Cien años de soledad, en vivo y a todo color
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dic...
Hace 7 horas.
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El Rey gana popularidad en España y Latinoamérica tras careo con Chávez
Dos gestos sin precedentes, calificados por algunos de "lamentables", han hecho que el Rey Juan Carlos, jefe del Estado español y símbolo de la democracia, aumente su ya notable popularidad entre los españoles, pero también en los países latinoamericanos.
Juan Carlos I, rey desde el 22 de noviembre de 1975, dos días después de la muerte del dictador Francisco Franco (1939-1975), fue elegido por éste, en detrimento de su padre, Don Juan, para devolver la monarquía liberal al país.
La mayoría de los partidos políticos y de la población lo consideran artífice de la transición a la democracia y un elemento unificador entre todas las fuerzas y tendencias políticas, característica esta última que comparte con el Rey de los belgas.
Como jefe de Estado de una monarquía parlamentaria, tiene funciones limitadas por el gobierno y el parlamento.
Su popularidad viene avalada por el protagonismo decisivo que tuvo durante el golpe de Estado del 23 de febrero de 1981, conocido como "el 23-F", en el que un sector del Ejército se sublevó, asaltando el Congreso de los Diputados, momento que fue visto en todo el mundo a través de la televisión.
El Rey se opuso al golpe y en la noche del 23 al 24 de febrero compareció en televisión, en calidad de jefe de las Fuerzas Armadas, para apoyar la Constitución, que había sido aprobada en 1978.
Desde entonces, las intervenciones del monarca se han reducido prácticamente a las llamadas a la unidad de los españoles en Navidad y, al igual que muchos reyes europeos, se ha mantenido en un discreto segundo plano, respetado, eso sí, por los medios de comunicación.
El sábado, el Rey, que el 5 de enero cumplirá 70 años, mandó callar en lenguaje llano a un presidente latinoamericano que criticaba a España durante una cumbre iberoamericana, y a continuación abandonó la sala cuando otro continuó las críticas.
La "salida de tono" del Rey es "impropia" de un monarca y "no ayuda a superar los recelos históricos" ni a "corregir la imagen que parte de América Latina tiene de una España anclada en el pasado, y especialmente en su pasado colonial", estimó Joan Ridao, candidato electoral del partido independentista Esquerra Republicana de Catalunya.
"El rey ha roto" todo lo construido durante las 17 cumbres iberoamericanas, en las que ha estado presente, lo que es "una pena", indicó por su parte la periodista de Televisión Española Carmen Enríquez.
Pero la mayoría parece aprobar esos gestos. "En España, su imagen no ha quedado dañada; todo lo contrario", dijo a la AFP José Ignacio Cases, jefe de departamento de Ciencia Política de la Universidad Carlos III de Madrid, que estima el apoyo al monarca en el país en el 80%.
Y en América Latina hay una clara división entre dos grupos de países: los cercanos políticamente a España y "los de la mentalidad bolivariana de Chávez, donde puede ser que la imagen haya quedado dañada, sobre todo si continúa la publicitación por parte de Chávez".
"El trauma desde el punto de vista intelectual y emocional ha sido muy grande", pero "en la latinidad está mucho la pasión y el enfrentamiento verbal y luego las cosas se nos pasan muy rápido", relee una fuente de la Secretaría General Iberomaericana (SEGIB).
Para la próxima cubre, dentro de un año, "no quedará ningún resquicio" de este altercado, que "no creo que haya sentado mal; al contrario", agregó esta fuente coincidiendo con la valoración de Cases.
De hecho, el gesto no sólo se ha vuelto inmediatamente popular en España, sino que varios mandatarios latinoamericanos han expresado su apoyo al Rey, como el presidente peruano Alan García; el gobierno chileno; el ex presidente mexicano Vicente Fox; el presidente de El Salvador, Elías Antonio Saca; y las oposiciones de Nicaragua y Venezuela.
Y aunque la prensa española habla de que Juan Carlos I está viviendo un "annus horribilis", parafraseando a la reina Isabel de Inglaterra, "la situación no es nada comparable" a la de ese país, donde la monarquía se ha visto envuelta en numerosos escándalos, y el suceso "no tendrá ninguna repercusión institucional", dijo la periodista Carmen Enríquez a la AFP.
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