Un pulpo es un molusco cefalópodo dibranquial, octópodo, de apetito insaciable y voraz.
Hugo Chávez ya ha enseñado todas sus cartas en este juego perverso de poder. Nos ha dicho clarito, sin espacio a dudas, para dónde nos quiere llevar con una reforma que, como bien descifró mi querida concejala hatillana Soledad Morillo, es una estafa en 33 artículos. Huguito, ¡caramba, te me volviste estafador, chico!
Los estafadores son encantadores, alegres y simpáticos. Son tipos que caen requetebien, que te cautivan, expertos en el arte del levante, que le echan ojitos a las mujeres y estrechan la mano de los hombres con firmeza y carácter, y son el alma de la fiesta. Esto, es verdad, nuestro mayor estafador, Hugo, lo hace a diario y con un histrionismo digno de un Oscar de la Academia. Y ahora pretende con la reforma darnos la estocada final.
Ahora bien, si nos dejamos meter esta estafa, si caemos en esta trampa caza "buenagente", Hugo ya no será presidente. ¡Qué va! El cargo de Presidente es una camisa que a Hugo ya le queda chiquitica. Con la reforma constitucional se convertirá en un pulpo, un cefalópodo pseudosocialista, que tendrá harto poder entre sus tentáculos de poderosas ventosas para poder con este país irreverente.
Lo de Hugo es hambre pantagruélica. Ah, pero no será más poder para el pueblo, como tanto se cacarea y pontifica. Ahora Chávez también pasará a representar y a hablar por el pueblo.
En fin, este paquete chileno, con el perdón de los muy respetables amigos australes, quienes hace ya años se sacudieron el "ánimo dictatorial" de su palacio de Gobierno, este paquete huele a azufre. Huele a pescado rancio, a pulpo socialista.
Fuente:www.eluniversal.com ebattistini@gmail.com
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