sábado, diciembre 22, 2007

"No está en casa el General" (."con la vara que midas serás medido")


POR: GONZALO HIMIOB SANTOMÉ.

Este artículo lo escribo el 21 de Diciembre de 2007 a las 6:00 de la tarde, cuando aún la esperanza, por lo menos para quienes representamos al General, se mantiene viva.
Giros, pasos adelante y atrás, burocracia y, como siempre, el desprecio por la verdad y el sentimiento ajeno que es, en muchos funcionarios públicos (que no en todos), común en éstos días. Tensión, horas de espera, horas sentado ante un teclado hilvanando líneas y argumentos, horas de cama (pocas) y de poco dormir en las que, por momentos, y como dijo alguna vez Leonardo Padrón en su “Amor Tóxico”, no tenemos sueños, sólo almohadas.

Al final, y casi a última hora (aunque a destiempo) la noticia: está listo el documento (¡qué triste hacer depender la libertad de una ser humano de un papel!). El nuevo cometido era hacerlo llegar a su destino, lograr que la jueza lo tuviera en sus manos para que hiciera lo que la ley le ordena hacer: darle la libertad a quien le corresponde. Los tiempos casi agotados (¡que triste hacer depender la libertad de un ser humano de las vacaciones de otros!) y las esperanzas, aunque siempre presentes, oscurecidas.

Sin embargo no salió el papel. No llegó el papel. No pudo la jueza “darle entrada” al papel. Los abogados hicimos lo humanamente posible para que ello ocurriera. Y la jueza hizo lo que corresponde. Trató de hacer valer, para cumplir con su trabajo, su autoridad. No la dejaron. La mentira se le impuso desde la prepotencia, y lo peor es que ella sabe que es mentira lo que esta prepotencia en su descaro le alegó. “No está listo el papel” le murmuraron las hienas royendo huesos entre risas que no son, como sus “verdades”, tales. Pero en ese momento la jueza estaba atada de manos (más no de conciencia, que no hay soga que la domine). Se retiró sin poder leer o conocer lo que en el papel se decía (como lo sabía) sobre un ser humano. No la dejaron las hienas conocer el pretencioso e imposible “pronóstico favorable” sobre la “futura conducta” del General, “pronóstico” hecho por personas que no conocen (o no quieren conocer, o fingen no conocer) la verdad del ser humano sobre el que versan sus “evaluaciones” y “conclusiones”. La jueza supo que sus leyes y su Constitución y las obras de derecho y de principios que tiene cerca de ella no significan nada para las hienas. También supo que a éstas nada les importa que sea diciembre, y que hay heridas que las ausencias de padres, esposos, hermanos e hijos abren en estos días que no se cierran.

Sin embargo ella sabía que allí, a su lado, estaban también la historia, y Dios que es su artífice, como únicos testigos presenciales de lo que por su conciencia (que no por la de las hienas, que no la tienen) pasó en esos momentos.

Al final se impuso la orden implacable: ¡hágase la oscuridad!. No se le permita al General estar estas navidades con su familia, con los suyos. No se le otorgue lo que la ley dispone para él. Llenemos –se dijeron las hienas- nuestras bocas, eso sí, de palabras en las que no creemos. Hagámosle creer al mundo que nuestros aullidos sobre el respeto a la ley y nuestras peroratas sobre “solidaridad” son más de lo que en verdad son: estruendos vacíos. La excusa falsa de las hienas “el papel no está listo” demuestra que creen que a las ideas, a los principios y a la dignidad se las puede mantener en prisión. Los falsarios están convencidos (y he allí su miseria y la semilla de su futura caída) de que al espíritu libre se le somete colocando al cuerpo que lo contiene tras las rejas. La jueza, no obstante, sabe que hizo lo correcto. Y sabe que aún desde las críticas pasadas se le agradece el gesto. Es un gesto valiente, que puede costarle el puesto. Pudo haberse vendido a la conveniencia, al miedo, pero no lo hizo. Está, como millones de nosotros, cansada de abusos y de infortunios. La historia ya no le depara, como a otros, como a las hienas que hoy se le imponen, un sitial eterno del lado de las oscuridades. Trató de hacer su trabajo. Fue ciudadana. Es, como lo es y ha sido siempre aquél al que no se le dejó liberar, un ser humano.

La burocracia, el anhelo de complacer al rinoceronte que las domina a punta de miedo y de prebendas motivan a las hienas en su actuar desaforado. También las domina el miedo de saber que el único poder que alguna vez tendrán sobre éste ser humano, el General, que es tan infinitamente superior a ellas en moral y dignidad es el de limitar su cuerpo (que no su alma, su conciencia o su pensamiento) a un espacio cerrado. No lo quieren libre. Es a la libertad a lo que más temen. Todo lo que sus húmedas narices perciban como verdaderamente libre les repugna. Gozan, al desconocer la orden de la jueza, de su mediocre espacio de “autoridad” sobre este General que nunca les fue ni les será sumiso, que nunca se arrodilló ni arrodillará ante sus abusos.

Así, y hasta ahora, esta Navidad tampoco podrá encontrarse el General en casa, con los ojos alegres de su hija, con los ojos de esperanza su esposa, con las miradas felices de su familia y de sus amigos. El abrazo navideño de la hija, de la madre y de la esposa será, una vez más, entre rejas. El padre también le abrazará, y sus hermanos también, pero aunque estos abrazos serán tras los barrotes de la injusticia, serán abrazos plenos de orgullo. Todos saben que el General es digno, y que su valentía (como la de muchos otros que están en la misma situación) es ejemplo a seguir por quienes sí creemos en la libertad, el humanismo y el honor. Sigue sin embargo, y “por ahora” el curso de una historia infame que ha costado a un gran hombre, a un General de verdad, muchos días de libertad plena. No es el General una de estas marionetas que tanto adornan (sólo sirven para eso) los pasillos de los cuarteles últimamente. Esa es nuestra carga y, a la vez, nuestro orgullo.

Y es nuestro orgullo porque seguramente las hienas alzarán enardecidas, en lo que ellas creen que es “libertad” (no puede serlo si se basa en el miedo) sus copas en Noche Buena, pero no dormirán después tranquilas. Algo les dice (y por eso se aferran con desespero al poder) que el peso de las piedras que con su hacer acumulan en algún momento hará naufragar sus precarias barcas de iniquidad. Sus pesebres lucirán vacíos de ese espíritu que acompaña a quienes, aunque no tengan sus riquezas mal habidas, poseen el tesoro del favor y del respeto de la gente de buena voluntad.

El General, por el contrario, esa misma Noche Buena se encontrará en su sueño de hombre justo con un mejor país que lo será (porque lo será, y quizás más pronto que tarde) entre otras cosas, por la fuerza de su ejemplo. Dios estará a su lado. Eso le basta.

Pasan así los años para el General (y para tantos otros) en injusta prisión. Su hija, María José, era una niña (así la recuerdo al conocerla) cuando su padre, el General, un día me llamó para decirme que le habían anunciado que le iban a investigar y a encarcelar, y que él no escaparía de ello y afrontaría con la frente en alto la barbarie que se le avecinaba. Hoy su hija María José es ya una mujer curtida por la experiencia de haber tenido a su padre injustamente encarcelado, de haber luchado por él y, ahora, por haber teñido sus manos de blanco para unirse a las luchas estudiantiles por la libertad desde la UCAB en la estudia Su esposa, María Eugenia, ha dejado de ser un “ama de casa” y se ha convertido en ferviente activista por los derechos humanos.

Será sin embargo para ellos otro diciembre oscurecido. Como lo será para los Comisarios Vivas, Forero y Simonovis, y para los funcionarios de la policía metropolitana que han sido injustamente acusados con ellos. También lo será para Otto Guebauer, para los hermanos Farías, para el Capitán Guyón, para Francisco Alvarado y para Eligio Cedeño. Será un turbio diciembre para Enrique Mendoza o para Mónica Fernández, a la que se le ha negado hasta el abrazo navideños de su hija con la que no pudo salir del país a despedir a su abuela, ya en sus últimos momentos pero siempre orgullosa de su nieta. Será otra Navidad de distancias y ausencias para los gerentes petroleros, para los periodistas y para otros tantos en el exilio. Un diciembre frío para los presos políticos del Táchira y para los procesados y detenidos de los Semerucos. También lo será para los Marinos Mercantes que fueron privados por la barbarie de su primer amor, la mar. Lo mismo ocurrirá con Nixon Moreno y con los estudiantes sobre los que aún hoy pesa el yugo de una investigación penal en curso por haber, sencillamente, levantado su voz ante el oprobio. Habrá menos pan en la mesa de los trabajadores de RCTV que tuvieron que dejar sus puestos de trabajo y que han sido forzados buscarse otras formas de ganarse su sustento. Seguirá el dolor de Felipe Martínez, de los que se fugaron de las injustas prisiones que los retenían o de los amigos que tuvieron que dejar su país por miedo. Por haber firmado. Por haber hablado. Por haber vivido los atributos de nuestra ciudadanía. Por no haber cedido a la inducción al odio o a la irracionalidad. Por haber sido verdaderos venezolanas y venezolanos.

No será tampoco un diciembre cálido para los que aún siguen sufriendo las consecuencias de haber sido despedidos o perseguidos por haber expresado su posición crítica o disidente frente al poder. No lo será para Mohamad Merhi, para Catalina Palencia, para Ana Isabel Arellano, para Flor de Querales, para María Isaura Rojas, para Celeste Alejandra Reinoso ni para Amelia Gamayo. No lo será para los Familiares de Keyla Guerra o los de Maritza Ron. A todos ellos les falta un pedazo de alma que hecho hijo o hija, hecho padre o madre, hecho hermano o hermana, les fue arrebatado por la violencia. Tampoco lo será para los familiares de los que también han perdido la vida sin que el rinoceronte o sus acólitos les haya dado la respuesta de justicia que se merecen.

Son demasiadas ausencias. Nos faltan esposas y esposos, hijos e hijas, hermanos y hermanas, padres, madres, abuelos, abuelas, amigos y amigas. Demasiados. Demasiadas. Les ruego me disculpen los que ahora escapan de mi mente. También mi voz se alza para ellos, sin distinciones maniqueas o sesgos políticos. Todos siguen allí, retumbando en nuestra memoria y en nuestro corazón, aunque a veces parezca que los olvidamos o (y me perdonan la franqueza) los “políticos” los releguen a segundos planos cuando hablar de este oscuro esqueleto en el closet patrio les parece “inconveniente”. También son demasiados los niños y niñas durmiendo en las calles. Demasiadas las mesas privadas de pan e ilusiones. Los techos que faltan. Son demasiadas las lágrimas y las risas que ya no se escuchan.

El General tiene una esperanza concreta. Aún hay un recurso pendiente que puede poner coto, antes de la Navidad, a la crueldad. Está, ahora, en manos de la jueza. Pero más allá, a todos los perseguidos pueden renovárseles las esperanzas si los millones de venezolanos y venezolanas de buena voluntad (de bando y bando) dejamos por un momento de pensar en regalos y fiestas (merecidos por demás) y en descansos (igualmente merecidos) y entendemos que hay mucha gente en el país (en este inmensamente rico país) que no tiene ni para el aliento y que todos en cualquier momento podemos ser víctimas de la misma risa falsa de una hiena servil, de la cobardía de avestruces canallas o del avasallante maltrato del rinoceronte.

Tomar conciencia de todos estos pesares indispensable. Nuestra obligación de volver la vista al que sufre, por pobreza o por sus ideas, debe imponerse. Su única esperanza yace en el reencuentro, en la tolerancia, en la solidaridad. En el rescate de la verdadera Venezuela que aún está allí.

Yo no los olvido.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

El Señor Presidente Chávez debería estar consciente de que él fue perdonado por sus delitos de rebelión militar, conspiración, y por alzarse en armas contra un gobierno democrático legítimo, electo por el pueblo, dirigió, comando dos golpes de estado; y que gracias a la buena fe del Presidente Rafael Caldera, quien auspició el sobreseimiento de su causa judicial y las del resto de sus cómplices conjurados contra la democracia (debieron ser condenados e inhabilitados políticamente).

Hoy el Señor Presidente mantiene bajo sus órdenes presos a muchos venezolanos que lo adversan gallardamente; pero lo peor es que es evidente que interfiere ante el poder judicial para impedirles juicios justos.

Esta ocasión navideña es ideal para que el Sr Presidente Chávez de una muestra de humildad (no sería una muestra de debilidad como ha sugerido) propiciando la reconciliación entre sus compatriotas liberando a los presos políticos.

Libertad para los presos políticos, es la mejor demostración de grandeza de espíritu que un líder puede dar. Algún día el país se lo reconocerá Presidente; y jamás olvide que tal vez algún día a usted le puede correspònder rendir cuentas ante la justicia por sus actos de gobierno; para entonces usted debe tener la credencial intachable de haber sido también capaz de perdonar...si no lo hace, no pida después el mismo trato compasivo que un día le dieron, porque no merecería compasión alguna de sus carceleros, que seguramente serán los presos de hoy.

Reconciliación.

Anónimo dijo...

Hermano Gonzalo Himio Santomé, desde amavex ,pero sobre todo desde el doloroso exilio quisiera expresarle mi más profundo sentimiento de admiración a labor que lleva en función y a favor de los presos políticos.
De igual manera aprovecho para decirle,que cuando leo sus escritos nos hace sentir orgullo por tener a venezolanos con gran valor humanitario que defienden las causas justas.
Gracias esta noble lucha que ha sido fuente de inspiración para esta humilde organizacion de madres que de alguna manera también nos encontramos presas por no poder regresar a la patria que nos vio nacer.
Aprovecho de igual manera para nuevamente ponernos a la orden en las acciones para la recolección de firmas para desengavetar la ley de amnistía y reconciliación política.
Cuente con amavex,y que Dios bendiga su alma y su corazón

Anónimo dijo...

UNA TRISTE REALIDAD QUE HEMOS VIVIDO Y SEGUIMOS VIVIENDO EN ESTE PAÍS ...DOMINADO POR HIENAS... MUY TRISTE LA DISERTACIÓN DEL DR HIMIOB...ODA A LA TRISTEZA LE LLAMARÍA YO... MIENTRAS LAS HIENAS SE SOLAZAN...DISFRUTAN... SE RELAMEN JACTANCIOSAS DE SU MALDAD E INIQUIDAD...BASTA VER LA HIENA MAYOR...IMPÚDICA...PASEÁNDOSE POR CUBA... CON LA ULTIMA MERETRIZ INTERNACIONAL QUE SE HA PEGADO A LA BOTIJA VENEZOLANA...NO FULL DE MOROCOTAS COMO ANTAÑO ...SINO DE LOS VERDES BILLETES DEL TAN ODIADO IMPERIO...INAUGURANDO CIEN CASAS DONADAS EN CIENFUEGOS... PROVISTAS DE ENSERES...MOBILIARIOS... CIEN CASAS QUE LASTIMAN LA HUMANIDAD DE LOS VENEZOLANOS QUE SOBREVIVEN EN RANCHOS...DE PAREDES DE HOJA LATA Y DE TECHOS DE CARTÓN ...COMO DECÍA EL CANTOR ALI PRIMERA...ESE, QUIEN DICE LA HIENA MAYOR, LO INSPIRA PARA HACER OBRAS BUENAS... POR... LA GUERRILLA DE LAS FARC, POR EL HERMANO EVO, LOS SECUESTRADOS DE COLOMBIA, LOS PIQUETEROS ARGENTINOS, LOS POBRES DE NEW YORK, LOS POBRES DE LONDRES, LOS SIN TIERRA DE BRASIL, LOS EMPRESARIOS DE URUGUAY, LAS CASA DEL ALBA EN PERU QUE CONDUZCAN A SENDEROS LUMINOSOS...LAS CAMPAÑAS POLÍTICAS DE BOLIVIA, ECUADOR, MEXICO, NICARAGUA, ARGENTINA... EN FIN , TODO UN ROSARIO DE OBRAS BUENAS...DISEMINADAS POR EL MUNDO ENTERO...MIENTRAS EN SU PROPIO PUEBLO SOLO SIEMBRA ODIO, MISERIA...RUINA... HAMBRE... PRISION...SANGRE... TRISTEZA...LUTO Y LLANTO...

TIENE USTED RAZON...DR HIMIOB...MAS PRONTO QUE TARDE...SALDREMOS DE ESTO...
¡PROHIBIDO OLVIDAR...CARAJO