Durante muchos años los economistas venezolanos no se ocuparon de estudiar y analizar lo que ocurría con el tipo de cambio, tal vez en parte por la extraordinaria estabilidad que mantuvo la economía venezolana a lo largo de las décadas de los cincuenta, sesenta y mediados de los setenta, hasta que la política económica suicida aplicada por Carlos Andrés Pérez entre 1974 y 1978, abonó el camino para la crisis que se manifestó el viernes negro, el 18 de febrero de 1983. Entre 1976 y 1982, los venezolanos vivimos una especie de vorágine consumista de bienes importados y al igual que ahora, la administración de Luis Herrera Campíns, que exacerbó la crisis heredada de Pérez, a comienzo de los años ochenta, pensó que comprando en el exterior bienes baratos acabaría con la inflación interna: Sucedió todo lo contrario: se destruyó el aparato productivo nacional y la inflación siguió latente.
Mientras los venezolanos viajaban al exterior a comprar todo a raudales, en particular en Miami, una popular actriz de la época, Malula, en el programa Radio Rochela, que transmitía RCTV, daba cuenta del colapso que vendría. Malula, como expresión del nuevorriquismo petrolero, se presentaba a las tiendas de Miami y preguntaba por los precios de los bienes y luego exclamaba: “ta barato, dame dos”. Detrás de esa expresión se escondía lo que sucedería un par de años después, al cobrarnos la economía con intereses moratorios los desarreglos cometidos durante el boom petrolero de los años setenta. Lo que Malula quería decir era que el bolívar estaba fuertemente sobrevaluado y ello significaba que el bolívar tenía más poder de compra en el exterior que en Venezuela, en otras palabras, que todo lo importado era barato y lo producido en Venezuela muy caro. Por tanto, era preferible adquirir todo en el exterior. Para ese tiempo muchos venezolanos hacían su mercado en Cúcuta o Miami. Cuando esa situación no se pudo sostener, el estremezón se reflejó en una devaluación de bolívar y el establecimiento del control de cambios. De allí para acá no hemos visto luz y no la vamos a ver hasta que sinceremos la situación y admitamos que no podemos ni debemos mantener una política cambiaria que crea todos los incentivos para importar y castiga como un delito las exportaciones, la fuente de crecimiento para muchos países.
Lo que ocurre actualmente con la moneda nacional hace prever que se acerca una devaluación del bolívar, inevitablemente. En Venezuela existen dos productos baratos, dos únicamente: la gasolina y el dólar. Desde enero de 2005, el gobierno del presidente Chávez optó, al igual que Luis Herrera Campíns, por fijar el precio del dólar, a una tasa de BsF. 2,15, bajo la creencia de que con esa acción se combate la inflación. Entre tanto, la inflación no baja sino que más bien sube y los productos fabricados en Venezuela se hacen cada día más caros mientras que los importados se abaratan. En estas condiciones y con el precio del dólar sin modificaciones desde 2005, la divisa estadounidense se nos muestra como un bien asequible. En el fondo la causa del problema de la pérdida de competitividad de los productos nacionales frente a los importados se hace evidente en el cuadro anexo, donde se puede apreciar que las tasas de inflación de Venezuela son sustancialmente mayores que la de sus principales socios comerciales. De esta manera, Venezuela se convierte en un paraíso para los importadores y en una calamidad para quienes producen bienes que tienen que competir con las importaciones.
Ello explica el auge sin precedentes de las compras externas y el apetito insaciable de los venezolanos por mantener dólares o euros, porque todos ya hemos aprendido la dura y traumática lección de que después de un auge petrolero viene una crisis y que la moneda nacional se devaluará. El actual sistema de control de cambio incentiva las transacciones en divisas al hacer de la adquisición de dólares baratos, a la tasa de cambio oficial, el mejor negocio en Venezuela tanto para importar como para viajar al exterior, de otra forma no se explicaría el exceso de demanda por esos dólares no obstante las nuevas restricciones y regulaciones que establece Cadivi. Todo confluye hacia el hecho de que durante 2009 la fiesta va a empezar a acabarse y que el bolívar va a tener que experimentar una devaluación, más intensa en la medida en que continúe la actual fijación del tipo de cambio. Aunque lo niegue el gobierno mil veces habrá devaluación.
Fuente:http://www.analitica.com/va/economia/opinion/8222457.asp
2 comentarios:
Hace tiempo, en uno de mis primeros post escribí sobre el posible devenir de la economía venezolana, y concluía que todo iba en el mismo camino transcurrido por la economía venezolana de la época de los 80s, a eso un bloger amigo me respondió
"La historia es cíclica"
Se están cometiendo los mismos errores del pasado, entonces es lógico que se consigan los mismos resultados.
Saludos al amigo Arcángel.
Por acá te dejo mi más reciente entrada precisamente en cuando al dólar paralelo, con una visión un poco de corto plazo
http://delibreopinionpolitica.blogspot.com/2008/08/dolar-paralelo.html
MANUEL ANGEL ARRIAS ; en efecto amigo, así parece.Se repiten ciclos, pero cambian los protagonistas que ejercen el poder; cada día más, las ideologías sirven como entelequias para justificar fines inconfesables de "algunos" seudo líderes farsantes que engañan a sus pueblos en nombre de sus supuestos ideales de redención social, para instaurar régimenes totalitarios libertarios; pero en el fondo sólo persiguen el sostenimiento en el poder.
Por lo demás, muchas gracias por avisarnos por allá estaremos viéndolo.
Un fraternal saludo.
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