martes, octubre 23, 2007

"LA REVOLUCIÓN HA MUERTO"


POR: MICHAEL ROWAN.

Los venezolanos no están de acuerdo con lo que Chávez hace pero no se lo dicen en su cara

Ésta es la obvia conclusión del prestigioso sondeo Pew World Survey de 46 países, el cual incluyó 803 entrevistas realizadas en Venezuela en mayo. En el área económica, el estudio determinó que 79% de los entrevistados está a favor del comercio, 74% dijo que las firmas extranjeras tienen un buen impacto en Venezuela y 72% señaló que la gente está mejor en una economía de libre mercado, incluso a pesar de que algunos terminan siendo pobres y otros ricos. Este 72% fue el mayor porcentaje entre las seis poblaciones latinoamericanas entrevistadas que dijo estar a favor de una economía de libre mercado. Aunque el gobierno de Chávez hace justamente lo contrario en la economía, 3 de cada 4 venezolanos apoya la globalización y el libre mercado.

En el área de gobierno, 55% dijo que la administración tiene demasiado control sobre la gente, un aumento frente al 39% registrado en el sondeo de 2002. El motivo por el cual la gente se va de Venezuela es encontrar trabajo (64%) y seguridad (16%), escapar de persecución política (9%) o buscar educación (5%). Aunque el gobierno de Chávez afirma que ha logrado reducir la pobreza, el desempleo y el analfabetismo, la población no está de acuerdo.

En cuanto a la democracia, 71% de los venezolanos cree que los tribunales deberían tratar a todo el mundo por igual, pero sólo 15% piensa que ello ocurre en el país; 67% cree en elecciones honestas y multipartidistas, pero sólo 24% piensa que eso existe en Venezuela; y 57% desea que los medios estén libres de la censura del gobierno, pero sólo 16% cree que ése sea el caso hoy en el país. Aunque el gobierno de Chávez dice que esto es una verdadera democracia, la población describe Venezuela como una dictadura.

Si tuvieran que escoger entre una buena democracia o una economía fuerte, 81% opta por una buena democracia, y 18% por lo segundo. Mientras que el gobierno asevera que ha compartido la riqueza petrolera con el pueblo, sólo 21% indica que el país es próspero. Si los venezolanos tuvieran que escoger, 84% seleccionaría la democracia para resolver los problemas del país, mientras que sólo 16% preferiría a un líder fuerte para ello. Estos datos van en contra de permitir la reelección indefinida del presidente. A raíz de estos resultados, es obvio que los venezolanos no están de acuerdo con lo que Chávez está haciendo, pero no se lo dicen en su cara.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Viczuly Mejías // El hombre nuevo

Un escalofrío recorre el cuerpo al ver los debates en la Asamblea Nacional
Un escalofrío recorre el cuerpo al ver los debates en la AN. Vimos a la presidenta Flores suprimirle el derecho de palabra a una compañera de partido, de revolución, y la pregunta a flor de labios es: ¿qué esperanza tenemos de ser escuchados quienes no estamos dispuestos a construir el socialismo, si a los propios constructores del mismo no los dejan hablar?

De esto se trata el cuento del hombre nuevo de la revolución. Un ser humano con valores alterados, que no sepa de su pasado y, en consecuencia, permita cambiar la historia. Alguien que no entienda de democracia real y cultive como concepto de gobierno la figura del gendarme necesario que impone pensamiento y acción a sus gobernados.

Los requisitos para ser un hombre nuevo en la revolución son simples: tener como valor primordial la intolerancia y considerar el pensamiento único socialista como su centro de vida. No puede creer ni practicar la democracia en su sentido estricto, es decir la participación del pueblo. Debe ser autoritario, mal educado, creer ciegamente en el Che, y exhibir irrespeto por los derechos humanos. Esa es la ética revolucionaria, con un agregado, la legitimación de la delincuencia en todas sus formas.

Larga distancia la de esta ética de los valores republicanos que nuestros ilustres pensadores defendieron y hasta murieron por ellos. Todos apostaron por ciudadanos dignos, apegados a la honestidad, la tolerancia y el respeto a los derechos de todos los que habitamos en este país.

La mayor responsabilidad de quienes conocemos nuestra historia, que nos levantamos a diario para elevar la bandera de la democracia social, que amamos la libertad y creemos en el respeto y la tolerancia, es develar esta mentira. No es nuevo no tener valores democráticos y fingirlos; lo nuevo es que no teniéndolos pretendan justificarlos.

viczulymr@gmail.com
Dirigente estudiantil UCV - Juventud UNT

Anónimo dijo...

José Toro Hardy // El líder

Pretenden ideologizar a la población transformándolos en eunucos políticos del Estado
Algunos líderes parecen destinados por la Providencia a sembrar de miserias el futuro de sus pueblos en nombre de una ambición desmedida de poder. Muchos de estos líderes tienen un denominador común: son carismáticos, extraordinarios oradores, populistas, demagogos y no tienen escrúpulos.

Incapaces de aceptar las reglas del juego político convencional, adaptan las leyes a sus propios deseos y llegan al extremo de creer que sus deseos son la única constitución que debe imperar. Inevitablemente, si se les permite, se transforman en dictadores. Son incapaces de concebir que algún día puedan abandonar el poder.

No tienen ningún reparo en reescribir capítulos enteros de la historia, para adecuarla a sus conveniencias.

Ególatras enfermizos, recurren con eficacia a grandes maquinarias propagandísticas con el objetivo de ensalzar y endiosar su propia imagen ante los ojos de un pueblo desprevenido.

Insignes oradores, pueden hipnotizar a las masas, tensando las fibras más íntimas de algunos seres humanos, despertando en ellos pasiones, odios y también amor; pero, en todo caso, doblegando la voluntad de esas masas a su propia voluntad.

Violentos por naturaleza, transmiten su violencia a importantes sectores de la colectividad, infectando el alma de quienes, hechizados por sus palabras, se transforman en fanáticos que renuncian a su capacidad de raciocinio y se limitan a repetir con gestos y palabras las consignas que reciben del régimen.

Pretenden ideologizar a la población -en particular a los más jóvenes- transformándolos en eunucos políticos del Estado. Por ello siempre reforman los sistemas educativos para adaptarlos a la ideología que intentan imponer.

Destruyen el equilibrio de los poderes y ponen especial énfasis en mediatizar la justicia. También controlan los parlamentos, para que estos aprueben las leyes dictadas por el líder. Crean mecanismos para anular las garantías ciudadanas y acabar con la libertad de expresión. De talante desconfiado y paranoico estos líderes suelen crear organizaciones armadas paralelas para oponerlas a los ejércitos regulares, a los cuales temen. Estas organizaciones se transforman en una suerte de comisarios políticos que amenazan e infunden temor tanto a la población en general como a las fuerzas armadas regulares en particular, cuya sumisión constituye uno de sus principales objetivos del régimen.

Dividen a la sociedad en buenos y malos, en amigos y enemigos. A los primeros hay que premiarlos, a los segundos neutralizarlos o eliminarlos. Para monopolizar la acción política, crean partidos únicos e introducen cambios en los símbolos patrios. Con el tiempo, llegan a ilegalizar a todos los demás partidos.

Conocedores de la naturaleza humana, comprenden que la codicia es uno de los mecanismos más eficaces para someter a algunos sectores, a quienes compran con prebendas y beneficios, transformándolos en aliados y aduladores que apoyan al régimen porque tienen los bolsillos llenos y las conciencias vacías.

Dominados por el ansia de poder, estos líderes proyectan siempre su imaginación más allá de las fronteras de su nación, percibiéndose a sí mismos como adalides de todo un continente.

También al mundo lo dividen entre países amigos y enemigos. A los últimos suelen acusarlos de mil infamias y permanentemente recurren a la cantaleta de que los enemigos atacarán a la patria. Y es que el patrioterismo, más que el patriotismo, es otra de las características de estos líderes.

Se rasgan las vestiduras en nombre de la defensa de la soberanía, a la vez que no tienen el menor inconveniente en intervenir de la manera más descarada en los asuntos internos de otras naciones. Arman a su país hasta los dientes. Sacrifican cualquier otra necesidad de la sociedad, por urgente que sea, porque desde su punto de vista, la intimidación -interna y externa- es la única forma de mantenerse en el poder. Para eso sirven las armas.

A la larga, terminan por hundir a sus países en una vorágine de violencia.

Me estoy refiriendo, por supuesto, a Adolfo Hitler, o a Benito Mussolini, o a Fidel Castro, o a Saddam Hussein. La lista es muy larga y la ideología poco importa.

Al revisar las páginas de la historia resulta inevitable lamentar las oportunidades que muchos pueblos desperdiciaron y que hubiesen podido servir para ahorrarles la tragedia del totalitarismo que ensombreció su destino, a veces por décadas enteras. Quizás la culpa la tuvieron esos mismos pueblos cuando por indecisión, indiferencia, ignorancia o miedo, permitieron la instauración de esas tiranías.

josetoro@movistar.net.ve

Anónimo dijo...

Liliana Fasciani M. // Vodevil parlamentario

Lo que Hugo Chávez no tocó de la vigente Constitución en su proyecto de reforma, la Asamblea Nacional asumió que le correspondía hacerlo y, en efecto, lo está haciendo.
¿Más chavistas que Chávez? De ninguna manera. En diez años se aprende mucho. Y la última década ha sido un libro abierto para aquellos venezolanos atentos a los acontecimientos, curiosos ante los cambios, preocupados por la cantidad de exabruptos jurídicos y abusos de poder que caracterizan al actual gobierno. Algunos hemos aprendido a ver más allá de la pupila, a leer entrelíneas, a interpretar la gestualidad, a percibir la intención a través de la seducción de las palabras, a detectar la mentira disfrazada de razón de Estado y la burla escondida tras las admoniciones.
No se incluyeron nuevos artículos a la reforma constitucional porque haya sido una propuesta del pueblo, a través de ese circo denominado "parlamentarismo de calle". No se ha ido aprobando cada uno de ellos porque los diputados desean satisfacer las peticiones de sus representados, pues si tal fuere el caso, entonces no tendrían que haber incluido ninguno.

Ese articulado está siendo sometido al desguase, porque así fue planificado por el propio Hugo Chávez: él elaboraría una reforma aparentemente estratégica en los aspectos inherentes a los motores constituyentes, y la Asamblea Nacional, en el veloz trayecto de las discusiones, completaría el trabajo modificando aquellos otros artículos mediante los cuales debe aplicarse la auténtica radicalización revolucionaria.

No es, pues, un aporte emanado de la inteligencia o del examen analítico del pueblo, porque la mayoría del pueblo no se ha tomado la molestia de leer el proyecto de reforma constitucional. Tampoco provienen estas adiciones a dicho proyecto de una iniciativa tomada por los asambleístas, porque a fuer de mandados perdieron hasta el criterio. Ni siquiera los votos salvados de algunos diputados, de cierto gobernador y del cada vez más incoherente fiscal general, obedecen a posturas jurídicas serias, porque son incompatibles sus convicciones éticas con el Derecho y la Justicia.

Todas las escenas, los personajes y el libreto son piezas de un vodevil que tiene la impronta inconfundible del "ente" supremo. Aquella advertencia de que a nadie debía ocurrírsele cambiar un punto o una coma de la reforma, y la antiparabólica desobediencia por parte de la Asamblea Nacional, es la evidencia más clara de esta farsa. ¿Quién va a creer que alguna de las rémoras revolucionarias se atrevería a discrepar públicamente del líder, a desobedecerle, a contradecirle, o a oponerse a sus designios? Cualquiera sabe que una conducta tal tendría como consecuencia el repudio y el ostracismo.
En el teatro en que se ha convertido el hemiciclo, los diputados están representando el papel de autores materiales de un crimen de lesa majestad, cuyo autor intelectual es Hugo Chávez. El crimen es nada menos contra la "majestad soberana" del pueblo venezolano y de su Constitución.

La indefensión de ese pueblo, que somos todos, se la debemos a un defensor del pueblo que defiende al gobierno, a un fiscal general que acusa al pueblo en vez de acusar al gobierno, a una Asamblea Nacional que no representa al pueblo sino al gobierno, a un Poder Judicial que juzga a favor del gobierno y en contra del pueblo, a un Poder Electoral que no cuenta los votos del pueblo sino los del gobierno, a un Poder Moral que no tiene moral, y a un Poder Ejecutivo que gobierna en otros países y desgobierna en el propio.

lilianafasciani@yahoo.es