Por: Fausto Masó.
Publicado en: 'Política incierta' Martes, Junio 12, 2007
Los estudiantes le rompieron el juego al chavismo, una revolución se jacta de representar el futuro, la marcha necesaria de la historia, el progreso, y de pronto se demuestra palpablemente que a los jóvenes no les llega su mensaje, los deja indiferentes, saben que no caben en esa sociedad futura donde sólo se podrá trabajar en empresas del Estado.
Basta con visitar un cibercafé cercano a un barrio popular para encontrar a millares que rechazan el lenguaje del socialismo del siglo XXI, quieren incorporarse a la vida moderna, a la tecnología, el avance social. Los jóvenes marchando por la calle le envían un mensaje terrible a Chávez, aunque no abran la boca ni lleven ninguna pancarta; le demuestran que no lo apoyan, si la revolución no llega a los jóvenes no tiene pues futuro. El chavismo no es el mañana al que aspiran los jóvenes, por tanto Chávez carece de futuro.
Esta es una revolución para hombres viejos, una mentalidad de mediados del siglo pasado, una ideología caduca y vacía, no le dice nada a la juventud venezolana. En Cuba la revolución la dirigían hombres jóvenes, que no habían cumplido 30 años, muchos con menos de veinte. Más tarde, como esos jóvenes permanecieron 50 años en el poder se convirtieron en octogenarios. En Venezuela Chávez perdió a los jóvenes.
Chávez intenta acusar a los estudiantes de golpistas y de violentos, quiere jugar a un permanente 11 de abril, y recuerda que después del 11 de abril ocurrió un 13. Quisiera una y otra vez provocar la misma crisis y que ésta concluya igual. Gobierna alentando el golpismo en la oposición, a la que no le deja espacio, la acogota, desea que decore el sistema, no limite su poder. No pone las cartas sobre la mesa, quiere mantener su fachada democrática y gobernar autoritariamente. La tarea de la oposición será obligarlo a volverse un verdadero dictador, o a ceder democráticamente la presidencia: a desenmascarar, pues, este juego diabólico.
Los jóvenes dejarán de organizar manifestaciones en algunos días, a menos que el Gobierno los provoque para seguir en la calle. Chávez creerá que este movimiento se ha desvanecido. Se equivocan. Volverán de nuevo a salir cuando necesiten protestar contra una imposición de Chávez, a quien le salió un freno, un valladar, un obstáculo infranqueable. ¿Cómo podrá hacer aprobar la reforma constitucional, la presidencia vitalicia, con los jóvenes protestando en la calle? Nunca durante estos ocho años ocurrió un fenómeno similar que inevitablemente ha sorprendido al propio Chávez.
Hugo Chávez imita el grito de patria o muerte, a pesar de que suene artificial en Venezuela, no nazca de una larga lucha y sus seguidores lo repitan sin entusiasmo y, en estos tiempos, sea opacado por la lucha a muerte de iraquíes y afganos contra el Ejército norteamericano.
Hoy Chávez grita junto a Castro “Patria o muerte” como dos colegiales en un acto patriótico, no los amenaza una invasión extranjera ni Venezuela ha sufrido las terribles experiencias de la revolución cubana. Los estudiantes se rebelan contra la imposición de un modelo económico y político que no ha sido consultado con el pueblo. Al salir a la calle no necesitan gritar que no tienen miedo, porque evidentemente les sobra el coraje.
En circunstancias desesperadas la disposición a morir impresiona al enemigo y entusiasma a los seguidores. En la Edad Media, o en la Antigüedad, no se la invocaba, se pedía el favor de Dios. El tema nace en los albores de la Edad Moderna, junto con la idea de la política, cuando el enfrentamiento entre partidos reemplaza a las guerras de religión y se justifica dar la vida por las ideas. Un mártir cristiano no enfrentaba a los leones gritando cristianismo o muerte, un romano moría por Roma no por la dialéctica, o por Platón.
En las guerras de independencia, las luchas sociales del siglo XIX, invocar la muerte demostraba la seriedad de los propósitos, para un creyente hacerlo suena a rebeldía contra el orden divino, debe entregarse en las manos de Dios, lo que hacían los guerreros medioevales al pedir la ayuda divina para derrotar a sus adversarios. Cuando Fidel habla de libertad o muerte continúa una tradición nacida en las guerras de independencia de América Latina. En los ejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola se les pide a los fieles una suprema seriedad, un simple descuido, un pecado mortal, y una muerte accidental nos envía al infierno para la eternidad. En la forma de ser de Castro, en su estilo oratorio, en su seriedad, se refleja la educación jesuita de la que siempre ha hablado con admiración.
Fuente: El Blog de Fausto Masó.
3 comentarios:
Las mujeres a usar falda y sin toallas sanitarias "asi como las abuelitas"... Que maravilla de revolución verdad? Estamos en el siglo XXI o nos devolvemos al XII?? Ya yo no se para donde es que nos quieren llevar... Saluditos, Bye!
yo me pregunto si a eso se le puede llamar revolucion. interesantisimo tu blog, te encontre por casualidad en la web, no te pierdas del espacio... te estare visitando
Hola Agridulce, tu como siempre con gran creatividad.Estamos en el siglo XII, y es ya obvio para donde nos quieren llevar. ¡saludos!
Columba, gracias por tu visita y por los estimulantes comentarios. ¿Casualidad?, recuerda que "nada sucede casualmnente, todo tiene causa y efecto", si Dios quiere no me perderé del espacio; visitanos cuando gustes, también te visitaremos pronto.
Un gran saludo
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