jueves, abril 03, 2008

Tres Mexicanos condenados a muerte en Texas, acusaron a la justicia estadounidense de darles un trato discriminatorio


Inatacable condena de muerte para mexicanos en Texas

Los reos Virgilio Maldonado, Edgar Tamayo y César Fierro acusaron a la justicia estadunidense de darles un trato discriminatorio por ser mexicanos, al pasar por alto una orden internacional que podría haberles librado de la pena de muerte.
Notimex entrevistó a los tres mexicanos por primera vez desde que la Suprema Corte de Justicia de Estados Unidos dictaminó que Texas no está obligado a obedecer un fallo de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya para revisar sus casos.
En la Unidad Carcelaria Polunsky, en Livingston, unos 100 kilómetros al noroeste de Houston, Texas, los tres mexicanos recibieron sin sorpresa el fallo de la Suprema Corte la semana pasada.
"Yo sabía que eso iba a pasar", dijo Maldonado, originario de un rancho del municipio de Cuarácuaro del estado mexicano de Michoacán y sentenciado a muerte desde hace 12 años por el homicidio de un hispano en Houston durante un presunto robo de droga y armas.
"Todo este tiempo –mientras se litigaba en la Suprema Corte de Justicia- yo nomás me estuve riendo, de que el gobierno (mexicano) estuviera haciendo tratos (sic) con otro gobierno que no respeta".
"Si respetaran como dice la ley, como están los acuerdos, lo hubieran hecho desde hace tiempo. Pero no lo respetan y todo esto es pura política", afirmó convencido.
"He aprendido aquí a leer y a observar lo que pasa", dijo Maldonado, quien siguió a detalle el fallo que fue dado a conocer por la Suprema Corte. "Esto de las leyes, es puro juego. puro juego".
"Que ahora resulta que el presidente (de Estados Unidos) no tiene poderes para darle órdenes al estado de Texas. eso es una mentira", señaló el reo. "íPues entonces cómo es Estados Unidos!", se cuestiona. "Eso hace ver que ellos saben que están sucios", dijo.
Tras la decisión de la Suprema Corte de Justicia "yo le digo ahora al gobierno de México que abra bien sus ojos y que si firma un tratado con este país, que primero se asegure, porque ya se sabe que este país no cumple".
"Yo me aguito porque México está ahí ‘pidiéndole chichi’ a este país por estas cosas", indicó, y pidió que su país deje de pedir por él "ninguna clemencia de nada", pues "yo sé mi error que cometí".
Aunque admite que participó en un asalto, el homicidio "de lo que me están acusando son mentiras; ellos así lo dicen, que lo hagan, a mí nunca me van a ver espantado, jamás, No tengo miedo de morirme. No tengo".
La CIJ, el organismo judicial de las Naciones Unidas, había ordenado en marzo de 2004 la revisión de 51 casos de reos mexicanos sentenciados a muerte en Estados Unidos al señalar que se les habían violado sus derechos bajo la Convención de Viena.
La CIJ dictaminó que Estados Unidos y sus entidades violaron el artículo 36 de la Convención de Viena de 1963, al omitir para estos mexicanos la posibilidad de acogerse a su derecho a asistencia diplomática "sin retraso" tras su detención.
Edgar Tamayo Arias, originario de la comunidad de Miacatlán, del estado mexicano de Morelos, dijo que él le daba una posibilidad de un 50 por ciento a que la Suprema Corte fallara a favor de que se respetara el dictamen de la CIJ.
"Eso era una ley internacional (la decisión de la CIJ). "Cómo quiere Estados Unidos que se respeten sus leyes, si ellos no respetan" las leyes de los demás, dijo.
Tamayo quien ha pasado 13 de sus 40 años sentenciado a la pena de muerte por el asesinato de un policía en Houston, pidió al gobierno de México que continúe con su esfuerzo de hacer valer la letra de la Convención de Viena de 1963.
"¿Qué pasa cuando arrestan a un guerito (estadunidense) en México?" inquirió. "De inmediato se le avisa a su consulado".
Tamayo, quien dijo haberse aficionado en la cárcel a leer sobre leyes aseguró que México demostró en su queja la violación de los derechos de cada uno de los reos que enlistó en el caso presentado la CIJ.
"Caso por caso fue comprobado. íQué más quieren que probemos! Y así, de la noche a la mañana, lo niegan; como es que pueden hacerlo, como es que pueden negarlo. Es una ley internacional", indicó indignado.
Tamayo reconoció que la intervención de México y la decisión de la CIJ ayudo a evitar la ejecución de algunos de los mexicanos en pena de muerte.
"Mi caso no, porque yo aún estoy en la (corte) federal", explicó, al apuntar que ahora tiene buenos abogados, pagados por el gobierno mexicano y que le han asegurado que pelearan por todo en su caso.
El proceso de Cesar Fierro Reyna, recluido en el mismo lugar pero ubicado en una celda de aislamiento, ha agotado en las últimas dos décadas todos los caminos legales.
Fierro Reyna permanece prácticamente incomunicado y desconocía la decisión judicial. El desconocía el fallo de la CIJ que mantuvo amparados por cuatro años decenas de mexicanos en pena de muerte.
De 51 años de edad, originario de Ciudad Juárez, del fronterizo estado norteño de Chihuahua, es el mexicano sentenciado a muerte con más tiempo en prisión, al haber cumplido ya 28 años a la espera de que sea ejecutada esa condena.
Fierro ha pasado más de la mitad de su vida en la cárcel, a pesar de existir evidencias que apuntan a que es inocente del homicidio de un taxista en El Paso, por el que fue condenado a muerte en 1980.
Especialistas consideran que el largo encarcelamiento en una pequeña celda le ha mermado sus facultades mentales.
"No me importa lo que está pasando en la corte", comentó al ser enterado por el reportero sobre la decisión. "Me interesa lo que está pasando aquí", dijo. "Yo estoy aquí incomunicado".
Fierro está ubicado actualmente en el nivel tres del pabellón de pena de muerte, con un aislamiento total que sólo se interrumpe una hora por semana para sacarlo al patio como "recreo", sin convivir o hablar con otros reos por haber mostrado conducta rebelde o violenta.
"Lo que pasa es que estoy convencido de que nadie cree en mí", afirmó en una de sus escasas frases durante la accidentada entrevista.
"Para qué quiere publicar lo que diga. Para qué quiere comunicar lo mío. Si le estoy diciendo que estoy incomunicado y usted no puede hacer nada".
"Qué le puedo decir. De qué me sirve, si mi familia, mis abogados, los medios de comunicación, saben que estoy aquí incomunicado y no están interesados en ayudarme", señaló desesperanzado.
"¿Sabe usted lo que es estar incomunicado?", dijo, al cortar la entrevista y quedarse callado sin responder durante varios minutos, para mostrar al reportero lo que era permanecer incomunicado. Y que los días siguen corriendo para llegar a la cita con la pena de muerte.

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