POR:ANTONIO SÁNCHEZ GARCÍA.
"TODO GOBIERNO QUE NO SE APOYE EN LAS LEYES ES UN GOBIERNO DESPÓTICO, LLÁMESE COMO SE LLAME". DANIEL WEBSTER
Que el gobierno del teniente coronel Hugo Chávez ha dejado de ser un gobierno democrático para convertirse en un gobierno de facto, no hay quien pueda discutirlo. Y si algunos insisten en mirar de soslayo como el Secretario General de la OEA, el Coordinador del MERCOSUR o los gobernantes de los países de Hispanoamérica las 26 leyes habilitantes promulgadas vía decreto violentando todas las normas jurídicas y constitucionales y la lamentable y ominosa decisión del Tribunal Supremo de Justicia atropellando la propia Constitución para inhabilitar a los candidatos detentores de las preferencias populares por instrucciones directas del presidente de la república deberían bastar como para ponerlos ante la crasa evidencia: Hugo Chávez es un dictador y su Estado la versión a la venezolana del totalitarismo fascista.
Así su barniz de izquierdas, su verborrea populista y seudo revolucionaria y la petro chequera les sirvan de camuflaje para comprar anuencias, confundir a los incautos y darles una coartada a los cómplices. Pruebas palpables e irrebatibles de la miseria política que aqueja a ciertas élites latinoamericanas, dispuestas a venderse al mejor postor y prescindir del respeto a los más elementales principios de la soberanía popular.
Lo que unos y otros quisieran pasar bajo cuerda es que lo que fuera aplaudido como la gracia de un desenfado y extrovertido teniente coronel golpista comienza a convertírsenos en una cruenta morisqueta: la de un déspota militarista, corrupto, ineficiente y represor. Nuestro país se halla en ruinas, su economía, absolutamente desquiciada, sus instituciones pisoteadas, escarnecidas, humilladas y sometidas al arbitrio despótico de un autócrata y la población entregada inerme a la más espantosa criminalidad, al desempleo, a la inflación y al hambre. Venezuela es hoy por hoy una república devastada. Sufriendo la que sea posiblemente la más grave crisis existencial de su historia bicentenaria. Sin otra perspectiva futura que el despotismo presidencial o la violencia. Que ya se avizora, nutrida por el descontento popular y la multiplicación de las manifestaciones y protestas que se han convertido en hechos cotidianos a lo largo y ancho de nuestro atribulado país. Venezuela vive una auténtica tragedia.
Si la ficción del llamado Estado de Derecho ha saltado hecha pedazos por la imposición dictatorial de 26 leyes que contravienen el espíritu y la letra de la constitución así como la mayoritaria voluntad popular expresada el 2 de diciembre pasado en el rechazo absoluto a la pretendida reforma constitucional que hoy se contrabandea ante el cómplice silencio de los encargados de velar por la vigencia de la constitución -, la naturaleza democrática del régimen ha sido desmentida de la manera más fehaciente por la violenta negación del pluralismo y los derechos humanos esencia de un Estado democrático moderno - , de los cuales, junto al derecho a la vida, su máxima expresión ciudadana es el derecho a elegir y ser elegido. Que el Tribunal Supremo de Justicia, una vergonzosa cofradía de lacayos al obsecuente y servil servicio del autócrata, haya convalido tanto las inhabilitaciones como la promulgación absolutamente irregular, anormal y sobre todo inconstitucional de los decretos leyes en materias de estricta competencia constitucional, demuestran una verdad a gritos: los ciudadanos venezolanos vivimos bajo un régimen de facto. Y el presidente de la república actúa bajo el excepcional imperio de su voluntad personal, estatuida por sobre la constitución y las leyes. Hugo Chávez es un tirano. Su gobierno, una dictadura.
Sólo la criminal irresponsabilidad de una parte de la sociedad venezolana, mantenida en la marginalidad política, espiritual y moral por el populismo más desenfrenado, y la apatía de quienes debieran levantarse como un solo hombre para denunciar la iniquidad imperante hacen posible la permanencia de un déspota como Hugo Chávez en el Poder. Sólo la anuencia y la complicidad de una región que ha renunciado a la defensa de los más sagrados principios de la convivencia democrática, pueden soslayar los imperativos categóricos de sus compromisos políticos y constitucionales, como la aplicación inmediata de la Carta Democrática de la OEA o el Tratado de Ushuaia. La miseria de Venezuela es el espejo de la miseria de América Latina. La complicidad de los actuales gobernantes con el déspota militar venezolano es una pesada deuda a futuro. Tarde o temprano deberá ser saldada..
3 comentarios:
Llama a darle un parao a Hugo Chávez en la calle
Para Marianella Salazar “la intención de Chávez es chantajearnos con una reforma constitucional de facto, para que no reaccionemos por miedo a sus milicias armadas y entonces se las ingenie para no realizar los comicios del 23-N”.
Así lo dice en su columna de este miércoles en “El Nacional”:
Están muy equivocados si creen que la aprobación de esos 26 decretos leyes y los 16 que faltan son trapos rojos de Chávez. Para nada. No son decretos distraccionistas, como tampoco la nacionalización del Banco de Venezuela fue un globo de ensayo. Ahora vendrá “lo bueno” en el sector financiero.
Chávez se atornilla en el poder, se apropia indebidamente de la Fuerza Armada con el cargo comandante en jefe a semejanza de los dictadores africanos del pasado y del presente; avanza sin muchos obstáculos con su proyecto comunista porque hay mucha gente en la oposición dormida en los laureles y quiere, o le conviene creer, que estamos en democracia.
La clase política no se da cuenta de que Chávez acaba de dar un golpe de Estado con el visto bueno del Tribunal Supremo de Justicia y no le conviene que se alborote más el avispero.
La dirigencia está concentrada en las elecciones regionales y teme arriesgarlas; ni de broma se pasea por el escenario de que no se realicen.
Ojalá que una situación como esa nos los tome por sorpresa y comiencen a diseñar un plan B. Eso sí, que no se inspiren en la extinta Coordinadora Democrática de aquel frustrante referendo revocatorio presidencial del 15 de agosto de 2004, que no tuvo plan B y por eso sus voceros andan como almas en pena, pagando con una gran falta de credibilidad por los estropicios dejados en aquella fecha de ingrata recordación.
La intención de Chávez es chantajearnos con una reforma constitucional de facto, traducida en los decretos ley, aprobados subrepticiamente el último día de la Ley Habilitante, para que no reaccionemos por miedo a sus milicias armadas y entonces se las ingenie para no realizar los comicios del 23 de noviembre.
Que se atreva, saldrá más perjudicado porque, a medida que imponga su atrabiliaria voluntad, sumará mayores rechazos. Con postergarlos no ganará sino más hartazgo y perder mayor número de alcaldías y gobernaciones, a no ser que monte otra de sus trampas en el CNE y nos quedemos nuevamente de brazos cruzados sin reclamar celeridad y transparencia en los resultados.
Tenemos que darle un “parao” a la pretensión dictatorial de Chávez al tratar de imponer su socialismo trasnochado, al que le dijimos NO, el pasado 2 de diciembre. Si no se lo impedimos, tendremos que sufrir hasta lo indecible y aguantarnos la desgracia de tenerlo hasta el fin de sus días, como se lo permitieron los cubanos a Fidel Castro y en eso llevan 50 años que podrían ser más si su hermano Raúl continúa sin dar pasos hacia la democracia.
Tenemos que mirarnos en el espejo de esa larga tiranía. Castro y Chávez son dos modelos complementarios de dictaduras, uno es el padre y el otro se prepara para tomar el relevo. Es hora de que le respondamos en el terreno que más le teme: en la calle.
Tic tac
Las andanzas de Piedad. La historia de que la senadora colombiana Piedad Córdoba se hallaba perdida en el centro de Caracas y, por equivocación, llegó a la sede el CNE estuvo muy mal contada por la rectora Sandra Oblitas o fue que nos gastó una broma sin gracia alguna. El asunto tiene que ver con computadoras. De paso, la senadora llevó al organismo, en un lujoso maletín de Lois Vuitton, una laptop de su propiedad que contenía valiosa información.
Otra coincidencia más: el comunicado de las FARC contra la prensa colombiana, la cadena CNN y figuras del periodismo del vecino país esgrime los mismos argumentos utilizados por el presidente Hugo Chávez, el ministro Andrés Izarra y otros voceros del oficialismo cuando injurian a la gran prensa tanto nacional como internacional. ¿Será que desde las selvas colombianas les mandan el guión, o viceversa? Tic tac.
A la Calle
Marianella Salazar
El Nacional
No estamos de acuerdo con sacar a la gente a la calle sin objetivos claros, sería una irresponsabilidad.
A la calle hay que ir pero a hacer la campaña electoral para intentar conquistar la voluntad popular; a la calle hay que ir pero ha quemarse el pecho subiendo cerro, caminando por los barrios con la gente,en las urbanziacioners, visitando a los venezolanos pacíficos en u sus casas, llevándoles un mensaje de esperanza, de cambio y tranformación.
Que hagan política de la buena los que quieren ser gobernadores y alcaldes, que se ganen los votos. Hasta cuando violencia. Que quienes quieren gobernar se ganen el respaldo popular. ¿Hasta cuando existe gente que manda a los demás a las calles a tragar gases lagrimógenos, y a recibir perdigonazos de las fuerzas del orden, sin rumbo ni objetivos dignos y serios?.
Las elecciones se ganan en la calle trabajando por resolver las urgentes necesidades del pueblo, a su lado, junto a ellos.
Nada de salidas violentas, hay que votar.
Hay si estoy deacuerdo con tigo, porque no creo que asi logren algo:
http://bloggerenvideos.blogspot.com/2008/08/jon-goicoechea.html
De la otra forma tampoco, porque ya VENEZUELA CAMBIO PARA SIEMPRE y ustedes NO VOLVERAN... NUNCA MAS
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