miércoles, septiembre 05, 2007

"UN FRENTE COMÚN"


Por: MARÍA TERESA ROMERO.

Si pretenden sobrevivir, a las dirigencias opositoras no les queda sino unirse

De nuevo, el Gobierno pone a la oposición en tres y dos; y de nuevo nuestra variopinta, confusa y dividida oposición -integrada por partidos políticos, ONG, estudiantes, trabajadores, empresarios y medios de comunicación- cae en la trampa de siempre: pelearse y echarse paja entre ella misma. Como siempre, la contienda opositora es entre ir o no a votar algo. Ahora se trata, nada más ni nada menos, que de aprobar o no la reforma constitucional que pretende legitimar y consolidar definitivamente la autocracia militarista y neocomunista de Hugo Chávez.
Como en ocasiones anteriores, el problema no está en que existan y se discutan diferencias estratégicas y razones políticas en torno a la decisión de ir o no a una nueva trampa electoral. Son lógicas las divergencias e inevitables los desencuentros entre visiones y grupos opositores tan disímiles y frente asuntos en los que se juega el porvenir de cada uno, de la oposición como un todo y de la democracia venezolana. En realidad, si analizamos con honestidad hay razones de peso y argumentos válidos tanto en las posiciones de quienes son partidarios de participar como de quienes no.

El grave problema está, por una parte, en la forma de cómo se llevan y ventilan públicamente las discusiones opositoras, con un estilo innecesariamente encarnizado, plagado de encono, prepotencia y hasta de deslealtad. Y, por otra parte, en que esas discusiones no se realizan desde el inicio con el único propósito realmente válido, lógico y esencial, el de lograr un frente y una posición común porque ante el apabullante e inescrupuloso poder político y económico de Hugo Chávez, simplemente no queda otra.

Si pretenden sobrevivir políticamente, a las dirigencias opositoras no les queda sino unirse cuanto antes en un frente común para tratar de resucitar, una vez más, la voluntad, la energía y el espíritu cívico de la mayoría de los venezolanos que, aunque se crea lo contrario, aún sigue vivo; sacarlos de la fosa de la apatía y desconfianza en la que se encuentran; y lograr movilizarlos sea para ir o no a votar.

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