lunes, diciembre 22, 2008

"El año que termina" ("...en la Venezuela de Chávez el No significa Sí")

POR:ARMANDO DURÁN.

Este último año de la presidencia de Hugo Chávez poco ha tenido que ver con el discurrir natural del tiempo.

Su desarrollo quedó más bien marcado por dos fechas electorales, el 2 de diciembre y el 23 de noviembre. Precisamente, los dos primeros contratiempos del esfuerzo chavista por imponer en Venezuela la hegemonía unipersonal de su caudillaje militar por la exótica vía de la circunvalación electoral. Como viene haciendo desde hace mucho en Zimbabue su amigo Roberto Mugabe, a quien, para sorpresa de todos, mientras el mundo entero le da la espalda, Chávez, mediante un inaudito comunicado oficial, ofrece el más amplio y rotundo de los respaldos.
Este quitarse al fin la careta, abandono del disimulo que había sido rasgo esencial de los nueve años anteriores del “proceso”, tuvo su origen en la debacle que resultó para Chávez someter a referéndum un proyecto constitucional que, de haber sido aprobado, le hubiera permitido avanzar durante estos meses en la construcción de ese socialismo o muerte a la cubana que nos anuncia a todas horas en todas partes.

En un primer momento, la derrota del Sí, aquel 2 de diciembre, impulsó a Chávez por el sendero de sus discursos más escatológicos. La victoria de la oposición, sentenció de inmediato, fue “una victoria de mierda”. Forma grosera de despreciar a su manera el codiciado racimo de uvas que significaba legitimar el mecanismo totalitario de un estalinismo al que nadie en su sano juicio estaría dispuesto a promover o defender. Pero esa fue una simple reacción inicial. Enseguida, Ley Habilitante mediante, procedió Chávez a introducir ejecutivamente la reforma que los venezolanos habían rechazado en las urnas. El paquete de las 26 leyes y la discusión legislativa de otros tantos proyectos, burla sin atenuantes de la voluntad popular, fue demostrando, en el terreno de los hechos, que en la Venezuela de Chávez el No significa Sí.

En ese querer aplicar por otros medios las reformas que democráticamente los venezolanos habían rechazado se fue buena parte del año que terminó el 23 de noviembre.

Ese día, a pesar de los abusos de poder, del ventajismo más desmesurado, de la explotación continua de su liderazgo, de la distribución de panes y peces a diestra y siniestra, de los insultos, los agravios y las amenazas, su pronóstico de ganar todas las gobernaciones y todas las alcaldías se vio amargamente frustrado. No sólo perdió el chavismo el estado Táchira y la alcaldía de Maracaibo, sino que la oposición ganó los decisivos estados Carabobo y Miranda, el municipio Sucre y la Alcaldía Metropolitana. En realidad, Chávez, a pesar de sus 17 gobernaciones, quedaba rodeado. Física y políticamente. De ahí que desde la misma medianoche del 23 de noviembre comenzó su feroz ofensiva antidemocrática contra sus rivales victoriosos. De ahí también que a pesar de que aún faltan cuatro años para las próximas elecciones presidenciales, yo, el imprescindible, se precipitó a plantear (error que puede costarle caro) la necesitad de votar en febrero la enmienda del artículo 230 de la Constitución para hacer indefinida la elección presidencial.
Dos hechos apremiaron a Chávez a adelantar la confrontación entre su obsesión por permanecer en Miraflores hasta el fin de los siglos y la paciencia de los venezolanos. Por una parte, convocar de nuevo al país a votar por él y por la patria o por la oligarquía y el imperio antes de que su gobierno ponga en práctica duras medidas macroeconómicas (¡ah, resurrección del odiado Fondo Monetario Internacional!) para eludir así los devastadores efectos de la resaca antipopular que provocará la devaluación del bolívar en el mercado oficial o en el paralelo para poder financiar más de 50 millardos de dólares en importaciones, el aumento de los impuestos y la reducción muy considerable de las obras de masiva beneficencia pública. Razón por la cual el presupuesto nacional recién aprobado por la AN no será modificado hasta después del referéndum.

El otro hecho a tener en cuenta para aturdirnos con esta prematura votación es que Chávez, tras las circunstancias desfavorables del 2 de diciembre y del 23 de noviembre, necesita desesperadamente una victoria electoral de peso para recomponer la figura y recuperar la magia, muy maltrechas ambas, sin las cuales su futuro político y el destino socialista de Venezuela correrán el próximo año un peligro muy grave. Gracias a este delirio de Chávez, comienza ahora el 2009, bajo el ominoso signo de la incertidumbre y la crispación. ¿Feliz Navidad?

No hay comentarios.: