En la ya no tan reciente rueda de prensa ofrecida por el Sr. Chávez a periodistas internacionales, luego de denunciar un plan conspirativo contra su gobierno dirigido por el mismísimo imperio estadounidense, al que denominó como “golpe lento”, y que “presuntamente” estaría siendo activado y ejecutado gradualmente por “la Casa Blanca” para intentar en vano derrocarlo, mediante la implementación de un plan que llamó de “mecha lenta”, el cual supondría utilizar las crecientes manifestaciones estudiantiles para producir eventualmente una cadena sucesiva de acontecimientos violentos en el país, que provocarían una hipotética intervención militar norteamericana, luego de causar una gran explosión social que daría al traste con la revolución bolivariana.
Pero Chávez dijo algunas cosas también que no debemos ignorar, siendo tan graves. En transmisión televisiva, frente al mundo entero afirmó que “esa gran explosión, se devolvería contra ellos - quienes intenten derrocarlo- sería revolucionaria, sería cívico- militar y jacobina, tampoco queremos que eso ocurra”, añadió.
Dando por reproducida la historia de la revolución francesa; la tétrica participación de Robespierre; la fase denominada jacobina; el simbolismo que tienen el empleo criminal de la guillotina para cortar las cabezas de más de 100 mil franceses, y el desenlace trágico del sombrío personaje Robespierre, hablaremos principalmente del aspecto político interno, de la repercusión e impacto que creemos tendrá esta nueva actitud equivocada -por excesiva- de Chávez.
Prácticamente, Chávez está amenazando a sus adversarios opositores internos y externos, a la sociedad democrática con convertirse en una especie de Robespierre tropical si lo considerase necesario para hacer prevalecer su revolución seudo socialista, con tal de mantenerse atornillado en el poder, porque no acepta rectificar jamás, ni soportará cuestionamientos, exigencias, reclamos, manifestaciones, ni protestas, sin intentar de plano descalificarlas como provenientes del imperio y de la CIA, etiquetando a quienes se le opongan como traidores, lacayos, vende patrias, burgueses, sifrinos, oligarcas etc. Siempre se escudará muy convenientemente tras el pretexto trillado de las intenciones de dominación del imperialismo devorador y explotador que lo quiere sacar o "matar", para justificar su sordera e inacción ante los clamores populares, pero en el fondo lo que desea es obligar a todo el mundo a aceptar sin chistar sus medidas gubernamentales conculcatorias de los derechos ciudadanos, para intentar en vano -el pueblo se rehusará porfiadamente- imponernos un régimen totalitarista, a contra corriente de la voluntad masivamente democrática de los venezolanos.
Chávez seguirá sin detenerse a medir las consecuencias, en sus planes de establecer un socialismo colectivista con visos claramente comunistas, en un país con una población con tendencias mayoritariamente liberales, democráticas, eso es muy difícil, por lo que habrá más tarde o más temprano un gran choque entre facciones políticas, por lo que resultará terrible pretender forzar la historia, sin convivir, coexistir y tolerarse, las sociedades rígidas terminan quebrándose, viniéndose abajo en pedazos; pero el Sr. Chávez está ciegamente, sordamente empecinado en llevarnos por el camino violento que él ha decidido sin ni siquiera considerar rectificar, ¡gravísimo error de cálculo!, aquí todos no somos lacayos del imperialismo, solo ciudadanos democráticos, que deseamos vivir en democracia, y que se nos respeten nuestros derechos, esa es la verdad.Por eso Chávez no se contiene a la hora de amenazar a todos los venezolanos con sumergirnos en una suerte de fase del terror -estado forajido- cuando nos dice que la revolución sería entonces “jacobina” y que él mismo personalmente “la comandaría”, o lo que es lo mismo, él aplicaría en forma directa la justicia, decidirá él y más nadie discrecionalmente el empleo simbólico de algo peor que la "guillotina", no para cortarle "la cabeza" a todo aquel que no sea sumiso e incondicional a su revolución, sino para discriminarlo, someterlo, liquidarlo moralmente; sería así, todo un Robespierre tropical, pero en caso de no ir a una confrontación bélica, porque si la hay nos ha amenazado no con la guillotina, sino con la guerra abierta, a plomo limpio, a sangre y fuego, con un ejercito que supone incondicional; habrá que ver si el pueblo quiere guerras civiles o convencionales entre si, o si tal vez prefiere combatir en guerras asimétricas; hasta donde entiendo, la mayoría del pueblo venezolano desea es a combatir en una pelea fogoza de amor con nuestras respectivas parejas pero en la cama ; o viendo a magallaneros contra caraquistas fajarse en el terreno de juego a palo limpio -jonrrones-
Chávez seguirá sin detenerse a medir las consecuencias, en sus planes de establecer un socialismo colectivista con visos claramente comunistas, en un país con una población con tendencias mayoritariamente liberales, democráticas, eso es muy difícil, por lo que habrá más tarde o más temprano un gran choque entre facciones políticas, por lo que resultará terrible pretender forzar la historia, sin convivir, coexistir y tolerarse, las sociedades rígidas terminan quebrándose, viniéndose abajo en pedazos; pero el Sr. Chávez está ciegamente, sordamente empecinado en llevarnos por el camino violento que él ha decidido sin ni siquiera considerar rectificar, ¡gravísimo error de cálculo!, aquí todos no somos lacayos del imperialismo, solo ciudadanos democráticos, que deseamos vivir en democracia, y que se nos respeten nuestros derechos, esa es la verdad.Por eso Chávez no se contiene a la hora de amenazar a todos los venezolanos con sumergirnos en una suerte de fase del terror -estado forajido- cuando nos dice que la revolución sería entonces “jacobina” y que él mismo personalmente “la comandaría”, o lo que es lo mismo, él aplicaría en forma directa la justicia, decidirá él y más nadie discrecionalmente el empleo simbólico de algo peor que la "guillotina", no para cortarle "la cabeza" a todo aquel que no sea sumiso e incondicional a su revolución, sino para discriminarlo, someterlo, liquidarlo moralmente; sería así, todo un Robespierre tropical, pero en caso de no ir a una confrontación bélica, porque si la hay nos ha amenazado no con la guillotina, sino con la guerra abierta, a plomo limpio, a sangre y fuego, con un ejercito que supone incondicional; habrá que ver si el pueblo quiere guerras civiles o convencionales entre si, o si tal vez prefiere combatir en guerras asimétricas; hasta donde entiendo, la mayoría del pueblo venezolano desea es a combatir en una pelea fogoza de amor con nuestras respectivas parejas pero en la cama ; o viendo a magallaneros contra caraquistas fajarse en el terreno de juego a palo limpio -jonrrones-
Cual Robespierre latinoamericano, el Sr. Chávez sin despabilar un ojo, muy frío, calculador, nos dijo a todos: “Antes del 11 del abril, no existía la reserva militar, que son cientos de miles de hombres y mujeres entrenados para el combate y están en los barrios, en las fábricas. No teníamos la fortaleza de la Fuerza Armada que hoy tenemos, desde el generalato hasta los mandos medios. No teníamos la fortaleza política, la fuerza social ni la fortaleza económica que hoy tenemos en las regiones”. Esas amenazas no parecen morales ni metafóricas, sino reales.
Desde la peculiar forma de ver el mundo que tiene el Sr. Chávez, a lo mejor presume que el desenlace de una sangrienta confrontación fraticida entre sectores "lacayos" del imperialismo y sus huestes mercenarias sería un feliz acontecimiento digno de conmemorar, y tal vez tendría un final glorioso y deseable sólo para él, posiblemente un episodio histórico irrepetible digno de ser emulado por las futuras generaciones de venezolanos, que seguramente lo venerarían como a un héroe, un adalid de la libertad, o como el nuevo prócer continental, el genio político-militar de toda Hispanoamérica para el mundo; pero tal vez olvida muy convenientemente el trágico final que tuvo el maquiavélico personaje Robespierre, quien como sabemos, también fue objeto de la presurosa, peculiar y nunca bien ponderada justicia revolucionaria de las masas enardecidas por el odio, que no suelen perdonar deslices.
Robespierre terminó con la cabeza en una cesta; por eso es muy prudente jamás olvidar en la política, que a veces las revoluciones dan un giro violento, y que no todas las revoluciones provienen siempre de sectores humildes o empobrecidos de izquierda, las revoluciones las hacen los sectores medios de una sociedad disgustada, descontenta con el orden político y económico forzadamente establecido, por eso hay también revoluciones aún mucho más despiadadas, sordas, ciegas y mudas, hay rebeliones de centro y de derecha, comandadas por otros aspirantes a Robespierre que también se creen con derecho a imitarlo, que cuando son acorralados reaccionan torpemente por desesperación y también suelen aspirar cortar cabezas, y eso no es deseable jamás por personas sensatas y equilibradas, que amamos la vida pacífica, ni en sociedades democráticas como la nuestra.
Robespierre terminó con la cabeza en una cesta; por eso es muy prudente jamás olvidar en la política, que a veces las revoluciones dan un giro violento, y que no todas las revoluciones provienen siempre de sectores humildes o empobrecidos de izquierda, las revoluciones las hacen los sectores medios de una sociedad disgustada, descontenta con el orden político y económico forzadamente establecido, por eso hay también revoluciones aún mucho más despiadadas, sordas, ciegas y mudas, hay rebeliones de centro y de derecha, comandadas por otros aspirantes a Robespierre que también se creen con derecho a imitarlo, que cuando son acorralados reaccionan torpemente por desesperación y también suelen aspirar cortar cabezas, y eso no es deseable jamás por personas sensatas y equilibradas, que amamos la vida pacífica, ni en sociedades democráticas como la nuestra.
No es difícil comprender por qué el Sr. Chávez de nuevo recurre a la intimidación; desea inútilmente atemorizar a los manifestantes; suprimir las protestas estudiantiles; pretende ser temido y no respetado; el problema es que se encuentra desfasado, fuera de foco, su seudo revolución ha envejecido prematuramente como muy bien lo han señalado conocidos analistas. Como contraprestación a sus arrogantes amenazas recibirá seguramente aún más manifestaciones y protestas que terminarán por demostrar lo incompetente que suele ser en situaciones de presión. Es por lo que debería dejar de emular a Robespierre trasnochado y dedicarse a gobernar resolviendo los problemas reales de inseguridad, desempleo, inflación, hambre, pobreza, miseria, falta de viviendas, insalubridad, infraestructura, educación, servicios públicos, y sobre todo, asumir la rectificación de algunos de sus errores políticos garrafales, como por ejemplo el de no renovarle la concesión a un canal de televisión por motivos políticos.
Que se deje de pensar y de actuar como un amenazante Robespierre tropical, que piense y actúe como un sensato, equilibrado y justo mandatario democrático, acatador de La Constitución Nacional y de las leyes, que respete a todos los ciudadanos venezolanos sin hacer distinciones ni discriminaciones de ninguna índole, y verá que le irá mejor.
La revolución jacobina no es viable en un país como Venezuela, con ansias infinitas de libertad, ese es el problema que hoy le ha estallado en su cara incrédula, porque no puede creer que los estudiantes pertenecientes a densos y diversos sectores sociales de todo el país lo desafiaran negándose porfiadamente a tragarse inmóviles y obedientes sus medidas arbitrarias, por eso da la impresión de que esa ofrecida "revolución jacobina" pareciera un nuevo delirio de un patético dictador con ínfulas de Rosbespierre tropical distraído de la modernidad, abstraído de la realidad, por no decir una bufonada más de un pretendido líder absolutista continental.
Que se deje de pensar y de actuar como un amenazante Robespierre tropical, que piense y actúe como un sensato, equilibrado y justo mandatario democrático, acatador de La Constitución Nacional y de las leyes, que respete a todos los ciudadanos venezolanos sin hacer distinciones ni discriminaciones de ninguna índole, y verá que le irá mejor.
La revolución jacobina no es viable en un país como Venezuela, con ansias infinitas de libertad, ese es el problema que hoy le ha estallado en su cara incrédula, porque no puede creer que los estudiantes pertenecientes a densos y diversos sectores sociales de todo el país lo desafiaran negándose porfiadamente a tragarse inmóviles y obedientes sus medidas arbitrarias, por eso da la impresión de que esa ofrecida "revolución jacobina" pareciera un nuevo delirio de un patético dictador con ínfulas de Rosbespierre tropical distraído de la modernidad, abstraído de la realidad, por no decir una bufonada más de un pretendido líder absolutista continental.
Lo mejor sin duda, es que todos los venezolanos de buena voluntad mantegamos siempre bien puesta la cabeza en su sitio, pero el principal obligado a cuidar las cabezas de todos los ciudadanos es el gobierno ¿o no? Porque ser un pretendido Robespierre cuando se tiene el privilegio del empleo de las armas otorgado en mala hora por un pueblo confiadamente engañado, para ejercerlo después con sobre ventaja indebidamente contra su propio pueblo pacífico y desarmado, es una actitud muy deplorable por decir lo menos, porque en verdad, el genocidio sería intolerable y nadie se lo tragaría impunemente en ninguan parte.
Cuando un solo hombre en funciones de gobierno se convierte en el problema y no en la solución de los problemas, el resto de sus conciudadanos comienzan a preguntarse lo sospechoso que resultan sus pretextos para no resolverlos eficazmente; nace entonces la necesidad de suplirlo del cargo y traer a otro u a otra que sea confiable y eficaz, para obligarlo a serenarse y a retomar la compostura indispensable para pretender dirigir a toda la sociedad en paz.
Cuando un solo hombre en funciones de gobierno se convierte en el problema y no en la solución de los problemas, el resto de sus conciudadanos comienzan a preguntarse lo sospechoso que resultan sus pretextos para no resolverlos eficazmente; nace entonces la necesidad de suplirlo del cargo y traer a otro u a otra que sea confiable y eficaz, para obligarlo a serenarse y a retomar la compostura indispensable para pretender dirigir a toda la sociedad en paz.
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