POR:ARCANGEL VULCANO.
La presunta rectificación del Sr Chávez nos luce realmente como un repliegue táctico que únicamente persigue el objetivo de estabilizarse en el poder, para así poder emprender el “reimpulso” de su proyecto político totalitario seudo revolucionario de corte castro comunista, tal y como pareciera haberlo sugerido a sus fanatizados partidarios que corean sus desvaríos, al asegurar y confesar: “yo no voy a cambiar nunca” –sólo eso le creemos hoy día- pero Chávez dice que frenará la velocidad de la marcha de sus propuestas revolucionarias socialistas, que las difiere, pero admite que nunca dejará de intentar conducir al país hacia la conquista de su visión política colectivista.
Chávez en su confesa acalorada carrera que llevaba rumbo al mal llamado socialismo del siglo XXI, obligado con toda seguridad por las urgentes y apremiantes circunstancias políticas, colocado ya con el sol a la espalda, y marcado con el sello indeleble de caducidad que le estampó en el rostro el pueblo venezolano mediante el referéndum demoledor del dos de diciembre pasado, al propinarle el más terrible descalabro electoral que haya experimentado más recientemente político alguno en el planeta, pareciera fingir intenciones de rectificación sincera, pero que ya nadie le cree porque perdió toda la credibilidad ante el país y el mundo en virtud de sus excesos y descomunales errores, que lo han colocado al borde del abismo.
El Jefe Supremo se enfrenta entonces a la más peligrosa de las encrucijadas políticas, porque la crisis que le ha estallado en la cara no puede ser más amenazante y explosiva para su propia permanencia en el cargo que ostenta de manera sospechosamente ilegítima. Crisis que solo ha provocado su testarudo empeño de convertir a un país con tradición histórica y cultural, de probada vocación democrática, integrado por una población amante de la libertad, acostumbrada a decidir su propio destino, sin que nadie le imponga sus delirantes desvaríos, para intentar en vano convertirlo en un país regido por un sistema político económico de corte colectivista muy restrictivo de la iniciativa privada y conculcador de los más sagrados derechos humanos y supresor de los más caros anhelos de legítima superación y progreso personal de sus conciudadanos.
Por eso la sociedad democrática nacional e internacional no se auto engañará creyendo en la sinceridad de los actos de constricción del más genuino imitador de Fidel Castro, porque realmente ha sido su lamentable disertación en su programa dominical un rosario de lamentaciones, pretextos y excusas para justificar en vano su manifiesta incapacidad por la magra gestión gubernamental y administrativa, y los pésimos resultados al frente de la nación. Así que no es su patético discurso un verdadero y sincero intento de rectificación necesaria. Basta para corroborarlo observar los hechos en la realidad cotidiana, patentizados recientemente en la elección de las presuntas nuevas autoridades de los entes públicos como es el caso de la selección del Contralor General de La República, La Fiscalía General de la República, La Defensoría del Pueblo; igualmente en la ratificación prácticamente de la misma Junta Directiva en la "ilegítima" Asamblea Nacional; así como el descarado y cínico enroque, la rotación efectista de algunos Ministros de su gabinete, para fingir ante el país que desea realmente rectificar, cuando en el fondo ejecuta inescrupulosamente un repliegue táctico (nueva estrategia), desesperado por el peligroso cóctel molotov que se le ha mezclado por su torpeza en el quebradizo tubo de ensayo en el que convirtió a la sociedad venezolana, y que hoy amenaza con reventarle en las manos.
La presunta rectificación del Sr Chávez nos luce realmente como un repliegue táctico que únicamente persigue el objetivo de estabilizarse en el poder, para así poder emprender el “reimpulso” de su proyecto político totalitario seudo revolucionario de corte castro comunista, tal y como pareciera haberlo sugerido a sus fanatizados partidarios que corean sus desvaríos, al asegurar y confesar: “yo no voy a cambiar nunca” –sólo eso le creemos hoy día- pero Chávez dice que frenará la velocidad de la marcha de sus propuestas revolucionarias socialistas, que las difiere, pero admite que nunca dejará de intentar conducir al país hacia la conquista de su visión política colectivista.
Chávez en su confesa acalorada carrera que llevaba rumbo al mal llamado socialismo del siglo XXI, obligado con toda seguridad por las urgentes y apremiantes circunstancias políticas, colocado ya con el sol a la espalda, y marcado con el sello indeleble de caducidad que le estampó en el rostro el pueblo venezolano mediante el referéndum demoledor del dos de diciembre pasado, al propinarle el más terrible descalabro electoral que haya experimentado más recientemente político alguno en el planeta, pareciera fingir intenciones de rectificación sincera, pero que ya nadie le cree porque perdió toda la credibilidad ante el país y el mundo en virtud de sus excesos y descomunales errores, que lo han colocado al borde del abismo.
El Jefe Supremo se enfrenta entonces a la más peligrosa de las encrucijadas políticas, porque la crisis que le ha estallado en la cara no puede ser más amenazante y explosiva para su propia permanencia en el cargo que ostenta de manera sospechosamente ilegítima. Crisis que solo ha provocado su testarudo empeño de convertir a un país con tradición histórica y cultural, de probada vocación democrática, integrado por una población amante de la libertad, acostumbrada a decidir su propio destino, sin que nadie le imponga sus delirantes desvaríos, para intentar en vano convertirlo en un país regido por un sistema político económico de corte colectivista muy restrictivo de la iniciativa privada y conculcador de los más sagrados derechos humanos y supresor de los más caros anhelos de legítima superación y progreso personal de sus conciudadanos.
Por eso la sociedad democrática nacional e internacional no se auto engañará creyendo en la sinceridad de los actos de constricción del más genuino imitador de Fidel Castro, porque realmente ha sido su lamentable disertación en su programa dominical un rosario de lamentaciones, pretextos y excusas para justificar en vano su manifiesta incapacidad por la magra gestión gubernamental y administrativa, y los pésimos resultados al frente de la nación. Así que no es su patético discurso un verdadero y sincero intento de rectificación necesaria. Basta para corroborarlo observar los hechos en la realidad cotidiana, patentizados recientemente en la elección de las presuntas nuevas autoridades de los entes públicos como es el caso de la selección del Contralor General de La República, La Fiscalía General de la República, La Defensoría del Pueblo; igualmente en la ratificación prácticamente de la misma Junta Directiva en la "ilegítima" Asamblea Nacional; así como el descarado y cínico enroque, la rotación efectista de algunos Ministros de su gabinete, para fingir ante el país que desea realmente rectificar, cuando en el fondo ejecuta inescrupulosamente un repliegue táctico (nueva estrategia), desesperado por el peligroso cóctel molotov que se le ha mezclado por su torpeza en el quebradizo tubo de ensayo en el que convirtió a la sociedad venezolana, y que hoy amenaza con reventarle en las manos.
De allí que el patético símil que ha hecho Chávez comparando su supuesta actitud revolucionaria -que realmente han sido errores garrafales- con la vertiginosa velocidad de un auto de carreras fórmula uno, asegurándonos que se ve obligado por la realidad y por eso debe reducir la marcha de los cambios que tenía en mente para no estrellarse, no puede resultarnos más reveladora y descriptiva de lo que han sido sus erróneas políticas colectivistas, que han precipitado al país hacia un despeñadero, rumbo el más oscuro precipicio de inestabilidad y crisis política, rodando por un hondo barranco que sólo nos conduce al más terrible desastre económico y social. Chávez ya está camino del abismo y sin retorno, insiste en su periclitado eslogan ("patria, socialismo o muerte") que no emociona a nadie.
El caudillo desencajado tácitamente ha confesado su fracaso, nos habla como si estuviera iniciando su período, ignorando muy convenientemente que ya va para diez años de desgobierno y excesos. Justifica su repentino frenazo para no estrellarse, pero admite su manifiesta incapacidad en el manejo torpe no sólo del estado y la economía, sino que también por la evidente falta de resolución de su gobierno de los más urgentes problemas que padecemos todos los venezolanos.
Asegura torpemente -que alguien lo asesore- que ahora se desplazará a la velocidad de un burro, para sugerir que nadie debe alarmarse, ni asustarse, ni preocuparse, porque ya sus amenazas contra los oligarcas que somos sus jurados enemigos a muerte no se harán efectivas –“por ahora”, sino que las difiere “obligado por la realidad” (todo muy conveniente y a su medida) porque a su revolución se le "fundió el motor de la reforma", pero desdeñando al glorioso pueblo venezolano una vez más –para variar- quien en las urnas electorales, no sólo le fundió ese artefacto destartalado que intentó en vano aplicarnos (castro comunismo), sino que lo bajó a empujones luego de estrellarse estrepitosamente contra el poderoso muro que es la sociedad democrática venezolana, de la obsoleta locomotora en la que venía embalado sin control y desaforado rumbo al precipicio socialista, y no para ratificarlo al timón de la nave nacional, como pareciera sugerir capciosamente, sino que expidiéndole contundentemente una nítida carta de preaviso y de despido justificado incondicional irreversible (sin retorno); nada de por ahora, eso fue un verdadero jamás ¿alguien puede dudarlo?
Así que al Sr Chávez, esas ínfulas de salvador y redentor popular, de líder eterno le sobran hoy, y ni porque se hinque de rodillas empuñando mil crucifijos rezando el padre nuestro y el ave María le volverá a creer el pueblo venezolano (recuerden a Richard Nixon) . Se enfrenta a la peor tragedia que puede sufrir un dirigente político, que no es otra que la absoluta pérdida de su credibilidad por causa de sus descaradas mentiras (viene el lobo). Por eso siempre repetimos que en la política los errores se pagan muy caros y dobles, y cuando un político es descubierto mintiendo ante su pueblo se desprestigia como mentiroso para siempre, eso no tiene reparación, porque lo más importante que un político debe mantener es su reputación, y en el presente caso, es evidente, que ni porque el Sr Chávez pretenda lavarse la cara edulcorando y camuflando sus verdaderas intenciones dizque montándose en burro, el pueblo no le comerá semejante cuento de caminos; ¡no señor!, el país intuye que en realidad anda es montado en una vieja, vetusta y destartalada locomotora, que ha demostrado ser obsoleta, inoperante, veloz -tal vez- pero que se desplaza sobre oxidados rieles rígidos que únicamente nos conducen hacia el precipicio comunista, el abismo de su megalomanía..
El Sr Chávez vuelve a equivocarse estrepitosamente, cuando presume que el pueblo venezolano es ignorante. El más humilde de sus compatriotas entiende que un carro fórmula uno, un jet, o un cohete para viajar al espacio no se estrellan por su capacidad de velocidad, sino por la poca destreza, incapacidad o displicencia de sus pilotos, o en el peor de los casos por la triste fatalidad; con un fórmula uno, un jet supersónico, o con un cohete espacial, que se desplazan a extraordinarias velocidades muchos humanos capaces, consumados y experimentados pilotos y astronautas han logrado inmejorables proezas, hazañas, títulos mundiales y hasta han pisado la luna, viajado al espacio exterior sin estrellarse como él confiesa amargamente hoy.
El histriónico Sr Chávez no ha llegado a demostrarnos ni siquiera ser un buen jinete de burro en plena época moderna, ese que sugirió conducir al reducir la marcha; además, a confesión de parte relevo de pruebas, por lo que su declaración de ayer nos permite deducir que darle a conducir un auto fórmula uno sería muy suicida porque seguro que lo hubiera estrellado como asegura –si es que ya no lo hizo sin advertirlo- pero, no es que Chávez recortó la velocidad del bólido que creía pilotear, fue que lo bajamos del carro, le quitamos el volante, las llaves, el casco, el uniforme rojo y le entregamos un pasaje sin retorno para que se vaya sin regresar jamás, a montarse en un chinchorro debajo de una mata de mango o topochos sabaneros; afortunadamente ese día cada vez le pisa más los talones y le respira muy fuerte en el cogote, ¿no lo sienten ya?, es el tic, tac, tic, tac, del reloj de la historia que no perdona, y ese si es verdad que no extiende decretos de sobreseimiento, ni de indultos ni amnistías. Sus propios partidarios de ayer le mostraron el camino de salida. Por eso los venezolanos necesitamos una nueva tripulación integrada por un liderazgo colectivo muy honesto y refrescante (está en la juventud) para que conduzca la nave nacional al puerto seguro del desarrollo y la modernidad.
A Chávez sus piadosos conciudadanos podríamos como ha sugerido regalarle un burro para que lo monte en la sabana si tanto lo anhela por su confesa incapacidad de conducir a alta velocidad; pero estamos seguros que la gran mayoría de los venezolanos deseamos es volar a velocidad supersónica o de la luz hacia las estrellas y no precisamente rumbo hacia el abismo que nos propone Chávez (comunismo), sino al lógico anhelo de progreso y desarrollo democrático colectivo para insertarnos en el concierto de las naciones más avanzadas en ciencia y tecnología, por méritos propios de nuestra valiosa gente capaz, ese es el destino brillante al que tenemos legítimo derecho a soñar todos los venezolanos con dignidad como sociedad moderna. Pero para conquistar a futuro tan ambiciosos objetivos, necesitamos ciertamente formar excelentes pilotos, no aprendices de jinetes de burros, ni caudillos delirantes y obsoletos anclados en el pasado. La talentosa juventud venezolana lo hará, e impondrá con su nuevo liderazgo la corrección del errático rumbo del equivocado gendarme, y no atenderá a periclitadas doctrinas e ideologías caducas; por eso siempre estaremos esperanzados y muy optimistas, porque tenemos una interminable fe en la infinita fortaleza espiritual de nuestro pueblo.
El caudillo desencajado tácitamente ha confesado su fracaso, nos habla como si estuviera iniciando su período, ignorando muy convenientemente que ya va para diez años de desgobierno y excesos. Justifica su repentino frenazo para no estrellarse, pero admite su manifiesta incapacidad en el manejo torpe no sólo del estado y la economía, sino que también por la evidente falta de resolución de su gobierno de los más urgentes problemas que padecemos todos los venezolanos.
Asegura torpemente -que alguien lo asesore- que ahora se desplazará a la velocidad de un burro, para sugerir que nadie debe alarmarse, ni asustarse, ni preocuparse, porque ya sus amenazas contra los oligarcas que somos sus jurados enemigos a muerte no se harán efectivas –“por ahora”, sino que las difiere “obligado por la realidad” (todo muy conveniente y a su medida) porque a su revolución se le "fundió el motor de la reforma", pero desdeñando al glorioso pueblo venezolano una vez más –para variar- quien en las urnas electorales, no sólo le fundió ese artefacto destartalado que intentó en vano aplicarnos (castro comunismo), sino que lo bajó a empujones luego de estrellarse estrepitosamente contra el poderoso muro que es la sociedad democrática venezolana, de la obsoleta locomotora en la que venía embalado sin control y desaforado rumbo al precipicio socialista, y no para ratificarlo al timón de la nave nacional, como pareciera sugerir capciosamente, sino que expidiéndole contundentemente una nítida carta de preaviso y de despido justificado incondicional irreversible (sin retorno); nada de por ahora, eso fue un verdadero jamás ¿alguien puede dudarlo?
Así que al Sr Chávez, esas ínfulas de salvador y redentor popular, de líder eterno le sobran hoy, y ni porque se hinque de rodillas empuñando mil crucifijos rezando el padre nuestro y el ave María le volverá a creer el pueblo venezolano (recuerden a Richard Nixon) . Se enfrenta a la peor tragedia que puede sufrir un dirigente político, que no es otra que la absoluta pérdida de su credibilidad por causa de sus descaradas mentiras (viene el lobo). Por eso siempre repetimos que en la política los errores se pagan muy caros y dobles, y cuando un político es descubierto mintiendo ante su pueblo se desprestigia como mentiroso para siempre, eso no tiene reparación, porque lo más importante que un político debe mantener es su reputación, y en el presente caso, es evidente, que ni porque el Sr Chávez pretenda lavarse la cara edulcorando y camuflando sus verdaderas intenciones dizque montándose en burro, el pueblo no le comerá semejante cuento de caminos; ¡no señor!, el país intuye que en realidad anda es montado en una vieja, vetusta y destartalada locomotora, que ha demostrado ser obsoleta, inoperante, veloz -tal vez- pero que se desplaza sobre oxidados rieles rígidos que únicamente nos conducen hacia el precipicio comunista, el abismo de su megalomanía..
El Sr Chávez vuelve a equivocarse estrepitosamente, cuando presume que el pueblo venezolano es ignorante. El más humilde de sus compatriotas entiende que un carro fórmula uno, un jet, o un cohete para viajar al espacio no se estrellan por su capacidad de velocidad, sino por la poca destreza, incapacidad o displicencia de sus pilotos, o en el peor de los casos por la triste fatalidad; con un fórmula uno, un jet supersónico, o con un cohete espacial, que se desplazan a extraordinarias velocidades muchos humanos capaces, consumados y experimentados pilotos y astronautas han logrado inmejorables proezas, hazañas, títulos mundiales y hasta han pisado la luna, viajado al espacio exterior sin estrellarse como él confiesa amargamente hoy.
El histriónico Sr Chávez no ha llegado a demostrarnos ni siquiera ser un buen jinete de burro en plena época moderna, ese que sugirió conducir al reducir la marcha; además, a confesión de parte relevo de pruebas, por lo que su declaración de ayer nos permite deducir que darle a conducir un auto fórmula uno sería muy suicida porque seguro que lo hubiera estrellado como asegura –si es que ya no lo hizo sin advertirlo- pero, no es que Chávez recortó la velocidad del bólido que creía pilotear, fue que lo bajamos del carro, le quitamos el volante, las llaves, el casco, el uniforme rojo y le entregamos un pasaje sin retorno para que se vaya sin regresar jamás, a montarse en un chinchorro debajo de una mata de mango o topochos sabaneros; afortunadamente ese día cada vez le pisa más los talones y le respira muy fuerte en el cogote, ¿no lo sienten ya?, es el tic, tac, tic, tac, del reloj de la historia que no perdona, y ese si es verdad que no extiende decretos de sobreseimiento, ni de indultos ni amnistías. Sus propios partidarios de ayer le mostraron el camino de salida. Por eso los venezolanos necesitamos una nueva tripulación integrada por un liderazgo colectivo muy honesto y refrescante (está en la juventud) para que conduzca la nave nacional al puerto seguro del desarrollo y la modernidad.
A Chávez sus piadosos conciudadanos podríamos como ha sugerido regalarle un burro para que lo monte en la sabana si tanto lo anhela por su confesa incapacidad de conducir a alta velocidad; pero estamos seguros que la gran mayoría de los venezolanos deseamos es volar a velocidad supersónica o de la luz hacia las estrellas y no precisamente rumbo hacia el abismo que nos propone Chávez (comunismo), sino al lógico anhelo de progreso y desarrollo democrático colectivo para insertarnos en el concierto de las naciones más avanzadas en ciencia y tecnología, por méritos propios de nuestra valiosa gente capaz, ese es el destino brillante al que tenemos legítimo derecho a soñar todos los venezolanos con dignidad como sociedad moderna. Pero para conquistar a futuro tan ambiciosos objetivos, necesitamos ciertamente formar excelentes pilotos, no aprendices de jinetes de burros, ni caudillos delirantes y obsoletos anclados en el pasado. La talentosa juventud venezolana lo hará, e impondrá con su nuevo liderazgo la corrección del errático rumbo del equivocado gendarme, y no atenderá a periclitadas doctrinas e ideologías caducas; por eso siempre estaremos esperanzados y muy optimistas, porque tenemos una interminable fe en la infinita fortaleza espiritual de nuestro pueblo.
3 comentarios:
¡buenísimo! le diste hasta por debajo del paladar sin ofender, fino estilo el tuyo...el tipo se estrelló y todavía no se ha dado cuenta, y piensa que somos idiotas...le dijiste claramente que el problema no es que él finja, porque haga lo que haga más nunca le creeremos...la foto, es muy oportuna, para recordarle al mundo cómo se pone el actor de medio pelo cuando está asustado, pela por el crucifijo. Ya es inutil, se rayó...¿quien le dijo a ese sujeto, que queremos que siga gobernando hasta el 2013? tendrá referéndum...tarjeta roja.
Petkoff valora los cambios en el Gabinete: “Pura paja”
Para Teodoro Petkoff, en su editorial de hoy en “Tal Cual”, titulado “La Cuarta Erre“, el año 2008 no abrió más auspiciosamente ni para Chávez ni para el país después del “annus horribilis” del 2007. Petkoff valora la Ley de Amnistía y los cambios en el Gobierno.
Petkoff cuestiona hoy la “rectificación” anuncianda por Chávez afirmando que la Ley de Amnistía es confusa y calificando los cambio en el Gabinete como la “configuración de un line-up de bates quebraos“.
Refiriéndose a la Ley de Amnistía afirma que “lo que pudo haber sido un paso importante en el camino de crear un clima político menos irrespirable está a punto de revelarse como un acto chucuto y mezquino”. “En el fondo no hay tal amnistía”, dice Petkoff ya que “no saca de las cárceles a ningún preso”.
En cuanto a los cambios de Gabinete afirma que “los mismos fracasados de unos cargos son llevados a otros” y lo califica como “sintomático de la crisis de personal de que adolece la revolución”.
Petkoff valora también las salidas del Gabinete.
Considera que a Jorge Rodríguez “le cobran el fracaso del 2D” y quizás le alejan también por temor a salpicaduras del juicio a Antonini en Miami.
Giordani y Cabezas pagan, para el editor de “Tal Cual“, “los platos rotos” de una política económica que ha causado inlfación, escasez, debilitamiento del aparato productivo y “varias bombas de tiempo montadas”.
De Carreño afirma que “ni Chávez se podía calar su inteligencia”.
El cambio en el MINCI lo considera intrascendente ya que “con un showman como Chávez no hay ministro en esa cartera que pueda tener éxito”.
En resumen Petkoff, afirma que la rectificación no es tal ya que “¿qué puede reimpulsar con esta suma de nulidades que no sea la misma incapacidad hasta ahora mostrada?”.
Por ello, para él, el 2008 no pinta bien: “A las 3 erres habrá que agregar una cuarta: retórica. O sea paja“.
las “3 erres” son sólo una operación de marketing político
Luis Vicente León aseguró hoy que la nueva imagen comunicacional que maneja el gobierno para el año 2008 basado en las tres Erre: Revisión, Rectificación y Reimpulso propuesta por el presidente Hugo Chávez, no puede considerarse como un cambio de rumbo, más bien es una forma de “bajar un poco el tono frente al impacto del radicalismo”.
Explicó León, irector de la firma consultora de datos Datanálisis, que el mandatario nacional, “lo que está es cambiando su estrategia de comunicación y la velocidad de la revolución; pero no está cambiando el fondo. Por lo tanto el tema ideológico sigue vivo y los peligros vinculados a él siguen allí perfectamente claros“.
Relató “lo que estamos viendo es una estrategia convencional, no es nada atípico. El Presidente Chávez ha tenido unos revés políticos en los últimos meses. El mas importante es su derrota ante la propuesta de reforma constitucional que es quizás el elemento central de su revolución que es vital, y que ayer el vuelve a resaltar como un elemento importante del socialismo y de la revolución“.
Señaló Luis Vicente León que el gobierno “frente a varios fracasos, el tema de la guerrilla, el incremento del desabastecimiento y los temas vinculados a una desconexión del presidente con la masa, lo obligan prácticamente a buscar estrategias de reconexión popular y esas estrategias básicamente se enmarcan dentro de la estrategia de marketing político“.
Aseveró “lo que está tratando el presidente no es de cambiar su revolución, de ninguna manera nos está diciendo que va a cambiar de rumbo. No está diciendo que va abrir las compuertas políticas para dar cabidas a las negociaciones en Venezuela, no está diciendo realmente que se acabó el modelo socialista y que va a buscar un mecanismo distinto, un mecanismo integrado“.
“Tampoco está hablando de reconstruir las relaciones diplomáticas de Venezuela con la mayoría de los países socio comerciales, tampoco está diciendo que va a buscar una gran negociación nacional para la búsqueda de liderazgos renovadores en el país“, dijo.
Recalcó, “lo que está diciendo es que va a bajar un poco el tono, bueno para qué, para lavarse un poco la cara frente a lo que ha sido el impacto que más le ha afectado desde el punto de vista popular: el radicalismo”.
Vía Unión Radio
Publicar un comentario