Solo contra el mundo.
Por. Roberto Giusti.
Si alguna vez el gobierno de Hugo Chávez tuvo una imagen democrática ante el mundo, con el cese de la concesión de RCTV la perdió. Las reacciones provenientes de todo el mundo y expresadas no sólo por ONG, gremios y organismos de defensa de los derechos humanos, sino también por gobiernos, parlamentos, foros internacionales y figuras individuales han puesto en evidencia la visión negativa sobre un denominado proceso revolucionario cuya cabeza visible no aparece ya como la víctima de un complot para derrocarlo (2002), sino como el ejecutor de una política dirigida a la conculcación de las libertades.
Los golpes han venido de todas partes y de nada ha servido el contraataque diplomático intentado para neutralizar lo que ya luce como sólida matriz de opinión. Por eso el intenso lobby del enviado especial del Gobierno a España, el embajador Roy Chaderton, incluyendo una audiencia con el canciller Miguel Ángel Moratinos, parece haber sido de muy poca utilidad, pues luego de esa entrevista el mismo Moratinos, en una declaración conjunta con la secretaria de Estado de EEUU, Condoleezza Rice, expresó su preocupación por el cierre de RCTV "en cuanto supone de límite para la libertad de expresión". Así, el más firme aliado europeo de Venezuela no sólo se pronunciaba sobre la medida sino que lo hacía con la representante del "imperialismo", al cual Chávez endilga la responsabilidad de un presunto plan de desestabilización.
Pero en el continente las cosas tampoco le han salido bien y el impasse con Lula colocó en su nivel más bajo las relaciones Venezuela-Brasil, luego de que el presidente brasileño ordenara a Itamarati convocar al embajador venezolano, Julio García Montoya, para que ofreciera explicaciones sobre las acusaciones de Chávez contra el Parlamento brasileño. Presionado por el Congreso y los medios, Lula repudió "las manifestaciones que coloquen en cuestión la independencia, la dignidad y los principios democráticos de las instituciones brasileñas".
Pero no sólo es el socio estratégico más relevante del continente sino un fervoroso propagandista brasileño del proceso venezolano, el ex sacerdote y líder de la Teología de la Liberación, Leonardo Boff, quien calificó el cierre de RCTV como "un acto autoritario" y advirtió a Chávez que "el concentrar poder puede ser despótico y peligroso", mientras que el ex presidente José Sarney, cercano al gobierno de Lula, señaló que la cláusula democrática de Mercosur no permite "esa tentación totalitaria".
Pero el golpe de gracia se produjo en el propio seno del Mercosur, cuya directiva rechazó el pedido de respaldo contra RCTV proveniente de la Cancillería venezolana, mientras voces como la del ex presidente uruguayo Julio María Sanguinetti señalaban que el mecanismo de integración debe analizar el caso, lo cual plantearía la posibilidad de que Venezuela sea excluida del Mercosur.
Los pronunciamientos, tanto del Poder Legislativo como de los presidentes y jefes de Estado del continente incluyen a mandatarios como Michelle Bachelet, Alan García, Álvaro Uribe y Oscar Arias. Habría que sumar a los ya conocidos como el de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado de Estados Unidos, del Parlamento Europeo y de la presidencia de la Unión Europea, que corresponde en este momento a Alemania.
Sólo los gobiernos de Cuba, Nicaragua, Ecuador y Bolivia han defendido al Gobierno venezolano y en el caso del presidente ecuatoriano, Rafael Correa, éste ha anunciado medidas similares a la adoptada por Chávez .
Por su parte, están los presidentes de Argentina, Kirchner; Vásquez, de Uruguay y Duarte, de Paraguay, quienes han guardado un silencio calificado de cómplice por los medios de comunicación de sus países.
Si alguna vez el gobierno de Hugo Chávez tuvo una imagen democrática ante el mundo, con el cese de la concesión de RCTV la perdió. Las reacciones provenientes de todo el mundo y expresadas no sólo por ONG, gremios y organismos de defensa de los derechos humanos, sino también por gobiernos, parlamentos, foros internacionales y figuras individuales han puesto en evidencia la visión negativa sobre un denominado proceso revolucionario cuya cabeza visible no aparece ya como la víctima de un complot para derrocarlo (2002), sino como el ejecutor de una política dirigida a la conculcación de las libertades.
Los golpes han venido de todas partes y de nada ha servido el contraataque diplomático intentado para neutralizar lo que ya luce como sólida matriz de opinión. Por eso el intenso lobby del enviado especial del Gobierno a España, el embajador Roy Chaderton, incluyendo una audiencia con el canciller Miguel Ángel Moratinos, parece haber sido de muy poca utilidad, pues luego de esa entrevista el mismo Moratinos, en una declaración conjunta con la secretaria de Estado de EEUU, Condoleezza Rice, expresó su preocupación por el cierre de RCTV "en cuanto supone de límite para la libertad de expresión". Así, el más firme aliado europeo de Venezuela no sólo se pronunciaba sobre la medida sino que lo hacía con la representante del "imperialismo", al cual Chávez endilga la responsabilidad de un presunto plan de desestabilización.
Pero en el continente las cosas tampoco le han salido bien y el impasse con Lula colocó en su nivel más bajo las relaciones Venezuela-Brasil, luego de que el presidente brasileño ordenara a Itamarati convocar al embajador venezolano, Julio García Montoya, para que ofreciera explicaciones sobre las acusaciones de Chávez contra el Parlamento brasileño. Presionado por el Congreso y los medios, Lula repudió "las manifestaciones que coloquen en cuestión la independencia, la dignidad y los principios democráticos de las instituciones brasileñas".
Pero no sólo es el socio estratégico más relevante del continente sino un fervoroso propagandista brasileño del proceso venezolano, el ex sacerdote y líder de la Teología de la Liberación, Leonardo Boff, quien calificó el cierre de RCTV como "un acto autoritario" y advirtió a Chávez que "el concentrar poder puede ser despótico y peligroso", mientras que el ex presidente José Sarney, cercano al gobierno de Lula, señaló que la cláusula democrática de Mercosur no permite "esa tentación totalitaria".
Pero el golpe de gracia se produjo en el propio seno del Mercosur, cuya directiva rechazó el pedido de respaldo contra RCTV proveniente de la Cancillería venezolana, mientras voces como la del ex presidente uruguayo Julio María Sanguinetti señalaban que el mecanismo de integración debe analizar el caso, lo cual plantearía la posibilidad de que Venezuela sea excluida del Mercosur.
Los pronunciamientos, tanto del Poder Legislativo como de los presidentes y jefes de Estado del continente incluyen a mandatarios como Michelle Bachelet, Alan García, Álvaro Uribe y Oscar Arias. Habría que sumar a los ya conocidos como el de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado de Estados Unidos, del Parlamento Europeo y de la presidencia de la Unión Europea, que corresponde en este momento a Alemania.
Sólo los gobiernos de Cuba, Nicaragua, Ecuador y Bolivia han defendido al Gobierno venezolano y en el caso del presidente ecuatoriano, Rafael Correa, éste ha anunciado medidas similares a la adoptada por Chávez .
Por su parte, están los presidentes de Argentina, Kirchner; Vásquez, de Uruguay y Duarte, de Paraguay, quienes han guardado un silencio calificado de cómplice por los medios de comunicación de sus países.
Fuente: Roberto Giusti. www.eluniversal.com.
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