POR:ARCANGEL VULCANO.
Confesamos de antemano que andamos todavía conmocionados, afectadísimos por el lamentable resultado sufrido ayer por nuestra querida selección nacional de fútbol vino tinto, de la que somos confesos aficionados. En verdad, los auténticos aficionados venezolanos al fútbol hoy andamos como sonámbulos, y todavía no logramos reponernos del duro traspiés. Nos sentimos como si estuviéramos de luto; por eso tal vez andamos presurosos como buscando un no se que, tal vez una sensata explicación a lo ocurrido.
En nuestro caso, no sabemos ¿que es lo que más lamentamos? si ver como la selección nacional vino tinto perdía angustiosamente en el último minuto del tiempo de descuento, después de haber empatado con muchísimo esfuerzo dos a dos, cuando se sentía espirar el tiempo para lograrlo; o saber que en verdad el equipo no lo vimos bien ante un rival que pareció a ratos superior.
Por otro lado, corriendo el riesgo de caer en el repugnante error de convertirnos en técnicos de tribuna, por aquello de que todos los fanáticos somos técnicos de nuestro equipo, hacemos la salvedad, de que no es nuestra intención hacer leña del árbol caído, sino que tal vez desahogarnos por la natural amargura que nos produjo la derrota sufrida.
Confesamos, que hace apenas unas horas, le respondimos a un hijo al preguntarnos ¿que opinábamos del partido? lo siguiente: Ningún integrante de una selección nacional quiere jugar mal, a ese importante nivel nadie comete errores porque quiera, los comete y ya, todos quieren hacerlo bien en un equipo integrado por profesionales; de tal manera que todos los jugadores del equipo y el cuerpo técnico a pesar de su meritoria lucha, sencillamente tuvieron un fuerte fracaso que debe ser encarado con gran humildad, con auténtico espíritu de reflexión y verdadero propósito de enmienda, para buscar corregir y superar adecuadamente las fallas cometidas durante el encuentro, y así no dejarse deprimir, ni desfallecer, para poder tener la fortaleza mental, física y espiritual, que contribuyan a realizar el necesario y requerido esfuerzo que se necesita para continuar en la dura lucha por lograr la anhelada clasificación al mundial.
Se ha perdido un partido importante es verdad, pero vendrán otros y hay que estar listos y dispuestos a seguir trabajando y mejorando siempre. Dentro de ese marco de comprensión y respeto por todo el equipo, con una actitud positiva es que nos atrevemos a hacer un balance constructivo del partido.
Nos pareció que Chile fue mejor equipo colectivamente hablando, nos superó, considerando que jugaba de visitante, en una cancha desconocida, durante un fuerte aguacero, con todo en contra, el clima, el público etc. Chile supo manejar mejor el partido, parecía que estaba jugando de local, siempre llevó la iniciativa, controló el medio campo, hizo la presión mediante una marca escalonada, defendió en la zona de peligro con gran disciplina táctica, mantuvo el orden, supo sacar provecho de las fallas defensivas de Venezuela; el portero chileno estuvo inmenso y no tuvo culpa en ninguno de los goles porque fue fusilado, le sobró lo que le faltó al nuestro. Pero Venezuela hizo méritos suficientes dentro de sus limitaciones, para al menos no haber perdido el partido en la forma como lo perdió; pero Chile mereció sin duda la victoria que alcanzó en buena lid.
Vimos que el equipo venezolano incurrió lamentablemente en varios errores que debieron evitarse. Insistió demasiado en el juego aéreo, que fue muy improductivo ante la solvencia de los espigados defensores chilenos, que estuvieron inmensos en el despeje del peligro, Venezuela lució mejor cuando jugó con la pelota al ras de piso. El técnico venezolano pensamos que cometió el grave error de jugar porfiadamente al pelotazo, casi todos los balones rifados bombeados sobre el área chilena terminaban en poder de sus hábiles defensores.
A pesar de los dos meritorios goles criollos, el ataque estuvo durante buena parte del partido desconectado de la línea de volantes. No entendimos por qué el técnico César Farias, insistió en jugar con un atacante en punta muy voluntarioso pero errático como el pequeño Rondón, quien estuvo visiblemente fuera de forma, nos lució impotente ante la fuerte marca adversaria, aparte de que su baja estatura no justificaba mandarlo al frente a procurar recibir centros bombeados, porque no le ganaba jamás a sus marcadores; sin embargo Farias lo mantuvo inexplicablemente en la cancha durante todo el primer tiempo y parte del segundo, hasta que por fin decidió cambiarlo por el Cafú Arismendi, quien a pesar de estar muy ganoso tampoco cumplió su necesario papel, aunque mostró mayor movilidad.
Nos pareció que el arbitro al sentenciar el penalti se excedió, pero esa es una jugada de apreciación; nos dió la impresión de que el atacante chileno hizo teatro y se tiró a la piscina, porque el defensa Miguel Mea Vilati fue al balón limpiamente; pero allí se aplica aquello de que "si mi abuelo no se hubiera muerto estuviera vivo".Aunque no es hora de buscar culpables, las evaluaciones son siempre indispensables para calibrar el trabajo y rendimiento de cada jugador, que cada quien haga la suya. Nos resultó en general, una actuación regular del equipo, obviamente sentimos que faltaron muchas cosas para lograr la victoria. Sin ánimo de culpabilizar a ningún jugador por la derrota,daremos respetuosamente nuestras modestas opiniones sobre otros aspectos puntuales del desarrollo del juego.
Vimos por ejemplo, al portero Vega inseguro, nervioso, con las manos flojas. En el segundo gol tuvo una gran dosis de responsabilidad. Había soltado apenas segundos antes una pelota que parecía fácil de contener, estando en el área chica (que es del portero), luego vino el tiro que pegó en el travesaño, el rechazo errado de la defensa y la jugada que generó el penalti. Así es el fútbol, el portero Vega desafortunadamente estuvo deficiente, cuando más se necesitaba de su solvencia; no así el cancerbero chileno, que salvó varias situaciones de gol.
Así mismo, nos pareció que el equipo venezolano, jugó siempre al contra ataque, se paró en zona, no marcó a presión, dejó jugar al adversario, hizo falta un volante de creación de las características por ejemplo del pájaro Vera, para manejar mejor el medio campo; esta vez el equipo vino tinto dejó armar el juego rival en demasía. Chile se vio cómodo en el medio campo, daba la impresión de que si quería podría aumentar el marcador.Venezuela al final, dio ventajas injustificables, antes del lapidario gol de la derrota en el último minuto, Arango desafortunadamente había perdido una pelota entregándola pésimamente a un rival, cuando tenía pleno dominio del balón e iba al contra ataque con Maldonado y Arismaendi esperando el pase arriba; Arango en vez de conducir con la pelota al pie, se apresuró y errático se la sirve a un defensa chileno, de allí vino la respuesta que nos enterró, eso es imperdonable en un jugador profesional de su nivel, porque dejó mal parado al equipo y nos ganaron la espalda. Pero lo más grave fue que el defensa lateral derecho el tachirense Chacón, en vez de despejar el peligro cuando tenía pleno dominio de la pelota, y podía entregarla con seguridad a un compañero para rearmar el juego, inexplicablemente la intenta despejar torpemente entregándosela cómodamente a sus rivales, servida en bandeja de plata, para que un delantero letal y contundente como el Chupete Suazo, fatídicamente liquidara el partido cuando espiraba el tiempo de descuento. Ese error garrafal, fue crucial en el resultado final, esas ventajas no pueden conferirse de gratis, se pagan caras, nos costaron los puntos que nos bajaron sin atenuantes de un sólo jalón al séptimo puesto.
Nos pareció que el empate hubiera sido un muy buen resultado, considerando tantas falencias que tuvo el equipo venezolano en general; por eso creemos que lo que más nos dejó un sabor amargo, no fue el haber perdido, porque otras veces lo hemos asumido con resignación; pero esta vez probablemente lo que nos causa mayor escozor, es la forma tan dramática y hasta catastrófica como perdimos, porque estando a un instante de ubicarnos en un envidiable quinto puesto en la tabla clasificatoria igualados en puntos con Uruguay y Chile, en un minuto caímos al séptimo lugar, con un Chile pasando al segundo puesto de un solo golpe (rival directo) superándonos abiertamente, y eso duele.
Tal vez lo más triste es saber que Venezuela con el empate, precisamente se mantenía en el quinto puesto, posiblemente es por eso que esta derrota nos afecta tanto; o tal vez el saber que de seis puntos posibles apenas obtuvimos un punto, mientras que Chile en dos partidos obtuvo seis valiosos puntos luego de ganarle a Bolivia en la altura de la paz. Definitivamente, lo que más nos intranquiliza y perturba muchísimo –por decir lo menos- es ver alejarse la posibilidad de haber estado tan cerca de la gloria, y de repente caer derrotados ante un equipo que era manejable, porque lo tuvimos a punto de caramelo y nos liquidó con ese golazo…duele.
Sin embargo, no es momento para culpar a nadie por la derrota, aunque las evaluaciones son muy necesarias para corregir los errores y buscar esperanzados continuar mejorando, luchando sin desfallecer por un cupo al mundial. La esperanza es lo último que se pierde, pero hay que mejorar muchísimo para lograrlo. Todos los aficionados venezolanos, deberíamos asumir esta dura derrota con una actitud positiva e intentar usarla para aprender de los errores y así asimilar las importantes lecciones mejorarando en el futuro. El fútbol es así, muy difícil, siempre muy difícil…Posiblemente el equipo venezolano careció de un jugador, que cumpliera eficazmente el papel de volante con mayor precisión; por lo demás, las evaluaciones son siempre necesarias y muy útiles para calibrar el nivel de cada jugador.
Si nos preguntan sobre los jugadores rescatables responderíamos así: Si el resultado hubiera sido empate dos a dos, tal vez la percepción final sería otra, y hoy estaríamos consolándonos, porque al menos no hubiéramos perdido y mantendríamos el quinto puesto. La forma como perdimos fue lapidaria.Entre los jugadores venezolanos que más nos gustaron, se encuentran el Zurdo Rojas, el tetero José Manuel Rey, Juan Arango, Maldonado, Miguel Mea Vitali y Ronald Vargas. Lo hecho por el Zurdo Rojas, nos pareció muy meritorio y rescatable porque tuvo cuatro pulmones. El segundo gol del empate vino porque él se metió por el medio como cuchillo en mantequilla con su pique en corto rapidísimo, habilitando en ventaja a Maldonado, quien sirviera el pase gol a Arango quien fusiló.
Anoche, en el instante dramático en que se produjo la mortífera puntilla del último gol austral, teníamos entre las manos temblorosas, una copa de cristal plena de exquisito y añejado vino tinto, que habíamos servido para degustarlo viendo en familia el esperadísimo encuentro; aunque la disputa fue ardua, peleada al calor y el fragor del esfuerzo mutuo, estábamos pletóricos reunidos en grupo, muy eufóricos, celebrando, disfrutando ya las mieles del meritorio empate casi alcanzado; hasta ese instante nos habíamos bebido buena parte del delicioso elixir, cuando, de repente como consecuencia del baldazo de agua fría, al contemplar petrificados aquella estampa tétrica que nos mostraba la imagen de un sonriente pelón Suazo corriendo exaltado hacia la banca celebrando su golazo, se nos resbaló súbitamente la copa de cristal repleta de vino tinto cayendo pesadamente directo al piso, pulverizándose, manchando y salpicándolo todo a su alrededor, dejando una mancha indeleble en el borde de la alfombra.
Los pedacitos de vidrios de la copa rota, permanecieron largo rato esparcidos por todos los rincones, hasta que algún alma caritativa recogió los pedazos de cristal con una fúnebre palita plástica, para llevar los restos directamente a la papelera de la cocina, eran nuestras ilusiones rotas viajando directo al basurero, ese instante es intragable; pero la mancha no se ha borrado con nada, allí permanece indeleble, como testigo inmutable de que la copa se rompió sin remedio, el vino tinto quedó derramado, cuando ya habíamos olfateado su exquisito aroma y saboreado su delicioso sabor.
Hoy el desayuno nos supo amargo, ni el café, ni el jugo, ni la mermelada, ni el pan tostado nos sabían bien, el sabor era muy agrio, las arepas también se nos quemaron en la hornilla; el mal sabor permanece, nada nos lo quita. Miramos de reojo la mancha en el piso, y disimuladamente dirigíamos el cuerpo hacia otra parte. ¿Y la copa rota? nos dejó varios vidrios esparcidos e incrustados en las rendijas de la cerámica que ni la aspiradora ha podido absorber, pero no causaron dolor, como los que nos produjo el gol del calvo matador ¡qué vaina, qué pava macha! La copa rota era de fino cristal, y el vino sabía a gloria instantes antes del misil del rapado, pero se nos pulverizó en un instante, se nos diluyó volviéndosenos vinagre de vino tinto, y la copa quedó irremediablemente rota, como rotas quedaron las ansias de terminarnos de beber un buen vino tinto en una noche de fútbol, como rotas quedaron nuestras ilusiones y sueños vino tinto. Con el sonido de la copa quebrándose en el piso, enseguida la cuaima mayor, la tirana de la casa, reclamó interrogándonos: -¿Quien quebró mi copa de cristal tallado, quien fue el muergano que derramó el vino tinto añejado sobre mi alfombra? todos nos mirabamos, nadie decía ni pio, hasta que debimos al fin pronunciar en coro quejumbroso: -¡Fue por culpa del Chupete, el pelón Suazo! ese...jugador tan ...tan bueno.
1 comentario:
Panita qué manera de describirlo...lo sufrimos.¡Verga chamo! la verdad es qu ese pelón nos mató. A llorar al Valle. ¡aaaaah, buaaaaaaa! Nos jodieron.
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