Chávez está acorralado por el no a su proyecto totalitario. Gane o pierda el referéndum, su poder quedará disminuido después de este 2 de diciembre, como él mismo lo admitiera hace poco: “En el supuesto negado de que no se aprobara (la reforma), la revolución pudiera entrar en una fase de dificultades, y pudiera ser sujeto o víctima de un proceso de disminución de velocidad”.
Las fuerzas del no crecen, crecen sin cesar. No sólo en las amplias filas de la sociedad civil, ex aliados políticos del chavismo y una parte de su militancia están contra la reforma. El golpe más devastador se lo dio ‘’su hermano del alma” el general Raúl Isaías Baduel, el héroe bolivariano que lo repusiera en la presidencia cuando el golpe de estado del 2002, y el ex ministro de Defensa chavista de mayor prestigio en la fuerzas armadas, quien lo conminó a que la retirara.
Los estudiantes, con sus manifestaciones corajudas y desafiantes, encendieron el fervor democrático en la ciudadanía. En este escenario de rebeldía nacional, la denuncia del general Baduel cayó como una bomba. No porque afirmase que la ”reforma” viola la actual constitución, le roba el poder al pueblo y de facto significaba un golpe de estado, eso lo decían los estudiantes y opositores. La denuncia de Baduel es grave por ser él un referente histórico del chavismo y porque sugiere que las fuerzas armadas, como garantes de la democracia, podían actuar (¿un contragolpe antichavista?). Toda una paradoja. Se supone que Baduel habla apoyado por la inquietud entre los militares, preocupados por la conducta delirante y guerrerista de Chávez. (¿A dónde nos lleva este loco?, dirán). De lo contrario, ¿cómo explicar que, luego de acusar a Baduel de traidor a la patria, Chávez no se haya atrevido a encarcelarlo?
Es difícil descifrar las intenciones de Baduel y su preocupación democrática de última hora. Se le conoce por su cautela, calculador hasta el punto que se no participó en el golpe de estado de Chávez de 1992, por considerarlo destinado al fracaso. Pero hay que darle crédito por su llamado a votar por el no y la forma en que lo predica: ”La abstención”, dice, “no es efectiva, dado que en Venezuela no existe un marco legal que obligue a los rectores del proceso a considerar y cuantificar el porcentaje de abstención como votos negativos”.
Hartos de ventajismos y fraudes, los sucesivos procesos electorales de Chávez habían perdido credibilidad. No hay más que señalar que Jorge Rodríguez, el presidente del Consejo Nacional Electoral cuando el revocatorio, entonces supuestamente ”un independiente”, hoy sea el vicepresidente servil de Chávez. ¿Cómo evitar el asco electoral, si ese funcionario facilitó la conjura contra el revocatorio? Con razón muchos opositores se han negado a legitimar con su presencia las últimas farsas. Una actitud equivocada, sin duda, como lo han demostrado los hechos.
Nadie sabe lo qué pasará después del 2 de diciembre, pero presentimos un país dividido en profundidad y al borde de la confrontación. ¿Terminará Chávez su mandato en paz, y entregará el poder? Muy difícil. Chávez se cree nacido para una misión histórica. En sus derrotas, huye hacia el futuro. Su personalidad mesiánica se reflejó en su debut en la televisión, cuando derrotado su golpe de estado y ya rendido (1992), lanzó aquel arrogante ”por ahora” que lo hiciera famoso.A menudo comparan a Venezuela con Cuba. ¿Cómo identificar la Venezuela actual con la Cuba de Castro, si nueve años después los opositores de Chávez viajan aún al exterior con cinco mil dólares preferenciales por persona? Los austeros fanáticos de principios de la revolución fidelista están en las antípodas de Chávez y su combo de bolivarianos corrompidos por los petrodólares. ¡O la paradoja de que empresarios capitalistas se enriquezcan con las divisas que les otorga el socialismo del siglo XXI!
Chávez jamás será Castro. El cubano derrotó a un ejército y una dictadura. Chávez ganó la elección del 1998 favorecido por el voto negativo contra Acción Democrática y COPEI. Hace medio siglo a la revolución cubana la interpretaron como la realización romántica del paraíso comunista, en tiempos cuando la utopía de Marx tenía aún vigencia histórica. Nosotros, los enemigos de Castro, le reconocimos su inteligencia. Castro fue un dictador que no se rebajó a chistes sexuales. Un manipulador de símbolos, que “sembró sal en la tierra y lodo en las almas”.
Hugo Chávez lo imita, pero no es ni la chancleta. El discurso ideológico que los encumbró es un modelo fracasado, que hoy se nutre del odio tercermundista. Chávez carece del genio teatral y esa dignidad gestual que fingía antes el cubano.
A Chávez lo han comparado con un mico, pero su mueca de desprecio es la típica de los gánsters del cine, como Al Capone. El espectáculo de su grosería televisada y su procacidad sin fronteras han avergonzado a los venezolanos y son la mofa de la aldea global donde vivimos. De ahí el éxito de “¡Por qué no te callas!”
Castro morirá en el poder, Chávez probablemente se dará a la fuga. Fausto Masó, un agudo analista, afirma en su libro El día que se vaya Chávez que “buena parte de la población apoyaría a quien lo saque de Miraflores, así sea por medios ilícitos. Chávez exaspera al país, obligándolo a aliarse con el diablo. Esta es su fortaleza y también su debilidad, por la furia que despierta en sus oponentes… No estallará la guerra civil… pero el país vivirá una atmósfera irrespirable hasta que la olla reviente”.
Fuente:El Nuevo Herald
1 comentario:
DESCIFRADO
La intervención de la mayoría sensata mantendría a regañadientes un clima de paz en el país; y la soberbia presidencial mantendría la decisión de realizar a cómo dé lugar el referéndum del 2 de diciembre.
Depurando de optimismo y pesimismo las últimas encuestas, se puede creer que la mayoría rechaza la propuesta de reforma constitucional. Si la abstención se reduce, se gana bien. Si no es así, de producirse un resultado cerrado, la cosa se puede poner violenta, entre otras razones porque Chávez se resiste a que los sectores de menores recursos vean con ojo crítico su proyecto de socialismo del siglo XXI. Y en ese escenario es cuando suelen hablar algunos militares.
Lo único que ha entendido Chávez en los últimos días, es que la suerte no ha estado de su lado. Y de ello culpa a cuanto consiga a su alrededor, o a quien le pase por la cabeza, así se llame Álvaro Uribe Vélez.
Chávez podría ser capaz a costa de sus adversidades, de poner en peligro la paz de los venezolanos. En lo interno, son docenas los registros de atropellos, de abuso policial, de exceso militar, en cuanta protesta ha ocurrido en Caracas y la provincia. Chávez contaba con las FARC para llegar a Francia con la fe de vida de Ingrid Betancourt, pero Marulanda le falló. El presidente venezolano pensó que con algún éxito de su gestión en el canje humanitario, lograría el impulso necesario para sumar votos al Sí de la reforma constitucional. Lo malo para Chávez es que no logró la fe de vida y encontró el rancho ardiendo con la mayoría de las encuestas en su contra.
La opinión de que el próximo 2 de diciembre los venezolanos nos estaremos jugando el futuro político, ha ido calando mucho más de lo que el gobierno imaginaba, y posiblemente también tomó por sorpresa a la dirigencia de la oposición. Varios factores ayudaron a eso. La participación decidida de los estudiantes del país, fue sin duda pieza clave. Los jóvenes con su actuar, desmontaron el discurso chavista contra la cuarta república y le destrozaron la consigna de “no volverán”. Y a pesar de los señalamientos de que se trata de unos hijos ricachones de papá (comentario que le hizo a Chávez un inmenso daño según las encuestas), los muchachos han convencido a una decepcionada masa opositora, y han sacudido a la anquilosada dirigencia de partidos. Además movieron la calle, en una confusa situación, y he aquí el segundo aspecto importante, en la que el desabastecimiento y la inseguridad habían cargado de una gran molestia a los sectores más desposeídos.
Chávez aún ganando, bajo la situación y los sentimientos del país, pareciera abrazado por la derrota, o al menos la decepción generalizada. Un desánimo, una frustración en boca de cercanos y lejanos al alto gobierno. De aquí en adelante, la mayoría de los venezolanos, aún perdiendo el No, deberán organizarse para enfrentar las pretensiones individualistas del líder. Su proyecto político podría ser inviable con una mayoría precaria.
Y es posible el triunfo del No, en cuyo caso, lo inteligente es que lo reconozca sin violencia. De no hacerlo, la situación puede tornarse muy fea. La cuenta regresiva ya arrancó.
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