miércoles, julio 30, 2008

Partidos políticos, sus dirigentes y el País.


POR:ARCANGEL VULCANO

“En política uno más uno no es igual a dos” y “nada está escrito”, nadie posee el privilegio exclusivo de la verdad; solemos repetir, que la ciencia política se ejerce en la dificilísima actividad política que ofician los dirigentes políticos a través de una competencia febril, en la cruenta lucha por alcanzar el poder; y “eso no son conchas de ajo” diría mi abuelita materna.

En alguna ocasión le escuchamos personalmente al dirigente político social cristiano venezolano Dr. Eduardo Fernández siendo candidato presidencial, en ocasión de una de sus giras por el país durante la campaña electoral del año 1.988, pronunciar un discurso, en base a su dilatada experiencia como dirigente, militante y líder político de su partido Copei, ofrecido desde su perspectiva íntima, para hacernos unas curiosas reflexiones a un grupo de personas quienes lo acompañábamos en una entrevista, aparte de su actividad, y que nos parecieron muy interesantes y reveladoras sobre la complejísima actividad político partidista; nos expresó:”Los partidos políticos no son una especie de hermandad ni religiosa, ni exotérica, ni una suerte de logia, ni secta mística, no están los partidos políticos integrados por monjes tibetanos, ni por místicos iniciados sentados en posición de loto meditando, pronunciando mantras sagrados practicando rituales, mirando para el cielo; ni somos una suerte de sectas filantrópicas conformadas por las hermanas de la caridad, comandadas por La Madre Teresa de Calcuta, ni por la Madre María de San José, ¡no!, de ninguna manera. Los partidos políticos no sabemos si lamentablemente o desafortunadamente, son organizaciones humanas repletas de imperfecciones, regidas por individuos con egos, personalidades normalmente muy fuertes, no por seres celestiales, místicos, iniciados, ni iluminados, ni por ángeles o santos, no existen serafines, ni querubines, ni arcángeles, ni seres extraterrestres, ni marcianos, ni venusianos, ni nada que se les parezca, sino que están integrados por sus militantes, por seres naturalmente muy terrenales, dominados por sus intereses, inclinaciones, apetencias y pasiones personales; en menor grado, movidos realmente por sus ideales y deseos verdaderos de servicio colectivo; pero en fin, son militantes humanos –no hay que olvidarlo- quienes vienen a integrar los partidos por diferentes causas, a veces muy disímiles; pero ellos todos sin excepción son necesarios más no indispensables ni insustituibles; pero coinciden en común acuerdo en un programa político de poder, y se rigen por unas normas decididas, aceptadas y tomadas por la mayoría y acatadas por unanimidad, para lograr ser regidos por ellas, intentar convivir en medio de un escenario conflictivo y repleto de problemas, de notables y serias diferencias, a veces insalvables. Allí existen y conviven no siempre solidariamente, aspirantes a dirigentes plagados de defectos, errores y decadentes vicios; así que en los partidos pululan las aspiraciones, las ambiciones, las zancadillas, las maniobras, las estrategias, las tácticas, la guerra sucia, la indisciplina, el bochinche, la durísima competencia por las posiciones y principalmente por la jefatura y el liderazgo. Ese escenario como es de suponerse no es fácil de vivirlo, ni de asimilarlo, y mucho menos de aceptarlo, se requieren muchas especiales características y condiciones personales para asumirlo y enfrentarlo exitosamente, si es que se quiere realmente incursionar en la complejísima actividad política de forma profesional y habitualmente, con relativas posibilidades de éxito; es decir, que para hacerse del oficio de dirigente político con auténtica vocación de servicio, que implica hacer vida en la militancia partidista; para tal fin, es esencial acumular muchas especificas y particulares cualidades, capacidades, conocimientos, destrezas, habilidades, talentos y sabiduría”.Esas palabras del entonces experimentado dirigente Eduardo Fernández –hoy de bajo perfil- están plenamente vigentes y sirven tal vez para ilustrar y comprender mejor lo difícil que es la actividad político partidista; a propósito del controversial proceso que estamos viviendo actualmente en el país, para decidir la escogencia de los candidatos a gobernadores y alcaldes en ambos bandos que se disputan el favor popular.

La normal actividad política y de los dirigentes políticos hoy día tan desdeñada, desprestigiada, descalificada y poco apreciada por las mayorías, en realidad es vital, esencial e imprescindible para las sociedades civilizadas que aspiren a vivir en democracia. La auténtica actividad política emprendida por genuinos profesionales de la ciencia política, en teoría debería ser ejercida como si fuera un sacerdocio, y debería ser oficiada por personas muy competentes y muy bien dotadas de especiales características e inmejorables cualidades y excelsas virtudes, que fueran movidas e inspiradas por nobles ideales de superación colectiva, y por auténticos principios democráticos; pero lamentablemente, como cualquier actividad humana, la desprestigiada y decadente actividad político partidista desplegada por “algunos” seudo dirigentes políticos han desacreditado sistemáticamente esa esencial, fundamental y necesaria disciplina humana, indispensable para que las sociedades se gobiernen eficazmente, y no está exenta de sufrir desmejoramiento y devaluación en virtud de las decadentes fallas que experimentan y padecen.

Actualmente en Venezuela, esas fallas son cada vez más evidentes, y se hacen más patentes, porque impactan en la convulsionada vida de nuestra sociedad en crisis.

Los venezolanos estamos cada día más concientes de esas ostensibles y decadentes fallas que experimentan actualmente nuestras organizaciones políticas. Se requiere entonces sin dilaciones mejorar sustancialmente a los partidos políticos, pero principalmente a los mecanismos de participación y de organización de la estructuras de funcionamiento de estas importantes organizaciones democráticas, para así lograr modernizarlos, perfeccionarlos y readecuarlos a los cambios que la sociedad está requiriendo, necesitando y exigiendo, para mejorar y optimizar la vida en colectivo de toda la sociedad venezolana que está en pleno proceso de aguda y amenazante crisis.

Pero para lograrlo, también debería atenderse con proverbial interés y estricta rigurosidad, la preparación, el adiestramiento, el debido y adecuado entrenamiento, el adoctrinamiento, el obligatorio e ineludible proceso educativo integral y de formación teórico conceptual, moral y espiritual que deberían como requisito indispensable vivir y experimentar a todo evento, seriamente y obligatoriamente todos aquellos ciudadanos que aspiren a ser auténticos dirigentes o líderes políticos en el futuro, para poder ser seleccionados como conductores de toda la sociedad.

El país con toda seguridad tendría así mejores gobernantes, y seguramente seríamos una sociedad mucho más solidaria, progresista y colectivamente exitosa, en la que la mayoría de su población se sentiría mejor representada por excelentes y prestigiosos dirigentes políticos, quienes ejercerían unos el gobierno, y otros se desempeñarían responsablemente desde la oposición; pero todos ejerciendo sus oficios dignamente con mejores credenciales y condiciones personales para conducir eficazmente sus habituales labores políticas en provecho nacional; rigiendo, orientando y conduciendo adecuadamente a todos los integrantes del pueblo, y no como hasta ahora, que parecen imbuidos en la lucha política únicamente por obtener posiciones de poder, por el poder en si mismo y no en beneficio nacional.

1 comentario:

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