POR:LAUREANO MÁRQUEZ.
Dear Oliver: Sólo una pequeña lista de cosas que en Venezuela sacan la Stone:
· La prisión de Julio César Rivas y todas las demás prisiones políticas de las que ya no podemos dar cuenta porque se nos irían todos los caracteres de los que dispone esta página sin terminar la lista.· La persecución, el amedrentamiento, la institucionalización de la maldad.
· El cierre de medios de comunicación y la amenaza a todos los que no han sido cerrados, por ahora.
· El miedo y la autocensura.
· La ausencia de Poder Judicial autónomo.
· La agresión violenta a la expresión de opinión disidente.· El cierre de medios de comunicación y la amenaza a todos los que no han sido cerrados, por ahora.
· El miedo y la autocensura.
· La ausencia de Poder Judicial autónomo.
· El uso de la ley como mecanismo de agresión y venganza.
· La escasa representatividad que la Asamblea tiene de la diversidad política del país.
· La creciente pérdida de espacios de libertad, participación y tolerancia.
· El despilfarro de los recursos públicos en donaciones a otros países mientras los problemas de Venezuela siguen sin resolverse.
· El irrespeto a los derechos humanos.
· El pensamiento único que se nos pretende imponer.· La escasa representatividad que la Asamblea tiene de la diversidad política del país.
· La creciente pérdida de espacios de libertad, participación y tolerancia.
· El despilfarro de los recursos públicos en donaciones a otros países mientras los problemas de Venezuela siguen sin resolverse.
· El irrespeto a los derechos humanos.
· El uso de la Fuerza Armada como instrumento represivo de la disidencia pacífica y la protesta legítima.
· La sujeción de los militares a una opción política.
· La creación de organizaciones armadas para amedrentar.
· La preponderancia del Poder Ejecutivo por encima de los demás poderes, que no son otra cosa que instrumentos suyos.
· Toda Ley orgánica aprobada con premeditación, alevosía y nocturnidad.
· La confiscación de la soberanía popular con leyes electorales que atentan contra la representación proporcional.
· La imposibilidad de auditar las finanzas públicas y la corrupción administrativa en todos los niveles de la administración del Estado, que deja a los de la IV como simples aficionados.
Dear Oliver: Lamentablemente, el lente de tu cámara está sucio y se ve que hay cosas que no recoge.
“Y es que en este mundo traidor: nada es verdad ni mentira. Todo es según el color del cristal con que se mira.” Eso dijo Campoamor, pero nuestro Zapata agregó: “Si en este mundo traidor nada es verdad ni mentira, como dice Campoamor, tampoco es verdad el color del cristal con que se mira”.· La sujeción de los militares a una opción política.
· La creación de organizaciones armadas para amedrentar.
· La preponderancia del Poder Ejecutivo por encima de los demás poderes, que no son otra cosa que instrumentos suyos.
· Toda Ley orgánica aprobada con premeditación, alevosía y nocturnidad.
· La confiscación de la soberanía popular con leyes electorales que atentan contra la representación proporcional.
· La imposibilidad de auditar las finanzas públicas y la corrupción administrativa en todos los niveles de la administración del Estado, que deja a los de la IV como simples aficionados.
Dear Oliver: Lamentablemente, el lente de tu cámara está sucio y se ve que hay cosas que no recoge.
1 comentario:
Marcos R. Carrillo P. // El precio de ser Oliver Stone
La verdad que la peliculita mercenaria del tal Oliver Stone sobre el charlatán sabanetero no debería extrañar a los fanáticos del cine. Cualquiera sabe que él tipo tiene una debilidad por personajes perversos. Ya desde su primer guión se interesó en un régimen abusivo y vejatorio, cuando focalizó su atención en las humillaciones que se sufrían en las cárceles de Turquía (Expreso de Media Noche, 1978). Lo curioso es que la película, que pretendía mostrar lo más perverso de un régimen carcelario, es un cuento de hadas cuando se recuerda que nuestro país tiene el más alto índice de muertes de reos del mundo y que las mismas se producen en condiciones tan dantescas que ni al inspirado director se le pudieron ocurrir.
No es de extrañar tampoco que un director que se interesó en el ícono de la corrupción norteamericana (Nixon, 1995) sienta un cosquilleo irresistible al entrevistar al presidente que ha liderado el más increíble asalto al erario público que haya conocido nuestro país. Una persona que dedicó parte de su obra a la vida de un par de asesinos en serie (Natural Born Killers, 1994) no podría sentirse más que identificado con el "líder" de un gobierno que ha alcahueteado el asesinato de mucho más de cien mil personas durante su gestión. Su obsesión por las atrocidades de la guerra no pudo más que exaltar el erotismo que le producen los campos de concentración de la guerrilla colombiana y la chapucería del gobierno que los apoya (me pregunto si en la peliculita aparecerá reflejada la cómica mundial de la Operación Enmanuel, episodio que podría ser material de lujo para producir su primera comedia).
Su gusto pueril por lo épico lo ha llevado a buscar héroes de pacotilla y en su decadente búsqueda ha recalado en los bolsillos de Chávez, quien no sólo ha financiado su propia película (así como el pana Mugabe se organizó su propio homenaje) sino que, con seguridad, puso los cobres para el documental que el mismo realizador hizo sobre "su padre Fidel". ¡Necios y chulos del mundo uníos!
Y aquí sí se llega al meollo de la historia. El tal Stone se las da de comunista e iconoclasta, hasta aquí todo bien: cada quien puede ser tan estúpido como le plazca. Lo realmente relevante es que el tipo no mueve un dedo si no hay billete por delante, Oliver no se sacrifica por la revolución mundial (así son los revolucionarios de tarifa). Ésta sólo le sirve de excusa para ganar dinero a montón, para vivir en una cómoda mansión bien cerquita de MGM, Universal o Sony Pictures. El tipo es un capitalista salvaje: se ha creado una imagen de irreverente, que lo ubica en un particular mercado sin mucha competencia en el que se vende a un alto precio. Es un comerciante al que no le importa cobrar millones de dólares por hacer una película sobre un improvisado e irresponsable farsante, a pesar de que ese dinero se podría invertir en cualquier programa de salud. Y a pesar de todo eso, Stone es también una paradoja pues termina siendo un aparato de propaganda de un país que permite que cada quien piense y diga las pistoladas que le provoque.
Todo el rollo del documental es muy simple: Chávez tiene real y un ego pueril y herido. El otro tiene fama y medios para hacer propaganda. Se pacta un precio y se comercializa; como Madona, Michael Jackson, un refresco, un vestido o unos zapatos. Son, simplemente, un par de farsantes.
¿Quieren ver una buena película sobre Chávez y su padre Fidel? Vean Bananas, de Woody Allen.
mrcarrillop@gmail.com
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