WASHINGTON. SCOTT SHANE / NYT. Acasi seis años de los atentados del 11 de septiembre del 2001, los cientos de miles de millones de dólares y miles de vidas destruidas en nombre del combate contra el terrorismo presentan una sola e insistente pregunta: ¿estamos más seguros?
Recientemente, en dos páginas que sorprendieron por su oscuridad y franqueza, las dependencias de inteligencia de Estados Unidos ofrecieron una respuesta implícita, y no fue alentadora. En muchos aspectos, según deja entrever el Estimado Nacional de Inteligencia, la amenaza de violencia terrorista contra Estados Unidos está empeorando, alimentada por la guerra en Irak y el creciente extremismo islámico.
Las conclusiones no eran nuevas, haciendo eco de los comentarios vertidos en privado por parte de funcionarios gubernamentales y expertos independientes hace muchos meses. Sin embargo, el sumario que se dio a conocer contrastó marcadamente con el énfasis más positivo del presidente George W. Bush y sus principales subalternos durante varios años: que dos tercios de los dirigentes de la red Al-Qaida habían sido muertos o capturados; que la invasión a Irak reduciría la amenaza terrorista; y que Estados Unidos tenía a sus enemigos ''con pies en polvorosa'', según lo ha expresado Bush con frecuencia.
Tras varios años de guerra en Afganistán e Irak, así como asesinatos selectivos en Yemén, Pakistán y otras partes, la mayor amenaza para Estados Unidos tiene el mismo nombre y la misma apariencia fundamental que en el 2001: Al-Qaida, encabezada por Osama bin Laden y Ayman al-Zawahiri, tramando ataques desde escondites en las montañas cercanas a la frontera que comparten Afganistán y Pakistán.
El título del estimado de inteligencia, comentó Daniel L. Byman, ex oficial de inteligencia y director del Centro de Estudios por la Paz y Seguridad en la Universidad de Georgetown, bien pudiera haber sido similar al del ahora famoso informe presidencial fechado el 6 de agosto del 2001: Bin Laden Determinado a Atacar en Estados Unidos.
El nuevo estimado efectivamente cita los avances, Según relaciona, se han tronchado conspiraciones contra Estados Unidos, gracias a una mayor vigilancia y contramedidas.
No obstante, el nuevo estimado toma nota de fuentes de inquietud que han surgido a partir del 2001. La guerra en Irak ha dado origen a la Al-Qaida en Mesopotamia como la ''afiliada más visible y capaz'' del grupo original de terroristas, inspirando a yihadíes por todo el mundo y atrayendo dinero y reclutas para su causa.
La explosión de sitios radicales en Internet ha creado células que se originan por sí solas, formadas por aspirantes a terroristas en muchos países occidentales. Hezbolá del Líbano, el cual muy rara vez se consideró probable que lanzara un ataque en Estados Unidos, ahora ''pudiera tener mayores probabilidades de considerar'' acciones en ese sentido, en respuesta a lo que percibe como una amenaza de fuerzas estadounidenses contra ellos o Irán, su patrocinador.
Y si había existido cierto progreso después del 11 de septiembre en el aislamiento e inmovilización de líderes de Al-Qaida en las áreas tribales de Pakistán, una parte de eso se vino abajo durante el año pasado, con el abandono de patrullas en Waziristán del Norte por parte de tropas paquistaníes, así como permitiendo mayor libertad de movimiento hacia el núcleo de Al-Qaida.
Considerando todo, pese a la ausencia de cualquier nuevo ataque en suelo estadounidense desde el 2001, la conclusión en cuanto a que Al-Qaida ''seguirá mejorando sus capacidades'' para atacar a Estados Unidos deja entrever un error de cálculo en la fórmula básica de esta administración contra el terrorismo: que atacar a los yihadíes en el extranjero protegería la nación.
''Supongo que nosotros tenemos que combatirlos aquí, aun cuando los estamos combatiendo por allá'', comentó Steven Simon, experto en terrorismo que sirvió en la administración de Bill Clinton.
Por su parte, los demócratas proclamaron que el documento es una ''acusación devastadora'' a las políticas de la administración de Bush, en las palabras del senador de Delaware, Joseph R. Biden Jr., quien preside el Comité de Relaciones Exteriores y es uno de los candidatos presidenciales.
El pesimismo del documento fue notorio: quizás refleja una determinación de las dependencias de inteligencia, acusadas de distorsionar algunos informes para respaldar los planes presidenciales de invadir Irak en el 2003, para dejar en claro que esta vez sus hallazgos no han sido maquillados a fin de que coincidan con la Casa Blanca.
No obstante, Max Boot, analista de seguridad que generalmente ha apoyado al presidente estadounidense, dijo que el estimado ''afecta a ambos lados'' en la esfera política. Incluso si algunas políticas de la administración han sido ineficaces o han repercutido negativamente, el estimado también alcanzó la conclusión de que Al-Qaida probablemente intente capitalizar la red que formó mediante su filial en Irak, prestando un poco de apoyo al argumento relativo a que una rápida salida de allí pudiera terminar siendo peligrosa para la seguridad estadounidense, dijo Boot, uno de los principales miembros del Consejo de Relaciones Exteriores.
"Deja en claro que la amenaza por parte de Al-Qaida en Irak no sólo es para los iraquíes, sino también para la nación estadounidense'', destacó Boot.
La nueva evaluación se remonta, en algunos aspectos, al Estimado Nacional de Inteligencia de julio de 1995, el cual pronosticaba ataques terroristas en Estados Unidos, especificando Wall Street, la Casa Blanca y el Capitolio como objetivos potenciales. Asimismo, describía ``una red mundial de instalaciones de entrenamiento y refugios o casas de seguridad''.
Una actualización de ese estimado en 1997 fue la última evaluación de su tipo antes del 11 de septiembre, vacío que la comisión investigadora de los atentados del 2001 condenó abiertamente en su análisis de los ataques. Un nuevo estimado previamente en el 2001, a medida que iba en aumento la alarma de las dependencias de espías con respecto a un posible ataque, pudiera haber concentrado de mejor forma los esfuerzos gubernamentales por detectar una conjura, argumentó la comisión en su informe.
Un estimado de la amenaza terrorista en todo el mundo, emitido en septiembre pasado, describía el surgimiento de la guerra en Irak como una ''causa célebre'' para yihadíes por todo el planeta. Sin embargo, ese documento también ponía de manifiesto acciones estadounidenses que, según afirmaba, habían ``dañado seriamente el liderazgo de la red Al-Qaida e interrumpido sus operaciones''.
La nueva y sombría evaluación relega casi a un aparte esos logros, diciendo que la capacidad de Al-Qaida para atacar está ''confinada'' y que Estados Unidos actualmente es visto como un ''objetivo más difícil''. Asimismo, no le da énfasis a la ausencia de nuevos y exitosos ataques en contra de Estados Unidos, avance que muy pocos expertos de seguridad se habrían atrevido a pronosticar a finales del 2001.
El temido juicio reflejado en el nuevo estimado surgió, en parte, del hallazgo que hizo Gran Bretaña en agosto del 2006 con respecto a una importante conspiración para derribar aeronaves trasatlánticas, dijo Bruce Hoffman, de la Universidad de Georgetown, quien había estudiado el terrorismo a lo largo de tres décadas. Hoffman precisó que existían indicaciones en el sentido de que líderes de Al-Qaida pudieran haber tenido una participación en la conjura, agregando: ``Se volvió imposible no prestarle atención a la evolución y el grado de resistencia y adaptabilidad de Al-Qaida''.
No obstante, la misma conjura puso de relieve uno de los notables puntos brillantes para Estados Unidos: el sentir yihadí, hasta ahora, ha tenido escaso atractivo para musulmanes estadounidenses, lo cual contrasta con los de Europa, generalmente, y los de Gran Bretaña, en particular, con su gran población de inmigrantes surasiáticos.
Fuente:elNuevoHerald.com.
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