POR: ARCANGEL VULCANO.
La gran mayoría de los analistas han expresado ya sus más densos diagnósticos y lecturas sobre el proceso electoral venezolano del 23 de noviembre; les hemos leído y escuchado por un lado a los partidarios del gobierno de Chávez, sostener válidos argumentos para explicar su presunta gran victoria; por otra parte a los afines a la oposición hacer lo propio; también a los denominados neutrales sugerir que ha ocurrido una suerte de empate técnico. Todos explican suficientemente sus razones de peso, y nadie en su sano juicio podría desvirtuar ni con argumentos políticos ni numéricos, que todos de algún modo tienen en parte razón, porque resultan incontrovertibles, al ser aplicados directamente en cada situación y lugar en la que ambos bandos resultaron ganadores.
En tal virtud, ya es habitual escuchar tanto al Sr Chávez y sus mayores defensores, como a importantes personeros de la oposición afirmar que sus victorias son contundentes e inobjetables por estas o cuales razones. Unos dicen que cuantitativamente ganaron, otros que su victoria es más cualitativa que numérica; algunos expresan que obtuvieron mayor número de votos totales, otros que hay que evaluar también los resultados dependiendo de la importancia de las plazas conquistadas por ser puntos neurálgicos; que lo esencial para medir el impacto de los resultados electorales no es el número de plazas ganadas sino su calidad y que habría que considerar en mayor grado los efectos políticos privilegiándolos por encima de la simpleza de las matemáticas; que se ganó en las zonas más pobladas denominadas urbanas, mientras que otros ganaron en las regiones llamadas diminutivamente “rurales”; en fin, argumentos van y vienen de lado y lado, para continuar una diatriba interminable. Que yo gané aquí pero perdí allá, que tú ganaste allí, pero yo gane más acá, que si pero que no, que perdí pero gané, que ganamos pero perdimos, en fin, hemos caído en medio de un escenario que deseamos bautizar como el del síndrome ganamos pero perdimos.
El síndrome ganamos pero perdimos es muy nocivo para la salud de Venezuela. Por una parte, el gobierno está entrampado en sus dilemas; pero por otro lado la oposición está también acorralada en graves dilemas y desafíos.
Chávez sabe que perdió las más importantes y neurálgicas plazas políticas, ya lo había advertido durante la campaña electoral (“si pierdo allí vendrían por mi y sería la guerra”). Para un individuo como Chávez, quien aseguró que se jugaba su futuro político y el de su revolución, y que ha confesado ser un guerrillero que no da cuartel a sus enemigos a quienes jamás considera como adversarios (“al enemigo ni agua” repitió hasta la saciedad durante la campaña) que se muestra como un soldado revolucionario, para quien la actividad política no es una sana y normal competencia por el poder en una lucha cívica para servir, sino que es una guerra a muerte y de exterminio de sus adversarios políticos, en el que no existen matices, ni posiciones intermedias, sino radicales, irreductibles; por eso es lógico deducir, que para él perder en la capital, la denominada Gran Caracas, en su estado vecino Miranda y las principales zonas aledañas (Petare, Chacao, Baruta, El Hatillo),es perder en su propio principal reducto, la zona neurálgica del poder político venezolano, el asiento de los poderes públicos del estado y la principal sede del gobierno, para él es gravísimo, porque el efecto y el impacto político es devastador; Chávez siendo el soldado que dice ser y sintiéndose como a veces confiesa que se siente (debió tragar arena) como si combatiera en una guerra convencional comandando batallas contra sus enemigos, debe sentirse hoy como si un ejercito enemigo le hubiera cercado, sitiado en su propio feudo y reducto, tomándole a su alrededor las principales colinas vecinas de su bunker y amenazándole con tomarle por asalto y vencerlo muy pronto en su aparente desguarnecida trinchera (Miraflores).
Semejante circunstancia, nos hace presagiar , que no sería extraño que como consecuencia de esa peligrosa e inestable situación, producto del sectarismo, la ceguera, las ambiciones de poder de nuestros principales dirigentes políticos, las pequeñeces de la lucha política y lo rastrero de los egoísmos; los venezolanos pacíficos, civilizados, democráticos de distintas ubicaciones ideológicas entremos en un innecesario conflicto ya resuelto electoralmente, porque que ya cumplimos como se esperaba con nuestro deber, votando masivamente el pasado domingo 23, y sería muy peligroso que estuviéramos en riesgo de sufrir las consecuencias de una terrible confrontación fraticida que podría desatarse, por culpa de los dilemas y errores de Chávez y de algunos pequeños sectores opositores extremistas, si no lográramos imponer la paz mediante el uso del diálogo para que prive la sensatez.
La oposición seria, responsable, la que ya encontró el camino democrático, y que no se ha dejado seducir por la tentación de las salidas aventureras, decidió emprender el rumbo civilizado, pacífico, cívico, el de la lucha política en la calle mediante la participación política militante, también se enfrenta a serios dilemas y grandes desafíos. Por una parte, debe soportar las fuertes amenazas de un régimen que ha mostrado ya sus intenciones de provocarla para polarizar y dividir aún más a la población agrediéndola de forma injustificable con miras a preparar y abonar el terreno para promover y lograr una enmienda constitucional que le permita la reelección, y cuando a penas se ha proclamado a sus principales líderes triunfadores, augurándole que no le dará tregua, y que le intentará sabotear imponiéndole desde ya sus obstáculos y trampas. Esas manifestaciones que se están produciendo no son espontáneas sino ordenadas y dirigidas por Chávez; él ha hablado claro, querrá imponer y aplicar sus 27 decretos leyes vigentes, vendrá "con todo" a imponerlos sin misericordia (es el dueño de la caja de los machetes, su aparato de poder está intacto). Chávez es la primera víctima del síndrome ganamos pero perdimos, y ahora se encuentra atrapado entre serios dilemas que deberá afrontar y dilucidar. Es natural que él encontrará una fuerte resistencia, la oposición tiene como movilizar masivamente a la población a confrontar en la calle y a protestar en la mismísima capital, pero sabe que Chávez tiene todo el poder para reprimirla brutalmente. El desafío de la oposición por una parte, es saber y poder encontrar la forma para convivir y trabajar junto a un gobierno central que ha confesado ser su enemigo a muerte, que desde ya le está declarando la guerra. Por otro lado, la oposición se enfrenta al gigantesco reto de resistir a la tentación de "algunos" conspiradores que querrían intentar derrocar a Chávez; a su vez, debe tambien encarar el infinito desafío de gobernar para todos y hacer un buen gobierno; vale decir, poder resolver los serios problemas cotidianos diagnosticados y conocidos para los cuales ha prometido trabajar muy duro para encontrar soluciones; pero deberá responder una gravísima interrogante: ¿Cómo y con que hacerlo, si enfrenta a un gobierno que le muestra los dientes y le obstruye su labor desde el principio? ¿Como hacer para no quedar como una oposición endeble, timorata, débil, complaciente y colaboracionista con un régimen que no se cansa de golpearla, irrespetarla, atropellarla y ofenderla? ¿Cómo contener las normales reacciones de querer enfrentar al régimen en las calles, si continuaran los reiterados excesos y las violaciones a la Constitución Nacional, el irrespeto y las flagrantes violaciones a los sagrados derechos humanos ciudadanos? ¡No será fácil! resolver adecuada y exitosamente semejantes desafíos. Por un lado, si la oposición gobernante comete la insensatez de acudir iracunda a aceptar los retos del gobierno, que procura desde ya provocándola, una confrontación en la calle entre bandos, podría desatarse un desastre (¿sería la guerra?), porque aparte de que se auspiciaría un clima irrespirable de violencia en el país, ya tenemos también en puertas como consecuencia de la caída del precio del petróleo y la recesión mundial, una amenazante crisis económica a la vuelta de la esquina, y que podría estallarnos a todos en la cara con sus nocivas consecuencias colectivas, además de un hervidero de problemas sin solución que asfixian a la población en general y que constituyen una bomba de tiempo social, que podría explotarnos en cualquier momento, si no atendemos juntos la emergencia (no hay que olvidar la explosión social del caracazo).
Los dilemas de Chávez no son menos graves. Sabe perfectamente que está entrampado, que se ha auto encallejonado metiéndose como lo hizo en la campaña electoral con las consabidas consecuencias, saliendo muy golpeado y arriesgando su futuro político. Por un lado, él debe pensar que una cosa piensa el burro y otro quien lo monta (No es NO); tiene frente a sus narices un dilema que lo destruirá políticamente de todas- todas, que es irresoluble y es este: Si permite y facilita que la oposición realice un buen gobierno en los lugares en donde ganaron, Chávez pierde; pero si no lo permite también. Es simple, y la respuesta está en los resultados de las gestiones opositoras. Si Chávez asfixia y sabotea a la oposición igual los problemas irresolutos esenciales para la población chavista y no chavista se los enrostrará y sabrá cobrar el pueblo a él, a más nadie; el pueblo sabrá que ha saboteado irresponsablemente, que no ha dejado gobernar, ni facilitado los recursos para que la oposición gobierne con éxito. Lo peor es que sabe y teme que si provee los recursos y apoya a los gobiernos opositores, y estos lograran éxitos importantes en el combate y la solución de los problemas de todos, la oposición se fortalecerá sucesivamente, pues sencillamente la población en general los premiará. Sería entonces la más patente demostración de que la oposición estaría preparada para relevarlo en el cargo. Es decir, si hace una u otra cosa igualito Chávez estaría jodido (joder verbo aceptado por la real academia de la lengua), es por eso que afirmamos responsablemente, que es un dilema irresoluble para él; pero no para todos. Sin arrogancia, sostenemos, que un verdadero jefe de estado que ame a su país y a su pueblo profundamente, no tendría jamás dificultad alguna para resolver apropiadamente como corresponde ese dilema en apariencia irresoluble únicamente para él que quiere gobernar para siempre, hasta que se muera; irresoluble sólo para él que es un caudillo ambicioso e irresponsable como ha demostrado ser; porque un jefe de estado auténticamente demócrata y patriota, sencillamente cumpliría con su deber, haría lo correcto, y lo correcto en este caso sería ponerse del lado de la ley y de los intereses supremos de la nación. Cumplir con lo establecido en la Constitución Nacional y con el claro mandato mediante la voluntad que ha expresado de forma explicita el pueblo soberano.Gobernar sin exclusiones, sin discriminaciones y para todos sus conciudadanos, respetándoles y garantizándoles el ejercicio pleno de sus legítimos derechos, sin importar su ubicación social, racial e ideológica, sin ningún tipo de condicionamientos, ni sectarismos ofensivos a su inteligencia y condición humana. Colaborar con los gobiernos regionales sin atender a su ubicación política, dentro de un marco de convivencia y respeto mutuo. Sin amenazar con sacar los tanques y no otorgarles los recursos económicos para los gobiernos estadales y locales si no votamos por su partido. En fin, sin obligarnos a hacer nada que no deseemos hacer, a lo cual no tuvieramos el deber.
Intuíamos antes del 23 de noviembre que los resultados parejos colocarían a Chávez frente a otro terrible dilema que hoy se ha hecho más evidente: ¿promover o no ahora con el país dividido, polarizado, con la derrota política que ha sufrido (la mitad del país no votó por su fómula) y con una crisis económica en puertas, la ambicionada reelección indefinida? Dijimos entonces, que el dilema sentíamos que lo teníamos resuelto. El 23 de Noviembre se produjo la muerte política de la reelección indefinida en Venezuela -aunque Chávez porfiadamente no quiera verlo- y el nacimiento de las nuevas candidaturas presidenciales, entre ellas las posibles caras que mostrará el oficialismo para heredar a Chávez; pero él tercamente seguramente se empeñará en torcer la voluntad del pueblo por ambición desmedida de poder (enfermiza); sacando cuentas matemáticas muy a su conveniencia; leyendo e interpretando los resultados a su manera; en vano manipulando, deformando y desnaturalizando la realidad; intentando hacer creer que la decisión del 23 de noviembre es una ratificación eterna e incondicional a su mandato y a su seudo revolución comunista mal disimulada (no lo es de ninguna manera); procurando persuadir a todo el mundo -sin logralo jamás- de que todos los votos logrados por sus candidatos a gobernadores, alcaldes, diputados regionales y concejales municipales le son endosables (¡NO!), y que fueron para aprobar su seudo revolución socialista al estilo cubano; intentando en vano de asemejar, asimilar y fusionar los votos del 2D con los del 23 N (No señor); para tal fin, tratará sin lograrlo de calcar, extrapolando ambos escenarios, diferentes oportunidades históricas que son diametralmente opuestas y de naturaleza política y jurídica distintas. Pero el pueblo es sabio, muy inteligente, intuitivo, informado y ya sabe que esta vez fueron a votar por otras causas y razones; por lo que de intentar deformar y torcer su voluntad, volvería masivamente sin ninguna duda a gritar muy fuerte que ¡NO! quieren un presidente eterno, único, indefinido (dicatdor) ni nada que se le parezca, que eligió fue mandatarios locales y que aspira cambios.
El síndrome ganamos pero perdimos, lo sufren ambos bandos en conflicto, pero para nuestra desgracia sus efectos e impactos negativos los padeceremos todos los venezolanos inocentes, que deseamos vivir en paz, libertad y progreso verdaderos, chavistas, opositores, neutrales, políticos y apolíticos, progresistas, moderados, radicales, centristas, izquierdistas, derechistas, liberales, conservadores, demócratas, comunistas, anarquistas, pobres y ricos, clases sociales altas, medias y bajas, paricipacionistas, abstencionistas, voluntaristas, apáticos, creyentes o ateos, ostracistas, ermitaños e indiferentes. Todos en general en el fondo deseamos un sólo objetivo, ser felices, desarrollar y tener la oportunidad de desplegar nuestros potenciales; tener un país integrado por ciudadanos libres que se respeten mutuamente y se amen profundamente, conformar una nación de gente temerosa y respetuosa de Dios, orientada por su sagrada palabra y por los valores supremos universales que inspiran a la humanidad, respetuosos de las leyes, que nos señalan un camino seguro para construir un país y un mundo mejores, en el que podamos vivir todos juntos tolerándonos nuestras naturales diferencias y ayudándonos mutuamente como hermanos.
Hay que obligarlos entonces a cumplir con sus deberes con toda la nación, imponerles la necesidad del diálogo político constructivo, tanto a Chávez y a la oposición, si, obligarlos a entender y asumir, que el país votó cívicamente, civilizadamente, democráticamente y mayoritariamente colocando las cosas en su sitio, procurando un justo equilibrio. Venezuela usó el voto castigo para premiar y suplantar, empleó la economía del voto; pero mandó unos mensajes muy nítidos, Venezuela habló fuerte y dijo: Siempre deberá Ganar es Venezuela no sus dirigentes; triunfó fue la democracia, Venezuela gritó que es y quiere seguir siendo multicolor, plural, diversa, democrática y muy libre. El país decidió que ninguno de los bandos en conflicto pudiera cantar "victorias contundentes ni aplastantes", dividió los votos entre muchos, para así jamás justificarles a ninguno “pulverizar, barrer, arrasar, borrar del mapa, liquidar, ni destruir al otro” sino que les propuso convivir en paz; ni que alguien se atribuyera el control absoluto del poder político, sino que lo repartió. La nación les dio una gran lección a sus dirigentes más sectarios -pobres si no lo entendieron- les dijo: Queremos vivir en democracia, libres y en paz, deseamos que se imponga responsablemente la concordia, la sensatez y la convivencia pacífica; que gobiernen empleando el diálogo; que predomine la diversidad, la pluralidad y el respeto mutuo, que todos aprendamos a convivir y a tolerarnos, para así poder trabajar todos juntos mejor y resolver los problemas más agobiantes, como la inseguridad, la carestía de la vida, el desempleo, el deterioro de los principales servicios públicos. Trabajen juntos y coordinadamente cumpliendo y obedeciendo la Constitución y las leyes, empleando siempre el diálogo y la creatividad, poniéndose de acuerdo de buena fe en la mejor forma para mejorar la educación, la salud, y la economía nacionales.¡Basta de pleitos injustificables!,¡paren la diatriba política e ideológica! hay que enfrentar unidos las dificultades, respetándonos y aprendiendo a convivir en medio de nuestras normales y lógicas diferencias; ocupémonos de lo más esencial, privilegiemos los problemas de las grandes mayorías, que es en esencia resolver lo más importante, nuestras cotidianidades. Venezuela dijo: Nadie es absoluto, ninguno que aspire el favor popular puede tener la razón única en un puño, todos pueden aspirar a gobernar, nadie tiene el exclusivo privilegio conocimiento y derecho para atribuirse poderes especiales, ningún conciudadano está por encima de la Constitución y de la ley.
Comprender y aplicar lo dicho por el pueblo el 23 N, es el mejor antídoto para curar el síndrome ganamos pero perdimos, claro que no es definitivamente olvidar el asunto y ya, sino aprender de verdad a ganar y a perder aceptándonos, conviviendo, es lo civilizado, lo cual sin dudas, es muy pero muy difícil de lograr, y más aún, en la lucha febril por conquistar el poder, porque cada día nos convencemos más en base a las experiencia vividas y vistas, de que es verdad lo que le escuchamos en un programa de radio transmitido en vivo decir al curtido fallecido dirigente socialcristiano merideño Edecio La Riva Araujo, exgobernador del Estado Mérida, quien no sin cierta ironía, y jocosamente expresó: "¡¿aaayyyyy… el poder?!, el poder es muy sabroso!..." debe serlo, porque la lucha por alcanzarlo y mantenerlo a veces es sin tregua e irracional, muy nociva para la salud de las democracias de los pueblos.Pero el pueblo tiene la sabiduría y la grandeza de espirítu para resolver cristianamente sus dificultades. El pueblo debe ejercer plenamente sus derechos, y en este momento con gran determinación necesita ejercer el más importante, el derecho de poder vivir en paz. Venezuela necesita sociego, es la hora de conquistar la paz, se requiere una tregua. Debemos trabajar todos sin excepción, sin discriminaciones, por el bien general del país, para salir adelante. ¡Armisticio ya! ¡Gobiernen!...
La gran mayoría de los analistas han expresado ya sus más densos diagnósticos y lecturas sobre el proceso electoral venezolano del 23 de noviembre; les hemos leído y escuchado por un lado a los partidarios del gobierno de Chávez, sostener válidos argumentos para explicar su presunta gran victoria; por otra parte a los afines a la oposición hacer lo propio; también a los denominados neutrales sugerir que ha ocurrido una suerte de empate técnico. Todos explican suficientemente sus razones de peso, y nadie en su sano juicio podría desvirtuar ni con argumentos políticos ni numéricos, que todos de algún modo tienen en parte razón, porque resultan incontrovertibles, al ser aplicados directamente en cada situación y lugar en la que ambos bandos resultaron ganadores.
En tal virtud, ya es habitual escuchar tanto al Sr Chávez y sus mayores defensores, como a importantes personeros de la oposición afirmar que sus victorias son contundentes e inobjetables por estas o cuales razones. Unos dicen que cuantitativamente ganaron, otros que su victoria es más cualitativa que numérica; algunos expresan que obtuvieron mayor número de votos totales, otros que hay que evaluar también los resultados dependiendo de la importancia de las plazas conquistadas por ser puntos neurálgicos; que lo esencial para medir el impacto de los resultados electorales no es el número de plazas ganadas sino su calidad y que habría que considerar en mayor grado los efectos políticos privilegiándolos por encima de la simpleza de las matemáticas; que se ganó en las zonas más pobladas denominadas urbanas, mientras que otros ganaron en las regiones llamadas diminutivamente “rurales”; en fin, argumentos van y vienen de lado y lado, para continuar una diatriba interminable. Que yo gané aquí pero perdí allá, que tú ganaste allí, pero yo gane más acá, que si pero que no, que perdí pero gané, que ganamos pero perdimos, en fin, hemos caído en medio de un escenario que deseamos bautizar como el del síndrome ganamos pero perdimos.
El síndrome ganamos pero perdimos es muy nocivo para la salud de Venezuela. Por una parte, el gobierno está entrampado en sus dilemas; pero por otro lado la oposición está también acorralada en graves dilemas y desafíos.
Chávez sabe que perdió las más importantes y neurálgicas plazas políticas, ya lo había advertido durante la campaña electoral (“si pierdo allí vendrían por mi y sería la guerra”). Para un individuo como Chávez, quien aseguró que se jugaba su futuro político y el de su revolución, y que ha confesado ser un guerrillero que no da cuartel a sus enemigos a quienes jamás considera como adversarios (“al enemigo ni agua” repitió hasta la saciedad durante la campaña) que se muestra como un soldado revolucionario, para quien la actividad política no es una sana y normal competencia por el poder en una lucha cívica para servir, sino que es una guerra a muerte y de exterminio de sus adversarios políticos, en el que no existen matices, ni posiciones intermedias, sino radicales, irreductibles; por eso es lógico deducir, que para él perder en la capital, la denominada Gran Caracas, en su estado vecino Miranda y las principales zonas aledañas (Petare, Chacao, Baruta, El Hatillo),es perder en su propio principal reducto, la zona neurálgica del poder político venezolano, el asiento de los poderes públicos del estado y la principal sede del gobierno, para él es gravísimo, porque el efecto y el impacto político es devastador; Chávez siendo el soldado que dice ser y sintiéndose como a veces confiesa que se siente (debió tragar arena) como si combatiera en una guerra convencional comandando batallas contra sus enemigos, debe sentirse hoy como si un ejercito enemigo le hubiera cercado, sitiado en su propio feudo y reducto, tomándole a su alrededor las principales colinas vecinas de su bunker y amenazándole con tomarle por asalto y vencerlo muy pronto en su aparente desguarnecida trinchera (Miraflores).
Semejante circunstancia, nos hace presagiar , que no sería extraño que como consecuencia de esa peligrosa e inestable situación, producto del sectarismo, la ceguera, las ambiciones de poder de nuestros principales dirigentes políticos, las pequeñeces de la lucha política y lo rastrero de los egoísmos; los venezolanos pacíficos, civilizados, democráticos de distintas ubicaciones ideológicas entremos en un innecesario conflicto ya resuelto electoralmente, porque que ya cumplimos como se esperaba con nuestro deber, votando masivamente el pasado domingo 23, y sería muy peligroso que estuviéramos en riesgo de sufrir las consecuencias de una terrible confrontación fraticida que podría desatarse, por culpa de los dilemas y errores de Chávez y de algunos pequeños sectores opositores extremistas, si no lográramos imponer la paz mediante el uso del diálogo para que prive la sensatez.
La oposición seria, responsable, la que ya encontró el camino democrático, y que no se ha dejado seducir por la tentación de las salidas aventureras, decidió emprender el rumbo civilizado, pacífico, cívico, el de la lucha política en la calle mediante la participación política militante, también se enfrenta a serios dilemas y grandes desafíos. Por una parte, debe soportar las fuertes amenazas de un régimen que ha mostrado ya sus intenciones de provocarla para polarizar y dividir aún más a la población agrediéndola de forma injustificable con miras a preparar y abonar el terreno para promover y lograr una enmienda constitucional que le permita la reelección, y cuando a penas se ha proclamado a sus principales líderes triunfadores, augurándole que no le dará tregua, y que le intentará sabotear imponiéndole desde ya sus obstáculos y trampas. Esas manifestaciones que se están produciendo no son espontáneas sino ordenadas y dirigidas por Chávez; él ha hablado claro, querrá imponer y aplicar sus 27 decretos leyes vigentes, vendrá "con todo" a imponerlos sin misericordia (es el dueño de la caja de los machetes, su aparato de poder está intacto). Chávez es la primera víctima del síndrome ganamos pero perdimos, y ahora se encuentra atrapado entre serios dilemas que deberá afrontar y dilucidar. Es natural que él encontrará una fuerte resistencia, la oposición tiene como movilizar masivamente a la población a confrontar en la calle y a protestar en la mismísima capital, pero sabe que Chávez tiene todo el poder para reprimirla brutalmente. El desafío de la oposición por una parte, es saber y poder encontrar la forma para convivir y trabajar junto a un gobierno central que ha confesado ser su enemigo a muerte, que desde ya le está declarando la guerra. Por otro lado, la oposición se enfrenta al gigantesco reto de resistir a la tentación de "algunos" conspiradores que querrían intentar derrocar a Chávez; a su vez, debe tambien encarar el infinito desafío de gobernar para todos y hacer un buen gobierno; vale decir, poder resolver los serios problemas cotidianos diagnosticados y conocidos para los cuales ha prometido trabajar muy duro para encontrar soluciones; pero deberá responder una gravísima interrogante: ¿Cómo y con que hacerlo, si enfrenta a un gobierno que le muestra los dientes y le obstruye su labor desde el principio? ¿Como hacer para no quedar como una oposición endeble, timorata, débil, complaciente y colaboracionista con un régimen que no se cansa de golpearla, irrespetarla, atropellarla y ofenderla? ¿Cómo contener las normales reacciones de querer enfrentar al régimen en las calles, si continuaran los reiterados excesos y las violaciones a la Constitución Nacional, el irrespeto y las flagrantes violaciones a los sagrados derechos humanos ciudadanos? ¡No será fácil! resolver adecuada y exitosamente semejantes desafíos. Por un lado, si la oposición gobernante comete la insensatez de acudir iracunda a aceptar los retos del gobierno, que procura desde ya provocándola, una confrontación en la calle entre bandos, podría desatarse un desastre (¿sería la guerra?), porque aparte de que se auspiciaría un clima irrespirable de violencia en el país, ya tenemos también en puertas como consecuencia de la caída del precio del petróleo y la recesión mundial, una amenazante crisis económica a la vuelta de la esquina, y que podría estallarnos a todos en la cara con sus nocivas consecuencias colectivas, además de un hervidero de problemas sin solución que asfixian a la población en general y que constituyen una bomba de tiempo social, que podría explotarnos en cualquier momento, si no atendemos juntos la emergencia (no hay que olvidar la explosión social del caracazo).
Los dilemas de Chávez no son menos graves. Sabe perfectamente que está entrampado, que se ha auto encallejonado metiéndose como lo hizo en la campaña electoral con las consabidas consecuencias, saliendo muy golpeado y arriesgando su futuro político. Por un lado, él debe pensar que una cosa piensa el burro y otro quien lo monta (No es NO); tiene frente a sus narices un dilema que lo destruirá políticamente de todas- todas, que es irresoluble y es este: Si permite y facilita que la oposición realice un buen gobierno en los lugares en donde ganaron, Chávez pierde; pero si no lo permite también. Es simple, y la respuesta está en los resultados de las gestiones opositoras. Si Chávez asfixia y sabotea a la oposición igual los problemas irresolutos esenciales para la población chavista y no chavista se los enrostrará y sabrá cobrar el pueblo a él, a más nadie; el pueblo sabrá que ha saboteado irresponsablemente, que no ha dejado gobernar, ni facilitado los recursos para que la oposición gobierne con éxito. Lo peor es que sabe y teme que si provee los recursos y apoya a los gobiernos opositores, y estos lograran éxitos importantes en el combate y la solución de los problemas de todos, la oposición se fortalecerá sucesivamente, pues sencillamente la población en general los premiará. Sería entonces la más patente demostración de que la oposición estaría preparada para relevarlo en el cargo. Es decir, si hace una u otra cosa igualito Chávez estaría jodido (joder verbo aceptado por la real academia de la lengua), es por eso que afirmamos responsablemente, que es un dilema irresoluble para él; pero no para todos. Sin arrogancia, sostenemos, que un verdadero jefe de estado que ame a su país y a su pueblo profundamente, no tendría jamás dificultad alguna para resolver apropiadamente como corresponde ese dilema en apariencia irresoluble únicamente para él que quiere gobernar para siempre, hasta que se muera; irresoluble sólo para él que es un caudillo ambicioso e irresponsable como ha demostrado ser; porque un jefe de estado auténticamente demócrata y patriota, sencillamente cumpliría con su deber, haría lo correcto, y lo correcto en este caso sería ponerse del lado de la ley y de los intereses supremos de la nación. Cumplir con lo establecido en la Constitución Nacional y con el claro mandato mediante la voluntad que ha expresado de forma explicita el pueblo soberano.Gobernar sin exclusiones, sin discriminaciones y para todos sus conciudadanos, respetándoles y garantizándoles el ejercicio pleno de sus legítimos derechos, sin importar su ubicación social, racial e ideológica, sin ningún tipo de condicionamientos, ni sectarismos ofensivos a su inteligencia y condición humana. Colaborar con los gobiernos regionales sin atender a su ubicación política, dentro de un marco de convivencia y respeto mutuo. Sin amenazar con sacar los tanques y no otorgarles los recursos económicos para los gobiernos estadales y locales si no votamos por su partido. En fin, sin obligarnos a hacer nada que no deseemos hacer, a lo cual no tuvieramos el deber.
Intuíamos antes del 23 de noviembre que los resultados parejos colocarían a Chávez frente a otro terrible dilema que hoy se ha hecho más evidente: ¿promover o no ahora con el país dividido, polarizado, con la derrota política que ha sufrido (la mitad del país no votó por su fómula) y con una crisis económica en puertas, la ambicionada reelección indefinida? Dijimos entonces, que el dilema sentíamos que lo teníamos resuelto. El 23 de Noviembre se produjo la muerte política de la reelección indefinida en Venezuela -aunque Chávez porfiadamente no quiera verlo- y el nacimiento de las nuevas candidaturas presidenciales, entre ellas las posibles caras que mostrará el oficialismo para heredar a Chávez; pero él tercamente seguramente se empeñará en torcer la voluntad del pueblo por ambición desmedida de poder (enfermiza); sacando cuentas matemáticas muy a su conveniencia; leyendo e interpretando los resultados a su manera; en vano manipulando, deformando y desnaturalizando la realidad; intentando hacer creer que la decisión del 23 de noviembre es una ratificación eterna e incondicional a su mandato y a su seudo revolución comunista mal disimulada (no lo es de ninguna manera); procurando persuadir a todo el mundo -sin logralo jamás- de que todos los votos logrados por sus candidatos a gobernadores, alcaldes, diputados regionales y concejales municipales le son endosables (¡NO!), y que fueron para aprobar su seudo revolución socialista al estilo cubano; intentando en vano de asemejar, asimilar y fusionar los votos del 2D con los del 23 N (No señor); para tal fin, tratará sin lograrlo de calcar, extrapolando ambos escenarios, diferentes oportunidades históricas que son diametralmente opuestas y de naturaleza política y jurídica distintas. Pero el pueblo es sabio, muy inteligente, intuitivo, informado y ya sabe que esta vez fueron a votar por otras causas y razones; por lo que de intentar deformar y torcer su voluntad, volvería masivamente sin ninguna duda a gritar muy fuerte que ¡NO! quieren un presidente eterno, único, indefinido (dicatdor) ni nada que se le parezca, que eligió fue mandatarios locales y que aspira cambios.
El síndrome ganamos pero perdimos, lo sufren ambos bandos en conflicto, pero para nuestra desgracia sus efectos e impactos negativos los padeceremos todos los venezolanos inocentes, que deseamos vivir en paz, libertad y progreso verdaderos, chavistas, opositores, neutrales, políticos y apolíticos, progresistas, moderados, radicales, centristas, izquierdistas, derechistas, liberales, conservadores, demócratas, comunistas, anarquistas, pobres y ricos, clases sociales altas, medias y bajas, paricipacionistas, abstencionistas, voluntaristas, apáticos, creyentes o ateos, ostracistas, ermitaños e indiferentes. Todos en general en el fondo deseamos un sólo objetivo, ser felices, desarrollar y tener la oportunidad de desplegar nuestros potenciales; tener un país integrado por ciudadanos libres que se respeten mutuamente y se amen profundamente, conformar una nación de gente temerosa y respetuosa de Dios, orientada por su sagrada palabra y por los valores supremos universales que inspiran a la humanidad, respetuosos de las leyes, que nos señalan un camino seguro para construir un país y un mundo mejores, en el que podamos vivir todos juntos tolerándonos nuestras naturales diferencias y ayudándonos mutuamente como hermanos.
Hay que obligarlos entonces a cumplir con sus deberes con toda la nación, imponerles la necesidad del diálogo político constructivo, tanto a Chávez y a la oposición, si, obligarlos a entender y asumir, que el país votó cívicamente, civilizadamente, democráticamente y mayoritariamente colocando las cosas en su sitio, procurando un justo equilibrio. Venezuela usó el voto castigo para premiar y suplantar, empleó la economía del voto; pero mandó unos mensajes muy nítidos, Venezuela habló fuerte y dijo: Siempre deberá Ganar es Venezuela no sus dirigentes; triunfó fue la democracia, Venezuela gritó que es y quiere seguir siendo multicolor, plural, diversa, democrática y muy libre. El país decidió que ninguno de los bandos en conflicto pudiera cantar "victorias contundentes ni aplastantes", dividió los votos entre muchos, para así jamás justificarles a ninguno “pulverizar, barrer, arrasar, borrar del mapa, liquidar, ni destruir al otro” sino que les propuso convivir en paz; ni que alguien se atribuyera el control absoluto del poder político, sino que lo repartió. La nación les dio una gran lección a sus dirigentes más sectarios -pobres si no lo entendieron- les dijo: Queremos vivir en democracia, libres y en paz, deseamos que se imponga responsablemente la concordia, la sensatez y la convivencia pacífica; que gobiernen empleando el diálogo; que predomine la diversidad, la pluralidad y el respeto mutuo, que todos aprendamos a convivir y a tolerarnos, para así poder trabajar todos juntos mejor y resolver los problemas más agobiantes, como la inseguridad, la carestía de la vida, el desempleo, el deterioro de los principales servicios públicos. Trabajen juntos y coordinadamente cumpliendo y obedeciendo la Constitución y las leyes, empleando siempre el diálogo y la creatividad, poniéndose de acuerdo de buena fe en la mejor forma para mejorar la educación, la salud, y la economía nacionales.¡Basta de pleitos injustificables!,¡paren la diatriba política e ideológica! hay que enfrentar unidos las dificultades, respetándonos y aprendiendo a convivir en medio de nuestras normales y lógicas diferencias; ocupémonos de lo más esencial, privilegiemos los problemas de las grandes mayorías, que es en esencia resolver lo más importante, nuestras cotidianidades. Venezuela dijo: Nadie es absoluto, ninguno que aspire el favor popular puede tener la razón única en un puño, todos pueden aspirar a gobernar, nadie tiene el exclusivo privilegio conocimiento y derecho para atribuirse poderes especiales, ningún conciudadano está por encima de la Constitución y de la ley.
Comprender y aplicar lo dicho por el pueblo el 23 N, es el mejor antídoto para curar el síndrome ganamos pero perdimos, claro que no es definitivamente olvidar el asunto y ya, sino aprender de verdad a ganar y a perder aceptándonos, conviviendo, es lo civilizado, lo cual sin dudas, es muy pero muy difícil de lograr, y más aún, en la lucha febril por conquistar el poder, porque cada día nos convencemos más en base a las experiencia vividas y vistas, de que es verdad lo que le escuchamos en un programa de radio transmitido en vivo decir al curtido fallecido dirigente socialcristiano merideño Edecio La Riva Araujo, exgobernador del Estado Mérida, quien no sin cierta ironía, y jocosamente expresó: "¡¿aaayyyyy… el poder?!, el poder es muy sabroso!..." debe serlo, porque la lucha por alcanzarlo y mantenerlo a veces es sin tregua e irracional, muy nociva para la salud de las democracias de los pueblos.Pero el pueblo tiene la sabiduría y la grandeza de espirítu para resolver cristianamente sus dificultades. El pueblo debe ejercer plenamente sus derechos, y en este momento con gran determinación necesita ejercer el más importante, el derecho de poder vivir en paz. Venezuela necesita sociego, es la hora de conquistar la paz, se requiere una tregua. Debemos trabajar todos sin excepción, sin discriminaciones, por el bien general del país, para salir adelante. ¡Armisticio ya! ¡Gobiernen!...
4 comentarios:
Dicen los que saben que la politica es muy dificil. El problema es convencerse de que fue el pais el que decidio, y no los "tratos de la noche". En cuyo caso el asunto a analizar es mas complejo en realidad.
El que todos se proclamen vencedores es la mejor muestra del empate tecnico.
El poder emborracha, he visto personalmente, como gente honorable se embriaga con ello y luego fracasan.
Estimado amigo y colega Manuel Miranda, en efecto,también lo hemos visto, el poder a veces (no siempre) emborracha (enferma), cuando se ejerce sin límites, arbitrariamente y atropellando el estado de Derecho, violando la Constitución, como han hecho este régimen y otros en el pasado, adecos y copeyanos,aquí y allá, y en otras latitudes, nadie pareciera salvalse.
Pero también el poder a veces es muy útil para la humanidad, si es bien empleado, sirve para realizar obras positivas para los pueblos.Casos conocemos de excelentes gobernantes en el mundo, que han dejado huella en la humanidad por sus ejecutorias; lamentablemente, no son la mayoría sino las excepciones.
¿Sobre el empate técnico? respetado colega y amigo Manuel, ¿qué te podemos decir que no hayamos abordado juntos ya?....a ver, a ver, ¡ya sabemos!, estas dos frases: "cada quien jala (halar, jalar)brazas para sus sardinas"; "cada pulpero alaba su queso". Es decir, ambos bandos se proclaman ganadores (matrices de opinión), lo cual no significa que están empatados en puntos; recuerda que la decisisón fue dividida; y todo depende con el cristal con el que se mire el asunto;nosostros respetando todas las opiniones, aún no podemos hacer un balance final definitivo.Sin embargo, nosotros, sentimos sinceramente que el gobierno, mantiene intacto su aparato de poder (la caja de los machetes), y el campéon aunque muy golpeado salió en pie de la pelea. La oposición aunque ganó terreno (Cha´vez perdió el poder absoluto), no puede hablar de un trinfo contundente en todo el país,sino de victorias zonales,pero perdió terreno sobre todo a nivel municipal, porque perdió en la gran mayoría de las alcaldías en disputa y también de las gobernaciones y los consejos legislativos. Así que siendo sinceros contigo distinguido amigo, la oposición y sus partidos no han empatado la pelea,perdieron por puntos, y están muy maltrechos, aunque cualitativamente su presentación es muy meritoria, digna, etc, pero no pueden decir que están emapatados.
En verdad no vimos la pelea empatada (decisión dividida, gana el gobierno por puntos, no es tablas) aunque tu análisis y la comparación nos pareció genial.Acotamos que lña corona por el título no estaba en juego. Claro que el gobierno quedó también muy maltrecho, ¿recuerdas la película Roky parte UNO?; pués preparáte para la parte dos. (así si lo vimos)¿Recuerdas a los personajes Apolo y Roky Balboa, así lo vimos, muy parecido.Apolo ganó por puntos, pero Roky Balboa fue muy valiente y decoroso,tambaleó al campeón, pero no ganó, tampoco empató, pero demostró que podía ser campéon con mayor preparación (entrenamiento) que si se puede fue lo que demostró la oposición y que el campeón es vulnerable, derrotable, que no es invencible; se derrumbaron los mitos hermano (invencivilidad y indestructivilidad del vículo de Chávez con el pueblo pobre) el campeón tiene la quijada de cristal; lo demostró Petare...pero el campeón no perdió ni la pelea, ni el título, pero la oposición aunque no empató ciertamente, perdió por puntos; pero está lista para lograr la corona con el tiempo, lo cual no será fácil, pero posible (si trabaja en todo el país como lo hizo Carlos Ocariz en Petare, por ejemplo) claro está.Es decir, haciendo política de la buena (da frutos), en la calle, con la gente, las comunidades, trabajando juntos de la mano y con las uñas procurando resolver sus problemas; no hay de otra...
Nuestros respetos.
Un fraternal saludo.
Anónimo,si te identificas te respóndemos con todo gusto.
Publicar un comentario