miércoles, julio 25, 2007

DERROTAS DE CHÁVEZ


Haré probablemente lo más criticable que se le pueda endilgar a cualquier cristiano, corriendo el riesgo de ser considerado ocioso por hablar públicamente de los reveces del prójimo, lo cual sería detestable por aquello de “sacar la viga de nuestros propios ojos antes de intentar extraer la paja de los ojos ajenos”, si no fuera porque se trata esta crónica de evaluar la actuación política de un influyente dirigente político como el Sr Chávez, quien con su actuación pública como es lógico incide directamente en la vida de sus congéneres, por lo que no podría ser catalogada nuestra actitud como hipócrita o intrigante, porque el aludido mandatario, debe estar sometido al permanente escrutinio público. De tal manera, que no se trata el presente escrito de exteriorizar encono personal contra el prójimo, si no de intentar argumentarles a quienes sostienen que Chávez es invencible, que no lo es.

Mencionaremos sin ningún orden especial a continuación algunos episodios que consideramos reveces del político Chávez, sufridas en su dilatada carrera, que evidencian fehacientemente que ha sido vencido muchas veces, lo cual no lo despoja de sus méritos personales, que lo muestran como un dirigente muy habilidoso, audaz, que ha tenido la destreza para convertir derrotas en victorias, prevaleciendo sobre las adversidades e imponiéndose hasta ahora sobre sus adversarios.

La más resonante de sus derrotas, y que lo sacó del anonimato lanzándolo intempestivamente a la fama, montándolo súbitamente en la cresta de la ola de la popularidad, convirtiéndolo en un icono, en emblema de rebeldía, en un símbolo, en un líder defensor de los derechos sociales, redentor de pueblos, gendarme necesario revolucionario, precisamente la experimentó el día en que se rindió al comandar el golpe militar del 4 de febrero de 1992, sufriendo una evidente derrota militar, de la cual se responsabilizó, siendo encarcelado durante dos años, mantenido bajo custodia hasta ser sobreseído por razones de amnistía política auspiciada por el presidente Caldera. Esa derrota militar, ha sido motivo de interesantes análisis y libros inspirados en esa intentona golpista, siendo esa aparente derrota militar convertida por distintas circunstancias en una importante victoria política.

Otra derrota estridente muy importante y que Chávez sufrió, fue cuando en las Naciones Unidas no obtuvo el respaldo indispensable de los países miembros, para lograr el ingresó de Venezuela en el Consejo de Seguridad de la ONU, después de hacer un largo periplo mundial formando lobby, invirtiendo tiempo, recursos y logística inútilmente, siendo vencido luego de haber anunciado en su programa dominical el seguro ingreso de Venezuela. Su derrota fue muy publicitada e impactante para su imagen.

En aquella ocasión, pese a su intento por convertir esa notable derrota en victoria, tratando en vano de hacerla aparecer ante la opinión pública internacional como “una batalla por la dignidad contra el imperio estadounidense”, la verdad es que su prestigio internacional quedó muy desacreditado, por haberse permitido cometer imperdonables excesos que en ese escenario le causaron un impacto nocivo, producto posiblemente del deplorable discurso que pronunciara en el que calificó al presidente Bush como “el diablo”, lo cual causó un efecto altamente negativo, impidiéndole concretar la legítima aspiración de Venezuela.

Muchos expertos, opinaron negativamente sobre aquel inconveniente discurso. Aseguran que podría haber causado la pérdida de la votación; aunque no sería atribuible únicamente a la conducta descomedida del mandatario, sino que también por su errática política exterior, que auspicia constantemente la confrontación contra quienes no compartan su proyecto político socialista, convirtiendo en enemigos a quienes no lo compartan .

Otra de las derrotas políticas más resonantes de Chávez, sin duda fue cuando se vio obligado a reconocer que la oposición venezolana logró reunir las firmas necesarias para convocar el referéndum revocatorio, luego de haberse opuesto tercamente a reconocerlo, pese a todos sus desvergonzados intentos por impedirlo, usando toda clase de artimañas y estrategias. Debió admitir la convocatoria, pero retrazando la fecha de realización y así ganar convenientemente tiempo para maniobrar políticamente en su favor, acusando a la oposición de haber cometido un “mega fraude electoral” recolectando fraudulentamente las llamadas “firmas chimbas o planas”; Chávez lo hizo, con la avenía del CNE, quienes se ufanaban de ser “imparciales y transparentes”, el Dr. Jorge Rodríguez, hoy su Vicepresidente, y Dr. Francisco Carrasqueño, hoy Magistrado del TSJ.

En aquella oportunidad, los venezolanos solicitantes del referéndum revocatorio fueron sometidos a la violación de todos sus derechos constitucionales y electorales, porque se les presumió culpables, y debieron concurrir obligados al denominado proceso de “reafirmazo” para corroborar y ratificar sus firmas, para luego ser sometidos a la más brutal e infamante persecución y discriminación política, mediante el empleo criminal por parte del régimen de la denominada lista “Tascón”, por haberse atrevido a ejercer su legítimo derecho de firmar la convocatoria del referéndum revocatorio presidencial.

Chávez hizo lo imposible para evitar el revocatorio, para tener luego que ceder ante la fuerte presión de la sociedad democrática nacional, a través de los partidos políticos y organizaciones de la sociedad civil, con el auxilio de la comunidad internacional, expresada en la presencia permanente de organizaciones internacionales como la OEA, el Centro Carter y distintos organismos observadores internacionales, que debieron auspiciar la mesa de dialogo, y mantener la presencia permanente del Secretario General de la OEA, Dr. César Gaviria, para promover y lograr una salida democrática, constitucional, pacífica y electoral a la espantosa crisis política que se generó en el país como producto de la falta de dialogo por la actitud déspota y autocrática del líder del llamado proceso revolucionario.

Hay más derrotas; la que más recientemente ha sufrido luego de empeñarse arbitrariamente en silenciar a RCTV, al sacarla deliberadamente del aire impidiéndole ejercer el derecho de transmitir en señal abierta, a través de la decisión de no renovarle la concesión del uso del espectro radioeléctrico; reteniéndole y despojándole sus equipos transmisores, antenas repetidoras y de microondas, mediante una incomprensible decisión del TSJ. Todo para tratar de imponer una pretendida hegemonía comunicacional haciendo campañas publicitarias y mensajes ideológicos defendiendo al régimen; convirtiéndosele este caso en una descomunal derrota política ante la comunidad democrática internacional y nacional, que lo han visto despojarse de las máscaras y el ropaje democrático que mantenía convenientemente mientras consolidaba la toma del poder por etapas, quedando ante el mundo civilizado como un aspirante a dictador, que ahora pretende conculcar los derechos humanos, para instaurar un sistema totalitario.

El caso del cierre de RCTV ha ejercido en la historia de Chávez un poderoso “efecto boomerang”, que se le ha revertido con inusitada fortaleza en su contra, al hacer reaccionar a los hasta ahora gigantes aletargados de los sectores estudiantiles universitarios, quienes han reaccionado contra la violación flagrante de los derechos civiles, reclamando la reapertura del canal y el respeto de la libertad de expresión violada y amenazada, haciendo reaccionar al resto de la sociedad civil y a los partidos políticos, que habían adoptado una actitud discreta luego de las elecciones del tres de diciembre.

Chávez ha experimentado una gran derrota moral, con la reapertura y regreso al aire del ahora canal internacional RCTV, sin poder reaccionar y sin logar impedirlo, quizás RCTV sea el canal más emblemático y popular, que ahora ha vuelto a los hogares venezolanos de forma limitada, al transmitirse por satélite y cable, tal vez esta circunstancia desafortunada sea el estímulo que necesitaba el país para reaccionar ante los abusos ilimitados del Sr Chávez, quien luce ahora sin caretas democráticas y se nos muestra tal cual es.

La escandalosa situación que recientemente protagonizó el Sr Chávez ante al MERCOSUR, podría ser calificada también como una derrota diplomática. Luego de esmerarse y hacer todo lo posible, invertir importantes dosis de recursos para ser miembros del importante organismo económico internacional; comete la injustificable torpeza de entrabar una innecesaria polémica con diputados y senadores de importantes parlamentos de los países integrantes –Brasil, Paraguay- quienes criticaron la medida de la no renovación de la concesión de RCTV, que posteriormente Chávez responde con un lenguaje insultante calificándolos como “loros del imperio” y acusándolos de intervencionistas por inmiscuirse en asuntos internos, violando la soberanía nacional. Lo cual degeneró en un fuerte incidente, muy inconveniente para los intereses estratégicos de Venezuela, que retrazaron o difirieron el ingreso de Venezuela.

Posteriormente, Chávez, comete la indelicadeza de no concurrir al esperado evento en Paraguay, y prefiere viajar a Rusia, desde donde declara respondiendo a las exigencias de disculpas a los parlamentarios brasileños, que le solicitara el canciller brasileño Amorín. Chávez respondió que no tenía “nada de que disculparse, y que Venezuela no estaba desesperada por pertenecer al organismo…”, haciéndole innecesarias críticas al MERCOSUR, expresando que no valía la pena pertenecer a un organismo que no quería cambiar”; para luego a su regreso al país, proferir un asombroso ultimátum a los congresos de Brasil y Paraguay, exigiéndoles que Venezuela fuera aceptada, concediéndoles un término de tres meses para decidir, amenazando en caso contrario con el inmediato retiro de la solicitud de ingreso de Venezuela al MERCOSUR. Se trata de una actitud ¡insólita! la asumida por el mandatario venezolano, en una materia tan delicada como lo es el tratamiento de las relaciones diplomáticas y económicas entre organismos internacionales de alto nivel. Esta inconveniente situación, es más que una derrota, pareciera un autogol; simplemente es injustificable por incomprensible.

Inolvidable y amarga debe resultarle al Sr Chávez la derrota política que padeciera el fatídico día 11 de abril, en el que luego de la más grande manifestación jamás vista en Latinoamérica, se vio obligado a renunciar por una serie de circunstancias suficientemente conocidas, difundidas hasta la saciedad. Pero lo cierto fue, quien pareciera invulnerable e invencible hoy, ese día fue vencido, doblegado, obligado a rendirse y a entregarse a sus captores quienes lo derrotaron.

Chávez confesó luego de su forzado derrocamiento y posterior regreso frente a periodistas nacionales e internacionales, que a pesar de no haber firmado la renuncia, si había accedido a entregarse para negociar una salida pacífica y así evitar una confrontación sangrienta que produjera consecuencias lamentables. Pero expresó claramente haber estado dispuesto a renunciar bajo ciertas condiciones, siempre que se respetara La Constitución y se le garantizara la vida y seguridad a él, su familia y a sus principales colaboradores.

Igualmente Chávez habría manifestado a sus captores militares su voluntad de marcharse de inmediato a Cuba. Otra cosa distinta es que luego de esas negociaciones por diversos errores cometidos por parte de los militares y civiles que comandaban la situación, luego de la anunciada renuncia de Chávez, explicada ante las cámaras en la madrugada del 12 de abril por el General en Jefe Lucas Rincón, las exigencias del Sr Chávez al parecer habrían sido negadas, porque varios “chapuceros” comenzaron a amenazarlo con enjuiciarlo, evitándole una pronta salida digna, e impidiéndole una huida al exilio en Cuba, precipitando así la negativa de Chávez a firmar el documento que contenía redactada la acordada renuncia, pero no por un acto de valentía, ni de inconmensurable patriotismo y amor por el pueblo, sino como una conveniente y muy lógica exigencia de Chávez colocado en riesgo, para obligar a sus envalentonados captores a que le cumplieran lo prometido antes de rendirse, para así poder marcharse y ponerse a buen resguardo en Cuba.

Más tarde la situación habría degenerado en una crisis inmanejable de ingobernabilidad, que se produjo con el levantamiento progresivo de numerosos sectores oficialistas que salieron a las calles de Caracas y en algunos sitios aislados del interior, apoyados por facciones militares leales al presidente –Baduel en el Estado Aragua-, ante el impacto negativo, por el desastre institucional que provocó en la mayoría de los políticos del régimen y la oposición, el ilegítimo e irrito decreto de Carmona, secundado por un oportunista y minúsculo grupo, que dio al traste con la histórica jornada de la insurrección popular del 11 de abril, protagonizada por multitudinarios sectores medios de la población venezolana, insatisfechos con la acción gubernamental, que posteriormente fueron defraudados por una errática facción cívico militar, que parecieron incapaces de manejar apropiadamente la crisis que generaron, al impedir la adecuada conducción de la difícil situación, imposibilitando la necesaria e indispensable presencia de operadores políticos experimentados y adecuados, que auspiciaran una solución distinta a la que se produjo, impidiéndole equivocadamente al presidente cautivo una salida decorosa, porque prefirieron en vez de facilitarle una pronta y expedita partida a Cuba como lo exigía y se acordó, amenazarlo con mantenerlo preso y enjuiciarlo, revirtiéndoseles la situación en su contra, al presentarse un latente riesgo de explosión social y de guerra civil, que hubiera sido posiblemente provocada por los también numerosos sectores oficialistas incondicionales partidarios del aún popular presidente, viéndose sus erráticos captores obligados a renegociar su retorno al poder, bajo la amenaza de una terrible confrontación; lo demás es cuento y manipulación.

Chávez se había rendido y mostrado su disposición a renunciar tal y como Lucas Rincón anunció al país. Esa es, ha sido y será siempre su principal y más importante derrota, que las circunstancias convirtieron en una victoria, que luego le ha permitido hacer todo lo que hasta ahora, incluso desmantelar la fuerza armada nacional, tomar el control total de PDVSA, apoderarse de todo el poder político al controlar bajo su innegable influencia las instituciones del estado.

Otra cosa es que después se haya sabido que hubo una conspiración de militares y civiles, pero los planes parecían ser los de provocar la renuncia de Chávez, en virtud de sus excesos y atropellos, en su intento por imponer 49 decretos leyes, y por haber despedido de forma humillante varios altos gerentes de PDVSA, e intervenir su Junta directiva, provocando artificial y deliberadamente la crisis petrolera tal y como lo confesó sin ningún rubor posteriormente, para así controlar absolutamente a PDVSA.

La oposición democrática, realmente promovió una acción política de protesta masiva desestabilizadora no convencional, que no perseguía practicar un golpe de estado en el sentido tradicional, según han revelado sus principales dirigentes de entonces, preveían una insurrección popular masiva de protestas generalizadas, para que en el punto de mayor ebullición de explosiva conflictividad social –que también se produjo- el alto mando de la fuerza armada nacional se pronunciara exigiéndole la renuncia al presidente como consecuencia de una desobediencia civil multitudinaria, que en efecto se produjeron y se lograron ambas, la exigencia de renuncia del presidente por parte del alto mando militar y la posterior renuncia de Chávez. Pero se falló torpemente en el manejo político de la situación, generando una crisis inmanejable que desencadenó en la derrota de la oposición.

Inolvidables fueron las lapidarias palabras del General en Jefe Lucas Rincón: “…Se le solicitó la renuncia al ciudadano presidente de la república, la cual aceptó.” Es decir que, la renuncia ciertamente se le solicitó. ¿Quién o quienes lo hicieron? Se deduce que quienes estaban en mayor capacidad de hacerlo, sin duda debieron ser varios integrantes del alto mando militar de la fuerza armada nacional, que en ese instante lo representaba el General que tenía el mayor grado militar existente en ese preciso instante, el único General en Jefe, el Inspector General de la fuerza armada nacional, Lucas Rincón, el mismísimo que anunció al país, la renuncia de Chávez, con su anuencia y autorización. Así se explica porque Chávez luego no actuara contra ese General, no hay otra razón.

La renuncia de Chávez si se produjo, tal y como lo atestiguaron frente al país entero en el escenario excepcional de La Asamblea Nacional, varios Generales; pero es claro que esa renuncia fue sólo verbal y no se formalizó ni materializó documentalmente, es decir, no se plasmó por escrito con la firma del presidente, por lo que no sería valida legalmente en nuestro derecho tradicionalmente escrito; pero la manifestación expresa de voluntad de Chávez fue la de renunciar y los testigos excepcionales así lo comprueban. Sin embargo, se trató de una renuncia realizada bajo coacción y amenazas, por lo que se produjo obligada, bajo presión, es por lo que estaría lógicamente viciada, y es nula, porque existen en ese acto, evidentes vicios del consentimiento.

Pero lo relevante de este importante capítulo histórico es que Chávez obligado o no, en ese momento en que expresó su “decisión viciada y nula de renunciar”, estaba derrotado militarmente y políticamente, esa es una derrota terrible. La vivió, la sufrió y seguramente debe ser tema de sus peores pesadillas, tales indeseables, ingratos y amargos recuerdos seguramente deben ser infaltables causas de sus desvelos e insomnios, y tal vez, peligrosos motivadores de muchas de sus reacciones impulsivas e inequidades.

Entonces se produjo una curiosísima situación jurídica, por cierto no prevista en La Constitución Nacional, que no prevé la ausencia absoluta conjunta del presidente y el vicepresidente, que también se produjo al acordar y ejecutar antes de renunciar Chávez, se trata de la remoción de todo su tren ejecutivo, que incluía al Vicepresidente de entonces Diosdado Cabello; provocando así el denominado vacío de poder, en virtud de que La Constitución Nacional no contiene ante esa circunstancia particular, absolutamente ninguna previsión.

Estas son algunas de las más destacables derrotas de Chávez, pero ha tenido, tiene y seguramente tendrá muchísimas otras que experimentar y sufrir; tal vez su mayor derrota no ha sido en la vida política, a lo mejor su principal derrota ya la ha padecido desde hace tiempo sin sospecharlo, y no es con la historia, ni con el imperio, ni siquiera con su pueblo, ni con el mundo, ni con Dios mismo, no se por qué, pero tenemos la impresión de que su principal derrota la está sufriendo consigo mismo en su interior, con su consciencia, con su alma, con su espíritu, con el móvil secreto que impulsa a los humanos en sus vidas.

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