POR:ADOLFO TAYLHARDAT.
Al parecer ya está confirmado que el próximo viernes se reunirán en ¿Caracas? (¿Coro?) los presidentes Álvaro Uribe y Hugo Chávez. No pretendo adelantar opinión sobre algo que todavía no ha ocurrido. Sin embargo no es arriesgado describir el escenario o el ambiente dentro del cual se llevará a cabo la reunión.
Por una parte, las relaciones entre Chávez y Uribe se encuentran en un momento de reposo. Hablo de las relaciones Chávez-Uribe porque de eso mismo se trata. Las relaciones entre Venezuela y Colombia, que son las que verdaderamente cuentan, si bien se han visto intermitentemente afectadas por la situación de las relaciones personales de Chávez con el presidente colombiano, nunca han estado en riesgo. Las amenazas de Chávez de adoptar medidas económicas y comerciales contra Colombia y hasta de nacionalizar las empresas de ese país no han pasado de ser simples amenazas, producto de los frecuentes arranques de soberbia que caracterizan al "comandante presidente". La verdad verdadera es que el comercio entre los dos países se encuentra en su mejor momento. El valor de las exportaciones colombianas hacia Venezuela alcanzó el año pasado los 6.000 millones de dólares. En algún momento Chávez dijo que esa cifra se iría al suelo este año. Lo que ha ocurrido es todo lo contrario, se espera que esa cifra sobrepasará los 6.500 millones.
Ese apaciguamiento que reina en las relaciones bilaterales sabemos que es muy frágil y eso lo tiene muy en cuenta el presidente Uribe, quien ha dado muestras de gran paciencia y tolerancia. Pareciera que se ha dotado de una coraza a prueba de toda agresión verbal. No de otra manera se explica que después de haber recibido tantas andanadas de insultos, agravios e infamias verbales, se muestre dispuesto a reunirse con quien no solamente lo ha ofendido personalmente sino también a su país.
Cuando Chávez decidió "congelar" sus relaciones con Uribe afirmó que ya no habría reconciliación posible. Ahora, con su cara bien lavada anuncia que está dispuesto a normalizar esas relaciones. Como si las relaciones entre los gobiernos fueran una nimiedad, una trivialidad, que se puede tratar a la ligera, Chávez declaró a la prensa: "nos dijimos cosas muy duras. Bueno entre hermanos y entre marido y mujer ocurre, se dicen cosas, se tiran platos, pero eso ya pasó y ojalá pase para siempre".
Pero el 11 de julio Chávez, empequeñecido y desprestigiado tanto en el frente interno como en el internacional y desesperado ante la derrota electoral que le espera el 23 de noviembre, tendrá como interlocutor a un gigante. Un Presidente que contaba ya con alto índice de apoyo en su país, y que ahora, como resultado de la liberación de los rehenes, se encuentra en la cima de la aprobación, con más de 90% de sustento en la población, caso único en América Latina y creo que en el mundo.
Además el presidente colombiano acaba de superar un momento difícil como resultado de la decisión del Tribunal Supremo de poner en duda la legalidad de la reforma constitucional que le permitió la reelección. La Corte Constitucional colombiana ha rechazado los recursos que habían puesto en entredicho la legitimidad de la reelección de Uribe. Esto representa otro triunfo apenas pocos días después del golpe certero propinado a las FARC con la impecable operación "Jaque" que resultó un verdadero jaque mate a la guerrilla narcoterrorista.
Otro elemento que pende sobre la cumbre del 11 de julio como una nube gris a punto de desencadenar una tormenta de pronósticos reservados es el tema de la información extraída de las computadoras de Raúl Reyes y los testimonios que han ofrecido varios de los guerrilleros que han desertado de las FARC acerca de los vínculos y la cooperación y apoyo de todo tipo que ha prestado Chávez a la narcoguerrilla.
Este último tema no puede quedar en el olvido. Los venezolanos merecemos que se saque a la luz pública toda la información comprometedora que implica al Presidente de nuestro país en actividades que rayan con la traición a la patria.
Evidentemente todos queremos que las relaciones con nuestro vecino caminen por la senda de la cooperación constructiva, la colaboración, la armonía y la buena vecindad. Estamos seguros que lo mismo quieren los colombianos. Ojalá los ofrecimientos de Chávez de subsanar sus diferencias con el presidente Uribe sean sinceras. No nos hacemos ninguna ilusión. Desde que Chávez asumió el poder esas relaciones han estados montadas en una montaña rusa. Por momentos han alcanzado la cima de la normalidad pero luego se precipitan al abismo de la turbulencia consecuencia de las embestidas verbales que ponen en riesgo los intereses superiores que deben prevalecer en la convivencia pacífica de dos países hermanos. Ello como consecuencia de la soberbia, la intemperancia y la megalomanía de quien todos sabemos.
En todo caso, durante su encuentro con el presidente Uribe, Chávez debería tener en cuenta dos frases lapidarias que han sido pronunciadas en esto últimos días. El mismo día que recuperó su libertad Ingrid Betancourt, ante las cámaras de televisión y de los periodistas de todo el mundo que se encontraban presentes, exigió a Chávez, que respete la democracia colombiana. La segunda es del ex embajador de Colombia en Venezuela y ex canciller de su país, actualmente director de la revista Cambio, Rodrigo Pardo, quien en una entrevista que le hizo Roberto Giusti dijo que el papel de Chávez en la liberación de los rehenes en poder de las FARC se ha reducido a cero. Esto lo sabíamos ya, pero los últimos acontecimiento lo hacen más evidente.
Ojalá todo lo ocurrido le haga comprender a Chávez que un jefe de Estado debe desempeñarse siempre como tal y no como un matón de barrio que constantemente está insultando y provocando innecesariamente a su vecino. Debería también tomar al presidente Uribe como modelo y aprender de él cómo debe comportarse un estadista.
2 comentarios:
El fenómeno Uribe en Venezuela: para unos “demonio”, para otros “vengador”
El fenómeno Uribe ha dividido no sólo a los colombianos sino también a los venezolanos. El chavismo lo ve como un demonio llamado a liquidar la “revolución bolivariana” y el antichavismo radical lo percibe como el vengador. Lo dice hoy Mario Villegas en su columna de “El Mundo“.
Esta es la columna que escribe bajo el título “A Uribe ni con un pétalo”:
Si algo caracteriza a los chavistas radicales es su incapacidad para tolerar el más mínimo cuestionamiento al presidente Hugo Chávez Frías. Aunque ya son capaces de aceptar alguna crítica a determinado programa o acción de gobierno, en cuanto perciben algún reproche a la forma de ser y de actuar del Presidente, enseguida saltan como gata boca arriba a defender la presunta bonhomía y el desempeño personal del Jefe del Estado. Todo cuanto dice o hace el primer mandatario es para ellos santa palabra. Lo mismo ocurre con los antichavistas radicales pero en sentido contrario: no hay una sola letra o una sola acción proveniente de Chávez que sea digna de calificar positivamente.
Ahora resulta que aquí al ladito, en la frontera occidental, le ha salido a Chávez una auténtica contrafigura: el presidente colombiano Álvaro Uribe Vélez.
Si Chávez es ordinario y maleducado, Uribe es muy educado y refinado, si Chávez es hablachento y grosero, Uribe es preciso y bienhablado, si Chávez es impulsivo e imprudente, Uribe es aplomado y paciente. Pero si Chávez es guapetón y provocador, Uribe hace y esconde la mano.
El fenómeno Uribe ha dividido no sólo a los colombianos sino también a los venezolanos. El chavismo lo ve como un demonio llamado a liquidar la “revolución bolivariana” y a frenar el liderazgo del presidente venezolano en la región, mientras el antichavismo radical lo percibe como el vengador que puede liderar la lucha contra el “comunismo” que se expande en América Latina a través de la petrochequera de Miraflores.
Pasa, entonces, que en Venezuela al hablar de Uribe opera el mismo reduccionismo que al hablar de Chávez: o todo lo que hace y dice el presidente colombiano es malo, o todo lo que hace y dice es bueno, según el cristal con el que se le mire. Semejante simplismo impide apreciar la realidad en su dimensión integral.
Siempre he reconocido y agradecido que el presidente colombiano haya hecho caso omiso a los insultos personales que le ha proferido nuestro Jefe de Estado, con lo cual nuestro mandatario ha quedado muy mal parado, lo mismo que con los amagos de mover 10 batallones a la frontera con Colombia y de congelar las relaciones mientras Uribe sea presidente. Al final, Chávez ha tenido que tragarse sus palabras, como nuevamente habrá de tragárselas en su encuentro de este sábado 11 entre ambos mandatarios.
Cuestioné en su momento la imprudente conducta del presidente Chávez como mediador designado por el propio Uribe, como he cuestionado agriamente la bochornosa actuación de las Farc y sus trabas para alcanzar una salida política hacia la paz en el hermano país. Es impertinente un nuevo despeje de dos municipios para negociar el canje humanitario y la paz y me parece más que suficiente una zona de encuentro como la que ha propuesto el mismo Uribe.
Me ha complacido la aparición del niño Emmanuel en una institución pública de Colombia lo mismo que la liberación por parte de las Farc de Clara Rojas, Consuelo González y otros rehenes, al igual que me ha alegrado mucho la operación de rescate de Ingrid Betancourt y otros secuestrados que las mismas Farc mantenían en infamantes condiciones de cautiverio.
Pero así como es pernicioso el culto a la personalidad y el endiosamiento de Chávez, también lo es el que se pretende construir alrededor de la figura de Uribe.
Reconozco en él un liderazgo firme para avanzar en Colombia hacia la paz democrática, lo mismo que su inteligente conducción de las relaciones internacionales. Pero al igual que no callo mis críticas a Chávez, me resisto a callarlas también frente a Uribe. Ni uno ni otro son infalibles y ambos tienen sus historias.
A Uribe ni con un pétalo
MARIO VILLEGAS
El Mundo
María Teresa Romero // Cita entre "hermanos"
Nuestro díscolo revolucionario se encuentra contra la pared
El encuentro entre Álvaro Uribe y Hugo Chávez no será uno más de los muchos que han sostenido en los últimos años. Podría resultar más importante que la publicitada cita de Hato Grande del 2007, cuando el paisa le confirió al llanero el papel de mediador del posible canje humanitario entre el Gobierno y la principal narcoguerrilla colombiana. Esta nueva reunión bilateral hasta podría traer sorpresas. No es descartable una invitación formal de Uribe a Chávez a formar parte del grupo de amigos que ha propuesto Ingrid Betancourt para trabajar por la liberación de los demás secuestrados de la FARC y para que éstas inicien un proceso serio de pacificación.
Ello le caería de perlas a un Presidente tan desprestigiado y debilitado doméstica e internacionalmente, y especialmente ahora que "la operación Jaque" no sólo ha puesto en el filo de la navaja a las FARC, sino también a sus aliados continentales, es decir, a todos los dirigentes, partidos y grupos abierta y solapadamente radicales que hacen vida común en entes como la Coordinadora Continental Bolivariana.
Por supuesto, será elevado el precio que deberá pagar Chávez por ese o por cualquier tipo de balón de oxígeno que le proporcione Uribe en estos momentos aciagos, y dependerá hasta dónde esté dispuesto el revolucionario a hincar la rodilla. Ya no bastarán meras moderaciones retóricas, ni nuevos negocios y acuerdos comerciales que incrementen las exportaciones colombianas a Venezuela; ahora tendrá que comprometerse seriamente a colaborar con la inteligencia militar vecina y cerrarle las fronteras a las guerrillas y a los narcotraficantes. Por cierto, Chávez acaba de dar un paso en esa dirección cuando en un breve encuentro con el embajador estadounidense en Caracas, le manifestó su interés en reanudar la colaboración conjunta en materia antidrogas. En todo caso, nuestro díscolo revolucionario se encuentra contra la pared: si no emprende una verdadera rectificación, terminará de ser quemado por la diplomacia colombiana y si lo hace le pasarán factura sus socios y seguidores de la izquierda radical.
Mteresa100@hotmail.com
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