"La gran Victoria" (Chávez está sufriendo realmente una derrota descomunal)

POR:FERNANDO LONDOÑO:

Así lo reseñó Noticias24.

Lo de Chávez es una “derrota monumental”, no una “derrotica”

“Hugo Chávez tuvo que aceptar, a pesar de todos los pesares, su derrota monumental, no la “derrotica” que describió cínico en la pantalla”. Lo dice hoy el ex-Ministro colombiano Fernando Londoño en una columna que publica en “El País” de Cali.

Esta es su columna completa que hoy publica El País de Cali:

No fue la de Chávez una simple derrota electoral. Si aceptó la celebración de un referendo confirmatorio de su constitución dictatorial, fue por la seguridad de una aplastante victoria. Y tenía motivos para esperarla. Tantos como los de la oposición para saber que sería apabullada sin misericordia. Por eso se abrió camino la tesis de la abstención, que tuvo inmensa caudal de fieles. Se sabía que el Consejo Nacional Electoral, en manos de una chavista, daría triunfo al Sí con el 65% de los votos, sin importar lo que hubieran dicho los electores.

Para ganar el referendo, Chávez lo tuvo todo. Salvo la ayuda de Carter y Gaviria. Era lo mismo que en el referendo pasado, pero con nuevos primores. La prensa estaba más silenciada, después del cierre de Rctv y de las amenazas de la adiestrada turba a Globovisión, los mecanismos tecnológicos para descubrir cómo era el voto individual habían probado su eficacia, sentía a las Fuerzas Militares más ‘depuradas’ e irreductibles ante cualquiera tentación democrática, el dinero del petróleo había llegado a más gente, que no tiene otro medio de vida que los regalos del tirano, y de algo serviría la pasión chauvinista que, sin duda, habría trabajado la conciencia del sector más sensible a esos estímulos canallas.

Y, sin embargo, contra todo, ganó la conciencia de la libertad, el sentido de la dignidad individual y colectiva y el amor por una democracia que se hace más necesaria cuanto más esquiva.

Chávez movió al pueblo con un presupuesto indefinido. Fustigó la oposición con epítetos y amenazas. Presionó al Consejo Nacional Electoral para que trocara el desastre evidente en una ganancia formal y al Ejército para que, a bala, calmara las agresiones contra ese despojo. Y nada pudo. Porque el pueblo mostró que su bravura está bien puesta en el himno y tuvo que entender que la opinión pública internacional no le iba a tolerar una masacre para encubrir un fraude. Y que el Ejército no abriría fuego contra manifestantes inermes que simplemente reclamarían su derecho. Y hubo de aceptar su derrota monumental, no la “derrotica” que describió cínico en la pantalla, y maldecir su fe excesiva en su propia imagen caudillista, mientras en el fondo del alma envidiaría a Rafael Correa, el presidente ecuatoriano que, a fuerza de taimado, consiguió lo que él mismo, todopoderoso y feroz, estaba perdiendo.

Tenemos muy claro que el comandante no parará en su empeño y que a Venezuela le aguardan horas amargas. Chávez quemó las naves de la cordura y seguirá firme en la proa de la que lo lleva a las playas del Socialismo del Siglo XXI. Sin que sepa de qué se trata. Cuando los tiranos saben adónde los lleva su locura de dominación, están perdidos. La gracia del sistema es ignorarlo todo, salvo la arrogancia que produce el poder y la fe ciega en su fuerza descomunal. Son pobres prisioneros de sus odios y de su ceguera. Hasta que terminan estrellados contra los implacables acantilados que la historia les reserva.

Suelen despreciarse las lecciones de la política. En éstas queda evidente que los pueblos no quieren tiranías, que detestan las recetas del viejo comunismo, que no aceptan ver pisoteadas las garantías sociales ni los derechos individuales. Y que, por simples que sean, entienden que el comunismo sólo produce miseria.

Fuente:Noticias24. El País, Cali (Colombia)