jueves, febrero 11, 2010

"Que no se equivoque el Presidente" ("Nuestros muchachos son valientes... de verdad. No son de esos que se esconden en los museos militares...")


POR:RICARDO GIL OTAIZA.

Dice el viejo adagio que en la guerra no hay enemigo pequeño: igual consideración es válida en el terreno de la política.

Mal puede entonces Hugo Chávez, que se precia de ser "político", decir a voz en grito que "nadie puede contra nosotros", mucho menos esos niñitos hijos de papá y mamá, esos estudiantes burgueses manitas blancas. Que no se equivoque el Presidente, porque si tuviera tiempo para leer episodios de la historia universal y de manera particular venezolana, podría enterarse cómo "los pequeños" han sido capaces de derrumbar imperios; de cortarles la cabeza a los gigantes, de echar por la borda planes funestos que de manera obtusa ignoraron el poder de los invisibilizados e ignorados.
Creo llover sobre mojado al recordar que el David bíblico derrumbó con una piedra lanzada con una honda al gigantón de Goliat, que lucía invencible ante los ojos de los filisteos. Mahatma Gandhi logró con un sutil pero contundente mensaje pacifista, el reconocimiento de la independencia de la India por parte del todopoderoso imperio británico. Sin ir muy lejos, los jóvenes universitarios venezolanos despertaron la conciencia de su generación y se plantaron con gallardía ante el régimen gomecista, alcanzando a construir una sólida plataforma política, que le obsequió a Venezuela el período democrático más largo y fructífero de su historia. Los jóvenes universitarios nuestros lograron la "proeza" de cerrar filas por un NO a la enmienda constitucional en el 2007 (esos mismos que hoy son objeto de burla y menosprecio), propinándole a Chávez una de las más caras derrotas políticas que haya sufrido en su ya largo y accidentado gobierno.En nuestros días, esos mismos jóvenes están en la calle reclamando respuesta a este desvarío en que se ha convertido el país, y le han movido el piso al Presidente. Nuestros muchachos son valientes; pero valientes de verdad. No son de esos que se esconden en los museos militares en medio de las dificultades, o que se dejan amedrentar con amenazas, o con "gas del bueno", o con las ballenas de las Fuerzas Armadas, o con el propio y contundente terrorismo de Estado (al que hoy le vemos las garras y los colmillos). Se equivoca Chávez si cree que nuestra juventud universitaria se va a dejar arrebatar el país y las esperanzas. Nuestros jóvenes son pensadores, estudiosos y creen en la posibilidad de un país mejor, y no abandonarán las calles hasta que lo hayan alcanzado.
De nada le valdrá a Chávez descalificar a los jóvenes por la vía de la división de clases, o de intimidarlos por el tamaño de las fuerzas juveniles frente al fuego mortal de las armas del Gobierno. Nada de eso. Los que conocemos el interior de las universidades venezolanas sabemos del ímpetu y de la fuerza moral de su gente, y que están constituidas por un rico y denso tapiz de estratos sociales, tanto en el sector profesoral como en el estudiantil, y aquí no nos caemos a coba con eso de que yo soy pobre y tú eres burgués. En el seno de nuestras universidades esas atávicas barreras clasistas se diluyen en un exquisito y envidiable magma, en el que el único indicador válido y reconocible por todos es el de la excelencia académica. Para ponerlo en dos platos: le echas pichón a tus estudios, investigas, produces conocimientos, o sencillamente no estás montado en el vagón del progreso. Y esto puede ocurrir con un burgués o con un pata en el suelo, eso no nos interesa.

En el interior de las universidades venezolanas todos somos una nación y cuando se dan las discusiones de carácter político (y debe ser así), nadie es humillado o vejado por su preferencias políticas. Las armas, la agresión, los insultos y el vandalismo están fuera de los espacios universitarios, por lo tanto los violentos son extraños a la institución. En todo caso la universidad es su blanco perfecto.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Sammy Eppel

Ángeles traidores
Febrero 11, 2010

La mayoría se resiste a emular a los 11 millones de esclavos de la Cuba de los Castro.

El escuchar a Ángela Zago llamar traidores a los mismos militares supuestamente químicamente puros y a los cuales dedicó su libro La rebelión de los ángeles, es algo monumental, pues pone de manifiesto la malvada intención de Chávez de engañar a toda una nación desde el mismo momento de las intentonas golpistas de 1992. Es obvio que quien destruye su propio país y lo entrega en manos de potencias extranjeras es un traidor.

opinan los foristas

El que ahora por fin dice a viva voz que es marxista y castro-comunista, está admitiendo que ese fue su credo en 1992, en otras palabras, Chávez dejo de ser venezolano cuando bajo órdenes de Fidel Castro irrumpió a sangre y fuego contra el orden constitucional hace más de 18 años, traicionando su juramento de soldado de la patria de Bolívar. Por lo tanto, todo aquel civil o militar que colabore en la bastarda labor de entregar la soberanía mientras se enriquece a cuenta del tesoro nacional, no solo es un corrupto, también es un traidor.

En lo que solo puede calificarse de batalla épica, la gran mayoría desarmada se resiste a tener que emular a los 11 millones de esclavos de la Cuba de los Castro.

Chávez en plena guerra sicológica en contra de su propio pueblo, arremete por todos los flancos para tratar de dar la impresión que nos tiene rodeados y que toda resistencia es inútil, cuando en verdad la realidad es que la olla de presión de esta falsa revolución está por estallar y el caos del siglo XXI está a punto de colapsar.

Chávez en su infinita maldad, está propiciando que los venezolanos nos matemos entre nosotros con tal de que él se mantenga en el poder.

“Un hombre puede morir por su país, pero un país no puede morir por un hombre”. ¡Será!

sammyeppel@gmail.com

Anónimo dijo...

Rocío San Miguel

La muralla
Febrero 11, 2010

Nuevas medidas de protección adelanta el gobierno nacional, para controlar el área que circunda el Palacio de Miraflores. Las recientes expropiaciones de edificios alrededor de la Plaza Bolívar así lo confirman. Simplemente se necesita en el conjunto arquitectónico aledaño a la sede emblemática del poder en Venezuela gente dócil y manejable: a) empleados públicos controlables en el puñado de ministerios e instituciones del Estado que rodean la zona; b) Comités de Defensa de la Revolución (CDR) cebados a destajo como mercenarios para activarse como cuerpos de choque y de reacción rápida frente a cualquier protesta; c) la sede de la Milicia Nacional Bolivariana al oeste con sus cuerpos de combatientes y milicias territoriales ideologizadas; d) colectivos sociales armados afectos al oficialismo; y e) los propietarios de inmuebles aledaños que aún quedan, ploteados en un mapa debidamente por Casa Militar, que tiene la facultad de ocupar los mismos, cuando las necesidades de la seguridad y defensa nacional a discreción del Presidente, así lo determinen.

Chávez tiene pánico a la gente pululando libremente a su alrededor. Sin el filtro de su Casa Militar y sus francotiradores que le acompañan en todo espacio abierto donde se presenta, edifica cada hora que pasa una muralla más alta a su alrededor. Tiene miedo a la gente libre, especialmente si se acercan mucho al símbolo del poder. Atrás quedaron las protestas de la avenida Urdaneta, emblemáticas por décadas, en las que los trabajadores, estudiantes y sociedad civil en general expresaban sus demandas insatisfechas; incluso ya es imposible para un transeúnte caminar por la acera de la fachada norte del Palacio de Miraflores o sur del Palacio Blanco. Están suspendidas las garantías de libre tránsito peatonal en estos espacios por orden presidencial. Sólo pueden traspasar la muralla y escamotear una ayuda, aquellas personas que individualmente son interceptadas una cuadra arriba, por un centenar de trabadores sociales que filtran diariamente a cientos de solicitantes que procuran paliar dolorosas necesidades básicas, de salud y vivienda insatisfechas en 11 años de gestión gubernamental.

Dentro del palacio ­en los sótanos­ y sin aire acondicionado o ventiladores por causa de la emergencia energética, una decena de médicos y trabajadores sociales cabildean si hay suerte un cupo en un hospital, pues ya no quedan medicinas que entregar ni casas que ofrecer y atrás quedaron las posibilidades de seguir enviando gente a Cuba.

La muralla cada día es más visible entre el poder ilimitado de un solo hombre y el resto de una nación. Ya no le bastan las 24 hectáreas de Zona de Seguridad que tiene Miraflores decretadas para su seguridad, o las 5.630 de Fuerte Tiuna y 82 de La Casona, sitios en los que se mueve. El discurso demencial continúa extendiendo nuevas necesidades de seguridad a su alrededor.

Anónimo dijo...

Teodoro Petkoff dice en Tal Cual que cuando Hugo Chávez con “gestualidad y voz que creía heroicas… ordenaba a un Jorge Rodríguez entre asustado y desconcertado” que expropiara los edificios en los alrededores de la Plaza Bolívar, realmente no tenía ningún proyecto en mente.

Esto es lo que dice Teodoro Petkoff en TalCual:

¿Para qué exactamente decidió Chacumbele expropiar los edificios que rodean la Plaza Bolívar? Aparte de que la vaga referencia a “construir un centro histórico” no dio ninguna pista acerca de qué significa eso exactamente. Y no la dio porque ni él mismo sabe qué podría hacerse en esa zona.

¿Derrumbar los edificios y construir en su lugar réplicas de las viviendas coloniales, que irónicamente sólo podrían ser las de las casas de los mantuanos, para que los alrededores de la Plaza Bolívar conformen realmente un centro histórico? Si esta fuera la idea lo más probable es que tumben los edificios más o menos rápidamente (porque para destruir Chacumbele es un fenómeno), y los escombros queden allí para siempre, como los de Vargas. Muy bonito quedará el “centro histórico”. Pero si no es esto, ¿qué podría ser? ¿Mantener las edificaciones y darles un uso distinto al actual, como, según se ha insinuado, alojar en ellos comunas y otras zarandajas de las que se le ocurren a Chacumbele? ¿Cuál sería el sentido de esto? Ninguno, porque los alrededores de la Plaza Bolívar quedarían idénticos, pero peor, ocupados por los ganapanes que medran de la “revolución” y ahora tendrían “sede”.

En fin, resulta difícil saber qué proyecto tenía en mente Chacumbele, cuando con gestualidad y voz que creía heroicas, sintiéndose cual Mariscal Sucre en la pampa de Ayacucho, ordenaba a un Jorge Rodríguez entre asustado y desconcertado que le pusiera la mano a esos edificios. Y es que en verdad, no tenía ni tiene proyecto alguno. Todo eso forma parte de su campaña electoral. Son gestos dirigidos a esa parte de su electorado que siente escurrírsele entre los dedos, y al cual pretende retener a punta de efectismos falsamente revolucionarios.

Espera que parte de sus cada vez más escépticos y críticos votantes reaccionen salmodiando el cada vez más asordinado grito de “así, así, así es que se gobierna”. Mucha gente se pregunta si, por asomo, no se le ocurrirá a Chacumbele que eso podría serle, más bien, contraproducente. ¿No pensará que eso acentuará entre la gente sencilla que todavía lo sigue la sospecha de que pretende reproducir ese modelo cubano que nadie quiere en este país, quitándole a la gente hasta su vivienda? ¿No pensará que pone a temblar a muchas personas que lo han acompañado, cuando estas lo ven expropiando viviendas y oficinas, de un modo tan abusivo y francamente ilegal? No, no se le ocurre nada de eso y tampoco lo piensa, porque él cree que eso es revolucionario y jura que ese tipo de actos están en sintonía con un sentimiento igual en la mayoría de la población. Cree que sus delirios coinciden con lo que la gente común tiene en su mente. Se equivoca, desde luego, y por eso viene metiendo la pata con tanta frecuencia. Antes que retener el drenaje de votantes, lo está transformando en una hemorragia. Con su pan se lo comerá.

Anónimo dijo...

¡Yo expropio y tú te la calas!
Editorial

Jueves, 11 de febrero de 2010


Cuál Califa del Medio Oriente Chávez dispone más allá de lo que las leyes establecen. Él es el Estado, él es el pueblo, él es la voluntad soberana, él es la reencarnación del Libertador, de Marx, del Che Guevara y el hijo predilecto de Fidel.
El estado de derecho no existe en Venezuela y no puede existir en la medida en que para nuestro Primer mandatario, el espíritu de las leyes de Montesquieu, es una creación burguesa. La separación de poderes otro invento del capitalismo para perpetuar a las clases dominantes en el poder. Por eso, cual Harum Al Rashid, puede disponer a su antojo de las vidas de sus súbditos por cualquier antojo que de pronto se le ocurra y, lamentablemente en Venezuela, no parece existir una Sherezade que lo calme echándole cada noche un cuento distinto.

Las últimas y caprichosas expropiaciones dan muestra de su talante autocrático e improvisado a la vez. ¿ Cómo es eso de preguntar y ese edificio qué es?, sin saber de antemano que nuevo uso se le dará? Ahora lo peor que le puede suceder a un venezolano cualquiera es que el Presidente pase por delante de su casa o edificio y se le ocurra que sería chevere expropiarlo.

Aquí nadie está a salvo de los caprichos, de los despropósitos e incoherencias de Chávez. Este país está sumido en un estado de estupefacción tal que hace que nos parezcamos, cada día más, a lo narrado con exquisita inteligencia por Vargas Llosa en La fiesta del chivo. Lo único es que a nuestro personaje de marras sólo le interesan, por ahora, las fábricas, los edificios, los hoteles, los centros comerciales y, quién sabe si, quizás, las casas también.

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