Por: JOSÉ LUIS DE HARO
NUEVA YORK. La primera reunión entre el presidente de Estados Unidos, George Bush, y el recién estrenado primer ministro británico, Gordon Brown, fue como la seda. Desde el soleado rancho de Camp David ambos mandatarios mostraron una completa sintonía en lo que a Irak se refiere asegurando que todavía quedan «responsabilidades que mantener» en el país. Además, Washington y Londres «reforzarán en los próximos años» sus relaciones frente a los «nuevos desafíos de esta generación», entre ellos, el terrorismo.
NUEVA YORK. La primera reunión entre el presidente de Estados Unidos, George Bush, y el recién estrenado primer ministro británico, Gordon Brown, fue como la seda. Desde el soleado rancho de Camp David ambos mandatarios mostraron una completa sintonía en lo que a Irak se refiere asegurando que todavía quedan «responsabilidades que mantener» en el país. Además, Washington y Londres «reforzarán en los próximos años» sus relaciones frente a los «nuevos desafíos de esta generación», entre ellos, el terrorismo.
En medio de los rumores que apuntaban a una posible retirada de tropas británicas del país árabe, Brown dejó claro que «nuestro objetivo, igual que el de los Estados Unidos, es transferir paso a paso mayor control a las autoridades iraquíes». Aún así, el «premier» británico acabó de golpe y plumazo con las habladurías, negando una salida de Irak al tiempo que definió la situación como «una lucha común» en la que estadounidenses y británicos deben «combatir al unísono».
Coincidencias anglosajonas
Brown hizo uso de un lenguaje ya empleado por Bush con anterioridad y pronosticó que la salida de los soldados ingleses de la zona «dependerá del consejo militar de los oficiales desplegados en la zona». Su homólogo norteamericano lo reiteró al responder a la pregunta de uno de los periodistas que asistieron a la rueda de prensa. «A partir de ahora, todas las decisiones que se tomen en la zona deberán contar de forma íntegra con las recomendaciones de los militares desplegados allí», explicó Bush.
Cabe recordar que el Reino Unido fue uno de los principales aliados de Estados Unidos durante la invasión del 19 de marzo de 2003. Actualmente cuenta con más de 5.500 soldados desplegados, la mayoría en labores de ayuda local. Una vez más, el presidente estadounidense dijo que la retirada precipitada sería un «desastre», una posición compartida por el actual «premier» británico.
En lo que a las fuerzas militares estadounidenses se refiere, parece que el hervidero de sangre y violencia desatado en Irak podría pasar a manos del próximo presidente de EE.UU, que asumirá en enero de 2009. Al preguntársele si planeaba dejar la solución del conflicto en manos de su sucesor, Bush respondió esquivamente: «Esto va a llevar mucho tiempo en Irak, al igual que la lucha ideológica».
La lucha contra el terrorismo también ocupó buena parte del tiempo durante el encuentro y ambos insistieron en que no existen diferencias en sus puntos de vista. «Somos uno en la lucha contra el terrorismo», afirmó, rotundo, Brown.
Pese a no haber coincidido en el pasado, Bush y su homólogo británico estrecharon su relación personal tras la salida del ex primer ministro británico, Tony Blair. Tras dos días de reuniones y paseos por el rancho, el mandatario estadounidense describió a Brown como «un hombre con principios que quiere realmente que se haga algo». Una vez más el presidente norteamericano puso de manifiesto su obligación «de trabajar por la libertad y la justicia en todo el mundo» . Agregó que encontró en Brown a una «persona que comparte esa visión».
Otros asuntos internacionales abordados por ambos mandatarios fueron el programa nuclear iraní, el genocidio en la región sudanesa de Darfur y el comercio. Ambos expresaron su acuerdo para continuar conversaciones en torno al cambio climático y para aumentar las conversaciones que permitan llegar a un acuerdo en la ronda de Doha de negociaciones comerciales.
Parece que Brown ha salido airoso en su primer encuentro con una autoridad extranjera, aunque debe andarse con cuidado a la hora de estrechar relaciones con el presidente de Estados Unidos. Todavía retumba en los mentideros del partido laborista la etiqueta de «caniche de América» que los medios británicos dieron a Blair, por su incondicional apoyo a Bush tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 y durante la invasión de Irak.
Fuente:ABC.es (España)
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