EL PAÍS PATAS ARRIBA

En los últimos días, sentimos con mayor intensidad que el país se encuentra patas arriba, es decir, volteado. Si, volteados sus valores, volteados los fundamentos filosóficos democráticos que lo han inspirado, volteados los principios legales contenidos en la Constitución Nacional y en el ordenamiento jurídico vigente, volteados los designios de sus principales dirigentes.

Nos conducen hacia un camino poco claro, nada transparente; se pretende imponer un régimen totalitario, militarista, estatista, centralizado, intervencionista, esclavizante, fundamentado en el modelo castro comunista, sustentado en el poder de fuego de una facción militar politizada enquistada en el poder, que ha venido para quedarse e intentar instaurar un sistema autocrático, a contracorriente de lo que desea y necesita la mayoría del pueblo venezolano.

Esas aspiraciones tienen un sólo norte y un único responsable, y es Hugo Chávez. Lo demás es caernos a mentiras; a él es a quien la sociedad democrática debe neutralizar y vencer.

El gran dilema frente al que nos encontramos los venezolanos nos colocan ante un gran desafío. El dilema es sencillo: Nos imponen un sistema totalitario y nos conculcan nuestros legítimos derechos sumisamente o reaccionamos y lo impedimos. El problema parece ser en el segundo caso responder a esa interrogante adecuadamente. ¿Cómo lo hacemos? Hay dos vías. O lo hacemos en democracia, pacíficamente mediante la organización de la sociedad civil, el redimensionamiento y transformación de los partidos políticos, para competir electoralmente y reconquistar los espacios cedidos al oficialismo. O lo hacemos mediante la rebelión y resistencia pacífica multitudinaria produciendo un desenlace .

Todo dependerá desde luego de esa sociedad oprimida, de su capacidad de reacción, organización y movilización eficaz, y también del nivel o grado de opresión que le imponga el régimen. Lo cierto es que estamos seguros que la sociedad venezolana no se dejará someter dócilmente, y a quien pondría entonces patas arriba sería a los aspirantes a conculcadores de sus derechos, quienes no disimulan sus perversas intenciones de eternizarse en el poder.