La Boliburguesia. Domingo Alberto Rangel* / Correo del Caroní (Venezuela) - 20/04/06
Ya el chavismo tiene su oligarquía propia. Ocho años de gobierno han creado en Venezuela lo que Juan Carlos Zapata llamó, con un neologismo afortunado, "boliburguesía", que uno de los grandes diarios del mundo O'Globo de Río de Janeiro, ha acogido y difundido con júbilo desbordante.
En la Europa clásica, la burguesía creaba al Estado, aquí, el Estado crea a la burguesía. Como Júpiter cuando creó a Minerva, aquí el Estado pare burguesías sacándolas de la cabeza como hizo el dios romano. Desde 1900 hasta el día de hoy, cada capa burguesa surgida en los horizontes sociales de nuestro país ha sido obra del Estado.
El Estado venezolano es arbitrario, torpe y criminal, pero también opulento, corrompido y caprichoso. La renta petrolera lo dota del único excedente apetitoso que hoy, a casi un siglo del "Barroso Nº 2" de Cabimas, detenta Venezuela. Aquí el Estado puede convertir en las doce horas que necesita la luz de los cielos para alternar con las sombras, a un "peladito cantinflinesco" en un personaje aristocrático.
Desde hace cien años los sucesivos cabecillas de nuestra oligarquía han sido producidos por una incubadora milagrosa, la Tesorería Nacional. Hay en la burguesía venezolana, como las hay en la burguesía imperial de Estados Unidos, distintas modalidades y capacidades, pero todas ellas son hijas del Estado. O creación del presupuesto nacional, si nos permiten extremar la franqueza. La oligarquía bolivariana es el más reciente brote de la vieja plantación burocrática venezolana.
Los tres grupos oligárquicos bolivarianos
Hoy es posible divisar ya, como esbozo, tres grupos oligárquicos cimentados por el presupuesto en los últimos ocho años.
El primero gira en torno a Diosdado Cabello y Rafael Sarría, ambos militares retirados. Tiene ese grupo una galaxia de tres bancos coligados, varias plantas industriales y participación como accionista en empresas de servicios. Es posible que después del grupo Polar sea este el primer imperio financiero del país.
Desaparecido el grupo Alfonzo Rivas, adquirido por Cargill de Estados Unidos, sólo el grupo Delfino (Manpa) podría alternar con este brote bolivariano. Alguien podría señalar una omisión, no figura en estas comparaciones, me diría, el grupo Cisneros. Ese grupo dejó de ser venezolano, respondería yo, es hoy un grupo gringo con inversiones en Venezuela como Rockefeller o cualquier otro de la misma procedencia.
Un segundo grupo se esboza en torno a otro militar retirado, Jesse Chacón. El hermano de Jesse, dueño o líder aparente de este grupo en ciernes, es un fenómeno de retardo vocacional. Como el personaje de Moliere, que ya viejo vino a saber que hablaba en prosa, el caballero necesitó la llegada de su hermano al gobierno para descubrir su vocación por los negocios.
En ocho años ha adquirido un banco, una fábrica de leche en polvo, de las más grandes de Suramérica, y unas haras. Jesús, María y José, exclamaban las beatas de Tovar ante fenómenos tan portentosos como éstos.
Por último, se perfila un tercer grupo oligárquico en el chavismo, el que podría encarnar en Blanco La Cruz y Hernández Behrens, militares retirados ambos, gobernador de estado el uno, banquero hasta hace poco el otro, pero al parecer magnates en ascenso o en gestación. Tendríamos entonces tres grupos económicos entre los cuales reparte sus efectivos la naciente oligarquía bolivariana. No he hecho comparaciones, pero creo que ningún otro régimen desde 1900 creó tantos grupos en tan poco tiempo. Es un récord de velocidad que sería necesario remitir a Londres para su debido registro.
Tres grupos, ¿tres ingredientes?
La celeridad en la creación de esa oligarquía se explica por la coincidencia de tres factores en el régimen bolivariano. El primero, la abundancia fiscal que comenzó en 1999, cuando Chávez encontró el petróleo en nueve dólares el barril y de inmediato vino la racha alcista que luego lo colocaría en sesenta y dos dólares y que, aunque atenuada, aún dura.
Es cierto que los cincuenta dólares de hoy, reducidos a monedas de igual paridad, resultan muy inferiores a los de 1980, pero es evidente o innegable que a Chávez le ha correspondido una mejor experiencia de precios petroleros que a Caldera o al segundo período de Pérez. De todas maneras, la economía petrolera ha vivido un lapso de prosperidad que se traduce en abundancia fiscal.
El segundo factor que ha propiciado el enriquecimiento acelerado de algunos cabecillas del oficialismo, es el descaro de clase. Entiendo por descaro de clase aquella ligereza moral, aquella desenvoltura rapaz que caracteriza a los plebeyos cuando de súbito cambia su suerte en la vida. En el fondo de todo plebeyo hay un trepador, o mejor, todo plebeyo es un trepador. El oficialismo se ha formado de plebeyos que en el sistema político o en los cuerpos militares veían con codicia, pero con frustración, el festín que saciaban adecos y copeyanos.
El chavismo ha sido, fue y será siempre envidioso y como tal no tiene principios, tiende a atiborrarse cuando la suerte le favorece.
El tercer factor es la tolerancia, casi alcahuetería, diríamos, con que Venezuela siempre toleró y hasta aplaudió a los ladrones de su Tesoro Nacional. ¿Acaso no fue popular Páez que pasó de peón de sabana a latifundista por la hazaña de su lanza? ¿Y Guzmán, Crespo y Panchito Alcántara, no gozaron las mieles del prestigio popular? Un caudillo que robe siendo plebeyo y que siga conservando su cultura de plebeyo es algo que embeleza a los venezolanos.
¿Decimos estas verdades o incurrimos en el silencio cómplice que todo lo guarda como hacen ciertas familias con el bobo de la casa? Ya la oligarquía chavista, la "boliburguesía", es suficiente ella sola, para sostener al régimen.
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