Caín herido y crucificado. (No hubo reconciliación sino tregua)

POR:ARCANGEL VULCANO.

La reunión realizada ayer por los mandatarios Uribe y Chávez, nos permite expresar algunas observaciones. Varios medios de comunicación han reseñado que el evento dejó como resultado una reconciliación entre ambos jefes de estado; y algunos analistas han sostenido tal reconciliación como un hecho consumado. Nosotros no compartimos ese criterio, y no estimamos que tan deseable reconciliación hubiera realmente ocurrido.

No se ha producido realmente una reconciliación sincera entre Uribe y Chávez, lo que ha ocurrido es una tregua política entre ambos; no puede hablarse de reconciliación, sencillamente porque ambas partes mantienen posiciones políticas e ideológicas diametralmente opuestas que son irreconciliables y están en este preciso instante en conflicto; por eso han realizado un pacto provisional de no agresión, pero sujeto a modificaciones, y dependiendo del giro que tomen los acontecimentos en la guerra que mantiene el estado colombiano con las guerrillas de las FARC y el ELN, quienes posiblemente seguirán encubiertamente siendo financiados, apertrechados, sostenidos, alentados y auspiciados por Chávez aunque lo disimule. (FEDENAGA denunció recientemente la existencia de campamentos guerrilleros en el Estado Apure)

“Cambur maduro no vuelve a verde”,con esta frase pronunciada por el presidente Uribe quedó en evidencia que en este preciso instante no cree en reconciliaciones con su homólogo venezolano, simplemente porque no cree en sus propósitos de enmienda; pero además, porque es un político realista, y sabe que no puede esperar rectificaciones de quien no puede producirlas; Uribe sólo busca una convivencia y coexistencia con su adversario más próximo, su más incomodo y perturbador vecino; y eso en política se llama tregua, ni siquiera armisticio de paz, porque Uribe no vino a sellar la paz, sino por el contrario a ratificar la guerra contra las FARC, a quien piensa simplemente terminar de acorralar hasta exterminarla.

Por su parte Chávez nos lució contra las cuerdas, estaba visiblemente en desventaja, es obvio que el caudillo llanero debió tragarse cada uno de sus insultos contra Uribe y eso lo dice todo; pero eso no son conchas de ajo, los improperios eran de alto calibre y Uribe, a pesar de decir que los olvidó, jamás olvidará el porque los recibió y en qué circunstancias, porque están potencialmente latentes, y lo sabe.

Chávez torpemente ha reconocido un gravísimo hecho, que es injustificable, y que ningún estadista serio debe permitirse en público. Reconoció que tomó decisiones controversiales e inconvenientes, como por ejemplo, los reiterados e irrepetibles insultos y ofensas contra Uribe y su pueblo hermano colombiano; así como, la imperdonable decisión de ordenar la movilización de tropas a la frontera, amenazando con desatar una innecesaria guerra entre pueblos hermanos, como consecuencia de su ofuscado y desequilibrado estado de ánimo, porque estaba “dolido y herido”, es decir, porque se sentía ofendido, disminuido en su ego; y lo admitió nítidamente e incontrovertiblemente frente al mundo entero, cuando expresó que todo lo ocurrido se debió a que “se sentía herido”, porque Uribe no lo había llamado para comunicarle personalmente su decisión de cesarlo en su papel de facilitador humanitario -ni siquiera mediador- ante las FARC.

Estos hechos reconocidos por Chávez son gravísimos, porque ha confesado abiertamente que lo dominan no sólo sus bajas pasiones, sino que su conducta violenta se debe a otras ocultas motivaciones, y es víctima de su propio ego ensoberbecido. Quedó en evidencia, porque no actuaba como facilitador neutral sino como un parcializado socio de las FARC, pero fingidamente mediando en una contienda en favor de sus propios oscuros y mezquinos intereses políticos, en su afan por expandir su proyecto seudo revolucionario en el continente.

Sus irracionales actitudes y reacciones, entonces fueron absolutamente desproporcionadas, casi que demenciales; y se puede llegar a la lógica conclusión de que todos los delicados incidentes provocados por su incontenible ira, entre Colombia y Venezuela, que han costado irresponsablemente serios daños y perjuicios para todos, se hubieran podido evitar simplemente si el descontrolado iracundo Sr Chávez controlaba su gigantesco ego herido, su pernicioso y nocivo odio, su destructiva ira, que lo han mostrado como un Caín cualquiera, que odia a su hermano Uribe quien supuestamente le ofendió su dolido ego, y que es capaz de ejecutar sin medir las consecuencias cualquier barbaridad a la hora de satisfacer sus bajos y primitivos instintos, contra su hoy amado “hermano” Uribe; por lo que nada garantiza que no se vuelva a enfurecer si se vuelve a sentir herido en alguna inesperada triste nueva ocasión, por lo que habrá que estar muy atentos y alertas con sus desproporcionadas y vengativas reacciones ególatras.Pero además, está en evidencia que actuó movido por particulares intereses políticos que ahora todos conocemos, y ha querido es desestabilizar el gobierno de quien considera el principal "mafioso, lacayo del imperio" y principal rival político, su indoblegable e inmisericorde "hermano" Uribe, el eficaz domador de leones, quien se ha cansado de dejarlo frío y a quien no le gana una sola partida -por torpe e impulsivo- en el complicadísimo tablero del ajedrez geopolítico, porque Chávez no pareciera dar pie con bola, en virtud de que se la pasa padeciendo heridas en su sensible golpeado ego y reaccionando iracundo, por la simple falta de cortesía de no rendirle culto ilimitado a su engordado ego.

Tal confesión lo descalifican ante todos sus conciudadanos y frente al mundo como gobernante, porque ha revelado que no posee el necesario, indispensable y el suficiente equilibrio psicológico para ejercer con sabiduría, ponderación y tolerancia sus funciones presidenciales, y que se encuentra incapacitado para desempeñar adecuadamente las difíciles y complejas obligaciones y responsabilidades que se derivan de su altísimo cargo, y ese es un lujo que no puede permitirse ningún presidente, convirtiéndose en una peligrosa amenaza para sus conciudadanos y sus vecinos.

Chávez tal vez como producto de su confeso desequilibrado estado de ánimo, también ha reconocido, que en el desempeño de su fingido papel de facilitador ante las FARC ha salido “crucificado”, lo cual significa simplemente que se ha mostrado como un Caín crucificado muy herido, pese a su intento por aparecer ahora como la víctima de una presunta injusta descortesía de Uribe, mostrando su teatral cara de corderito degollado.

Chávez admite que salió “crucificado” al intentar actuar como un Cristo redentor, en su triste papel de facilitador humanitario, procurando la liberación de secuestrados por las FARC; pero no confiesa gallardamente –como debería- que tal resultado catastrófico que ha sufrido y seguirá padeciendo sus negativas consecuencias irreversibles, que su desprestigio y caída en desgracia , se debió fundamentalmente por causa de sus propias imperdonables e injustificables gravísimas indebidas intromisiones, imprudencias, ingerencias, torpezas, errores y desviaciones; porque no se comportó adecuadamente como un reconciliador Jesucristo, ni asumió su tarea con digna neutralidad, sino que prefirió cual Caín traicionar a su "hermano" Uribe, quien confiando en él, lo había investido de una tarea pacificadora, para equivocadamente tomar partido a favor de sus socios ideológicos “terroristas” de las FARC, a quienes ha presuntamente financiado y apoyado, actuando como un camorrero, queriendo ser un oportunista gladiador sacándole vergonzosamente provecho político al conflicto interno que trágicamente sufre el hermano pueblo colombiano, por causa de la terrible confrontación fraticida.

Pero Chávez el aspirante a gladiador, fue por lana y salió trasquilado. Hoy es percibido en razón de su propia confesión, como un Caín envidioso de su hermano Uribe, que es víctima de sus errores y presa de sus odios contenidos; se nos parece según confiesa, a un Caín herido y crucificado, porque en la política los errores se pagan dobles; que los asuma y punto, pero que no venga ahora hipócritamente a fingir amor y lealtad por su "hermano" Uribe, por quien pareciera únicamente sentir un petrificante y helado miedo que enfría sus ocultas pretensiones expansionistas totalitarias, tal vez, porque el calculador y habilidoso paisa, lo tiene muy bien medido y calibrado, con los probables secretos que guarda, manteniendo sus ases discretamente ocultos, los cuales seguramente exhibirá oportunamente cuando le toque plantarse para ganar la partida, dejándolo nuevamente frío,herido y crucificado.