POR:JUDIO ERRANTE.
Cuando éramos niños mis hermanos y yo, es decir más niños que ahora, solíamos pelear mucho, en medio de nuestros juegos infantiles. Mi hermano menor, quien naturalmente era el más débil del grupo (hoy día es un manganzón de peso mayor a 100 kilos) solía llevar la peor parte y su actitud la mayor parte del tiempo era conciliadora y alineada con el poder dominante. Pero he aquí, que por mor de las intervenciones paternas de vez en cuando, y en razón de su aparente debilidad, “el chiquitico” adquiría cierto poder que muchas veces usó abusiva y arbitrariamente mientras le duraba la protección paterna, solo para caer en la mayor de las bajezas implorando piedad, una vez que nos quedábamos solos de nuevo en nuestros juegos.
Afortunadamente, los años han pasado y es justo decir que mi hermano menor es hoy un hombre de paz, apacible y afable entre sus libros que tanto ama.
El cuento viene a colación como comparación con la actitud díscola de Chávez. Durante un buen tiempo, el presidente, actúo, quizás amparado en una “petrochequera” sin control (ya tendrá que dar cuenta de sus actos ante la justicia más temprano que tarde) que le hizo sentir omnipotente. Es así como emprendió una diplomacia de micrófono, despotricando en contra de cuanta persona razonable le llevase la contraria en su pretendido proyecto hegemónico para la América Hispana toda.
Ahora parece que dando muestras de un pragmatismo rayano con el cínico calculo político de quien se sabe acorralado, busca líneas de comunicación con quienes hace apenas unas pocas semanas pavoneaba la más frontal de las agresiones e insultos.
Pero aunque no lo crean, ese hecho no es lo importante. Lo realmente importante es la reacción de los ciudadanos venezolanos. ¿Perdonaremos u olvidaremos lo que solo pocos días atrás hería nuestros oídos y buen juicio? ¿De verdad creeremos en su intención de enmienda? ¿Como actuar frente a un proceso que ya parece repetitivo?
Que si porque esta rodeado de ineptos, que si porque su proyecto no es viable, que si porque lo ha conducido el mismo con torpeza épica, que si porque hay hechos criminales concomitantes que le obligan a hacer y decir lo que sea con tal de salvar el pellejo.
Sea lo que sea, pero lo mínimo que los venezolanos debemos estar pensando ahora es que este señor ya hizo suficiente daño y ya es hora de que de forma democrática pero muy firme, para decirlo de forma muy coloquial, le demos un parao.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario