano perdió parte de su poder: los demócratas ganaron la Florida sin su apoyo, aunque los hijos de los refugiados cubanos votaron por Obama en un buen número. Obama no es un líder afroamericano tradicional. Electoralmente lo apoyaron más blancos que a Kerry o a Gore; forjó una alianza entre negros, mujeres, latinos y blancos jóvenes que, de consolidarse, augura un largo período de presidentes liberales; ganó estados republicanos como Indiana y Virginia. Simboliza un movimiento que en vez de dedicarse a la queja histórica contra la discriminación insiste en la aptitud del negro para superarse, enfrentar problemas como una familia pobremente constituida y rechazar la autocompasión. Obama, Colin Powell, Condoleezza Rice y numerosos ejecutivos de multinacionales apostaron a su propia capacidad para vencer los prejuicios. 63% de las latinas y 96% de las negras prefirieron a Obama. Los jóvenes mayoritariamente votaron por Obama. El grupo familiar con un ingreso inferior a 15,000 dólares al año votó masivamente por Obama, 73%. Entre los que perciben alrededor de 50,000 a 74,999 dólares ganó McCain por 49% contra 46% de Obama. Los católicos apoyaron a Obama, los protestantes blancos a McCain. Los que poseen armas obviamente se apostaron por Sarah Palin y no por Obama. Según el NYT, 78% de los judíos votó por Obama. A Obama y a Chávez los une la veneración por una de sus abuelas. La de Obama decidió el rumbo de su vida en un momento crítico. En un discurso de campaña, el candidato reconoció que la quería como una madre, a pesar de su racismo. Obama no actúa como un resentido. En cambio, el mensaje chavista cómodamente le carga al imperialismo responsabilidades que les tocan a los venezolanos, como el despilfarro de los recursos petroleros. A Obama no lo obsesiona Venezuela como les ocurrió con Cuba a más de 10 presidentes norteamericanos. Se habla ya de suprimir las limitaciones de los viajes de los exilados a la isla. En Venezuela, la influencia de Estados Unidos ha sido benéfica: desarrolló nada menos que la industria petrolera. Cuba, Panamá, Haití y Santo Domingo sufrieron las intromisiones imperialistas. En el caso de Venezuela, como afirmaba Carlos Rangel, el desarrollo exige que los propios venezolanos asuman la responsabilidad de su historia y dejen, como ahora, de culpar a Estados Unidos de los males propios. Necesitamos un Obama antichavista en Venezuela, no en Washington. Un líder popular, no mediático, que sea el vocero de los excluidos, los demócratas, los tolerantes. Un milagro, pues.
Fuente:http://www.noticierodigital.com/forum/viewtopic.php?t=453053
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