POR:ESTEBAN ROJAS.
Venció 3-0 a Rusia y avanza a una final por primera vez desde 1984
Millones de aficionados de todo el mundo, incluyendo a Venezuela, alzaron sus manos para festejar la clasificación de la selección española
Millones de aficionados de todo el mundo, incluyendo a Venezuela, alzaron sus manos para festejar la clasificación de la selección española
España cree, sueña, celebra... Va a la final y ganar la Eurocopa Austria-Suiza 2008 sí es posible, aunque el rival sea Alemania.
Una selección española libre de viejos complejos terminó una espera de 24 años para volver a la final de un torneo de élite y lo hizo de manera contundente, indiscutible, venciendo a Rusia 3-0 con goles de Xavi, Dani Güiza y David Silva. Su juego despierta la esperanza, haciendo un partido perfecto contra el equipo que había sido la revelación de esta Euro. El color de su camiseta anunciaba el destino. Dejaba su tradicional rojo, el símbolo de la famosa "furia", pa- ra lucir una camiseta dorada.
Era una señal para una tarde de oro, porque desde la final de 1984, un revés ante la Francia de Platini, España había entrado en una interminable serie de decepciones en cada cita internacional. Romper la maldición de cuartos de final ante el campeón mundial Italia fue un aviso y aplastar a los rusos en semifinales una confirmación: este seleccionado de Luis Aragonés quiere alcanzar la gloria.
Su juego de toque constante anuló por completo al contrario, borrando al "Mago" Arshavin.
Con Arshavin fuera del mapa, Rusia fue una triste sombra de aquel terremoto que acabó con Holanda, dependiendo de acciones aisladas de Pavlyuchenko, su gran referencia en punta.
Pero el mal juego de los hombres de Guus Hiddink no puede analizarse sin rescatar la propuesta de los de Aragonés. Su apuesta es tocar la pelota hasta el cansancio, mareando al rival y abriendo grietas en su defensa. Justo eso sucedió. ¿Fallo de Rusia o virtud de España? Virtud de España es la respuesta.
Ello porque los españoles tuvieron siempre la iniciativa con la calidad de Xavi, Iniesta y, después, una vez ingresado por David Villa, Cesc en el mediocampo. Son tipos capaces de tomar la pelota para ellos, regular el ritmo a su gusto y soltar el pase mortal al espacio.
Así, la ventaja de España, aunque tardó, era consecuencia lógica de lo visto en la cancha.
Llegó en la segunda mitad con una espectacular acción de Iniesta, dejando regado al lateral Anyukov y a sus defensas para lanzar un centro al corazón del área rematado por Xavi.
El 1-0 imponía la lógica y comenzaba a cerrar las puertas a los rusos, cuya arma seguía siendo un Pavlyuchenco demasiado solitario. Fue entonces cuando vino la mejor España.
Le tocó el turno de marcar a Dani Güiza y su definición tras un pase de Cesc fue impecable.
Hacía falta rematar. Y se hizo. Otra vez aparecieron Iniesta y Cesc para gestar el definitivo 3-0, un regalo para David Silva.
Así, el presente de España arranca aplausos, pero ahora es que viene el gran partido. El domingo en Viena, el tricampeón europeo Alemania espera. Lo bueno es que los españoles ya no deben temer a nadie. Lo malo es que Villa se perderá la cita por lesión. ¿Será el momento de volver a saborear la grandeza tras el lejano triunfo en blanco y negro de la Euro de 1964? Soñar con reeditar su único gran título no cuesta nada.
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